Historia y Desastres en América Latina (Volumen I)
campesina que sufría por esos mismos años un intenso proceso de desestabilización y que se encontraba, así, debilitada y no preparada. En mayo de 1803, cuando terminaba otro ciclo agrícola sin que hubiesen aparecido alimentos ni siquiera para abastecer las villas, pueblos y rancherías del interior, antiguos emporios productores de harina de mandioca, como Taquara e Itamaracá, desaparecían literalmente del mapa de los centros de abastecimento de alimentos.(40) La tasa de mortalidad de los ya diezmados esclavos que hacían funcionar los ingenios del Nordeste oriental en la vuelta del siglo XIX (si comparados, por ejemplo, con los de Bahía), parece haber aumentado violentamente durante los años de la primera sequía decimonónica, como consecuencia de la muerte de millares de cautivos que, de acuerdo con el testimonio de la Mesa de Inspección, "todavía más hambrientos que sus Señores, se internan en los matos, mueren de hambre, y cuando llegan a ser socorridos, es casi siempre por una mano escasa, y mezquina."(41) En otras palabras, esto parece indicar que los esclavos huían de las plantaciones no sólo para recuperar la libertad y escapar de los malos tratos, sino también (y tal vez principalmente en esta coyuntura) en busca de condiciones que les permitieran evitar la muerte por hambre, que sus dueños ya no eran capaces de conjurar. Esto, a su vez, deja entrever los efectos desastrosos de la incidencia de irregularidades climáticas, como las lluvias torrenciales del segundo año del siglo y la severísima sequía que se inició inmediatamente después y se extendió por el período 1801-1803, irregularidades que ciertamente contribuyeron a desestabilizar todavía más el ya problemático sistema de abastecimento alimentario del Nordeste oriental. En los primeros meses de la nueva sequía, disturbios y tumultos populares en diversas localidades de la Capitanía, verdaderos food-riots que habían estado ausentes durante las crisis anteriores, comenzaron a ser comunicados a la Junta de Gobierno. Los protagonistas eran generalmente grupos de indios dispersos y cultivadores hambrientos de los distritos de la zona da mata, "que obligados por el hambre causada por la actual sequía, transitan de un para otro lugares". La administración colonial recomendó consideración y caridad, pero igualmente represión firme para evitar "que ellos, abusando del deplorable estado a que están reducidos, pasen a perjudicar los ganados y plantíos de los moradores de esa Feligresía".(42) Las noticias de millares de indios arrancados de sus aldeas por los efectos de la sequía son constantes a lo largo del año de 1803. También a diferencia de las emergencias anteriores, esta vez los informes mencionaban multitudes de migrantes que huían de los efectos de la sequía e invadían los ricos municipios azucareros. En el extremo sur de Pernambuco, en la comarca de Serinhaem, se repetían incidentes violentos provocados por la llegada de numerosos retirantes "que huyendo de la sequía que hay en los Pueblos al Norte de esa Villa se refugian en ella y en su Término, para poderse sustentar". También a ellos se recomendaba "prestar todo el socorro posible, mas así que comiencen a abusar de su estado, ordenamos vm que los haga prender y remeter con sumario a este Cuartel General".(43) A principios del segundo semestre de 1803 el término de la antigua villa de Porto Calvo, una área más al sur de Serinhaem, importante productora de harina en los años 1780, fue invadido y ocupado por una "multitud de individuos retirados del Norte", todos ellos "armados con armas prohibidas", llevando nuevamente al gobierno de Recife a recomendar prudencia y caridad para evitar el agravamiento de la tensión "sin que se quebranten las respectivas leyes de Policía." (44) Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina http://www.desenredando.org
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