Historia y Desastres en América Latina (Volumen I)
cortes europeas y por la ofensiva reaccionaria montada, a partir del fin de siglo, sobre la premisa de que toda reforma estructural podía desembocar en una revolución.(15) Pero, independientemente de causas exógenas y de su peso en la balanza de los elementos determinantes de la historia nordestina en ese final de siglo, el problema central estaba representado por el crecimiento de un sector campesino no subordinado a los intereses dominantes, característica ésta que teñía de fragilidad al sistema agro-alimentario que debería servir de base fundamental al complejo agro-exportador esclavista. Es en este aspecto que la agricultura campesina se cruza con las sequías del fin de siglo para colocar en riesgo las estructuras centrales del orden colonial en el Nordeste. PRELUDIO A LA CRISIS Las sequías de 1777-1778 y 1784-1785, sobre las cuales existen algunas informaciones genéricas y bastante impresionistas, parecen haber afectado principalmente las regiones del interior, con efectos directos relativamente suaves sobre la economía del litoral, pero con consecuencias dramáticas a largo plazo. Como ya se advirtió, el grado de impacto de las sequías sobre los centros nerviosos del complejo agro-exportador regional, situados todos ellos en la proximidad de los grandes puertos, es una variable de primera importancia para el número y la naturaleza de las informaciones generadas sobre el fenómeno. En ese sentido, y considerando que hasta el inicio de la década de 1770 las haciendas ganaderas de los sertones de Pernambuco, Paraíba, Río Grande del Norte y Ceará, eran centros vitales de apoyo a la economía azucarera del litoral, las sequías que las afectaban generaban informaciones determinadas por ese vínculo estructural. En otras palabras, el conjunto de datos producido estuvo determinado por el mayor o menor daño que las sequías causaban a la producción hegemónica regional, el azúcar, en torno del cual funcionaba el aparato administrativo colonial. Así, en algunas fuentes, las sequías de 1777-78 y 1784-85 aparecen como las responsables directas de la devastación de la economía pecuaria nordestina, con reflejos inmediatos en descensos sensibles de los tributos cobrados por la Corona Portuguesa y en la desorganización del sistema de recaudación de diezmos a través de contratistas, que desaparecían ante la enorme mortalidad del ganado y forzaban a la administración colonial a asumir ella misma una tarea normalmente cedida, por falta de personal administrativo, a particulares.(16) Fuentes del siglo XIX afirman que "el ganado de la entonces Capitanía de Ceará quedó reducido a menos de un octavo y que hacendados que recogían mil becerros, no tuvieron 20 en los años siguientes".(17) Rápidamente, el debilitamiento de los animales por causa de la sequía abría la puerta a epidemias: fue la sarna de los ganados tan excesiva en este Seridó, que existiendo propietarios que ya recogían quinientos a mil becerros, llegado el año siguiente sólo recogieran cuatro becerros; y los demás hacendados esa proporción; el hambre del pueblo no fue considerable, por no ser todavía grande su número y por ya haber alguna industria.(18) A inicios de la década de 1780, los efectos de la sequía de 1777-78 todavía se hacían sentir con toda fuerza en algunas provincias nordestinas, como el Ceará. Allí el gobernador, al constatar que Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina http://www.desenredando.org
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