Biodiversidad

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BIODIVERSIDAD NO. 2 _ 2020


sumario 05

¿Qué dice el más reciente programa nacional sobre diversidad biológica?

Elaine Díaz

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Los cazadores ocultos Jesús Jank Curbelo

Vida de reyes Rogelio Serrano, José Raúl Gallego

Un gigante africano se pasea por Cuba

✎ ✎ ✎

Jesús Arencibia Lorenzo

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Murciélagos del oeste cubano Jose Manuel de la Cruz Mora

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Diez preguntas y respuestas sobre los incendios en la selva amazónica

Elaine Díaz, Geisy Guia

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La guerra en las colmenas Jesús Jank Curbelo


sumario 132

Tres millones de cangrejos mueren durante la mayor migración de esta especie en Cuba

Elaine Díaz

138

¿Cuál es el costo económico de la pérdida de biodiversidad?

Mabel Olarde Azpiri

149

Día mundial de la biodiversidad Alejandro Ramírez Anderson

170

Un zoológico congelado podría devolver a los animales extintos a la vida

Periodismo de Barrio

199

Más allá del zoológico tradicional Alejandro Ramírez Anderson

218

Silvia, la loba marina Mónica Baró


sumario 242

¿Y la ley de protección animal para cuándo?

Mónica Baró

262

Las propuestas de los activistas cubanos para eliminar el maltrato animal Geisy Guia

268

El sargazo y la basura afectan Guanahacabibes Julio Batista Rodríguez, Jans Sosa Rojas

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Un patio de referencia en Ranchuelo Didier Cruz Fernández

322 361 380

El bosque de Samuel Lázaro Lemus

Mariposas Alejandro Ramírez Anderson

Once imágenes de ocho países para celebrar el día de la tierra Alejandro Ramírez Anderson


¿Qué dice el más reciente programa nacional sobre diversidad biológica? ELAINE DÍAZ

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1. ¿Cómo se elaboró el Programa Nacional sobre la Diversidad Biológica? El más reciente Programa Nacional sobre la Diversidad Biológica se extiende desde 2016 hasta 2020 y pretende “integrar las acciones de conservación y uso sostenible de la diversidad biológica en el país”. El proceso para la elaboración del Programa fue conducido por el equipo coordinador del proyecto Plan Nacional de Diversidad Biológica para apoyar la implementación del Plan Estratégico del Convenio sobre la Diversidad Biológica 2011 – 2020 en la República de Cuba. Este proyecto fue aprobado en el año 2012 por el Global Environmental Facility (GEF, por sus siglas en inglés) e implementado por el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), el Ministerio de Ciencia,

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INICIO Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), la Agencia de Medio Ambiente y el Instituto de Ecología y Sistemática, entre otros. Para su ejecución, Cuba recibió un fondo de 456 600 dólares por parte de GEF y PNUD.

Especie de molusco invertebrado. (Foto: Jorge Ricardo).

2. ¿Cuáles son las prioridades para este periodo? Entre las esferas prioritarias para este nuevo ciclo se encuentran el aumento de los estudios sobre invertebrados y especies marinas, la eficacia en la prevención y control de los incendios forestales, la diversificación de la producción agrícola, la formulación de estrategias de adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático sobre ecosistemas vulnerables y la sustitución de

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INICIO prácticas pesqueras incompatibles con el medio ambiente. El Libro Rojo de Invertebrados Terrestres de Cuba señala que los planes de conservación de este grupo han sido deficientes y se limitan a la prohibición de la venta de conchas o de productos artesanales de las especies de moluscos. Actualmente existen 46 especies de invertebrados terrestres en peligro crítico, 24 en peligro, 57 vulnerables, 2 casi amenazados y una especie de ácaro extinta. La principal amenaza está dada por el deterioro del hábitat natural y este se ha producido, fundamentalmente, “por el crecimiento urbano, la agricultura y la industrialización y el desarrollo acelerado del turismo”, añade el Libro Rojo. A esto se suma que “la introducción del cultivo de la caña con la industria azucarera, el desarrollo del cultivo del tabaco y la minería, entre otros factores, ocasionaron una seria afectación a la cobertura boscosa que disminuyó hasta el 14 % [antes de 1959]”. La industria niquelífera, por ejemplo, “origina la destrucción de extensos bosques que se encuentran en la parte norte del territorio oriental, considerada una de las regiones de mayor biodiversidad del país”. Los ciclones tropicales, principal desastre natural que afecta el país, también ocasionan destrozos en los ecosistemas boscosos y afectan la alimentación y el refugio de muchas especies de animales.

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Parque Nacional de Cáguanes, Sancti Spíritus, tras el paso del huracán Irma. (Foto: Jorge Ricardo).

3. ¿Cómo se pueden prevenir los incendios forestales? En 2018 se prevé un incremento en los incendios forestales en la Isla debido, entre otras causas, al volumen de árboles derribados por el huracán Irma y al follaje acumulado en las provincias de Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, declararon especialistas a la prensa local. En lo que va de año se han reportado alrededor de 217. Entre 2012 y 2017 ocurrieron 2 238 incendios, lo que significó que más de 20 000 hectáreas de superficie forestal fueran dañadas. Se calcula que en cada incendio se afectan aproximadamente 17 hectáreas y, en los últimos seis años, las pérdidas económicas superan los 73 millones de pesos. El 90 % de las causas de los incendios se relacionan con negligencias humanas. En 2015, el incendio en la Meseta de San Felipe, Camagüey, fue provocado por el tránsito de un vehículo sin mata-

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INICIO chispas. Otras causas son la tala, la caza y la pesca furtivas “porque quienes las practican a veces desatan el fuego accidentalmente”, señala el Programa Nacional. En este sentido, el Programa Nacional propone “disminuir hasta 2 hectáreas o menos (por cada 1 000 hectáreas) las afectaciones provocadas anualmente por incendios forestales”. Para ello, se deben implementar las acciones identificadas en la Estrategia de Gestión y Manejo del Fuego 2015-2020 que incluye la apertura de trochas y la construcción de torres de observación para la vigilancia de las áreas boscosas, entre otras. 4. ¿En qué consiste la valoración económica de la diversidad biológica? La valoración ambiental se define como el “conjunto de técnicas y métodos que permiten medir las expectativas de beneficios y costos derivados de algunas acciones tales como: uso de un activo ambiental, realización de una mejora ambiental, generación de un daño ambiental, entre otros”. El valor económico total de un bosque, por ejemplo, trasciende su aporte por concepto de aprovechamiento forestal e incluye elementos tales como “la biodiversidad, la regulación hídrica, la fertilización de los suelos, la captura de carbono, la belleza paisajística, la obtención de madera, alimentos, etcétera”. Un estudio de 2013 visualiza el valor económico total de la Reserva Ecológica “La Coca”, ubicada en el municipio Habana del Este. Este indicador se divide en valor de uso (directo, indirecto y de

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INICIO opción) y valor de no uso (valor de existencia). O sea, la Reserva, por el mismo hecho de existir, tendría un valor aunque no se empleara porque constituye el hábitat de especies de la fauna y por el alto endemismo de su flora. Entre los valores de uso directos, la investigación señala su potencialidad para el ecoturismo y como fuente de néctar y polen. Además, este ecosistema garantiza la retención de dióxido de carbono (CO2). La retención de CO2 es uno de los indicadores más fáciles de contabilizar. En la Reserva Ecológica “La Coca”, el valor de la función de retención de carbono fue de 10,55 CUC por hectárea por año. Esto significa un valor económico total de más de un millón de CUC al año por este concepto. 5. ¿En qué estado se encuentra la rehabilitación de zonas mineras a cielo abierto? La extracción del níquel en Cuba se realiza en todos los depósitos por el método de minería a cielo abierto. Si queremos ver el impacto de la minería a cielo abierto en un ecosistema basta con seguir las imágenes históricas que guarda Google Earth. En 1994, la empresa canadiense Sherritt International Corp. creó junto a la estatal cubana Cubaníquel la empresa mixta Moa Nickel S.A. para la extracción de níquel y cobalto en la zona de Moa, Holguín. Así lucía Moa en 1984.

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Imagen de Moa tomada el 30 de diciembre de 1984. (Imagen obtenida de Google Earth).

Y así luce hoy.

Vista área de la zona minera de Moa, Holguín. (Imagen obtenida de Google Earth).

Uno de los objetivos del Programa Nacional es incrementar “anualmente en al menos un 5 % la superficie de área rehabilitada en zonas mineras a cielo abierto”.

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INICIO Se estima que las reservas cubanas de minerales lateríticos de níquel son las segundas más grandes del mundo. Las primeras se encuentran en Zaire, por lo que no resulta sorprendente que su explotación constituya uno de los principales renglones de la economía nacional. El 15 de diciembre de 1994, mediante el Decreto 194, firmado por Fidel Castro Ruz, entonces presidente, Marcos Portal, Ministro de Industria Básica, y Carlos Lage Dávila, Secretario del Consejo de Ministros y de su Comité Ejecutivo, se otorgaron las concesiones para la investigación geológica y la explotación del níquel y el cobalto en la zona. El Decreto otorgaba a Moa Nickel “un periodo de gracia de 10 años para cumplir con los requerimientos establecidos por las regulaciones de protección al medio ambiente actualmente vigentes en Cuba”. En ese tiempo, Moa Nickel continuaría “desarrollando sus planes y adoptando medidas para minimizar el impacto causado al medio ambiente por efecto de la operación de la planta, y de la actividad minera”. También dejaba claro que, aunque “las reservas forestales son propiedad del Estado” y que “cualquier trabajo que se pretenda y que incluya desbroce o tala de árboles, tendrá que ser coordinado con las autoridades forestales del territorio, antes de su ejecución, el derecho a minar será siempre prioritario sobre los derechos forestales”. Diez años después, cuando se venció el periodo de gracia, la resolución 193 del CITMA emitió

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INICIO nuevas directrices para la protección de los suelos, aguas subterráneas y el aire. La resolución reconocía que aunque Moa Nickel S.A. había realizado “un conjunto de acciones para mitigar y solucionar los problemas ambientales e ir adecuando su actividad al cumplimiento de la legislación ambiental vigente en el país”, este requerimiento no se había alcanzado plenamente. La empresa propuso al CITMA “trabajar en las operaciones de la planta y su zona de influencia bajo un régimen de Normas de Operación, como alternativa para, paulatinamente, alcanzar el cumplimiento de la legislación ambiental y lograr la mejora constante de las condiciones ambientales”. Asimismo, mantenía la autorización especial “para continuar descargando el Licor de Desecho (WL) de la Planta de Precipitación de Sulfuros (desechos extremadamente tóxicos) en el Río Cabañas”.

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Los cazadores ocultos JESÚS JANK CURBELO

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El puerco se retuerce pero no chilla, babea, se defiende. Javier rectifica la puñalada. “Ya tiene el corazón partido”, dice. “¿Cuántas vidas tiene este puerco?”. Le dicen puerco y es un jabalí que hace un rato andaba jíbaro en el monte. Negro, ya sin colmillos, el animal está amarrado por las patas y bota sangre por el agujero. Se revuelca violento hasta que se rinde. Javier limpia el cuchillo, espera por la muerte del animal hablando con tres hombres sentados en el patio de un bohío. Muere por fin y le zafan las patas. Hay agua hirviendo junto a la carreta a la que lo suben para que termine de desangrarse. Las gallinas van a picar las tripas, lo que quedó en la hierba. Ahora los hombres la emprenden con los perros. Una parió 13 en su primer parto, 14 en el segundo. Dicen que está esquelética. Yara se llama. Era cazadora y ahora no sirve, hay que darle comida y mucho descanso. Por aquí hay tres perros igual de flacos: a ver cuál es Yara. El hombre de la casa, huesudo, como de 60 años, pide sacrificar a

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INICIO los cachorros porque si no “la matan chupándole la leche”. Los 14 perritos al pie de un árbol todavía no han abierto los ojos. El hombre de la casa no deja que Yara se les acerque. Javier va y los mata tras el bohío. Lo hace con un palo, golpes secos por la cabeza. De ahora en adelante Javier va a estar sentado solo, lejos. Gringo y el Gordo tiran agua caliente en la cabeza del puerco. Lo pelan con el único cuchillo. Rápido, el Gordo raspa hasta que queda toda esa piel blanca; también debe caparlo para que luego la carne no apeste y cortarle la lengua, cola, cascos. La tarde acaba entre los árboles. En este lugar, cuando empieza la noche, uno da un manotazo donde sea y aplasta dos mosquitos. El cuchillo se traba en la cabeza. Corta mal. Más trabajo da pelar alrededor de los ojos. Queda esa masa blanca en la carreta: 70 libras. A veces los “puercos” cazados son convertidos en masas de carne blanca para su venta o su consumo; otras, les parten los colmillos y los amarran con sogas en algún portal. En Santo Tomás hay jabalíes domésticos. (Foto: Marcos Paz Sablón).

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INICIO Esta mañana el Gordo salió al monte en bicicleta, que es cuestión de salirse del terraplén que lleva al caserío. Un giro de timón y ya: caminos que se forman entre troncos altísimos, la red de palos y gajos que hieren a quien no sabe internarse, lodazales a los que llaman toscas y que te tragan, te desaparecen, que están en cualquier sitio entre la hierba. Soltó la bicicleta y fue siguiendo marcas que había hecho en los árboles una semana antes. Estaba a diez kilómetros del caserío. Iba en botas de goma, pantalón, desmangado. El Gordo siempre viste lo mismo, es alto y delgado, 21 años. Aleinis se llama. Le dicen Gordo por cuando era niño. “Al monte no se entra sin machete”, va a decirme después; en la mañana es un hombre huidizo que se interna abriéndose paso, haciendo marcas frescas con el machete. Horas de lo mismo: silbidos, pájaros, la picadura de algún insecto, un majá, una jutía, cantidad de verde, árboles iguales tapan el sol. Él es trampero experto. Aprendió solo, ahora enseña a los viejos. Esta trampa en la hierba se llama ballesta, una vara de dos metros de largo enterrada y doblada hasta el suelo; una punta con lazo está sujeta por una parrilla hecha con palitos. La puso aquí porque sabe que el puerco siempre anda el mismo trillo. “Tú rastreas ese trillo y ahí plantas tres o cuatro ballestas, a seis o siete metros una de otra. Cuando toca la vara, la dispara y el puerco queda enredado en el lazo”. Trata de escapar pero sigue enredándose. “Así es fácil cogerlo”. Ahí está, negro. Ha chillado tanto que ya ni chilla, entrampado en la hierba. Esos colmillos parecen navajas. El Gordo se los pica a machete.

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INICIO Ahora es de noche y están fileteando la masa blanca. Los perros mastican carne cruda y el Gordo bebe ron con Gringo y el hombre de la casa. Javier dejó un perrito, lo tiene acurrucado bajo el pulóver, dice que lo adopta. “Es la primera vez que yo hago eso”, dice sobre los 13 perritos muertos. “Tengo una tristeza”. *** El pueblo: 21 casas, 50 personas descalzas o en botas de goma, sala de televisión desvencijada, una bodega: callecitas de tierra que le salen al monte, una comunidad a la que se llega solo por un terraplén de 32 kilómetros que conecta Playa Larga, capital de la Ciénaga de Zapata –quioscos y casas de renta, un pequeño paraíso turístico–, con Santo Tomás, este caserío a donde no quieren llegar los choferes; un terraplén que sigue monte adentro hasta Maneadero, un caserío que ya no existe. Eduardo Castillo, que es delegado hace cinco años y lleva 40 de sus 59 viviendo aquí, me había explicado por la mañana que la Empresa Municipal Agropecuaria construyó Santo Tomás, nadie recuerda con exactitud cuándo, para trabajadores forestales. Debían quedarse por 20 años en los que pagaría cada cual su vivienda a razón de unos 12 pesos/mes. Hacían carbón o cortaban madera: vivían del bosque. “Después del trabajo –dijo Eduardo– los hombres cazaban para comer”. Pero la gente fue cambiando de empleo. Él, carbonero, se hizo dependiente del Círculo Social: tiendita donde único pueden comprar refresco, cervezas y

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INICIO cigarros: un portal, cuatro mesas a donde la gente va a matar el tiempo. El caserío ofrece trabajo para tres personas: para Eduardo, el bodeguero y el maestro –dos niños en la escuela–, porque el médico viene cada jueves hasta el domingo y los dos enfermeros atienden una semana cada uno: ninguno vive aquí. Tampoco alguien del caserío puede trabajar fuera: la guagua sale a las cinco de la mañana y regresa sobre las 10 de la noche, el resto del día es raro que un vehículo llegue a Santo Tomás. Ese aislamiento complica la atención de las autoridades del municipio a la comunidad. El gobierno ha intentado resolverlo reubicando a los santotomasinos –como hace años hicieron en Maneadero–, pero no tiene recursos suficientes para construir viviendas. Hasta el momento ha entregado terrenos en Playa Larga y Playa Girón para quienes puedan levantar las suyas, a pesar de la opinión de especialistas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA): que el manejo de un área protegida –la Ciénaga de Zapata es una de las 211 áreas protegidas en Cuba, uno de sus 14 Parques Nacionales– incluye biodiversidad y sociodiversidad; que si un asentamiento desaparece, desaparecen formas culturales y de relación con la naturaleza; que la presencia humana es esencial para la sustentabilidad. Según un curso sobre áreas protegidas impartido como parte del programa Universidad para Todos, estos sitios debieran aportar recursos, ofrecer trabajo y un marco ambiental adecuado para el desarrollo humano. Mientras, las comunidades locales –más de 200 en Cuba, 21 000 habitantes– debieran

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INICIO aportar el conocimiento amplio de los sitios, gente competente para manejarlos.

Santo Tomás es un pueblo pequeño de solo 21 casas y 50 personas ubicado a 32 kilómetros de Playa Larga, la capital de la Ciénaga de Zapata. (Foto: Marcos Paz Sablón).

A Eduardo le dieron un terreno cerca del policlínico de Caletón, Playa Larga, pero no quiere mudarse. Otros lo han hecho. Diez años atrás Santo Tomás tenía 150 casas. Muchas están vacías. Queda gente sin maneras de empleo. Yordanis, por ejemplo, es el único que hace carbón, en un descampado cerca de su casa. Vende cada saco por 30 pesos y cada horno da diez sacos, promedio. El proceso tarda tres, cuatro días. Cazar un jabalí es más trabajoso pero el mercado negro paga 30 pesos por cada libra y uno puede pesar 150. Después los restaurantes de Playa Larga venden toda esa carne como venado. El sabor es idéntico. Paladares muy exquisitos no notan el cambio. Los turistas mastican jabalí delicadamente, ilusamente. Pagan hasta 12 CUC por un bistec. Como nadie está seguro de si es legal o no vender la caza, la gente aquí hace trueques: tres

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INICIO jutías por una pierna de puerco o por tanto arroz. Venden a precios mínimos: dentro del pueblo cuesta 20 pesos la libra de jabalí, 5 la libra de pez gato. Tampoco hace falta tanto dinero: no hay en qué gastarlo. Los que van a vender en Playa Larga ahí mismo compran lo que necesitan. *** Sin camisa en el patio, mientras pela jutías, Victorino Rodríguez, hombre atlético de unos 60 años. El Montero, le dicen: montería es cacería pero él es otra historia, otro nivel. Más de 40 años en el oficio. “Lo primero que cogí fue un cocodrilo, a los 14 años. Estaba solo. Lo vi, lo amarré y ya”. Son las seis de la tarde, Victorino llegó hace poco. Hoy salió a las siete de la mañana a entrenar dos perros nuevos. Lo hace sacándolos al monte con los más viejos, alumno y maestro, por lo menos dos veces por semana. El perro facilita la cacería pero apenas hay en Santo Tomás: el Gordo pone trampas porque no tiene; Gringo tiene uno muy débil para desafiar un puerco; Edel el Camagüeyano tiene dos para salir a buscar algún animal que se le escapa; el hombre de la casa tiene tres y Victorino cuatro. Nadie más tiene. Nadie presta uno. “El jabalí puede estar hasta 30 kilómetros monte adentro. Uno va a donde cree que puede haberlo, siguiendo las pisadas. Cuando lo ven, los perros lo arrinconan, lo muerden. El jabalí se defiende. Pero uno es quien lo mata. A veces tengo que darles siete, ocho machetazos para vencerlos”.

