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Nostalgia charrúa En Uruguay se lo llama “El árbol de Artigas”, en homenaje a su más admirado prócer. En 1820, atacado por ejércitos portugueses y traicionado, debió exiliarse en Paraguay, donde vivió hasta su muerte en 1850. Más allá de las actividades que desarrolló durante su exilio, muchos testimonios lo recuerdan tomando mate bajo un frondoso ibirá pitá. En la localidad de Ibiray, donde vivió, hoy existe una escuela primaria llamada Escuela de Artigas, y un árbol de esta especie tan voluminoso como aquél. En nuestra ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Villa Ortúzar, en la calle Charlone y 14 de julio, residentes uruguayos plantaron en una de las conmemoraciones de su fecha patria un ejemplar de ibirá Pitá, que hoy ya es añoso.
Avenida Forest y en Plaza San 1 El ibirá pitá cuenta Martín, entre otros lugares. con denso follaje y
gran porte.
Enorme
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e s amarillas Si embargo, a pesar de lo extenso de su área natural, en ella no es árbol que pueda verse frecuentemente. Así, en Uruguay no fue reconocido como flora indígena hasta 1938, año en el que el botánico oriental Atilio Lombardo lo halló, silvestre, en la costa e islas del de-
partamento de Artigas, y lo describe como “el árbol de mayores dimensiones de la flora uruguaya”. En la ciudad de Buenos Aires, los ejemplares más grandes –y posiblemente los más antiguos– de ibirá pitá, están en la calle Lavalle en su intersección con Callao, en la
La gran altura que alcanza esta especie –se la considera de “primera magnitud”–, hace que para incorporarla al paisaje urbano, en parques y plazas o como “árbol de la calle”, se lo deba podar y formarlo con la copa más baja. El ibirá pitá pertenece a la gran familia de las leguminosas, tiene hojas grandes, ramificadas en 21 pares de pinas, en cada una de las cuales se insertan a su vez de 6 a 30 pares de foliolos, lo que resulta en un follaje denso, verde y vigoroso. Si bien debería perder las hojas en primavera, en épocas de temperaturas benignas esto no sucede, y de tal manera conserva su follaje todo el año, lo cual puede ser considerado un inconveniente para su cultivo en calles y avenidas. Pese a aquellos valederos argumentos que aconsejan que los árboles urbanos deben tener hojas caducas para que en inverno el sol caliente y desinfecte las veredas, las ciudades no se han querido perder el bello espectáculo de la floración de las especies tropicales, y se las planta cada vez más. Cristina L. de Bugatti
Fotos: Jorge Dominelli Vida rural 3471
2 Fruto indehiscente con aspecto de samara. 3 Pequeña plántula obtenida de semilla. 4 La planta en un estadio más avanzado. 5 Ejemplar listo para realizar el trasplante. 6 Característica floración del ibirá pitá. 7 Engalanando una calle porteña.