Alan García Perez
La excesiva extensión debilita el poder Sin un sistemático y renovado estudio de la realidad no existe liderazgo ni puede consolidarse un objetivo. A pesar de su escasa formación académica, Pizarro fue consciente de que una exagerada extensión territorial obstaculizaba la consolidación del liderazgo y la gestión del reino. Comprendió también que la fragilidad de las conexiones geográficas y políticas era muy grave, pues los indígenas carecían de un medio de transporte como el caballo ni la rueda, que multiplica su utilidad. Ni el gran desarrollo de los caminos ni el sistema de tambos de provisión podían evitar el alto costo de los desplazamientos políticos. Tal vez por ello, y por su apego a la legitimidad, no formuló reclamo contra la división de Sudamérica entre la Nueva Castilla y más al sur -en el pobrísimo territorio chileno- la Nueva Toledo, a la cual partió Almagro, ilusionado. Sabía que extender en exceso el Imperio costó, a Huayna Cápac, precipitar su reino a la división, el caos y la crisis productiva. No debemos olvidar que apenas en dos generaciones se había extendido enormemente el territorio dominado por los incas. La expansión se inició con Pachacútec, que después de su victoria contra los chancas, amplió su pequeño reino de los valles del Cusco y Yucay desde cuarenta hasta unos trescientos kilómetros de longitud. A continuación, Túpac Yupanqui y Huayna Cápac, en dos generaciones, los convirtieron en cuatro mil kilómetros de extensión longitudinal, y con ese cambio se pasó de una población de cien mil habitantes del valle del Cusco, genuinos quechuas o incas, a dominar casi ocho millones de personas o, según otros cálculos, hasta diez millones. Esa exagerada extensión fue la debilidad del proyecto, por cuanto exigió conquistar curacazgos, cacicazgos y señoríos existentes, que eran en parte el residuo disperso de diversos horizontes y culturas anteriores, como las concentraciones culturales moche, la federación chimú, los grupos subsistentes de la cultura chachapoyas, los cajamarcas, los jaujas, y las derivaciones de la cultura chincha- que integraba las anteriores civilizaciones paracas y nasca-, y al sur los tiahuanacos y los collas, que ofrecieron enorme resistencia. Es
mi