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INICIO “Yo salgo a buscar todos los que encuentre. Si encuentro dos, dos. Si encuentro tres, tres. Pero nada más puedo cargar dos. Si cojo, un ejemplo, cuatro, dejo dos amarrados y al otro día los busco. Y en la ciénaga a veces he tenido que traer la mitad, porque con el pantano en la rodilla no puedes con 90 libras de carne. Ya con 50 vienes enterrado”. Hay quien los coge chiquitos y los cría, por eso hay tanto jabalí doméstico suelto en Santo Tomás. Hay quien los cruza con puercos de cochiquera. “El otro día perdí el perro mío, el bueno. Agarré una puerca, la estaba amarrando y el perro se fue en busca de otro puerco, con la perra. Los puercos andan solos. Es raro que anden dos. Volvió la perra con un piquete en el muslo. El perro no volvió. Estuve tres días buscando… Tenía cuatro años. Era el que me garantizaba la cacería, el bueno que te digo”. Cuando salen a cazar jabalíes o jutías, los monteros utilizan galgos criollos para distraer y arrinconar a la presa, en una tradición que se extingue, dado que en Santo Tomás apenas quedan perros. (Foto: Marcos Paz Sablón).

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INICIO Victorino enseña un tajo en la pierna, largo y profundo, otro más pequeño en el dorso de la mano: cicatrices. “Dicen que el cocodrilo come gente, pero no: él se come al que se deja. Es agresivo pero no una fiera. Esta herida –en la pierna– fue una noche que yo estaba durmiendo, y esta, sacándolo de una cueva”. Pero eso fue hace, lo menos, tres años. *** YouTube, 2016. Un muchacho en capucha hundido en la ciénaga hasta la cintura. Día de sol. Alrededor la hierba. Él empuja en un bote por lo menos a 20 cocodrilos enlazados por el hocico, amontonados, vivos. “¿Cuántos días llevamos?”, dice el que filma. “Dos”, responde el otro. Le cuesta desplazarse. El agua densa. Detrás otro muchacho con sombrero trae un bote similar, también cargado. El que filma va mencionando nombres. “Esto es para poder mantener al chama”, dice el del sombrero. Se acerca un tercer bote. El que filma camina par de metros –hundido siempre– y presume del suyo. Según cuentan, después de filmar eso, los muchachos fueron a tomar cerveza en Caletón. Enseñaron el video. Ese año la prensa nacional publicó textos sobre la necesidad de preservar el cocodrilo cubano –que predomina en la Ciénaga, declarado en peligro crítico de extinción–; sobre la urgencia de eliminar la caza furtiva, el comercio ilícito. La Empresa para la Protección de la Flora y la Fauna anunció “acciones para proteger el hábitat natural” de la especie: monitoreo, traslado de huevos

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INICIO hacia sitios seguros, “tareas encaminadas a salvaguardar su pureza genética, amenazada por el cruzamiento con el llamado caimán americano”. Ese año se había puesto en marcha la Estrategia Ambiental Nacional hasta 2020, que incluye en sus metas aumentar “la vigilancia y protección en relación a la caza ilícita de especies de especial significado de la flora y la fauna”. El documento, además, numera la pesca, caza y tala furtivas, así como el comercio ilegal, entre los factores que inciden en la pérdida de diversidad biológica. Responsable del seguimiento de la meta: Ministerio del Interior. Así que después del incidente la policía registró Santo Tomás –aunque ninguno de aquellos muchachos vivía aquí–, localizó restos de cocodrilos atrás de la escuela. Según Eduardo, ahí los cazadores descueraban. Desde entonces prohibieron la caza de cocodrilos. En realidad, la caza del cocodrilo cubano está vedada desde 1959, y quien único puede comerciar con la especie es el Zoocriadero de Laguna del Tesoro, en la Ciénaga, que se dedica a reproducirla en cautiverio. Después del video se suponía que las autoridades aumentaran la vigilancia, así que muchos santotomasinos, que antes cazaban tanto cocodrilo como cualquier otro animal, dejaron de hacerlo. Diez personas me han contado el video desde que entré a la Ciénaga. Eduardo me lo cuenta con dominó por medio. En otra mesa niños juegan cartas, apuestan por canicas. Oscuridad, silencio. Entra la guagua a las 10 de la noche y la gente la persigue lentamente. Es un espectáculo cuando llega: la sombra de los focos en la gente,

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INICIO perros ladrándole. El pueblo entero se concentra en el Círculo. Eduardo suelta el dominó y despacha las dos cestas con pan normado que trae el chofer. Algarabía ligera. Vuelve el silencio. La gente se acuesta antes de las 11 para tener, dicen, aunque sea una hora de ventilador, excepto los planteros, que a las 12 apagan el pueblo y regresan con linternas. (Me explicó uno de ellos que la planta, un generador eléctrico a la entrada del pueblo, gasta 50 litros de petróleo en las 10 horas que lo mantiene encendido: de 10 a.m. a 1 p.m. y de 5 p.m. a 12 a.m., de lunes a viernes. Fines de semana hasta las 2 a.m.). La madrugada: una bruma profunda, pisadas y silbidos en la hierba, un perro que le ladra a una bicicleta rápida que pasa el pueblo y sigue… Eduardo se levanta y enciende un cigarro, pone café, enciende otro, se abotona, se ajusta la ropa de ayer. A las cuatro de la mañana la única luz en casa de Eduardo es una linterna que apunta al techo de la cocina; afuera Victorino, que vive al lado, ya saca agua del pozo del patio. La noche va llenándose de linternas. Como es sábado casi todo el mundo va a Playa Larga –a ir a Playa Larga, en Santo Tomás, se le llama salir. La guagua es un camión con 20 asientos y una luz turbia que sale a las cinco y va bamboleando a los que lleva dentro durante la hora y media que dura el terraplén. Todos duermen contra las ventanillas. Se van a despertar cuando amanezca y el chofer baje en la panadería de Caletón a devolver las cestas. Entresemana casi nadie sale. El día que me vaya definitivamente lo haré solo en la guagua, por ejemplo.

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A unos 300 metros del pueblo, hay un canal de 20 kilómetros de largo que desemboca en el río Santo Tomás, donde los niños se divierten nadando pese al peligro eterno de los cocodrilos. (Foto: Marcos Paz Sablón).

Vamos en un pequeño bote rojo llamado Maneadero 5214 por un canal estrecho, de unos 20 kilómetros de largo, que desemboca en el río Santo Tomás. El canal no es profundo. Cuando más, el agua da a la cintura. La palanca se hunde en el fango y hace avanzar el bote. Vamos con Javier, Gringo, dos niños sin camisa y el perro jutiero, aunque no vamos a coger jutías sino pez gato, un pez grande y grotesco al que también llaman claria. “Aquí puede salir un cocodrilo. Ha pasado mil veces”, dice Gringo. “Pero tranquilo que estás en un bote y no te va a pasar nada”. Ayer, cuando Eduardo me trajo a ver el canal –la zanja, como le llaman– me contó que se desborda en tiempos de mucha lluvia y se bota par de cuadras tierra adentro. Por eso construyeron un puente de madera que conecta el canal con la zona que se inunda. Cuando eso sucede los cocodrilos, de alguna forma, llegan hasta allí, se les ve en reposo, a unos

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INICIO 500 metros del caserío. Gringo ha visto muchos cuando sale a pescar. “Pero tranquilo –ríe–, yo te defiendo si aparece alguno”. Los niños, sin embargo, se tiran a nadar. Gringo hizo un campamento al lado del canal, cerca de donde empieza, y le llamó El Gurugú. Es un claro de monte donde acomodó palos para sentarse. Ahí invita a almorzar a alguna mujer o se despeja solo. Cuando desembarcamos, Gringo limpia con el machete. Mantenimiento, dice. Le tiene mucho cariño a este sitio. Desde el bote, Javier lanza una pita de nailon. Usa claria de carnada. Claria para las clarias. Ya lleva media hora y cada vez saca el anzuelo vacío. Dice que no hay peces, que sigamos hasta La Ferminia. Los niños suben mojados y Gringo palanquea por el centro de la zanja, sin orillarse, unos 300 metros. Cerca de la hierba hay palangres: cordeles que sujetan decenas de carnadas. En los palangres debe haber pescados pero dice Javier que no son suyos. La Ferminia es un puente de madera a donde llevan turistas a ver el pájaro del mismo nombre, pequeño, gris, endémico de la Ciénaga. Los guías conducen a los turistas por ese puente hasta un descampado, llaman a la ferminia con el móvil –les ponen la grabación de su canto–, los turistas miran posarse al pájaro, hacen fotos. Ya. Son diez minutos. El bote en que vamos, y otros tres amarrados a la orilla del canal, están ahí para ser utilizados en estas excursiones. Cuando no hay turistas los pescadores piden permiso a una estación del CITMA que hay cerca de la zanja para usarlos. Gringo hace de guía a veces y se gana 10 CUC.

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INICIO Él se llama Yodeinis: 30 años, enguatada, pantalón licra bajo un short de mezclilla para taparse el sol. Le dicen Gringo por su piel muy blanca. “Yo aprendí a cazar con los socios míos: gente de experiencia”. Tenía 15 años. “Me gusta hacerlo: haces dinerito, comes bien. Y me divierte, porque tú ves la jutía corriendo, ves los ojos de agua, las matas de ácana con fruticas: es lindo, vaya”. Gringo es un tipo con pocas perspectivas pero en este lugar parecen tantas. Cosas, como se dice, de otro mundo. A él le gusta La Habana, por ejemplo. Ha estado cuatro veces en La Habana. La recuerda con nostalgia: el malecón, las tiendas, casas grandes a las que llama castillos. “Yo aquí no me siento mal, pero quisiera vivir en otro pueblo. A mí me gusta pasear, ir a un cine, a un circo, a una piscina, tomarme un refresco cuando quiera, un dulce cuando quiera, ver más gente”. La última vez que estuvo en El Vedado no encontró alojamiento, durmió en un parque y le robaron las chancletas. Entonces dice que eso no le gusta, la violencia. Este sitio es tan tranquilo. Uno puede dejar una mochila en cualquier lugar y volver a buscarla a las cuatro o cinco horas. Hay quienes duermen con la puerta abierta. ¿Qué puede ser?, que se cuele un caballo en la sala. Nada grave. “Yo no le temo a ningún animal”, dice Gringo: su único miedo es perderse en el monte. “Por eso hay que ir marcando el camino. Por ahí voy, por ahí viro. El lío es que en el monte todo es igual”. En Novo, por ejemplo, una sabana a ocho horas a pie a la que iba a cazar porque “hay de todo”, perdió el rumbo por horas: ni una marca. Sin agua ni comida, oscureciendo. Se

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INICIO puso a caminar hasta que dio con el terraplén. No ha ido desde entonces.

El Gringo (al centro) nació en la provincia de Matanzas y lo mismo pesca que sirve de guía a varios de los grupos de turismo ecológico que abundan en la Ciénaga de Zapata. (Foto: Marcos Paz Sablón).

Los niños dan saltos mortales del puente al agua, se tiran de cabeza, se tiran de las copas de los árboles. Javier está concentrado en la pesca. Se aleja porque los peces no pican si sienten ruido. Algunos pican y se desenganchan. Le comen la carnada poco a poco. Todavía es temprano, dice Javier que por eso no pican, que ayer vino al caer la tarde y sacó medio saco. Javier pesca desde hace ocho años. Terminó noveno, empezó una escuela de oficios, la dejó, empezó en esto. Gringo ya estaba práctico y lo enseñó con escopetas de

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INICIO aire, submarino; con fija, un tridente para enganchar el pez; a piscina, una malla donde el pez se enreda; a nailon, con carnada, tradicional. Gringo tenía 22 años y tremenda experiencia. “Lo primero que cogí fue biajaca –dice–, pero el pez gato se la comió y lo que queda es tilapia, y carpa, y eso”. El pez gato más grande que se ha visto en Santo Tomás tenía 42 libras. Lo cogió el Gordo. Gringo ha cogido de hasta 30 cuando sale de noche, con linternas. “La claria pica con cualquier carnada. Difíciles el robalo y el sábalo, que nunca pican”, dice. Javier tiene ojos claros y el tatuaje del nombre de una exnovia. Cambia la ese por zeta cuando habla. Veintidós años. Vive en Amarilla, un pueblito en el límite entre Matanzas y Cienfuegos. Allá tiene una niña y una esposa. Le pregunto si allá encuentra trabajo y dice que sí, pero que es mejor esto. Él creció aquí, donde vive su abuela. Viene una semana, caza, pesca, vende todo en Jagüey Grande y regresa cuando se acaba el dinero. Tiene sus puntos: gente que compra todo, gente que le hace encargos específicos. La libra de claria se vende en diez pesos, 5 CUC la jutía entera. Lo que mejor se vende es el venado y el cocodrilo: 2 CUC la libra, pero el venado es raro de encontrar “y yo no quiero saber de cocodrilo”. “Lo mío es ayudar al Gringo”, dice. “Cuando salimos a coger jutías, él trepa y yo me quedo buscando un palo, se lo alcanzo, él la tumba, el perro la atrapa abajo: boberías”. Esta semana ha hecho poco. Sigue lanzando y recogiendo el nailon sin que pique un pez. Se acercan cuatro hombres en un bote. Están en el agua desde anoche. Pescaron bien. Le dicen a Javier que coja de ahí y él saca cuatro clarias. De

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INICIO regreso los niños van limpiándolas con el cuchillo: un tajo bajo la cabeza y otro a lo largo, cortan en T. Luego sacan las tripas. Se divierten hurgando en los estómagos de los pescados, aplastando huevadas.

Javier es pescador desde los 14 años y cazador desde que dejó la escuela de oficios. Dice que lo suyo es ayudar al Gringo: “Cuando salimos a coger jutías, él trepa y yo me quedo buscando un palo, se lo alcanzo, él la tumba, el perro la atrapa abajo: boberías”. (Foto: Marcos Paz Sablón).

A unos 30 kilómetros de Santo Tomás, Maneadero es el esqueleto de un pueblo, armazones a donde se llega muerto, en bicicleta, empapado en sudor. En realidad se llega muerto dos veces, porque la mayoría de estos bicicleteros no vienen de Santo Tomás sino de al menos 32 kilómetros antes. Salen de Playa Larga a más tardar a las nueve de la noche, pasan Santo Tomás sobre la una, llegan

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INICIO a Maneadero antes del amanecer. En el trayecto hay que hacer formidables giros de timón para vadear los baches del terraplén, atravesar la penumbra con linternas, hacer descansos breves, ahorrar agua. Hay un punto de control cerca del inicio del terraplén pero controla poco. De día uno calcula dónde anda: siete kilómetros antes de Santo Tomás está lo que llaman la quemazón: rastros de un incendio, hierbas carmelitas; dos kilómetros antes, la laguna; un kilómetro antes los pedazos de la casa vieja de Victorino, que se quemó por accidente. El día es ventajoso pero inseguro. La noche te cubre. De noche uno se orienta por instinto. Esconden las bicicletas en un herbazal cerca de Maneadero y continúan a pie por un sendero que luego es una ciénaga donde se entierran hasta las rodillas, a veces hasta la cintura. En los jolongos agua, un caldero, comida cruda, fósforos, soga, machetes, cuchillos: lo suficiente para una semana. El sendero dura siete kilómetros y es, de cierta manera, peligroso. No es probable que haya, pero nadie está totalmente seguro de dónde puede salir un cocodrilo. Donde sí hay es en las lagunas. De todos modos, dicen, “esos bichos son bobos. Algunos. Otros se hunden cuando te ven”. Una vez que se hunden, que no los ves, tienes que estar alerta. Más alerta. Pero ellos se divierten. Son tres muchachos de unos 20 años que no enseñan miedo; gorras, cuerpos definidos. Caminan lento bajo el sol, riéndose. Uno de ellos se quita el pulóver, tiene una cicatriz. “El cocodrilo es carne de turista”, dice, pero quiere decir que es carne para turistas: es muy codiciada en los restaurantes

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INICIO privados, tiene mucha venta, el bistec no cuesta menos de 15 CUC; algunos restaurantes estatales, autorizados a venderla, compran más de esa carne ilegalmente y así obtienen ganancias adicionales. Los cazadores siempre ganan menos. Aquí hay cocodrilos de 300 libras y son pura carne. El de la cicatriz sube a un árbol, los demás cortan palos y se los alcanzan. Él pone palos gordos entre dos ramas, cubre con otros finos, termina la tarima. Cuando se va a pasar la noche en el monte hay que hacer campamentos: limpiar un claro y hacer la tarima en alto para protegerse de los jabalíes y los perros jíbaros. Dejar abajo el jolongo, las botas, prender una fogata y preparar carne recién cazada. En esta zona hay poco suelo estable así que los muchachos encendieron un pequeño fuego en la tarima, cocinaron. Atardece rápido. Los tres muchachos fuman y conversan y tararean canciones; uno de ellos amarra una soga a una vara larga, hace un nudo corredizo. La noche pasa lenta, los machetes a mano por si salen majás. Aquí en lo alto, dicen, no hay más amenaza que los majás, pero es tan peligroso: Victorino tiene una cicatriz larguísima que le hizo un cocodrilo: saltó a la tarima mientras dormía y lo agarró por la pierna. “Y no pude cogerlo. Estaba herido. Se quedó libre”, dijo Victorino. Estos muchachos se turnan el sueño: uno se queda vigilando el fuego. Todavía no amanece cuando bajan, avanzan sigilosamente. Antes era fácil: los de Santo Tomás construían botes que traían hasta aquí, paseaban la ciénaga a palanca, exploraban tranquilos. Ya no hay botes. Alguno estará oculto en Maneadero. Ahora hay que hacerlo a pie y cuando aparezca

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INICIO algún cocodrilo enlazarle el hocico con la vara y lanzársele encima una vez que tenga la boca cerrada. Un cocodrilo amarrado por la boca es tan manso como un jabalí sin dientes. Solo es la sensación de las escamas, la asperidad, la piel resbaladiza y dura pero tan blanda en la barriga. El hombre haciendo fuerza con sus brazos contra un animal diez veces más fuerte que lucha por zafarse, que se arquea, el hombre atando de nuevo la boca, con una soga extra, y arrastrándolo por el pantano, arrimándolo a un árbol, atándolo ahí y yendo a buscar otros, si es que aparecen, porque, ya se sabe, puedes estar varios días buscando y apenas media hora capturándolos. Hoy hubo suerte. Este, por ejemplo, que asoma la cabeza en la laguna poco profunda, a la altura del muslo, debe medir nueve o diez pies, lo menos: 200 libras reptando suavemente. Moverse ágil, extender la vara, enlazar a la primera, apretar duro, que los otros dos muchachos se lancen y lo atrabanquen bien, luego arrastrarlo. Para matarlo corta un palo gordo, que sea duro, y le caes a palo por la cabeza. También puedes picarle la cabeza a machetazos, pero descabezarlo no es muy bueno porque después no tienes por dónde colgarlo para hacer el descarne: guindarlo por la boca y sacarle las escamas, de la misma manera que se limpian de pelos el jabalí y la jutía. Queda esa masa blanca que se trocea y se divide en jolongos. Luego hacer el trayecto de regreso, de madrugada, la noche te cubre. Dividir las ganancias de la venta. Los muchachos regresan tan contentos. Cuando me vaya definitivamente de Santo Tomás, despierto, la cabeza

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INICIO contra el cristal, la guagua va a pasarles por al lado y voy a ver sus linternas: tres puntos blancos alejรกndose antes del amanecer.

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Vida de reyes ROGELIO SERRANO, JOSÉ RAÚL GALLEGO

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En una jaula angosta vivieron meses Luisito, Eddy y Gomero. Cuando alcanzaron las 200 libras y unos 1,5 metros de largo, los trasladaron a un local más grande con paredes y piso de cemento. El espacio sigue reducido para estos tres leones de dos años de edad que reparten su tiempo entre cinco comidas a la semana, entrenamientos y una función dominical. Luisito, Eddy y Gomero nacieron en cautiverio en el Zoológico de Camagüey, a 580 kilómetros al este de La Habana. Sus nombres hacen honor a un vicepresidente del gobierno en la localidad que gestionó la jaula para sus entrenamientos (Luis Sisto Mora), al director del Zoológico en el que hoy se encuentran (Eddy Enrique Jorge García) y al director del Consejo Provincial de Artes Escénicas (José Elías Gomero Abella), institución a la que pertenece el Circo Areíto. Desde hace un año, quienes transitan por las avenidas circundantes al Zoológico pueden ver las sesiones de entrenamiento a las que son sometidos o mirarlos

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INICIO dormitar, durante horas, hacinados en el pasillo que comunica su jaula con el área del espectáculo. Algunos se lamentan de su situación, otros muestran curiosidad y muchos ya ni siquiera reparan en que están allí.

