Alan García Perez postrero de Huayna Cápac, que tal vez comprendiéndolo quiso fundar en Quito, «un centro como Cusco». La extensión impone un alto costo económico y detrae de la producción y la inversión importantes recursos. El esfuerzo por desplazar al Inca, sus jefes militares, orejones, curacas, tropas, exigía un enorme sistema logístico de criados y yanaconas. Cieza de León relata que el viaje de Huayna Cápac a Quito impuso una movilización de doscientas mil personas, lo que exigió retirar del espacio productivo regimientos reclutados en el Cusco y Yucay, pero también de los soras, lucanas, collas, chancas, etc. El costo y consecuencia de estos movimientos debió ser enorme, y luego mayor con las guerras de sucesión. Aparece con toda claridad una dinámica espacial declinante. La superposición de la etnia inca sobre el territorio, que exigía situar en el Cusco una población cada vez mayor de curacas dominados y de orejones, concentraba las decisiones y el producto social en esa ciudad y en el sistema de tambos para su desplazamiento. A ello se sumaba una segunda administración inca, con un noble en cada una de la ochentiocho provincias y un gran personaje a la cabeza de cada suyo, sus criados y sus fuerzas, además de la burocracia requerida por la administración decimal, los correos, los tambos, etc. Todo ello imponía continuar ampliando el territorio dominado para seguir alimentando al Cusco y a su clase dirigente, lo que en condiciones de baja tecnología sería cada vez más difícil. Tal vez, comprendiendo esto, Pizarro liberó a los yanaconas y estableció que no se cometieran exacciones contra los indígenas y que los impuestos en bienes y trabajo se entregaran a los encomenderos y no en las cabeceras administrativas de las regiones y suyos. Tal vez. Lo que sí comprendió de inmediato fue que la gran debilidad de sus adversarios indígenas era la exagerada extensión. Por ello, entre Cajamarca, Jauja y Cusco, fundó Lima y creó ciudades intermedias, como Trujillo, Arequipa, Huamanga y validó la creación de Chincha por Almagro, pues así garantizaba un espacio homogéneo, que no se extendiera más allá del Perú actual o más allá de Quito, que permitió ocupar por Alonso de Alvarado y por su propio hermano 1 lernando Pizarro. Es muy significativo que jamás se propusiera viajar a Quito ni volviera a Cajamarca. Así, aunque fue here
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