Pizarro, el Rey de la Baraja niendo el orden aparente para valerse de él como instrumento de negociación con el conjunto. En este caso, Pizarro parece seguir otro de los conceptos de Maquiavelo, el cual advertía sobre «lo peligroso que es introducir nuevas instituciones». Es previsible que Pizarro hubiera mantenido la legitimidad inca subordinada, de no haberse producido el levantamiento de Manco originado por los abusos y crueldades de sus incapaces hermanos Juan y Gonzalo. Además hubiera mantenido la legitimidad cusqueña dentro de un reino gobernado desde Lima para todo lo fundamental, ratificando una capa intermedia de orejones y caciques que le sirvieran para apropiarse del producto social. Volviendo al punto, en todos los casos mencionados, tanto en el de Atahualpa, al cual garantizó la vida; en el de Huáscar, cuya muerte permitió; en el de Chalcuchímac, cuya presencia utilizó; y en el de Manco Inca, al que desprotegió ante la codicia de sus hermanos Juan y Gonzalo, Pizarro aplicó también otra clásica y fría norma de Maquiavelo: «el Príncipe no está obligado a cumplir su palabra si es que se retoma contra él y si las causas de la promesa han desaparecido».