Landy, el domador, en el espectáculo con leones de los domingos. (Foto: Yoe Suárez).

El entrenamiento Cada domingo, a las 10 de la mañana, el domador Orlando Leyva (Landy) entra al jaulón circular con los leones y los hace saltar por unos pedestales, rugir, lanzar zarpazos y montarse en un cachumbambé ante la mirada asombrada y los gritos de niños y padres. Su único instrumento de apoyo es una vara de madera con la cual dirige y azuza a los leones. El espectáculo está basado en una

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INICIO representación teatral de la violencia, tanto del domador como de las fieras, que a menudo enseñan sus dientes y simulan intentos de ataques. Además, por fuera de la jaula, Raúl Secades, su ayudante, con una vara similar, hinca a los leones cuando no quieren ejecutar la orden dada. El espectáculo no excede los 15 minutos, pero detrás de ese tiempo hay dos años de entrenamiento constante. “La doma en Cuba es muy fuerte”, dice Orlando. “Hay pocos mecanismos. En el exterior sí te dan vara con electricidad, hay otras técnicas. Aquí son mecánicas: cables con quita-vueltas que se les ponen en el pescuezo desde pequeños para crear un reflejo condicionado”. Así, el león aprende que debe mantener una postura o ejecutar una orden, o de lo contrario sentirá el tironazo del collar en su cuello. Aplicación rápida y efectiva del método pavloviano. Con apenas unos meses de nacidos a los cachorros los inician en el amaestramiento. El tiempo de la doma es variable. Para Orlando: “En el caso de estos leones fue bastante rápido. Yo tenía otros leones que había traído del municipio Florida pero estaban lesionados y no sabíamos nada, parece que allá les dieron sus palos y cuando empezamos aquí tenían las caderas partidas y no sirvieron. A estos leones, nacidos en el Zoológico, la doma les duró alrededor de un año”. “A veces se les agita un poco, pero aquí no se maltratan. Claro, cuando se va a montar el espectáculo se hace en un lugar que nadie vea porque siempre hay su poquito de fuerza, uno tiene que ponerse…, porque son animales y te están velando

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INICIO para matarte. Aquí hubo un accidente con un cuidador que le arrancaron casi todos los dedos”.

Métodos de entrenamiento. Foto tomada a distancia con un celular. (Foto: José Raúl Gallego).

Dice Orlando que estos sucesos son más comunes durante los primeros meses. Es tiempo de mucha paciencia, no se puede golpear a los leones, de eso depende que no desarrollen hábitos agresivos o creen tendencia a la venganza. “La doma de palos no va a ningún lugar, pero a veces tienes que poner ciertas posturas, porque ellos se miden contigo, te miden para ver cómo reaccionas; pero tienen que saber que tú eres el domador. ¿Cómo se logra? Con el tiempo y paciencia”. Hace unos años atrás el circo mantenía los leones en un reparto marginal, casi a las afueras de la ciudad. Para mejorarles las condiciones, el Gobierno provincial aprobó traer el show al Zoológico.

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INICIO Ermindo Estévez Abreu, jefe de sección del bienestar animal en el parque y médico veterinario, comenta: “Se le da palo, se le grita, se le pasa la mano y hasta ahora no ha habido accidentes, pero si en un momento determinado ese animal no razona, igual no tenemos cómo detenerlo, no tenemos ni pistola de sedación, ni equipo de contención, ni pistola para matar. Nuestro protocolo es con el Ministerio del Interior y está concebido para escapes de animales. Acude la Brigada Especial y procede, por eso es que los recintos están bien cuidados. Se dice que nos van a comprar pistolas de sedación, pero eso se compra afuera. Hay que esperar que llegue”.

Jaula de leones. (Foto: José Raúl Gallego).

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INICIO Vida de reyes “Nosotros pasamos por ahí, y cuando vimos a esos tres animales metidos en aquella jaulita, dándoles el sol y casi sin poder moverse, entramos a buscar al administrador para quejarnos, pero no estaba en ese momento”, dice Ernesto, una de las personas que han hecho patente su preocupación por los leones. Ana, también visitante del zoológico, opina “que estos espacios deben funcionar como un Arca de Noé que resguarde a las especies en peligro de extinción, y no como un lugar donde se encuentren en peores condiciones que en sus hábitats naturales”. Como especie, los leones descansan casi 20 horas al día. El resto del tiempo lo emplean de manera intermitente en comer durante casi una hora, cazar y caminar por las praderas. Luisito, Eddy y Gomero, en cambio, tienen que ajustar esta dinámica a las posibilidades que ofrece una jaula de 22 m2, y un estrechísimo pasillo en el que ya no caben si no es en fila. La jaula de cautiverio tiene el piso pintado con cal para matar los microbios. Está dividida en una 2 zona de exhibición de poco más de 15 m , situada en la parte delantera, y otra de descanso, 7 m2, en la parte trasera. En total, el equivalente a un cuarto de una vivienda común; un espacio en el que desarrollan su vida tres leones de más de 1,5 m, que aún deben seguir creciendo. Las contradicciones que los rodean los mantendrán en una lucha interna y diaria con su ADN. Viven en una jaula contigua a la del leopardo (uno de los depredadores con los

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INICIO cuales compite en ambientes naturales) y a escasos metros de la de los monos (una de sus presas). A solo 15 m de la celda de los leones se ubica la Avenida Camagüey. Por este vial transita buena parte de los vehículos que circulan desde la Carretera Central o que se dirigen al centro de la ciudad, lo que hace que sean frecuentes los ruidos que producen los motores de combustión interna con sus consiguientes desperdicios de monóxido de carbono. Encima de la jaula de los leones se ubica un altoparlante que “ameniza” el ambiente del Zoológico de Camagüey. Unos árboles plantados en la parte trasera no mitigan las altas temperaturas que el cemento aumenta en la zona de descanso de la jaula, ni la incidencia directa de los rayos del sol en el área de exhibición. Lidyz Morales, arquitecta que tuvo a su cargo la remodelación del parque Zoológico hace unos años, señala que, por su ubicación y su espacio, este lugar no es el más adecuado para el cautiverio de grandes mamíferos. En el caso de la jaula en que se encuentran actualmente los tres leones, también revela que, aunque no tiene la amplitud ideal, sí fue construida cumpliendo con los estándares mínimos establecidos para un animal de esta especie, pero no para tres. Aunque, paradójicamente, en cautiverio los leones pueden vivir el doble del tiempo que en sus hábitats naturales, las alteraciones de sus condiciones de vida tienen efectos sensibles sobre su salud física y mental. Ermindo Estévez, el veterinario del Zoológico, comenta que en los cuatro años que lleva en

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INICIO la instalación ha observado en ellos algunas enfermedades del sistema digestivo, producto de la alimentación. No obstante, la vigilancia y atención de salud que se les brinda a estos animales es bastante elemental, pues no cuentan con los requisitos mínimos (instrumentos de sedación, de protección, medicamentos especializados) para atender correctamente a grandes felinos y otros animales salvajes. Un veterinario que prefiere mantenerse en el anonimato refirió que los principales problemas que pueden incidir negativamente sobre estos leones son la carencia de espacio vital efectivo, la contaminación sonora del medio, la humedad en la jaula y las altas temperaturas que llegan a provocarles jadeos, algo que no es común en los felinos. Edy Álvarez, trabajador del Zoológico, nos comentó que cuando los leones fueron trasladados del carromato a la jaula “grande”, la cal les había quemado las patas: les estaba costando caminar y hacer los números de saltos. Lamentablemente, como señala Carlos Enrique de Armas, presidente de la Asociación Cubana de Medicina Veterinaria (ACMV) en Camagüey, en el país no existe mucho desarrollo de la Etología, la ciencia que estudia el comportamiento de los animales. Cuando se habla de salud y bienestar animal, no siempre se tienen en cuenta estos elementos que van más allá de lo físico. También en el plano de la conducta, las condiciones de vida y de entrenamiento tienen efectos. “Solamente que los leones trabajen frente a los pri-

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INICIO mates ya viola una de las cinco libertades de los animales reconocidas por la ONU, que es vivir libres de miedo. El león es un depredador de los monos, y estos están mostrando conductas agresivas, estrés, se muerden ellos mismos”, comenta Ermindo, el veterinario del centro. Por otra parte, la limpieza diaria de las jaulas, aun cuando puede evitar la aparición de enfermedades, también puede borrar algunas de las marcas olfativas que estos depredadores establecen para señalar su territorio, lo cual provoca alteraciones en el comportamiento. La bibliografía científica documenta ampliamente que los animales de circo, una vez concluida su vida útil en estas instalaciones, padecen muchas dificultades para insertarse en ambientes de semicautiverio. Aunque, según Orlando y Ermindo, aún los tres leones que se encuentran actualmente en entrenamiento no muestran ningún síntoma de estrés, se han dado casos de otros ejemplares que han tenido que ser “desechados” por esta causa. Según cuenta Ermindo, hace dos años un león llamado Yago se alteró y mostró comportamientos estereotipados y anormales como un deambular constante en cautiverio y agresividad, producto de malos procedimientos, por lo cual no pudo continuar en el circo y fue trasladado a un microzoológico que tienen las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en la empresa Planta Mecánica, una fábrica dedicada a la elaboración de armamentos y otros productos destinados fundamentalmente al Ejército. Hasta hace unos pocos meses, era común observarlo en la jaula que hoy

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INICIO ocupan Luisito, Eddy y Gomero. Daba vueltas de un lado a otro, topando su cabeza contra los barrotes. Más allá del látigo y el aplauso

Nueva York prohíbe los animales salvajes en espectáculos de circo. (Foto: La Vanguardia).

Los espectáculos circenses con animales están incorporados a la mentalidad popular como un atractivo desde hace varios siglos. Sin embargo, las condiciones de entrenamiento y vida a que son sometidos, junto al peligro de extinción en que se encuentran muchas especies exóticas, han provocado que en diversos lugares del mundo se activen movimientos sociales enfocados en eliminar esta práctica. Una oleada de concientización sobre bienestar y protección animal se extendió fundamentalmente por países europeos desde mediados

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INICIO del setenta del pasado siglo. Varias asociaciones y partidos políticos se enfocaron en la promoción de instrumentos jurídicos que prohibieran específicamente los espectáculos con animales. Los resultados no llegaron hasta varias décadas después, pues no solo se vieron frenados por la concepción de estos espectáculos como entretenimiento y cultura popular, sino también por los intereses de compañías y artistas circenses. Sin dudas, un empuje a la prohibición de los shows con animales ha sido el considerable éxito alcanzado por la compañía canadiense Circo del Sol, que por cuestiones de principio excluye este tipo de números de su repertorio. En 2009, con Evo Morales en la presidencia, Bolivia fue la primera nación de América Latina que vedó el uso de cualquier animal en espectáculos. En la actualidad son muchos los países que poseen leyes nacionales o regionales que prohíben total o parcialmente el uso de animales en circos o espectáculos de otro tipo. Al igual que la mayoría de las leyes que abogan por el bienestar animal, estas regulaciones toman como base la Declaración Universal de los Derechos del Animal, aprobada por la UNESCO. Dicho documento, además de estipular el derecho de cualquier especie al respeto, a no ser sometida a malos tratos o actos crueles y a vivir en libertad, especifica en su artículo 10 que “ningún animal será explotado para esparcimiento del hombre” y que “las exhibiciones de animales y los espectáculos que se sirvan de ellos son incompatibles con la dignidad animal”.

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INICIO En la fundamentación a un proyecto de ley para la prohibición absoluta del uso y exhibición de animales en circos, presentado en Chile, se plantea la cuestión de la siguiente manera: “Aunque no se perciba violencia en los espectáculos de circo, las condiciones en que transcurre la vida de los animales usados para ser exhibidos bajo previas prácticas de amaestramiento han demostrado ser tremendamente perjudiciales para su normal desarrollo, tanto físico como psicológico, siendo sus vidas condenadas a condiciones de absoluta ausencia de bienestar y de tortura, tanto en el escenario como fuera de él”. Ante acusaciones como estas, varios circos que defienden los espectáculos con animales han respondido desmintiendo la existencia de crueldad en los entrenamientos y mejorando las condiciones de vida y de transportación de las especies que tienen incorporadas a sus repertorios. Algunos han optado por jornadas de puertas abiertas o la subida de videos a Youtube en los que exhiben sus dinámicas de adiestramiento. Sin embargo, para muchos de los activistas que defienden la promulgación de estas leyes, el quid de la cuestión no radica en la existencia o no de prácticas crueles o de condiciones de vida desmejoradas. El problema fundamental está en el acto mismo de someter a un animal a la realización de conductas que no son propias de su especie, como una muestra de la superioridad del hombre sobre el resto de los seres que habitan en el planeta. Incluso, hay quienes ven el asunto desde otra óptica. Yoram Carmeli, profesor e investigador de

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INICIO la Universidad de Haifa, Israel, después de observar durante 15 meses un circo que incluía números con elefantes, dijo no presenciar malos tratos durante el entrenamiento. Sin embargo, concluyó que la crueldad viene implícita en el propio espectáculo como representación y la forma en que lo experimenta el público, observando el sometimiento de un animal presentado como un objeto, forzado a realizar las tareas que le ordena el domador. ¿Quién le quita el cascabel al león? Cuba no cuenta con ninguna ley de bienestar animal, más allá de las encaminadas a la protección de la flora y fauna en peligro de extinción. A finales de la década del ochenta del pasado siglo la Asociación Cubana de Protección y Bienestar Animal (ANIPLANT) presentó un proyecto de Ley a la Asamblea Nacional del Poder Popular (máximo órgano legislativo del país), pero no fue aceptado. A este empeño se han sumado instituciones como la ACMV y grupos ciudadanos como Protección de Animales de Ciudad (PAC) y Cubanos en Defensa de los Animales (CEDA). Durante la reciente discusión del proyecto de nueva Constitución, miles de personas solicitaron que se incluyera en la Carta Magna la cuestión de la protección y el bienestar animal, sin embargo, no fue tenido en cuenta. Ante los reclamos de una parte de la sociedad, el artículo 90 inciso j) solo incluyó como un deber de los ciudadanos –no del Estado– “proteger los recursos naturales, la flora y la fauna y velar por la conservación de un medio

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INICIO ambiente sano”, lo cual es una concepción limitada que no incluye el bienestar animal. Así las cosas, a las alturas de 2019 Cuba sigue sin un instrumento jurídico que facilite la acción de las organizaciones y ciudadanos interesados en contribuir al cuidado de los animales y evitar violaciones de sus derechos. Esta es una de las causas por las cuales no han dado ningún resultado las quejas presentadas en el Zoológico de Camagüey en contra del entrenamiento de los leones y las condiciones en que se encuentran. Al igual que la mayoría de las especies en Cuba que no son endémicas o se encuentran en peligro de extinción, los animales de circo padecen un estado de desprotección legal. Caen en un limbo de instituciones que pudieran relacionarse con la cuestión del bienestar animal, pero que en la práctica nada pueden hacer. Para comenzar, la institución a la que se subordinan directamente los circos en Cuba es el Consejo de Artes Escénicas (CAE), adscrito al Ministerio de Cultura. Es el CAE en Camagüey quien rectora el Circo Areíto y eroga las sumas correspondientes a la alimentación de estos animales. Sin embargo, como el propio nombre de la institución y su objeto social lo indican, un organismo centrado en el trabajo actoral tiene muy poco que ver con cuestiones relacionadas con animales. El Zoológico de Camagüey, lugar en que se encuentran los leones del circo, pertenece a la Empresa Cubana de Zoológicos (subordinada al Ministerio de la Agricultura), creada en 2015. Esta institución cuenta con especialistas en Bienestar

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INICIO Animal, sin embargo, los leones de la compañía Areíto se encuentran fuera de su radio de acción legal, puesto que no son de su propiedad. En el caso de la Asociación Cubana de Medicina Veterinaria, como señala su presidente en Camagüey, esta no tiene fuerza legal ni funciona como un cuerpo de inspectores que pueda actuar al respecto. Sus esfuerzos están orientados a crear cultura, concientizar, educar. De esta forma procuran intervenir ante las administraciones involucradas cuando reciben quejas ciudadanas o detectan actos de crueldad hacia animales. Nada más. En la Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte Loynaz” existe una Cátedra de Bioética y más recientemente fue creada una de Bienestar Animal. Su principal objetivo es incluir estos contenidos dentro de los estudios de la carrera de Veterinaria de esa institución, pero no posee capacidad de intervención ante situaciones de maltrato animal. La inexistencia de una regulación al respecto hace que ninguna de estas instituciones o grupos tenga poder para intervenir de manera decisiva, rápida y eficiente en situaciones en las que se hace evidente el sufrimiento o maltrato hacia los animales. Esto, unido a la falta de iniciativa ciudadana –maniatada por décadas de estatalización de la sociedad civil– y una pobre conciencia sobre bienestar animal en amplios sectores de la población hace que situaciones como las de Luisito, Eddy y Gomero apenas sean percibidas como un problema. Ello es evidente en los aplausos, risas y asombros de los que cada domingo disfrutan

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INICIO viendo a los tres leones rugir, saltar y lanzar zarpazos durante 10 minutos.

Cartel en el Casino Campestre, lugar donde se ubican los leones del Circo Areíto. (Foto: Yoe Suárez).

Incluso, para algunos de los que han expresado su preocupación por la realidad que viven estos leones, el problema reside en los métodos que se emplean para su entrenamiento y las condiciones en que viven; no en el hecho de su cautiverio ni en que sean sometidos a realizar actos que no corresponden con su naturaleza. A las alturas de 2019 la eliminación de los espectáculos circenses con animales no se encuentra en las agendas ni siquiera de los grupos de

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INICIO protección animal del país, más enfocados en la situación de las mascotas abandonadas y los caballos empleados como transporte en las ciudades. No obstante, los shows con leones en Cuba parecen estar destinados a la extinción, más por cuestiones económicas que por razones éticas relacionadas con los derechos del animal, las lógicas de dominación y violencia que reproducen dichos espectáculos y, también, la protección de la vida de los seres humanos que asumen el arriesgado oficio de domador. Sin embargo, la inexistencia de debates en la sociedad cubana sobre estos temas hará que cuando desaparezcan los dos únicos shows con leones que quedan en el país –ya sea por falta de domadores o de recursos–, persistan con el mismo nivel de naturalidad los múltiples espectáculos que hoy existen en los circos cubanos en los que se emplean otras especies como cocodrilos, perros y monos. Mientras, Luisito, Eddy y Gomero seguirán viviendo en su jaula de 22 m2, rugiendo y lanzando zarpazos una vez a la semana, alejados de la vida en libertad que nunca han conocido, mimetizándose cada día que pasa con el entorno, y esperando a que les toque su edad de jubilación en el Circo Areíto o el retiro de Orlando como domador. Cuando ese día llegue, pasarán entonces a una jaula un poco más grande a solo unos metros de distancia y en condiciones similares, a (sobre)vivir los próximos diez años, ya no como leones de circo sino como leones de zoológico, en Camagüey. Que no es lo mismo, pero es igual.

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Un gigante africano se pasea por Cuba JESÚS ARENCIBIA LORENZO

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“El arte de insultar es difícil. No siempre se dispone de una artillería de palabras de grueso calibre para disparar al enemigo”, bromeaba en una de sus crónicas el periodista Guillermo Cabrera Álvarez. Y ponía como ejemplo de ofensa polivalente: “¡Caracol!”, pues el aludido recibe de un golpe la imagen de que se arrastra, babea, tiene cuernos y, encima, suena como si le dijeran “cara de col”. En la Cuba del segundo semestre de 2019, si a cualquiera le gritan “¡caracol!”, y el aludido está medianamente informado, más que un insulto, debería pensar en un enorme peligro. Ese peligro que al nombre del molusco une dos apellidos rotundos: “gigante” y “africano”. La primera alerta cubana sobre el caracol gigante africano (CGA), incluido en la lista de las 100 especies invasoras más perjudiciales del planeta, la dio el Centro Nacional de Sanidad Vegetal (CNSV) del Ministerio de la Agricultura (MINAG)

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INICIO el 2 de julio de 2014, en un “AVISO DE PLAGA” dirigido a Directores Provinciales de Sanidad Vegetal, Jefes de Cuarentena Provincial, EPP (no se aclara la sigla) y Puestos de Frontera de Cuarentena Exterior del país. En dicho aviso, aparte de detallar características morfológicas, biológicas y hábitos de la especie, y su distribución biológica, se incluían fotos y se indicaba un conjunto de medidas que incluían, entre otras: • Activar la vigilancia en todo el territorio nacional. • Informar a las autoridades del Gobierno (Consejo de la Administración, Salud Pública, CITMA, Defensa Civil). • Mantener activado todo el sistema de vigilancia e inspección en Puntos de Entrada, reforzando las acciones en las aeronaves, embarcaciones, cargas procedentes de los países donde la plaga está presente. • Proceder de inmediato a la preparación y capacitación del personal técnico del Sistema Estatal de Protección de Plantas que ejecutara [sic] la encuesta de detección… Sin embargo, un lustro más tarde, con el caracol reportado en 13 de las 15 provincias cubanas (solo faltan Cienfuegos y Guantánamo), aquella alarma que debió de desatar una estrategia integral de enfrentamiento, con acciones educativas, de control, jurídicas, etc., cayó, al parecer, en saco roto.

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El caracol gigante africano se registró en Cuba por primera vez en el año 2014, en la comunidad Poey, perteneciente al municipio capitalino de Arroyo Naranjo. (Foto: Hitchman Powell Escalona).

Un diablo en el paraíso “El Lissachatina fulica, antes conocido como Achatina fulica, es oriundo de África, particularmente de Etiopía y Kenia. Su salida del continente comenzó desde principios de 1800 cuando la colonización europea llegó a esas tierras”, explicó el Dr. Antonio Alejandro Vázquez Perera, Jefe del Laboratorio de Malacología del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, (IPK), a la revista Juventud Técnica en mayo de 2018. “La historia de su arribo a la Isla está estrechamente ligada a la práctica de la religión yoruba. El dato fue corroborado por investigaciones realizadas posterior a su hallazgo”, aseveró el científico a los periodistas Yanel Blanco Miranda y Claudia Alemañy Castilla. La fauna malacológica nacional “es considerada una de las más diversas del mundo con un endemismo que alcanza el 95 por ciento en sus representantes terrestres. Esta característica […]

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INICIO llevó al famoso malacólogo Henry Pilsbry a declarar a Cuba como el ‘Paraíso de los Malacólogos’”, refirió el propio especialista en un artículo que publicó, en coautoría con Jorge Sánchez Noda, en Cubadebate el 8 de agosto de 2014. En el texto, reflexionaban en torno al peligro que podría representar para las especies habitantes de ese “paraíso” la llegada y expansión de tan potente competidor. Luego de los primeros aldabonazos públicos de 2014, a juzgar por lo que uno encuentra en los archivos en red de los medios, sobrevino un marasmo. Durante 2018, varios órganos de prensa del país fueron “despertando” en torno a la alarma y reportaron la presencia de la peligrosa especie. • “Invasión del Caracol Gigante Africano, ¿acabó?” (2018/02/05). • “Caracol gigante africano: Un invasor en Placetas” (2018/08/01). • “Confirman presencia de caracol gigante africano en Villa Clara” (2018/08/07). • “Dañino caracol gigante africano está y se combate en Sancti Spíritus” (10/10/2018). • “Detectan en Cabaiguán ejemplares de caracol gigante africano” (2018/10/08). • “El caracol africano: Amenaza para la salud y la agricultura” (2018/12/17). • “Situación epidemiológica es prioridad máxima en el país” (2018/12/17). En 2019, los “avistamientos” mediáticos estatales se incrementaron y fueron ganando en intensidad, hasta llegar a la emisión de la Mesa Redonda

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INICIO 4018 (20 de junio), titulada: “Caracol Gigante Africano: enfrentando la amenaza”. En este espacio, el MsC. Michel Matamoros Torres, investigador y especialista de Malacología del Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal, afirmó, entre otras cosas, que los actores de la agricultura que deben enfrentarse y orientar sobre la plaga “van a ser capacitados, deben ser capacitados debidamente y de hecho nos encontramos hoy mismo en función de ello”. El MsC. Antonio Casanova Guilarte, director de Control Ambiental del CITMA, abundó sobre el desarrollo de investigaciones, “de métodos para combatirlos, dígase métodos biológicos, químicos (que no son en muchos casos los más efectivos), como los métodos mecánicos y de concientización de todos los organismos, de toda la población”. Y la MsC. Yanira Gómez Delgado, directora de Actividades Educativas Especializadas del Ministerio de Educación, se refirió a cartas de la ministra, fechadas en febrero y marzo de 2019, para dar indicaciones a los directivos provinciales del MINED; también al Plan Nacional del ramo, “aprobado en junio, 10 de junio”, es decir, 10 días antes de la comparecencia televisiva. Ninguno de los medios que consulté indicó la magnitud que los médicos holguineros Ana Margarita Manso López y Elbert Garrido Tapia vieron en la exótica invasión. En su ponencia “Meningitis eosinofílica causada por Angiostrongylus cantonensis: SOS Caracol Gigante Africano”, presentada en la Convención Internacional de Salud, Cuba Salud 2018, los galenos afirmaron, entre otras precisiones:

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INICIO • “La meningoencefalitis por Angiostrongylus cantonensis se comporta como una meningoencefalitis subaguda o crónica. El desarrollo clínico es autolimitado con resolución de los síntomas en varias semanas en la mayoría de los casos, aunque se han reportado casos fatales”. • “Existe importante riesgo de epizootia como posible desastre sanitario, por lo que debemos evitar la ingestión de caracoles crudos o mal cocidos, así como langostinos, pescados y cangrejos que pudieran haber ingerido caracoles infectados; lavar bien las verduras y frutas aplicando el hipoclorito al 1 % e ingerir agua segura e implementar un sistema de vigilancia para la Meningoencefalitis eosinofílica por el Angiostrongylu cantonesis”. • “Se necesita conocer la prevalencia real de esta enfermedad en el país, porque es evidente el subregistro de casos infectados”. Este molusco, que figura entre las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, puede llegar a consumir más de 200 especies de plantas, muchas de ellas cultivadas con fines económicos, a las que les transmite sus enfermedades. (Foto: Hitchman Powell Escalona).

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INICIO El grito (perdido) de José Antonio El 12 de noviembre de 2017 José Antonio Cruz Couto (calle Grant, s/n, finca Santa Ana, reparto Santa Amalia, Arroyo Naranjo, La Habana) vio su desasosiego multiplicado por 250 000 ejemplares del periódico Juventud Rebelde. “Alarmado por la presencia creciente” del CGA en su zona de residencia y trabajo contó a la sección Acuse de Recibo que en su finca y las aledañas, “pertenecientes a las cooperativas de créditos y servicios Fructuoso Rodríguez y Olveín Quesada”, tanto los productores como los residentes estaban “preocupados por la rápida proliferación del molusco y los graves daños que está causando en los cultivos”. “Nos hemos dirigido a las autoridades municipales del Partido, Salud Pública, Sanidad Vegetal y Agricultura. Y lamentablemente no hemos encontrado respuestas de ningún tipo”, se dolía el habanero. Habían pasado tres años después de la primera alarma, originada en la propia provincia donde se detectó la plaga. Dos meses y nueve días después del toque de diana en el diario, el domingo 21 de enero de 2018, la misma sección publicaba la respuesta al campesino, de Daniel Portela Paneque, delegado de la Agricultura en Arroyo Naranjo. Argumentaba el funcionario (y la sección lo parafrasea) que “a partir de la confirmación de la presencia del CGA en ese municipio, por orientación de la Dirección Nacional de Sanidad Vegetal, se activó el puesto de mando de la Defensa Civil de ese territorio para adoptar medidas orientadas a la contención de esa especie. Se creó la Comisión de Enfrentamiento al caracol,

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INICIO integrada por Sanidad Vegetal, Higiene y Epidemiología, el CITMA y delegados de consejos populares. Y en esa comisión se evalúa semanalmente el impacto de esa plaga en los asentamientos poblacionales y áreas agrícolas”. Detallaba asimismo el directivo sobre acciones de capacitación a productores agrícolas, delegados del Poder Popular, coordinadores de las diferentes organizaciones de masas y representantes de la campaña antivectorial y de Higiene y Epidemiología en el municipio; audiencias sanitarias para la población en varios Consejos Populares; y “la decisión, por la Dirección Nacional de Sanidad Vegetal, previa consulta con el Ministro de la Agricultura, de comenzar a aplicar un molusquicida, tomando como área piloto el usufructo de José Antonio y otras fincas aledañas. Ya en estos momentos están en el proceso de aplicación, validación e información al MINAG…”. Cinco meses más tarde, en mayo de 2018, los reporteros de la revista Juventud Técnica Yanel Blanco Miranda y Claudia Alemañy Castilla, en un extenso trabajo ya citado sobre el usurpador africano, volvían tras la pista de José Antonio Cruz: “Aquí estuvieron Conrado Cruz [Magdariaga, jefe del Departamento de Protección de Plantas de la Dirección de Sanidad Vegetal perteneciente al MINAG] y Julio Piedrahita. Observaron cómo estaba el problema del caracol y nos dieron una muestra de un producto traído al país. Después regresaron para ver si había sido eficaz y tomaron fotos. La última vez que vinieron fue el 29 de diciembre del año pasado’, refiere [José Antonio] Couto”.

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INICIO Este 10 de julio, Periodismo de Barrio logró conversar telefónicamente con Couto, como suelen llamar a este habanero. El hombre, que no utiliza más palabras de las precisas para decir lo que piensa, afirmó: “A mi finca no ha venido más nadie”. Después de la carta que salió en Juventud Rebelde y el reportaje de Juventud Técnica, el tema, al parecer, volvió a engavetarse y a convivir con el caracol se ha dicho. El ingeniero en Telecomunicaciones, formado en la disciplina de las escuelas militares (Camilitos), narra que se molestó mucho cuando en la respuesta que dieron al diario de la Unión de Jóvenes Comunistas luego de su misiva, se habló de un “puesto de mando” y “medidas” y “acciones”. “Lo que sí nos mandaron hacer desde el inicio fue a controlarlo manualmente, quemándolo, enterrándolo, echándole sal… Pero así no hay quien pueda. No hay fuerza humana capaz de todos los días eliminar manualmente cientos de esos animales. Tampoco hay suficiente sal, ni guantes, ni otros medios. Fíjese que yo tenía un trabajador que le daba la tarea diariamente y ya se escondía para no hacerla. Y no estamos hablando solo de mi finca, había vecinos por acá que tenían 10 tanques de 55 galones llenos de esos bichos”. “Yo tengo unas matas de manga blanca. Y hay que verlos abrazados allá arriba a las mangas. También está el problema de que, cuando llueve, un río (más bien una zanja caudalosa) que pasa por aquí los arrastra y los riega por otros territorios. Y siguen multiplicándose”. Al preguntarle por el método que están usando para controlarlos, el agricultor explica:

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INICIO “Lo último que venimos probando hace unos cinco meses es la picadura de tabaco. En fábricas de tabaco nos han conseguido cantidades de residuos y los hemos usado como barreras al borde de los cultivos. Cuando ellos les vienen encima a las plantas para alimentarse, se quedan pegados en la ‘tabaquina’ esa. Y ahí se mueren. A veces hasta da la sensación de que se acabaron, pero nada, pasan un tiempo, cae un agua y ya los ves de nuevo. Además, es una plaga, si yo los elimino en mi finca y tres fincas más allá no se controlan, el problema jamás se resuelve”. ¿Fue efectivo el molusquicida que le dieron a raíz de su queja pública?, preguntamos.“Buenísimo. Lo que pasa es que solo me entregaron unas pequeñas muestras, unos 100 gramos. Después volvieron, comprobaron el efecto que había tenido y nunca más me suministraron. Al parecer es caro y el país no ha podido adquirirlo”. Militante del Partido Comunista de Cuba y trabajador del Taller provincial de Electromedicina, José Antonio cuenta que la finca donde construyó su vivienda era de sus abuelos, después pasó a sus padres y finalmente la ha trabajado él, que ya tiene 57 años. Y aquí siembra frutales, flores y otros cultivos. Un día, evoca, dejó una caja de guayabas recién recogidas en el campo, y a la mañana siguiente, cuando fue a buscarlas, se las habían devorado los malditos caracoles. “Ellos les dan como un beso así con la baba y las van corroyendo”, ilustra. Una vez, después de ver el éxito del molusquicida, consiguió un poco de “FICAN 80”, un veneno con cierto prestigio para combatir plagas, “pero

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INICIO qué va, tenían que estar los caracoles ahí mismo en el momento de echárselos, porque dispersarlo para que después hiciera efecto era por gusto”.

Actualmente, existen reportes de esta especie en 13 provincias del país y en el municipio especial Isla de la Juventud, excepto en Guantánamo y Cienfuegos. (Foto: Hitchman Powell Escalona).

Incontenible en La Habana Bajo el título “¿Una batalla sin fin?”, la revista cubana sobre animales El Arca, en su número 26, de marzo de 2019, publicó una extensa entrevista de Hitchman Powell Escalona a la MSc. María Beatriz Bianchi Calera, subdirectora técnica del Gran Parque Metropolitano de La Habana. Lo que parecía en 2014 un caso aislado –sostenía la especialista en dicho diálogo–, en 2015

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INICIO disparó las alarmas, pues se detectaron cientos de miles de ejemplares en el Bosque de La Habana, el cual se extiende desde el río Almendares hasta el puente de Piedra. Al eliminarlo de esa zona, se halló en 2016 una población aún mayor en el Parque Forestal, que continúa reproduciéndose. En aquel momento (2015), comenzó la captura de forma manual de la especie y el enterramiento e incineración por parte de los trabajadores del Bosque, “junto a guardabosques y trabajadores de Sanidad Vegetal del municipio Playa y de la provincia de lunes a viernes de cada semana, en el horario de 6 a 9 a.m.”, apuntaba Bianchi Calera. Y acotaba que ese ecosistema era favorable a los controladores y difícil para los moluscos, “pues dos barreras geográficas atentan contra su desarrollo biológico: el río y la carretera. Además, presenta posibles depredadores como hurones, garzas, aura tiñosas y cangrejos”. Pero en el Parque Forestal (desde la Ciclovía hasta Boyeros), la historia fue bien distinta. En ese momento se sumó Sanidad Vegetal, Bioseguridad, el IPK y la Defensa Civil, sin embargo, la tarea no pudo cerrarse con éxito, comentaba la especialista. “Desde entonces trabajamos en la zona y, aunque hemos empleado la misma metodología, no se ha logrado desterrarlos. […] Se trata de un bosque de 21 hectáreas con un sotobosque bien conformado y un suelo con capa vegetal muy alta. Además, no existen barreras geográficas ni especies que puedan depredarlo”. El IPK y Sanidad Vegetal, según Bianchi Calera, han elaborado productos químicos que han sido eficientes para aniquilar en laboratorios,

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INICIO porque allí los moluscos no tienen adónde huir. Mas en el terreno no han sido efectivos: “Cuando les hemos colocado los productos en cuadrículas, los examinan y se alejan a otro sitio”. Opciones como el aserrín esparcido para limitar la locomoción del molusco (y por ende matarlo de hambre) o el agua jabonosa o la sal no pueden aplicarlas en el Parque de La Habana. El arrojo de aserrín está prohibido en la época de incendios forestales, y el agua jabonosa y la sal afectan el PH del suelo y pueden dañar a otras especies que habitan en el ecosistema. Tampoco es factible pintar los troncos de los árboles con cal. Hacerlo sería perder tiempo, porque los invasores trepan en ocasiones hasta 5 y 6 metros, y no puede pintarse un árbol entero, aseveró la Máster en Ciencias al reportero. “Llevamos más de 4 años destruyendo más de 5 000 caracoles diarios, en dependencia de la temporada (lluvia o seca). Se ha planteado a niveles superiores la necesidad de ampliar el personal para lograr un efecto mayor, pero aún no hay respuesta práctica. Mientras más capturamos, más aparecen, porque no combatimos todos los moluscos a la vez, lo que da pie a que se propaguen. A veces da la impresión de que estamos arando en el mar… Pero no es así, porque sin nuestro esfuerzo, […] ya estuviera a nivel de las viviendas y hubiera personas afectadas”, concluía la subdirectora técnica. Un mes antes (5 de febrero) el diario Granma, en el ya mencionado texto “Invasión del Caracol Gigante Africano, ¿acabó?”, colocó como cierre del material esta opinión del Dr.C. Antonio Alejandro

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INICIO Vázquez Perera: “El miedo a tocar el animal puede entorpecer el control y permitir su propagación. Sin embargo, se deben tomar las medidas higiénico-sanitarias que eviten una infección parasitaria accidental (lavado de las manos y no ingestión de moluscos crudos o vegetales sin lavar)”. Una de las fotos que acompañaba la entrevista, cortesía del IPK, mostraba una mano desnuda sosteniendo un ejemplar del baboso visitante. Sí hay que crear alarmas El medio periodístico que tal vez con más sistematicidad y previsión ha abordado en el país el fenómeno CGA es Guardabosques, plataforma digital alternativa perteneciente a la organización ecologista autónoma del mismo nombre que defiende los derechos ambientales, diseña y participa acciones de reforestación y educación ambiental desde hace casi una década. Con su líder, el biólogo, poeta y activista social Isbel Díaz Torres, conversó Periodismo de Barrio. “Ha habido una gran irresponsabilidad –asevera rotundo Isbel–. Han pasado cinco años para que el Gobierno se decida a abordar el tema de manera un poco más profunda. Solamente esa tardanza demuestra la irresponsabilidad. Trabajé dos años en el Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal. Sé que ellos tienen un sistema de alerta temprana para este tipo de acontecimientos, de introducción de especies exóticas en la Isla. O sea, que debía estar preparada la nación al respecto. Eso no funcionó de ninguna manera.

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INICIO ”Una situación que pudo haberse contenido, que pudo atajarse a tiempo cuando estaba microlocalizado en ciertas zonas de La Habana, se dejó correr y ya es un problema a nivel nacional, sin que se tenga una estrategia real del país al respecto. No sabemos cómo el MINAG va a atacar esa plaga. ¿Van a utilizar molusquicidas orgánicos? ¿Algún tipo de químico? ¿Control biológico? En fin… No sabemos”. “En varios países –dice el ambientalista– hay un involucramiento y coordinación del Estado y Gobierno y la Sociedad Civil para atacar el problema. Yo no estoy pretendiendo o exigiendo que el Gobierno cubano, solo, resuelva el problema, pero sí tenía el deber de mantener una postura pública al respecto, divulgar oportunamente, trabajar en los aspectos de educación ambiental que le corresponden. Y no que se aparezca ahora, cinco años después, diciendo que hay unos plegables en el Ministerio de Educación; lo cual, por cierto, es casi un chiste, porque de las escuelas en Lawton han venido a vernos a nosotros para que demos charlas educativas a los estudiantes”. Destaca Isbel que para colmo de males se trata de una especie muy atractiva desde el punto de vista visual: “Los niños tienden enseguida a cogerlo. El primer día que salí con volantes sobre el caracol por Lawton, un niño me dijo: ‘Ah, pero yo tengo cantidad de esos en mi casa, yo los colecciono’. Un pequeño que no llegaba a 10 años de edad. ¿Por qué hemos llegado a ese punto de riesgo? ”Hay que informar. Hay que comunicar de forma transparente. Mira, volviendo a Lawton, donde

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INICIO habitualmente trabaja Guardabosques, tenemos la satisfacción de que, de forma general, la gente sabe a lo que se enfrenta, antes de que llegara a la televisión cubana. Siempre hay quien dice disparates: que si es una especie venenosa así y asao, que si lo tocas te mueres, o los viejitos en las colas que si vieron uno de no sé qué tamaño, enorme, terrible… Pero tienen al menos percepción del riesgo, que es lo más importante. Y eso se logró, solamente, con unas sencillas acciones de divulgación. ¿Cuánto más se podría hacer desde el punto de vista estatal?”. Por supuesto que el tema CGA va más allá del CGA y el activista lo señala sin cortapisas: “En Cuba tenemos una institucionalidad que trabaja bastante mal. Lo digo, con dolor, desde mi experiencia al interior de instituciones científicas, donde a veces, tristemente, se llega hasta a ‘moldear’ los datos para satisfacer una determinada expectativa del Gobierno o de no ‘levantar alarmas’ como dicen ellos. ”Desde Guardabosques pensamos que sí hay que crear alarmas, porque estas constituyen un método de defensa ante los problemas. Y este es un problema grave. Cuando ves la experiencia de otras naciones mejor organizadas institucionalmente que la nuestra, con recursos económicos a su disposición que Cuba no posee, y no les ha sido nada sencillo lidiar con esta plaga, uno puede imaginar lo que se avecina aquí. ”El país llegó tarde a atajar el asunto. Y con esta institucionalidad tan frágil que tenemos, lo más probable es que las personas no hagan caso, vean a la especie como algo cotidiano –algunos la

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INICIO usan tranquilamente como carnada para pescar, en el campo, sobre todo–… Y así, por ese camino, la gente quizá no tome realmente consciencia del asunto hasta que no haya muertos.

Entre los métodos establecidos y divulgados para la eliminación del caracol gigante africano se encuentran: echar sal o cal a los moluscos, destruirlos mecánicamente, incinerarlos y/o enterrarlos. No obstante, ninguno de ellos ha garantizado hasta el momento una eficiente eliminación masiva. (Foto: Hitchman Powell Escalona).

Si quedan tres, el problema sigue “¿Cómo resolver el problema? ¿Qué (no) hacer con los caracoles?”, se preguntaba un texto periodístico de BBC Mundo el 16 abril de 2013. En el artículo se citaba la opinión de Rob Cowie, profesor de la Universidad de Hawaii que ha dedicado más de 20 años a estudiar moluscos: “Yo diría que

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INICIO el peor problema con el caracol gigante africano no es el caracol mismo sino las cosas que la gente hace para intentar controlarlo”. A continuación el texto reseñaba algunos de los métodos empleados en distintos países y momentos: “Introducir una especie nueva. El caracol carnívoro Euglandina rosea y un tipo de platelminto de Nueva Guinea han sido introducidos para tratar de combatir al caracol africano terrestre, sin embargo ambas criaturas son más destructivas que los caracoles y su impacto en la plaga es limitada [sic]”. “Destruir el campo. El caracol Theba pisana fue erradicado de California a principios del siglo xx con lanzallamas. Una opción poco popular entre los ecologistas”. “Matar a los caracoles con carnada. Este es el método que se usa en Florida, con fosfato de hierro, muy similar a lo que los jardineros usan para proteger la lechuga. Es un método que puede matar a caracoles nativos también”. “A mano. En Colombia los tratamientos químicos no son populares así que a los caracoles los recogen a mano, los congelan y los incineran. En áreas remotas los entierran en cal”. “El problema con cualquier programa de erradicación es lograr eliminar al último”, sostenía el investigador estadounidense. Y sentenciaba: “Uno puede deshacerse de un millón de caracoles pero si quedan tres, el problema sigue vivo”. Apenas comienzan a verse por estos días los primeros spots informativo/educativos en la televisión cubana alertando del CGA. El problema no solo está vivo, sino que goza de excelente salud.

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Murciélagos del oeste cubano JOSE MANUEL DE LA CRUZ MORA

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Destacados por ser elementos claves de los ecosistemas que habitan, los murciélagos actúan como polinizadores, dispersores de semillas, restauradores de bosques y controladores biológicos de poblaciones de insectos, a pesar de encontrarse dentro de los animales más vilipendiados del planeta. Con 26 especies vivientes, Cuba tiene la mayor diversidad de murciélagos de las Antillas, lo que convierte la Isla en un área importante en la conservación de este grupo. Las investigaciones llevadas a cabo en las Áreas Protegidas son imprescindibles para el logro efectivo del manejo y/o protección de las especies que en ellas habitan, y son la base para incrementar la conciencia e interés social en favor de la conservación de la biodiversidad. Gran parte de las fotos fueron tomadas en la caverna La Barca, la cual se encuentra bajo estricta protección por parte de las autoridades y cuerpo de Guardabosques del Parque Nacional Guanahacabibes.

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Pon tu teléfono horizontal Asegúrate de tener bloqueado el giro automático de tu pantalla


MurciĂŠlago Bigotudo Grande (Pteronotus parnelli). Foto tomada durante el ĂŠxodo nocturno en la caverna La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a Brock y Sherry Fenton. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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Murciélago Cubano Oreja de Embudo Grande (Natalus primus). Foto tomada durante una expedición de monitoreo al Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a EDGE Fellows program, ZSL y la Fundación Segré. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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MurciĂŠlago Cara de Fantasma (Mormoops blainvillei). Foto tomada durante el ĂŠxodo nocturno en la caverna La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a Brock y Sherry Fenton. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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Salón de Calor en cueva La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Foto tomada durante una expedición de monitoreo al Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a EDGE Fellows program, ZSL y la Fundación Segré. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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MurciĂŠlago Frutero Grande de Jamaica (Artibeus jamaicensis). Foto tomada durante el ĂŠxodo nocturno en la caverna La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a Brock y Sherry Fenton. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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Lago Interior en cueva La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Foto tomada durante una expedición de monitoreo al Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a EDGE Fellows program, ZSL y la Fundación Segré. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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Murciélago Frutero Grande de Jamaica (Artibeus jamaicensis). Foto tomada durante el éxodo nocturno en la caverna La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a Brock y Sherry Fenton. (Foto: José Manuel de la Cruz Mora).

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Murciélago Frutero Grande de Jamaica (Artibeus jamaicensis). Murciélagos descansando en su refugio diurno. Caverna El Francés, Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a Brock y Sherry Fenton. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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MurciĂŠlago Cara de Fantasma (Mormoops blainvillei). Foto tomada durante el ĂŠxodo nocturno en la caverna La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a Brock y Sherry Fenton. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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MurciĂŠlago Bigotudo Grande (Pteronotus parnelli). Foto tomada durante el ĂŠxodo nocturno en la caverna La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a Brock y Sherry Fenton. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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Salida Este en cueva La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Foto tomada durante una expedición de monitoreo al Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a EDGE Fellows program, ZSL y la Fundación Segré. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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MurciĂŠlago Frutero Grande de Jamaica (Artibeus jamaicensis). Foto tomada durante el ĂŠxodo nocturno en la caverna La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a Brock y Sherry Fenton. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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Pon tu telĂŠfono vertical


Murciélago Orejudo (Macrotus waterhousei). Foto tomada durante una expedición de monitoreo al Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a EDGE Fellows program, ZSL y la Fundación Segré. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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MurciĂŠlago Bigotudo Grande (Pteronotus parnelli). Foto tomada durante el ĂŠxodo nocturno en la caverna La Barca, Parque Nacional Guanahacabibes. Agradecimientos a Brock y Sherry Fenton. (Foto: Jose Manuel de la Cruz Mora).

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Diez preguntas y respuestas sobre los incendios en la selva amazónica ELAINE DÍAZ, GEISY GUIA

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1. ¿Por qué se iniciaron los incendios en la Amazonía? “El Amazonas se está quemando más en 2019 y la estación seca, por sí sola, no explica este aumento”, concluye una nota técnica del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM) publicada recientemente. Mientras el número de focos de fuego en la mayoría de los estados es el más alto en los últimos cuatro años, la sequía de 2019 es más leve que en años anteriores. Hasta el 22 de agosto se registraron 75 336 focos de fuego en el país, según el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil. La deforestación puede ser la causa principal de los incendios. “Los diez municipios amazónicos con los brotes de incendios más altos también fueron los que tuvieron las tasas de deforestación

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INICIO más elevadas”, refiere el informe. Los datos publicados por el Boletín Legal de Deforestación del Amazonas señalan que la deforestación en esta zona, hasta julio de 2019, tuvo un aumento del 15 % con respecto al mismo periodo del año calendario anterior. Brasil es también el país con mayor número de brotes de fuego en Suramérica.

Número de brotes de fuego acumulados por los países suramericanos entre el 1 de enero de 2019 y el 21 de agosto de 2019. (Fuente: INPE – Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais, 2019. Portal do Monitoramento de Queimadas e Incêndios).

En una entrevista con la DW, Carlos Nobre, especialista en sistema terrestre de la Universidad de São Paulo, dijo que “la mayoría de los incendios forestales en la Amazonía no son incendios forestales naturales, son inducidos por el hombre, generalmente por agricultores y ganaderos”.

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INICIO Varios estudios señalan que las causas de la deforestación están relacionadas con la combinación de diversos factores: la expansión agrícola, el comercio de madera, el crecimiento de la población y la construcción de carreteras y la ausencia de políticas públicas de protección ambiental.

La foto aérea muestra una porción deforestada del Amazonas cerca de Porto Velho el jueves 22 de agosto de 2019. (Foto: Ueslei Marcelino / Reuters).

2. ¿Qué se está haciendo para frenar los incendios forestales en esta zona? De los 141 municipios en Mato Grosso, solo 22 tienen unidades de bomberos. Y esas unidades han tenido que responder entre 30 y 40 llamados diarios, según informan medios locales.

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INICIO En el sur del estado Amazonas y en la región metropolitana de Manaus desde el 2 de agosto el gobernador en funciones, Carlos Almeida, había firmado un decreto que declaraba una situación de emergencia debido al impacto negativo de la deforestación ilegal y la quema no autorizada. Según el decreto, “la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (Sema) coordinará la articulación interinstitucional con las otras agencias públicas para la definición y ejecución de estrategias para combatir la deforestación ilegal y la quema no autorizada”. En el área boliviana de Roboré el presidente Evo Morales desplegó 400 soldados para controlar el fuego con seis cisternas de agua de 10 000 litros. Además, ordenó evacuar a las familias damnificadas y declaró que el fuego será “difícil de parar”. Este 21 de agosto, Morales autorizó la contratación de una aeronave Boeing 747SuperTanker, para paliar la emergencia forestal. Greenpeace Brasil cada año realiza monitoreos de sobrevuelos de la región amazónica. En 2018, mostraron al mundo “el daño que dejó el incendio entre los estados de Amazonas, Acre y Rondônia”. Durante la investigación, identificaron “brotes activos, especialmente alrededor y dentro de las áreas protegidas, como las tierras indígenas (TI) y las unidades de conservación, que representan un riesgo importante para su conservación”. Este año han presionado a las autoridades y denunciado, a través de sus canales de comunicación y en la prensa, “el progreso de la deforestación y el desmantelamiento de la política ambiental de Brasil”.

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INICIO 3. ¿Cuáles son las implicaciones de un evento de esta magnitud? Un efecto preocupante de la quema y los incendios es el deterioro de la calidad del aire, señala la nota técnica del IPAM. En las últimas tres semanas, las ciudades del estado de Acre se han enfrentado a la contaminación por humo, “con una situación crítica en los municipios de Assis Brasil, Manoel Urbano, Río Branco y Sena Madureira”. En total, las tasas de concentración de partículas “están muy por encima de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud”. Las consecuencias para la biodiversidad y las poblaciones que viven en la zona también serán graves. En una entrevista con AFP Paulo Moutinho, investigador del IPAM, dijo que en la Amazonía “las llamas recorren el suelo de la selva y su acción es suficiente para causar la muerte de árboles muy grandes, hasta dos años después del incendio”. “Los árboles muertos pierden las hojas y eso hace que haya más sol entrando en la selva”, añade Moutinho, “lo que provoca que esa vegetación se vuelva más inflamable. Si no hay nuevos incendios, se tarda varias décadas en recuperar la misma densidad. En algunas regiones, las zonas quemadas son invadidas por otras especies de zonas más áridas”. Martín Von Hildebrand, etnólogo, antropólogo a investigador del Amazonas, explicó a Mañanas BLU las consecuencias de los incendios para el ciclo del agua. “Desde el punto de vista del agua esto se vuelve un problema de seguridad nacional para los países amazónico-andinos […] porque se

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INICIO rompe el ciclo del agua que alimenta la Cordillera de los Andes”, dijo.

4. ¿Cuál es la situación de los bosques en la región amazónica? En junio de 2018 el Programa Regional Amazonía publicó un informe regional sobre la situación del bosque amazónico. Los datos, de 2015, señalaban que entre 2000 y 2015 el área de los bosques amazónicos había disminuido en un 0,28 % anual (cerca de 1,6 millones de hectáreas). Entre 2000 y 2017, la Amazonía perdió una extensión “equivalente a la superficie de Ecuador”, según publicó la plataforma MapBiomas Amazonía. Al mismo tiempo, creció la actividad agropecuaria. Para 2018, se habían construido más de 136 000 kilómetros de carreteras en la región de la Amazonía, de los cuales 26 000 están ubicados dentro de

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INICIO áreas naturales protegidas y territorios indígenas, señala un reporte publicado por Infoamazonía. “De este total, 16 900 kilómetros cruzan territorios indígenas y 9 100 kilómetros cruzan áreas naturales protegidas”. Es en estas áreas donde existe mayor deforestación y, por tanto, pérdida de vegetación. “Una parte importante de los fondos para la prevención de la deforestación de la Amazonía proviene del Fondo del Amazonas”, explica a Periodismo de Barrio Gustavo Faleiros, periodista de Infoamazonía. Este fondo “tiene como objetivo recaudar donaciones para inversiones no reembolsables en acciones para prevenir, monitorear y combatir la deforestación, y para promover la conservación y el uso sostenible de la Amazonía”. Sin embargo, las donaciones de los gobiernos de Alemania y Noruega fueron suspendidas tras un aumento en la deforestación en la selva tropical sudamericana. El 16 de agosto el gobierno de Bolsonaro suspendió el Fondo mientras “se discutían sus reglas”. En los últimos 10 años el Fondo aprobó más de 100 proyectos y desembolsó mil millones de reales para apoyar “proyectos que concilian la conservación del medio ambiente con el desarrollo sostenible de la región amazónica”. Las áreas naturales protegidas y los territorios indígenas ocupan más del 45 % de la Amazonía y representan las áreas más preservadas de la región. 5. ¿Qué podemos hacer como ciudadanos para ayudar a salvar la Amazonía?

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INICIO A pesar de que la solidaridad ha crecido durante la última semana en redes sociales y el tema se mantiene en la palestra pública, hay acciones específicas que pueden contribuir a que disminuya la deforestación en esta región. a) Modifica tus hábitos de consumo en relación con el papel, la madera y otros recursos que son extraídos de la Amazonía. Reduce, reutiliza y recicla. b) Infórmate. Aunque algunos de los efectos negativos de estos incendios ya son palpables, otros continuarán por varios años. Continúa leyendo las noticias sobre la Amazonía para que puedas sensibilizar a tu grupo de amigos y a tus familiares sobre la importancia de la conservación de este ecosistema y exigir a los políticos medidas más efectivas para la conservación de esta selva. c) Planta árboles e insta a otras personas a reforestar. Tomará muchos años incrementar la densidad de los bosques de la Amazonía y la tierra no puede esperar tanto por el oxígeno. d) Insta a los políticos a reconocer el derecho de los pueblos indígenas a decidir cómo manejar los recursos naturales de la Amazonía. e) Si puedes donar o conoces de alguien que pueda donar efectivo por ti, estas son algunas de las organizaciones que llevan varios años trabajando en la región brasileña y están canalizando el dinero en acciones de preservación y conservación. Dona lo que puedas, no importa si es solo una vez. Algunas concentran sus esfuerzos en monitorear los incendios y otras están trabajando directamente con las tribus indígenas que están perdiendo su hogar. (Amazon Conservation

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INICIO Association, Amazon Conservation Team, Amazon Watch, Rainforest Foundation US, Rainforest Trust, Rainforest Action Network). 6. ¿Cuáles son las principales afectaciones a la biodiversidad? Con más de 30 000 especies de plantas, la Amazonía es el hábitat de 2,5 millones de especies de insectos y más de 1 500 especies de aves. Unos 550 tipos de reptiles y 500 de mamíferos podrían sufrir también las consecuencias de los recientes incendios. El fuego, en muchos casos, los ha forzado a desplazarse y en otros ha eliminado poblaciones enteras de algunos de estos animales. Paulo Moutinho, especialista de la ONG IPAM Amazonía, adivirtió recientemente que el área de la cuenca amazónica deforestada equivale al tamaño de Francia y es casi un 20 % de la selva. Los incendios están aumentando esta cifra y sobre los espacios arrasados por el fuego amenaza con extenderse la bioma de sabanas brasileñas. Esto cambiaría la fisononomía de lo que hasta ahora se conoce como la mayor selva tropical. Cada año, en esta zona del planeta los científicos descubren nuevas especies biológicas y fomentan numerosas acciones para la conservación. En esta semana, según datos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), se han regristrado incendios en al menos 68 áreas protegidas. 7. ¿Cuáles son las fuentes que debo consultar para mantenerme informado?

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INICIO Para evitar propagar informaciones falsas te sugerimos que atiendas siempre a las fuentes que están emitiendo las noticias. Asegúrate de que citen agencias de noticias como Reuters, AFP, Xinhua o medios locales. National Geographic y BBC están generando excelente fotografías y videos sobre los incendios. Cuando la cobertura de los grandes medios haya disminuido, las ONG que han estado trabajando en la Amazonía continuarán generando información y dándoles seguimiento a estos sucesos. Puedes seguirlas en redes sociales. Twitter: IPAM Amazonía @IPAM_Amazonia Observatorio de Clima @obsclima Amazon Conservation @ACA_DC Facebook: @GreenpeaceBrasil 8. ¿Por qué se responsabiliza al Gobierno de Bolsonaro con la situación de crisis en la Amazonía? El año pasado, antes de ser nombrado presidente de Brasil, Jair Bolsonaro expresó su intención de limitar la creación de más reservas ambientales para los pueblos indígenas del país y anunció a modo de advertencia que saldría del Acuerdo de París contra el cambio climático debido precisamente a los desacuerdos sobre cómo debería protegerse el Amazonas. Hace apenas unas semanas, el 6 de agosto, el mandatario hacía una comparación muy polémica: “Con tecnología, en 20 años tendríamos en Roraima una economía próxima a la de Japón. Allí hay

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INICIO todo, pero el 60 % del territorio está inmovilizado con reservas indígenas y otras cuestiones ambientales”, según publicó la agencia EFE. De igual manera ha elegido ignorar los datos sobre deforestación e incremento de incendios que desde hace algún tiempo está emitiendo el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) y decidió destituir al director de esta institución científica. Con anterioridad había propuesto desintegrar el Ministerio de Medio Ambiente y fusionarlo con el Ministerio de la Agricultura. Recientemente, las exigencias del Gobierno Brasileño a Alemania y Noruega para modificar las normas que rigen el Fondo Amazonía generó serias fricciones. Al punto de que estos países retiraron todo el apoyo monetario al Fondo Amazonia, cuyo objetivo era “mejorar la gestión de zonas protegidas, controlar y fiscalizar el impacto al medio ambiente, promover actividades económicas sustentables y ayudar a la recuperación de áreas degradadas”. Mientras en la Amazonía se producen más de 2 500 nuevos incendios en 48 horas, Bolsonaro esperó hasta el 22 de agosto para decidir que ante la situación de emeregncia que vive el país era necesario desplegar fuerzas militares para combatir los incendios. La posición oficial del Gobierno brasileño no deja de ser preocupante y polémica. En la cuenta oficial de Filipe G. Martins (@filgmartin), asesor especial de la Presidencia para asuntos internacionales, este funcionario continúa tildando de histérico el discurso de los medios de comunicación y las ONG. La solución que él asegura “está en las

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INICIO manos de Brasil” se ha hecho esperar y ha activado las alarmas del grupo del G7. Tanto Francia como Alemania incluyeron en la agenda de este evento la “crisis internacional que se está viviendo en la Amazonía”. El presidente francés Emmanuel Macron anunció que pretende retirarse del acuerdo del Mercosur ya que considera que Bolsonaro mintió en la más reciente cumbre del G20.

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La guerra en las colmenas JESÚS JANK CURBELO

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Todavía están tranquilas. Zumban y vuelan entre las cajas mientras José Antonio, Andro y Luis Alberto descargan herramientas de una carreta acoplada a un tractor, a pocos metros de ellas. Después, cuando comience la humareda, se van a enfurecer y empezarán a atacar a lo loco, a tirarse como pequeños misiles contra los velos, bum, contra los guantes, bum, contra los sombreros, y si encuentran algún lugar blando donde clavar el aguijón, ahí mismo van a meterlo, a tambalearse un poco, a morir. En cada jornada mueren miles. Una guerrita de dos o tres horas que casi nunca ganan. Después de la humareda muchas abejas volarán kilómetros tras el olor a miel y habrá colchones de abejas muertas entre las cajas. El tractor había llegado de Cabezas, Matanzas, a las siete de la mañana y había parqueado en un claro en la finca La Isolina, bastante lejos del pueblo. José Antonio había llegado antes, en bicicleta. José Antonio López, 52 años, empezó en esto a los 10, echando humo, que es el trabajo de

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INICIO los principiantes. Su tío Pastor López había cogido a mano una colmena de un árbol en las lomas donde vive, en 1948, había hecho una cría en cajas rústicas y se había vuelto apicultor leyendo. En Cabezas, en aquel tiempo, no había panales artificiales ni tecnologías. No había tanto interés por la miel. La gente vivía de la agricultura. Pastor tenía una finca de diez hectáreas y sembraba frijoles, malanga, tomate, con su hermano Pepe, el padre de José Antonio. José Antonio hizo un técnico medio en cultivo de caña. Después su padre enfermó de los nervios y asumió el campo. Multiplicó las colmenas del tío e hizo las suyas.

José Antonio López Álvarez. (Foto: Marcos Paz).

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INICIO “Lo mío es echar humo”, dice Andro Pérez, de 16 años, y agarra la última herramienta que queda en la carreta. Explica que trabaja con un fuelle o ahumador, un mecanismo al que se le pone madera ardiente y suelta humo cuando se presiona. Esto hay que hacerlo colmena por colmena, al destaparlas. El humo atonta las abejas, las azora aunque no las daña. Cuando las colmenas quedan vacías se trabaja en calma. Con 12 años, Andro fue a castrar (sacar miel) con su primo. Salió con picaduras en la cara, se acobardó, pero le gusta esto, la apicultura. Así que hace unos meses conoció a José Antonio y le preguntó si podía ayudarlo los fines de semana. Mientras Andro se ajusta la malla que le cubre hasta los hombros, Luis Alberto Pérez está agachado, vigilando la pira donde arde la leña que irá al fuelle. Antes estuvo al timón del tractor, que es alquilado, por cierto (200 pesos/día). Luis tiene 68 años y, por su cuenta, lleva 15 o 20 con José Antonio. Aprendió en la marcha. Como todos, lleva pantalón por dentro de las botas altas, mangas largas, sombrero. Hay que dejarse poca piel afuera. Aun así, no hay día que venga al colmenar y no se vaya con 10 o 15 ronchas. Se acostumbró. Se quita el rejo y sigue. “Como el boxeo”, dice José Antonio. “Te duele y sigue”. Hay días en que las abejas están particularmente furiosas. Puede ser mal clima o que vinieron abejas de otras tierras a chuparles las flores. “Cuando se ponen así hay que dejarlas”, dice Luis, y luego cuenta que hace poco fueron a castrar con una yunta de bueyes. Las abejas cosieron a los bueyes, se les metieron hasta por los huecos de la

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INICIO nariz. Desde entonces, dice, alquilan el tractor. Lo de Luis es desellar y centrifugar panales. También viene solo de vez en cuando, a inspeccionar.

Castrar es un proceso que tarda horas. (Foto: Marcos Paz).

Las cajas tienen un fondo de madera que sirve como piso y una abertura del ancho de una tabla que se llama piquera, por donde van y vienen las abejas. La estructura se pinta con aceite y se tapa con cinc para que no entre lluvia. La lluvia es un problema. Las altera. Y a la miel no le puede caer agua porque le disminuye la densidad y mientras menos densa, la Empresa Apícola Cubana (Apicuba) la paga a menor precio. Esto responde a uno de los objetivos de calidad de la Empresa: “Reducir la humedad de la miel exportable desde la formación del lote a menos de 19,5 %”. Para medirla,

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INICIO desde 2012, Apicuba repartió refractómetros que José Antonio no usa demasiado. Sabe por experiencia que colmena bien cerrada no es húmeda. Los panales son marcos alambrados con láminas de cera que se colocan dentro de las cajas, uno sobre otro, como un edificio. Hay centímetros entre marco y marco. Las láminas vienen con agujeros que son como habitaciones vacías que hay que amueblar: la reina pone huevos en el piso de abajo; en los restantes, las obreras dejan la miel de la que todos se alimentan. Tapan con cera. El tapón de la cría es carmelita claro, el otro es blanco. Así se distinguen, porque a veces la reina también pone en otro piso, o aparecen obreras ponedoras si la reina está enferma. Estas obreras hacen puestas salteadas. La reina lo hace uniformemente. “Cuando uno revisa y ve que no hay puestas es que se perdió la reina”, dice José Antonio. “Entonces les pongo un panal con huevecitos del día, y como las obreras saben que están sin reina, la fabrican”. Fabricarla es elegir una cría y alimentarla desmedidamente. Para evitar este procedimiento, Apicuba las vende en 80 pesos. Las entrega en jaulas, listas para poner. Cada colonia tiene una reina y 60 000 obreras más o menos, en el caso de la Apis mellifera, que es la especie que tiene José Antonio. La abeja melipona o de la tierra forma colonias mucho más pequeñas. El zángano es el macho. Veinte años atrás, por la varroa, un ácaro que come abejas (“les chupa el abdomen”), José Antonio perdió más de cien colmenas. Fue con el tío al monte. Consiguió nuevas. Ahora para cuidarlas pone un cuadro sin lámina, es decir, de alambre

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INICIO solo, en el segundo piso de cada caja. Ahí la reina solo pone zánganos. La varroa solo se reproduce en celdas de zánganos. A este piso le llaman trampa. Cada 21 días, José Antonio desella y saca la plaga. Le enseñó Apicuba, que antes le vendía Bayvarol, químico alemán contra la varroasis, pero dejó de hacerlo. Le dijeron que porque contamina.

En la base de la colmena hay una pequeña abertura llamada piquera, por donde van y vienen las abejas. (Foto: Marcos Paz).

A las 7:30 Andro dispara el humo, José Antonio destapa y empieza la guerrita. Las abejas de la colmena uno, medio bravas, medio lelas, pinchan todo lo que encuentran. Otras huyen, se pierden por la finca. Vienen refuerzos desde las otras cajas, peligrosos escuadrones suicidas que lo mismo arremeten contra el hombre que contra la madera. Esto

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INICIO solo sucede cuando están particularmente bravas. Luis dice que la cosa se va a poner fea. En diciembre hay hambre en las colmenas. Salió campanilla morada, pero poca, y el hambre también las pone furiosas. En septiembre floreció el bejuco leñatero y esa miel se sacó a finales de octubre. Desde entonces no había habido castra y no va a volver a haber hasta febrero. Las floraciones buenas en esta zona eran de septiembre a marzo, que es la época del piñón florido, pero lo han arrancado casi todo. En julio y agosto hay hambre. Florece la verbena de conejo, pero ni tanto: las abejas mueren. José Antonio hace melado de azúcar y pone un pomo con huecos en cada colmena para que chupen. También quiere sembrar ajonjolí, que sale en agosto. Entre abril y junio donde único florece es en la costa. En la Ciénaga de Zapata, por ejemplo, a 45 kilómetros de Cabezas, esos son los meses de mayor acopio: la mitad de su producción anual. Pero Cabezas está lejos de costas. José Antonio va sacando cuadro a cuadro y los organiza en una carretilla. Cierra, abre otra, repite el proceso hasta terminar con las 22 cajas que hay en el claro, en dos hileras. Son ataques rápidos. Cada vez que destapa, aunque no da tiempo a que se vaya el humo, Andro aprieta el fuelle sobre la colmena así que trabajan en medio de una neblina pegajosa que sale de las cajas hasta el horizonte. Cuando hay 30 cuadros en la carretilla le toca a Luis: lleva la carretilla al desnatador, que es un barril cortado por la mitad, saca los cuadros y los desella con una cuchilla. Desellar es romper el edificio, sacar del cuadro las paredes de cera con

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INICIO todo y miel. Luego se centrifugan. La centrífuga separa la cera y vierte la miel en cubos. Los cubos de miel limpia van al barril, que tiene un colador en la boca, para quitar impurezas. Esta miel de campanilla morada, dice José Antonio, es clara y repugnante. La miel oscura y menos viscosa sale del leñatero. Oscura, aunque a la gente no le gusta, “tiene más propiedades”.

Luis Alberto Pérez va quitando la cera y la miel de los panales con una cuchilla. (Foto: Marcos Paz).

Hubo un tiempo, como a las 7:30, en que el tractor era un lugar de calma, un refugio donde se estaba a salvo de los zumbidos y de los pinchazos. Desde ahí, como desde una base militar en la que no dan los tiros, se podía ver la guerra en las colmenas pasivamente. Pero Luis empieza a desellar

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INICIO a tres metros de la carreta y una mancha de abejas arremete también contra el tractor, contra mí y contra un par de guajiros valientes que vienen a pedirle un pedazo de panal a Luis y que salen corriendo a tragar miel en el camino de tierra, muertos de risa, quitándose aguijones. A la una del día, cuando el tractor parte, una mancha de abejas parte con él, muchas de ellas muertas, pegadas al barril que trae la miel, y otras siguen volándole alrededor, chocando las cabezas contra el metal, tratando de traspasarlo. La sombra del sombrero en los ojos grises, zanjas en la cara por culpa del sol, manos encallecidas. Lo único que habla José Antonio son respuestas para mí, brevedades, líneas precisas. Después de que se bañe y se ponga un short, a las siete de la noche, va a estar campante, va a reírse un poco, va a tener nervios y músculos en el cuerpo. Ahora, mientras descarga el barril en el terraplén frente a su casa, sigue silencioso. En la sala hay dos sillones, mucho espacio y la bicicleta. En uno de los cuartos sus dos hijas adolescentes copian el Paquete. Su esposa médico, que no hace mucho llegó del consultorio, está fumando en el patio. Frente a la casa, en un cuarto de desahogo, José Antonio termina de acomodar las herramientas y Luis se despide, va a devolver el tractor. Hoy llenaron dos tercios de barril: unos 200 kilogramos. José Antonio va al patio, monta un caldero en un fogón y vierte la cera que sacó de la castra. La cera se cocina, sale líquida, se vierte en moldes hasta que se enfríe y luego se le vende a Apicuba, que paga el kilogramo en dependencia del color:

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INICIO amarilla, 42 pesos; oscura, 38 pesos. Cada barril de miel da poco menos de cinco kilogramos de cera. Luego Apicuba le venderá esa cera hecha láminas, a 4,50 pesos cada una. Le venderá las cajas (35 pesos), el cuadro (4,50), el rollo de alambre (18). Y el ahumador por 540, y una centrífuga de nueve panales, manual, “que no es muy buena”, a 5 020. Cada cuadro viene desarmado, hay que ensamblarlo y alambrarlo. Una cosa cansona que hay que hacer siempre porque muchos cuadros se rompen en la castra. Los barriles, que dicen Apicuba Cuban Honey, los dan vacíos. Los entregas llenos.

Los panales, luego de que se les saca la miel y la cera, son reparados y vueltos a usar. (Foto: Marcos Paz).

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INICIO —¿Se puede comprar abejas? —Hay quien lo ha hecho, pero es, por ejemplo, si muere un colmenero o si alguno quiere salir de ellas. Aquí un muchacho vendió sus abejas y se fue de taxista. —¿Quién pone el precio? —El que las va a vender. Pero ese precio no paga los materiales, porque el muchacho las vendió en cien pesos, y cuando tú te pones a sacar cuentas… José Antonio tiene tres colmenares en fincas de amigos y atiende el del tío: 150 colmenas en total. Ningún amigo le renta el espacio. Él les regala miel cuando le piden. Su plan anual de entrega es de 5,4 toneladas (18 barriles de 300 kg). Apicuba le paga el kilogramo a 17,90 pesos: 17 900 pesos (746 CUC) por tonelada. Antes de que el dinero llegue a sus manos le descuentan 895 pesos (un 5 %) para el presupuesto del Estado. Otros 358 pesos (2 %) para la Cooperativa de Créditos y Servicios José Antonio Echevarría, a la que pertenece. Según la Comisión Europea, en 2017 cada tonelada de miel se vendía a un precio de 2 226 euros (2 539 CUC al precio actual del euro) en ese mercado. En Cuba hay 186 000 colmenas que producen, como promedio, 8 000 toneladas de miel/ año y aportan unos 20 millones de dólares al país. Como a las cuatro José Antonio almuerza en un sillón en la sala y dice que no tiene a quién dejarle las colmenas cuando se ponga viejo, porque a sus hijas no les interesa. Que quiere ver si Andro las atiende. Le pregunto por qué esta mañana había llegado primero, en bicicleta, y dice que cada vez que toca castra se levanta a las cinco y consigue

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INICIO merienda para todos aunque hoy no merendaron, porque la cosa se les puso fea y había que acabar rápido. Tiene las manos llenas de picadas porque hoy, para que el fotógrafo y yo nos acercáramos, Luis y él trabajaron sin guantes. Le está engordando una roncha en la ceja porque en algún momento se le metieron dentro del velo. En medio de la humareda José Antonio soporta los pinchazos de la misma manera que el boxeador soporta los piñazos mientras está en el ring.

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Tres millones de cangrejos mueren durante la mayor migración de esta especie en Cuba ELAINE DÍAZ

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Cada año tres millones y medio de cangrejos rojos –Gecarcinus ruricola y Gecarcinus lateralis– mueren aplastados mientras transitan por la carretera que conduce desde Playa Larga hasta Playa Girón, en la provincia de Matanzas. Ocurre a finales de abril, durante varios días, cuando las primeras lluvias favorecen la migración desde el bosque hacia el mar en la etapa reproductiva de estas especies. Las muertes “no amenazan la supervivencia de estas dos especies prolíficas que no son endémicas de Cuba. Cada año vemos millones de cangrejos morir y al año siguiente regresan otros que sobrevivieron”, dijo este año a Reuters Jorge Luis Jiménez, especialista del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) que trabaja en la zona. Sin embargo, un reportaje publicado

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por el diario Juventud Rebelde en 2011 refleja la intención del CITMA de contrarrestar lo que considera “una catástrofe ecológica”. En 2008, el CITMA inició un proyecto de cooperación internacional para proteger las dos especies que contemplaba la construcción de túneles en la carretera. De acuerdo con el diario Juventud Rebelde, se contaba con dos variantes: “una con barreras a ambos lados de la carretera y otra con túneles y construcciones laterales en forma de C, por debajo del nivel de la carretera para impedir el paso de los cangrejos, aprovechando el talud de la vía”. Los túneles se situarían en el perímetro entre la Cueva de los Peces y hasta Punta Perdiz, uno a continuación del otro, para observar su efectividad. Las labores constructivas de este proyecto se estimaba que culminaran en la primera quincena de abril de 2011. No obstante, los cangrejos no utilizaron los pasos soterrados como se esperaba, según refiere un reporte de la televisión cubana publicado en 2014. Jiménez dijo a Reuters que “estos túneles que se hicieron hace unos cuatro o cinco años fueron efectivos pero hoy requieren de mantenimiento. Habría que hacer modificaciones constructivas pero no ha habido más financiamiento para continuar el proyecto”. Esa técnica se implementó por primera vez en Christmas Island, Australia, donde ocurren migraciones masivas similares. Para que los cangrejos utilicen los túneles, los australianos crearon una serie de barreras plásticas que colocaron a lo largo de la carretera. Como los cangrejos no pueden

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treparlas, deben entrar a los túneles. Hay, incluso, puentes para los cangrejos. “Los cangrejos harán lo que tengan que hacer para llegar a su destino, por lo que utilizarán los túneles o los puentes si las carreteras están bloqueadas por las barreras”, dijo Linda Cash, responsable de marketing de Christmas Island, a ABC.

Cangrejo rojo durante la etapa de migración en Matanzas, Cuba.

En la porción de la vía que une Cienfuegos con Trinidad, exactamente desde Yaguanara hasta casi la desembocadura del río Caña, Sancti Spíritus, ocurre una migración similar en igual periodo del año. En 2014 los especialistas en medio ambiente estaban trabajando para “colocar tubos que atravesaran la vía y barreras arquitectónicas que llevaran a los cangrejos hacia ellos”. Pero esta solución aún no se ha puesto en práctica, de acuerdo con Arle Castro, especialista del Centro Provincial de Vialidad, “porque el cangrejo no

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pasa por un punto determinado, sino que mueve a veces su recorrido”. Los cangrejos adultos caminan hasta la costa, se mojan en las aguas del mar, regresan al bosque y después de un tiempo vuelven nuevamente al mar, donde desovan. Los ejemplares jóvenes que no fueron consumidos por los peces y otros depredadores en su etapa larval y juvenil salen de la costa, cruzan nuevamente la vía y se internan en el bosque para convertirse en adultos, explica Yosmel González, especialista del CITMA, en un reporte publicado por el diario Juventud Rebelde en 2011. Estas especies de crustáceo alcanzan pocos milímetros y tienen hábitos nocturnos, dice González. Viven en terrenos cenagosos y sabanas, sus cuevas son inclinadas oblicuamente e interceptadas por otras en todas direcciones y durante el día se mantienen en la entrada de las mismas. No se utilizan para el consumo humano pero sirven de alimento a especies terrestres y marinas. Forman parte de la dieta de especies como el gavilán cangrejero, endémico cubano, y fabrican túneles que permiten la oxigenación y remoción de los suelos. Según un reporte de Juventud Rebelde, los habitantes de núcleos poblacionales como La Bajada, Pinar del Río, comían y comercializaban estas especies. El color rojo de este cangrejo se debe a la acumulación de tungsteno. “Si la ingestión de este cangrejo es frecuente existe el riesgo de que de forma acumulativa el tungsteno pase al organismo e incida en la disminución de la producción de espermatozoides, en el caso del hombre, así como diarreas y necrosis renal”, explica el diario.

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Las migraciones de cangrejos rojos también ocurren en la península de Guanahacabibes, Pinar del Río; en la carretera desde Baconao hasta Guamá, en Santiago de Cuba; en la porción de la vía que une Cienfuegos con Trinidad, Sancti Spíritus, y en un tramo del terraplén que conecta Gibara con Caletones, en Holguín.

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¿Cuál es el costo económico de la pérdida de biodiversidad? MABEL OLARDE AZPIRI

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Al menos hasta 2030 –dicen los documentos oficiales– no será sacrificada la diversidad biológica para favorecer el crecimiento económico. En los documentos producidos por sus dos últimos congresos, el Partido Comunista de Cuba (PCC) asume que el manejo adecuado de los recursos naturales y la conservación del medio ambiente contribuyen a alcanzar “el desarrollo integral del ser humano” en una “sociedad socialista próspera y sostenible”. Si expresáramos en términos matemáticos las consideraciones de esta organización política sobre el asunto, quedarían planteadas así: el uso racional de los recursos naturales y la conservación del medio ambiente son directamente proporcionales al “desarrollo socialista”. Como el uso racional de los recursos naturales y la conservación del medio ambiente dependen,

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INICIO entre otros factores, de la protección de la biodiversidad, se deduce que la importancia de esta variable será tomada en cuenta en la planificación, gestión y control centralizados de la economía hasta 2030. En realidad, a pesar de su mutua dependencia, nadie concibe que la relación entre protección de la biodiversidad y desarrollo sea lineal, directa y proporcional (aunque reducirla a una sencilla ecuación tenga alguna utilidad descriptiva). No obstante, cualquier sociedad que aspire a desarrollarse de manera sostenible deberá tener en cuenta los beneficios que aporta la diversidad biológica al bienestar humano, independientemente de su sistema político o económico, sus relaciones de propiedad o sus tradiciones culturales. Si para proteger la biodiversidad bastara con una razón tan poderosa como la admiración que despierta la belleza, no habría que temer la inminente destrucción de tantísimas formas de vida (algunas, aún sin descubrir). Es más, no habría que lamentar la disminución del 39 % de las especies terrestres entre 1970 y 2010, según el “Informe Planeta Vivo” (2014), de WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, por sus siglas en inglés). Una solución posible sería que los humanos dejaran de transformar el medio ambiente para satisfacer sus necesidades, si eso no significara negar la civilización misma. Por tanto, la única salida aparente es mantener el desarrollo de las sociedades sin acelerar la desaparición de las especies que todavía resisten en un entorno cada vez más caliente y contaminado.

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INICIO

Cocodrilo cubano en la Ciénaga de Zapata. (Foto: Alejandro Ramírez Anderson).

¿Quién garantiza que eso suceda en Cuba? La respuesta más simple: los ciudadanos cubanos, velando por la transparencia en la gestión de los ecosistemas, propiciando que circule información científica sobre el estado de las especies que habitan en el archipiélago y demandando rendición de cuentas sobre las acciones que se implementan para su conservación. Esos ciudadanos cubanos, según un sondeo citado en marzo por el periódico estadounidense The New York Times, “desean un crecimiento económico sólido”. Nadie, en su sano juicio, querría lo contrario. Ahora, ¿por qué es conveniente asegurarse de que ninguna fórmula de crecimiento económico sacrifique la diversidad biológica cubana? Los cálculos económicos suelen incluir únicamente aquellos bienes básicos producidos por los ecosistemas que se venden como materias primas. Sin embargo, los organismos vivos involucrados en

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INICIO la producción de esos bienes también son la base de otros servicios ofrecidos por los ecosistemas que no se compran en ningún mercado. De ahí que sea complicado valorar todo esto en términos monetarios. Paradójicamente, apunta la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (2005) de Naciones Unidas, casi todas las actividades económicas dependen de servicios que no aparecen en los métodos tradicionales de contabilidad como la polinización, la regulación del clima y de la erosión de los suelos, el control natural de enfermedades y plagas, la depuración del agua y del aire. Eso, sin contar con que dichos servicios ecosistémicos y otros tantos garantizan bienes imposibles de monetizar como la salud de las personas, su seguridad, su libertad de acción y de decisión. Por ejemplo, uno de los múltiples servicios que ofrecen las comunidades biológicas en su interacción con el medio físico es la protección ante inundaciones. El volumen de las pérdidas humanas y materiales causadas por una inundación permite hacerse una idea del valor de un servicio como este. Precisamente por la dificultad de representar el valor de este tipo de servicios en términos económicos, quienes justifican el sacrificio de la biodiversidad para obtener mayores ingresos suelen perder de vista una gran parte de los beneficios que ofrecen los ecosistemas y la escala de su influencia en el bienestar humano. Cuando se dice biodiversidad, no solo se habla de la cantidad de plantas, aves y mamíferos en

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INICIO un área sino también del número de organismos unicelulares, hongos, insectos y moluscos; de todas las formas de vida que aún no han sido descubiertas o estudiadas exhaustivamente; de la riqueza genética dentro de las poblaciones; de la pluralidad de hábitats; de la variedad de semillas que se emplean en los cultivos… La variación (aunque sea invisible) de cualquiera de estos parámetros tiene consecuencias impredecibles para el funcionamiento de los ecosistemas. Aumentar los niveles de ingresos poniendo en riesgo la diversidad biológica puede causar la transformación radical o destrucción de ecosistemas imposibilitados de renovarse naturalmente. Para evaluar las ganancias obtenidas mediante semejante alteración no es suficiente contabilizar el valor de los bienes y servicios comercializables que los ecosistemas aportan durante su explotación. También hay que restar las pérdidas provocadas por los otros bienes y servicios que dejan o dejarán de ofrecer, el costo de su restauración o sustitución y el impacto de todo esto en otras actividades económicas. Siguiendo una correcta evaluación, el pragmatismo de quienes piensan en términos de costo y beneficio podría ser crucial para la protección de la biodiversidad. Por ejemplo, el informe “Contabilidad de los ecosistemas y coste de las pérdidas de biodiversidad. El caso de los humedales costeros del Mediterráneo” (2012), de la Agencia Europea de Medio Ambiente, llama la atención sobre aquellos casos en que las economías nacionales reflejan los ingresos netos procedentes de la exportación de

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INICIO bienes sin registrar los costes por pérdida de biodiversidad o contaminación, “violando así los principios de doble entrada en la contabilidad”. Por eso propone internalizar estos costes ecológicos en las principales cuentas nacionales como una manera de allanar “el camino al desarrollo sostenible”. Estas ideas coinciden en algunos puntos con las de Danilo Urrea, facilitador regional de Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe y su preocupación ante los argumentos de gobiernos progresistas que continúan llevando a cabo grandes extracciones de recursos naturales con el objetivo de implementar una redistribución más justa de las riquezas. A partir de este enfoque, algunas experiencias en Cuba han validado modelos de uso sostenible de los recursos naturales en los sectores pesquero, agropecuario, forestal y turístico. Particularmente, el Proyecto Sabana-Camagüey, financiado por el Gobierno de Cuba y el Fondo para el Medio Ambiente (GEF), con la participación del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como agencia de implementación, ofrece soluciones interesantes a la necesidad de garantizar el sustento y el bienestar de las comunidades, mitigar los efectos del cambio climático y rehabilitar los ecosistemas (entre otras cuestiones). Este proyecto, que introdujo el concepto de valoración de costos e ingresos ambientales, otorgó protagonismo a la conservación de la biodiversidad para potenciar bienes y servicios

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INICIO ecosistémicos que impulsan el progreso socioeconómico de la región.

Aves de la Ciénaga de Zapata. (Foto: Alejandro Ramírez Anderson).

¿Cuál sería el valor de la variable biodiversidad en los cálculos de la Cuba posnoventa? Cuba alberga la más alta riqueza de plantas del Caribe, está entre las cuatro islas con mayor cantidad de especies vegetales a nivel mundial y constituye la región del Caribe Insular más diversa en cuanto a la fauna, pero el estado de vulnerabilidad de su biodiversidad es considerable. El cambio climático está afectando y afectará en el corto plazo los arrecifes coralinos y otros componentes relevantes de la biodiversidad marina, así como los manglares y bosques junto a la fauna que albergan, según el V Informe Nacional al Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) que presentó Cuba en 2014. Las especies exóticas invasoras, la contaminación y los incendios forestales

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INICIO son otras de las principales amenazas directas a la biodiversidad en Cuba. En enero de este año, el periódico Juventud Rebelde informó que “Cuba enfrenta una importante disminución de su diversidad vegetal” y que es la isla del Caribe con mayor porcentaje de su flora amenazada con respecto al total de plantas evaluadas. Según el Informe, entre los años 2009 y 2013 se realizaron múltiples acciones para implementar las obligaciones del CDB, del cual Cuba es país firmante. Entre los principales obstáculos estuvo la poca integración y racionalización de la protección de la diversidad biológica en otros sectores, la insuficiencia de recursos humanos en determinadas áreas de especialización, los vacíos de conocimiento y la no utilización plena de los existentes, la limitación en cuanto a los recursos financieros, la demora en la aprobación de los instrumentos legales, así como la escasa educación ambiental. En 2016, el PCC reconoció que la falta de cultura, sistematicidad y disciplina, junto a la carencia de enfoques integrales, han limitado la introducción de la dimensión ambiental en las políticas, planes y programas de desarrollo. En ese sentido, el “Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030” establece que el Estado “continuará impulsando el funcionamiento y fortalecimiento de los programas integrales de protección del medio ambiente, con acciones dirigidas a la gestión de las cuencas hidrográficas, los macizos montañosos, la diversidad biológica…”. En el momento en que se realizó el V Informe al CDB, Cuba contaba con el 75 % de las metas

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INICIO mundiales en un progreso de implementación catalogado de Alto y Medio. Sin embargo, entre las áreas donde se constataron pocos avances estaba precisamente la valoración económica de los servicios ecosistémicos. Sin esta estimación, resulta difícil saber el valor económico de la biodiversidad cubana ni el modo en que su protección beneficia directamente a todos los que desean el crecimiento económico del país. Los bosques, zonas costeras, ríos, lagunas, llanuras y montañas, incluida su diversidad biológica (exceptuando las tierras que pertenecen a los agricultores pequeños y las cooperativas integradas por ellos), se consideran medios fundamentales de producción y, por tanto, “propiedad socialista de todo el pueblo”. Aunque estos recursos naturales asuman “la forma de propiedad estatal” para su gestión y el Estado socialista actúe como representante, “sus legítimos propietarios comunes” son los ciudadanos cubanos. En su condición de propietarios comunes de los recursos naturales del país, los ciudadanos cubanos son responsables por “el cuidado de la propiedad social”. Pero, para serlo, primero deben conocer el valor de lo que poseen. De otra manera, es imposible ejercer plenamente el derecho de exigir y vigilar una gestión eficiente y responsable de esos recursos. No obstante, aunque no se conozca con certeza el valor económico de la biodiversidad, aunque su complejísima relación con el desarrollo humano desborde cualquiera de las ecuaciones que la mayoría somos capaces de imaginar, empezar por

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INICIO entenderla como una relación directamente proporcional puede contribuir –por lo menos– a tener una noción suficientemente pragmática de lo que vale la vida.

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Día mundial de la biodiversidad ALEJANDRO RAMÍREZ ANDERSON

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Pon tu teléfono horizontal Asegúrate de tener bloqueado el giro automático de tu pantalla


ColibrĂ­, Ecuador.

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Ardilla negra, Caracas, Venezuela.

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Garza, Nicaragua.

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Cocodrilo, CiĂŠnaga de Zapata, Cuba.

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Flamencos rojos, Municipio MartĂ­, Matanzas, Cuba.

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Ave de la CiĂŠnaga de Zapata, Cuba.

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Jutía conga, Ciénaga de Zapata, Cuba.

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Pon tu telĂŠfono vertical


Libélula, Municipio Martí, Matanzas, Cuba.

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Venado, PenĂ­nsula de Guanahacabibes, Cuba.

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Un zoológico congelado podría devolver a los animales extintos a la vida PERIODISMO DE BARRIO

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I. Que nadie diga “Parque Jurásico” Hace algunas semanas, una ballena jorobada llegó en una caja de FedEx. El Dr. Oliver Ryder abrió el frasco que contenía la ballena dentro del paquete. Usó las células para producir más células. Luego las congeló. “¿Y sabes lo difícil que es obtener una muestra de una ballena, legalmente?”. Es difícil. Hay reglas para este tipo de cosas, como el envío de ballenas a través de las fronteras nacionales. Sin embargo, cada día llegan más cajas llenas de ciervos, ibis, flamencos, tortugas del desierto, rinocerontes. Aquí son desempaquetados, se producen más células y luego van al zoológico congelado para guardarlas. Es modesto. Justo al norte de San Diego, en medio de la nada al interior del estado de California, se encuentra el Instituto del Zoológico de San

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INICIO Diego para el Estudio de la Conservación. El instituto es como cualquier otro edificio académico: bajo, silencioso, huele a productos de limpieza. El zoológico congelado en sí mismo es aún menos glamoroso. Una habitación llena de grandes tanques de acero congelados que se alimentan por tubos conectados ​​al vacío que bombean nitrógeno líquido. Cada vez que se abre uno de los congeladores sale una nube de humo. Dentro de los tanques están los animales. Ryder señala un tanque. Dice que contiene casi todos los individuos del zoológico congelado. Casi 10 000 de ellos. “Se comprimen en un espacio bastante pequeño”, dice. Cada individuo tiene las células divididas, colocadas en múltiples tubos. “La mitad de los frascos de un individuo está en ese congelador. Y la otra mitad está en un congelador en otro lugar, por lo que incluso si se destruye este edificio, no perderíamos la colección”. Ryder no revelará el paradero de este otro lugar. Diez mil individuos. Representan alrededor de mil especies y subespecies. En este tanque de acero de aspecto regular. “¿Y es del tamaño de un refrigerador?”, pregunta Ryder retóricamente. “Esa es la diversidad biológica vertebrada más densa del planeta”. Es un arca. En otras palabras, Ryder está construyendo un arca. Un arca en un congelador. La misión del zoológico congelado, dice Ryder, es preservar “un legado de vida en la Tierra” en el preciso momento en que la vida, en todas sus formas glamorosas, tediosas y desgarbadas, está desapareciendo de nuestro orbe a un ritmo alarmante. Estamos perdiendo grandes mega-faunas

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INICIO carismáticas como los elefantes. También soldados vitales como las abejas. Y, cada vez más, seres humanos. Nos estamos quedando sin agua, sin comida, sin abejas. Nos estamos quedando sin la vida que produce otra vida. Se va. Quizás nos vayamos. Por eso Ryder está construyendo un arca. Algunos de los animales cuyo material genético está almacenado en el arca todavía están aquí en la Tierra, vivos, caminando. Muchos han muerto hace tiempo. Algunos representan especies en peligro de extinción: como el antiguo caballo de Przewalski, que se ve, con su larga cabeza cuadrada y ojos apacibles, como una pintura rupestre viviente. Una especie en el zoológico congelado, el po’ouli, un ave hawaiana corpulenta, está extinta. El único lugar en el que vive —vive probablemente no sea la palabra correcta, o al menos no todavía— está aquí, en el zoológico congelado. ¿Para qué es el arca? Eso depende de cómo lo mires. Desde un ángulo, es un museo: un catálogo de lo que tenemos —o, cada vez más, de lo que teníamos— aquí en la Tierra. Con un microscopio, es el Met. Desde otro ángulo, es un recurso de investigación. Este es su uso principal. “Hemos enviado miles de muestras a cientos de investigadores”, dice Ryder, con su alegre barba y su chaleco polar, su camisa a cuadros y sus pantalones anchos. “No es una cápsula del tiempo. Se usa”. Pero el zoológico congelado también tiene un tercer propósito. Durante un tiempo, a Ryder no le gustó hablar sobre este hecho. Los visitantes venían al zoológico y decían palabras como “Parque Jurásico”. Hacían las preguntas obvias sobre cómo devolver a los animales a la vida, animales muer-

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INICIO tos si no fuera por las células y el ADN que viven en el zoológico congelado. ¿Es eso posible? ¿O lo será, algún día?

Un zoológico en una caja: 100 tubos —uno con un rinoceronte blanco del norte adentro— y varios miles más como ellos almacenados en congeladores fuera de San Diego. (Foto: GQ).

“La gente nos pregunta sobre eso”, dice Ryder. “Evité esa pregunta porque la consideraba espuria y no quería lidiar con el sensacionalismo. Quería familiarizar a la gente con los problemas reales de tratar de salvar especies hoy, no con soluciones de fantasía para el futuro”. Una larga pausa. “Pero ha habido una especie de convergencia, y la tecnología se ha desarrollado”.

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INICIO Entonces, sí, el tercer propósito del zoológico congelado es este: la resurrección. Reanimación. Como quieras llamarlo. (Nadie en el zoológico congelado, nadie en alguna parte, con algún tipo de formación científica seria, lo llama de estas maneras. Si tienen que decir algo, dicen de-extinción). La tecnología existe. Para crear clones, básicamente —esto significa tomar las células todavía vivas de un animal muerto de una especie muerta y reprogramar esas células en esperma o huevos. Combinar esperma y huevo. Poner ese huevo fertilizado en un huésped sustituto, que luego dará a luz. Tomar lo que estaba muerto y se fue y darle vida nuevamente. Los científicos lo han logrado con un ratón —desviaron sangre de la cola de un ratón, extrajeron glóbulos blancos, los convirtieron en células madre y crearon un nuevo ratón. “Ha sido el reino de la ciencia ficción, pero aquí lo tenemos, aquí se usa y ahora estamos decidiendo qué haremos a continuación”, admite Ryder a regañadientes. “Cada generación actual entiende que no pueden recuperar lo que se perdió, ¿sabes? Luego atraviesan su propio sentido de pérdida. Podemos mitigar algo de eso”. Imagina: a través de la historia, las cosas simplemente desaparecen a nuestro alrededor. La estimación común es que el 99 % de lo que ha existido en esta Tierra se ha desvanecido. Más de 5 mil millones de especies desaparecieron para siempre. Ese proceso ahora se está acelerando a una velocidad aterradora, debido a nosotros. Tanta pérdida que supera nuestra capacidad de dolor, si eso tiene sentido. ¿Pero por cuánto tiempo? El

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INICIO mundo se está encogiendo, acercándose a nosotros. La vida se está desvaneciendo. Nadie ha reunido sistemáticamente el material que podría usarse para recrear esa vida, dice Ryder, sentado en su oficina un cálido día de marzo. “Esta es la primera vez. Si avanzamos mil años o diez mil años: ¿qué va a significar eso para la estructura de la vida en nuestro planeta? No creo que sea una nota incidental. Creo que va a tener una gran utilidad”. El retorno de los ecosistemas perdidos. Abundancia que prevalece, contra todo pronóstico, sobre la escasez. La humanidad no moriría en masa, incluso. La realidad, nuestra realidad, es simple: sigamos adelante como lo hemos hecho y pronto ya no habrá más nosotros. Pero, ¿y si pudiéramos revertir el efecto de la marea? ¿Recuperar lo que hemos perdido antes de perdernos? II. Breve historia de las cosas perdidas

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INICIO La extinción es antigua, pero también es nueva. (No se preocupe, podemos contar todo esto en un párrafo). A lo largo de la década de 1700, los científicos encontraron trozos de esqueleto fosilizado en el suelo que no tenían sentido, no tenían un corolario en el planeta que pudieran encontrar. Thomas Jefferson, por ejemplo, estaba obsesionado con el mastodonte. Siguió tratando de ponerle las manos encima a algunos huesos. Pero también asumió que la criatura todavía estaba viva, en algún lugar del interior de los Estados Unidos. Esperaba que Lewis y Clark encontraran uno. La idea de que cosas como los mastodontes y los mamuts podían parpadear y luego desaparecer era contraria a Dios, tal como lo entendían él y otros. Incluso Charles Darwin no creía que las cosas acabaran y desaparecieran; imaginó que evolucionaban, mejoraban y se evolucionaban naturalmente hacia su siguiente forma. Fue necesario un escéptico parisino, Georges Cuvier, para plantear la existencia de espèces perdues: especies perdidas. Eso fue justo alrededor de 1800. (Como dije: un párrafo). Así que solo han pasado 200 años, en realidad, desde que cualquier persona en este planeta haya tenido que estar consciente de que algo que aman, o temen, o dan por sentado, o que cazan para comer, puede desvanecerse algún día y nunca más volver. Y durante la mayor parte de esos 200 años, la humanidad ha vivido anestesiada. Sí, las especies pueden extinguirse, pero en la gota del tiempo geológico que es una vida humana, ¿cuáles son las probabilidades? Por un tiempo, no muy alto. ¿Pero ahora? ¿Después de los automóviles, aviones y aires acondicionados y la gran

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INICIO depredación de nuestras selvas tropicales? ¿Después de Amazon y SUV y tu hijo de 6 años que desarrolló el gusto por el atún rojo crudo? Jodidamente alto. Las cosas lucen sombrías allá afuera. En este momento, los koalas de Australia, cuyos números ya están disminuyendo, sufren una epidemia de clamidia debilitante que podría afectar al resto. En los últimos 30 años hemos perdido aproximadamente la mitad del coral en la Gran Barrera de Coral. El pequeño camión blindado que es el pangolín chino —cuyas escamas de queratina se rumorea que ayudan a las mujeres a lactar— se está extinguiendo por la caza furtiva. Estamos perdiendo nuestras mariposas. Solo quedan unos 40 leopardos Amur en Rusia. Tal vez 40 guepardos asiáticos en Irán. Cuatrocientos linces ibéricos. La bala que terminó con la vida del meme de Internet Harambe también se llevó a uno de los gorilas de las tierras bajas occidentales que quedaban. El saola, las tortugas reales y ciertos lémures no lo lograrán. A nuestro alrededor, en nuestros platos, en nuestros patios traseros y en nuestras vacaciones de ecoturismo en la Antártida, todo se desvanece. No somos la primera generación que crece con este conocimiento, pero podemos ser los primeros en verlo realmente pasar. Pero… ¡eso es solo una lista de animales!, dices. Clamidia, ¡jaja! Puede que no te importe, es tu derecho. A la mayoría de nosotros no nos importa. (Aunque hagamos una pausa para notar eso: la reacción inevitable, que no te importe. De la misma manera que cuando te estás ahogando, después de cierto punto, ya no piensas en el aire).

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INICIO Pero considera por un segundo: un lugar que amabas y al que nunca más podrás volver. Un sabor particular, algún recuerdo sensorial de una costa lejana. Las infinitas posibilidades que el mundo tiene para ofrecer se vuelven finitas. Debido a nosotros.

Tomemos como ejemplo el rinoceronte blanco del norte. Un estudio clásico de las muchas formas en que los humanos pueden hacer que algo desaparezca. Una vez, los blancos del norte — con poca visión, torpes, pacíficos, una de las dos subespecies de rinocerontes blancos, junto con los blancos del sur— vagaron por gran parte de África Oriental y Central. Pero fueron cazados furtivamente. El cuerno del rinoceronte se ha usado en la medicina tradicional china durante siglos, como cura para la fiebre, la gota, las mordeduras de serpientes, la intoxicación alimentaria y la posesión demoníaca. Lo trituran o lo convierten en polvo, lo beben con agua hirviendo. En Vietnam lo usan para curar las resacas. Más recientemente, el cuerno se ha convertido en un símbolo de estatus,

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INICIO una forma ostentosa de poseer lo que el resto de nosotros no podría o no se atrevería a poseer. A finales de la década de 1970, algunas estimaciones situaban la población blanca del norte en estado salvaje en un número tan bajo como 15 animales, todos agrupados en el Parque Nacional de Garamba, en lo que hoy es la República Democrática del Congo. Las iniciativas contra la caza furtiva los trajeron de vuelta, brevemente, antes de que desaparecieran debido a funcionarios corruptos del gobierno, grupos de milicias de Darfur y organizaciones rebeldes como el Ejército de Resistencia del Señor de Joseph Kony. Los rinocerontes quedaron atrapados allí, en el Congo, mientras los humanos luchaban. Algunas veces sus cuernos ayudaron a financiar la lucha. A principios de la década de 2000 solo quedaban unos pocos. El último blanco del norte fue avistado en Garamba en 2006. Ahora han desaparecido de la selva, y casi de este planeta.

(Foto: San Diego Zoo Global).

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INICIO Solo quedan tres. Tres. El cuarto, Nola, solía vivir aquí, justo al lado del zoológico congelado, en el Parque del Zoológico de San Diego. Murió en noviembre pasado, a la edad avanzada de 41 años. Cuatro o cinco décadas es lo que vive cualquier rinoceronte blanco. El trío se encuentra en una reserva natural de Kenia llamada Ol Pejeta: Najin, Fatu y el último rinoceronte blanco del norte de la Tierra, Sudán. No han podido reproducirse. (También se debe decir que son familia: Najin es la hija de Sudán, Fatu su nieta. El incesto es su mejor defensa contra la extinción. Piensa de eso lo que quieras). Sudán tiene 43; su conteo de esperma es peligrosamente bajo. En 2015, los médicos determinaron que ninguna de las dos hembras era capaz de reproducirse. Tal vez el piso de concreto del zoológico donde vivían antes de llegar a Ol Pejeta les rompió las caderas. La Dra. Barbara Durrant, directora de fisiología reproductiva del Zoológico de San Diego, que también trabaja en el zoológico congelado con Ryder, está intentando una solución in vitro —esperma del blanco del norte y tejido ovárico del blanco del norte cosechado de los blancos del norte vivos se combinan en un embrión fertilizado y luego vuelven a implantarse en una de las dos hembras. Están practicando en los blancos sureños ahora. Pero todavía hay mucho misterio sobre los ciclos reproductivos de los rinocerontes. “Nunca se ha intentado la transferencia de embriones en ninguna especie de rinoceronte”, dice Durrant. Y el tiempo se está acabando. Son fantasmas. Incluso ahora están desapareciendo en lo que se conoce como el vórtice de

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INICIO extinción: “la idea”, explica Ryder, “de que una población puede estar condenada al fracaso, pero todavía hay una gran cantidad de ellos por ahí. Los números se hacen más pequeños y se convierte en un ciclo repetitivo. Como el agua que se va por un desagüe: es determinista. O una masa entrando en un agujero negro. Una vez que alcanzas el vórtice, estás fuera de aquí”. Los blancos del norte están fuera de aquí. III. Cómo traerlos de vuelta Digamos que la fertilización in vitro falla. Digamos que los blancos del norte han llegado al límite. Aquí es donde realmente interviene el zoológico congelado. Comienzan con las células. Tienen que recogerlas. Entonces, primero limpian la piel: afeitan una pequeña parte del animal, idealmente mientras está vivo y anestesiado. Luego, como explica Ryder, “usan pinzas esterilizadas y un bisturí y toman una pequeña porción”. No tiene que ser más grande que un grano de arroz. Luego se toma ese material y se hace una suspensión celular de él, lo que significa, básicamente, que se ponen esas células en frascos, en un caldo que está diseñado para que se multipliquen. Se llena un frasco y luego se divide la suspensión por la mitad y se colocan en dos frascos. “Uno se convierte en dos, dos se convierten en cuatro”, dice Ryder. Pronto, “tenemos suficiente para congelar ocho frascos”. Las células multiplicadas en los frascos se llaman fibroblastos, el tejido conjuntivo común que compone a todos los animales, incluidos nosotros los seres humanos. Ahora, se reprograman

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INICIO esas células en lo que se conoce como células madre pluripotentes inducidas. “Eso significa que se ha tomado esa célula y se ha revertido el tiempo hasta convertirlas en una célula madre”, dice Durrant. “Por lo tanto, no puede hacer lo que realiza el cuerpo, pero contiene las tres capas germinales que verías en un embrión temprano”. Una de esas capas germinales es lo que eventualmente se convierte en esperma o huevos. “Es muy complicado, en cada paso del camino, y hay muchos pasos”, dice Durrant suavemente, leyendo la expresión de total incomprensión en mi rostro. Pero la esencia es: recoger la célula, convertirla en una célula madre, decirle a esa célula madre en qué debe convertirse y cómo. A saber: esperma y huevos. Finalmente, la parte fácil de todo este difícil ejercicio de jugar a ser Dios: tomas esos espermatozoides y óvulos, combinarlos, luego fertilizar e implantar el huevo en un sustituto, algo cercano al original, como un blanco sureño. El blanco del sur da a luz a un blanco del norte. De las células, la vida. De la vida, más vida. Los rinocerontes parpadean. Ellos me guiñan el ojo nuevamente. IV. Vida y muerte en el vórtice de extinción El zoológico congelado es un monumento y una fuerza contra el vórtice de extinción. El zoológico y su personal se encuentran al borde de la existencia, ese límite tenebroso donde las cosas están vivas y muertas, donde la flecha podría apuntar en ambos sentidos. Todos los doctores en el zoológico tienen historias sobre cómo trabajar en

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INICIO esta triste zona. Cómo fue estar allí cuando murió Nola, por ejemplo. Los blancos del norte son de particular interés para los investigadores del zoológico congelado. Durrant trabaja habitualmente con especies al borde del abismo. Ella es pecosa, amable, franca. “Hubo un montón de dolor” cuando murió Nola, dice.

Rafetus swinhoei.

Su otra pasión es la tortuga de concha blanda gigante del río Yangtze. Rafetus swinhoei. Se sabe que solo quedan dos, ambos en el Zoológico de Suzhou, ambos con más de 100 años. Durrant está trabajando para lograr que se reproduzcan. “Hubo un macho adicional en Vietnam que murió hace algunos meses. Desafortunadamente, a nadie se le permitió recolectar su esperma, por lo que no se guardó nada. Hubo mucha superstición. Mientras ese animal estaba vivo, todo estaba bien en

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INICIO el país. Cuando murió, política, social y espiritualmente, las cosas cambiaron. A nadie se le permitió cortar el animal. A nadie de afuera se le permitió hacerlo, y ellos no estaban dispuestos a hacerlo porque había mucha superstición al respecto. Un veterinario había hecho algo con uno de esos animales en el pasado, y en 24 horas sufrió un accidente de motocicleta y perdió la mano”. La tortuga vivía en un lago. “Estaba solo, era reverenciado”. Era sagrado. Estaba fuera de discusión que no podríamos hacer nada. Nadie tenía permitido tocarlo. Incluso después de muerto no se nos permitió tocarlo. Durrant sabe que no todos comparten su amor por nuestros hermanos animales. “Creo que la gente habla de eso de manera abstracta, pero no están conectados con esos animales. No lo sienten de la manera en que lo hacemos nosotros”. Pero su declive, dice ella, es “una señal de lo que está sucediendo”. Va a suceder cada vez más. Las especies disminuyen de 1 000 a 500 a 100 a 10 a 5, y rodean el borde del vórtice de extinción como ya lo están haciendo los blancos del norte. Si abrimos el ángulo de visión, todos podríamos estar yendo hacia allí. Justo al borde. Quería sentir cómo se veía ese estado intermedio: vivo pero ya desaparecido. Y quería entender el increíblemente caro y discutiblemente valioso esfuerzo humano para salvar a los rinocerontes y a sus compañeros en peligro de extinción. El trabajo de Ryder y Durrant es controvertido. “El zoológico congelado básicamente está reorganizando las tumbonas del Titanic”, dijo el eminente científico de Stanford Paul Ehrlich a The Washington Post

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INICIO el año pasado. El argumento de Ehrlich —y dista mucho de estar solo— es que todo esto es un desperdicio: todo ese dinero, energía y tiempo, tal vez para salvar un puñado de animales. ¿Por qué no redirigir esos recursos para presionar al Congreso o preservar los hábitats que se reducen rápidamente? También hay un trasfondo psicológico de escepticismo: si les dices a los humanos vagos que podemos traer a estos animales de vuelta, ¿alguien trabajará para salvarlos en primer lugar? No. Los comeremos al doble de la velocidad, usaremos sus cuerpos en combustible para aviones a fin de que podamos tener unas cuantas millas más de viajero frecuente y contaremos con la ciencia para salvarnos cuando ya no estén. La ciencia será como: Nah, a la mierda. Además, cualquiera que estudie estas cosas en serio sabe que la hazaña divina de la de-extinción es solo el primer paso de muchos. Que traigan de vuelta al pájaro dodo y esto es lo que seguramente pasará después: un ser humano enviará a ese animal de regreso a la extinción. Luego construirá una plataforma petrolera en la parte superior de su hábitat. Para rescatar verdaderamente a las especies de la extinción debemos salvarlas no solo a ellas sino también a las condiciones que les permitieron vivir en primer lugar. Necesitamos devolverles el mundo que estamos destruyendo. Desde esta perspectiva, la humanidad —codiciosa, violenta, derrochadora— necesita tanto de un reinicio como los blancos del norte. Más aún, incluso. Este es el quid del argumento anti-zoológico congelado: ¿No deberíamos arreglarnos antes de arreglar algo más?

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INICIO Compré un boleto de avión de Los Ángeles a Amsterdam a Kenia. Quería ver a los rinocerontes antes de que se fueran. Por lo que representaban, ciertamente. Pero también solo para verlos. Mirar algo que desaparecerá antes que yo. Decenas de miles de galones de combustible para aviones que destruyen el hábitat y destruyen el planeta sin más motivo que el que acabo de dar. Como dije: humanidad. Hay algo roto allí. V. El último macho La mañana se acerca en la somnolienta terminal del aeropuerto de Wilson, el calor ecuatorial flota en la brisa. Anoche, entré por el otro aeropuerto de Nairobi, Jomo Kenyatta International, una mancha baja en la oscuridad. No condujeron por la ciudad, con todos los semáforos apagados. Ahora, a la luz del día, el cielo es de un azul grisáceo parecido al mármol. La pista de aterrizaje de Wilson es solo un par de rectángulos lineales de asfalto, tierra y pasto, que se desvanecen rápidamente bajo los neumáticos de un avión tambaleante de propulsión gemela. Ol Pejeta está al norte de aquí, en Nanyuki, más allá del Parque Nacional de Nairobi, sobre los techos oxidados y los caminos de barro del barrio marginal más famoso de Kenia, Kibera, y luego, donde la ciudad da paso a casas con piscinas y canchas de tenis, y luego a las granjas de flores. En línea recta con el Monte Kenia, enterrado bajo una erupción de nubes. La tierra debajo es verde, amarilla y roja como la estera de un niño.

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INICIO Los blancos del norte en Ol Pejeta no son nativos de Kenia. Fueron traídos aquí desde el zoológico de Dvu˚r Králové en la República Checa —cuatro de ellos, en 2009— en un esfuerzo por hacer que se reprodujeran en un entorno que se parece al que, desde un punto de vista evolutivo, es de donde provienen. Esto no sucedió. Uno de los cuatro rinocerontes, Suni, murió en 2014, dos años después de haber logrado aparearse (ay, en vano) con Najin, la hembra mayor del grupo. Su muerte dejó a Sudán, ahora con 43 años, como el último macho de su tipo. Nabire, una hembra de rinoceronte blanco que permaneció en Dvu˚r Králové, murió en julio de 2015. Unos meses más tarde, en San Diego, Nola siguió a Nabire. Los tres blancos del norte restantes de la Tierra están todos en Ol Pejeta, esperando ser salvados, o desaparecer, o ambos. El ecuador divide en dos la ciudad de Nanyuki. Ol Pejeta está un poco más allá, bajando por un camino rocoso y lleno de barro, pasando por bares y pubs, heladerías, cafeterías, salones de belleza, todo en las mismas chabolas bajas. Tim, el frío naturalista y guía que me recibió en el aeropuerto en un destartalado jeep verde, y yo, avanzamos, esquivando cabras y vacas, serpenteando las granjas fuera de la ciudad, el camino bordeado de plantas verdes y naranjos. A la entrada de Ol Pejeta hay una foto de un guardabosques armado y un letrero, ahora deprimentemente obsoleto: “¿Podrías ser un guardaespaldas de rinoceronte? Vea lo que se necesita para proteger a tres de los últimos cuatro rinocerontes blancos del norte que quedan en el mundo”.

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INICIO Ol Pejeta es un parque de safari, parece salvaje pero no es realmente salvaje, a menos que cuentes a los turistas chinos que descargan sus Nikon en cada elefante que pasa desde la relativa seguridad de un Range Rover de neón verde. Es asombroso, francamente, la gran abundancia de animales que hay aquí: antílopes anaranjados y pandillas de búfalos se enfrentan unos a otros en charcos de agua. Hay elefantes flacos con orejas de mantarraya, sus pieles como mapas topográficos. Impalas adornados con una sombra de ojos violeta. Un desaliñado y sarnoso jabalí. Todo es tan verde que vibra. En cierto modo, me deleito por un segundo, rodeado de tantos seres vivos diferentes, y luego me siento culpable, débil y poco profesional por hacerlo. Imaginé a los blancos del norte en algún lugar aislado, remoto. En algún lugar sagrado. No aquí, en este estanque repleto de abundancia semiartificial, que se exhibe para los grupos de turistas que tratan de armar un conjunto completo de lo que la gente llama los Cinco Grandes —león, elefante, búfalo, leopardo, rinoceronte— antes del almuerzo. Los rinocerontes se encuentran más allá de una valla de acero en el extremo este del parque, junto a cuarteles cuasi militares donde viven sus cuidadores y los guardias de seguridad. Uno de sus guardianes, James Mwenda, nos está esperando en la entrada. James es joven y sonriente y usa los uniformes verdes de la reserva. Solía ​​ser un portero en el Monte Kenia, donde descubrió que amaba a los animales. Él quería ayudar a protegerlos. Ahora está aquí. Durante el día cuida de los

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INICIO rinocerontes y por la noche sale a patrullar con un rifle. No está claro exactamente cuándo duerme. Los rinocerontes en Ol Pejeta tienen guardias armados que los cuidan las 24 horas del día, los siete días de la semana. Esta es una cuestión de necesidad real y sangrienta. En todas partes, en el aeropuerto de Wilson, se colocan letreros: no hay marfil a bordo. Manos fuera de nuestros elefantes. Los cazadores furtivos persiguen elefantes, rinocerontes. Cualquier cosa con marfil o un cuerno de queratina adherido es un flagelo en Kenia, incluso cuando los animales son respetados, reverenciados. Ellos los tienen en su moneda. Pero también tienen un problema masivo de delincuencia organizada: cuando los cazadores furtivos llegan, vienen armados con helicópteros, gafas de visión nocturna y armas aterradoramente avanzadas, financiadas en gran parte por grupos delictivos. Alrededor del 30 % de los elefantes de África fueron asesinados solo entre 2007 y 2014. Entonces James y sus compañeros de trabajo devuelven el arma. “Si un cazador furtivo viene con un AK-47”, dice de forma práctica, “esperemos que el patrullero tenga un G3 o una ametralladora”. Un G3, explica, es el próximo rifle que tiene tanta potencia de fuego como el AK-47. Los guardabosques de vida silvestre no son policías; no están buscando hacer arrestos. Los cazadores furtivos son rescatados; luego salen bajo fianza. “Si miras la forma horrible en que matan a estos animales para obtener el cuerno, no tienen compasión”, dice James. Entonces, los guardaparques hacen lo que tienen que hacer para proteger lo que les está encargado proteger. “Si tuviera la

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INICIO oportunidad de emitir un veredicto, diría que estas personas son despiadadas. No merecen ninguna misericordia”. Eso es por la noche. Durante el día, alrededor de los rinocerontes, James tiene mucho tiempo para pensar. Él tiene un vínculo particular con Sudán. El trabajo es estimulante pero también deprimente. “No veo que Sudán disfrute más de la vida”, dice. “El hecho de que él es el único que queda, no es una vida encantadora. Saber que eres el último macho en pie, es realmente triste”. Tim y yo nos quedamos allí en la puerta, asintiendo. “¿Quieres verlo?”, pregunta James. VI. Del tamaño de un Volkswagen Los blancos del norte tienen 700 acres propios aquí. Están cercados, no solo por su propia protección sino también porque son animales de zoológico: morirían en la relativa selva de Ol Pejeta, con o sin asistencia humana. Sudán, viejo y decrépito, está separado aún más: vive solo, en 15 acres, por lo que no se deja intimidar por los otros dos, o tiene que caminar demasiado lejos en cualquier momento dado. Estoy estancado aquí. ¿Cómo describirles un fantasma? Bien, bien: no les diré que era hermoso. La primera impresión fue de una excavadora del color de la sombra, un borrón del tamaño de una motocicleta que se avecina debajo de una acacia alta y espinosa de largas ramas. Las orejas de Bugs Bunny, cómicas y atentas, están bordeadas por un ligero halo de pelo. Un golpe en el cuello no muy

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INICIO diferente del bulto fálico en la cubierta de Sticky Fingers. Pestañas extrañamente delicadas de los años 40. Yacía con la barbilla en el suelo, mirando tristemente hacia adelante, con los mocos saliendo de su nariz. La apariencia general era la de esas rocas que encuentras en los parques nacionales, en las que alguna persona antigua ha grabado algo, y ahora ese algo se ha desvanecido. Un mensaje que no puedes leer. James nos estaba haciendo señas a Tim y al animal. No estaba preparado para esto. En realidad puedes tocarlo. Él es viejo y está domesticado. Es indiferente. Ciego de un ojo. Debes acercarte por el ojo donde puede verte, o arriesgarte a sufrir lo que queda de su ira. Uno a la vez, le acariciamos con las manos. Tim y yo compartimos turnos, y no pudimos parar. Era cálido. Su piel como corteza o braille. Como barro que se rajó al sol. Expansión y contracción. Luchó y luego se levantó, mientras Tim y yo retrocedíamos. Analizó su pequeño rincón de hábitat: parte del techo arriba, un poco de paja en la esquina, un rectángulo de agua fangosa. Luego se dirigió a través de algunas acacias, caminando cautelosamente. Podías oír su espalda vieja quebrarse cuando él se inclinaba para levantar la hierba. El cielo se había apagado, blanco; estábamos afuera entre los árboles cuando comenzó a llover. Sudán se volvió hacia su casa, abriéndose camino entre las gotas plateadas. Tim, James y yo corrimos hacia el jeep. Un grupo de animales corriendo todos en busca de refugio.

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INICIO VII. Un rinoceronte habla a los delegados ¿Qué se salva? ¿Qué merece ser salvado? Incluso en un arca, el espacio no es infinito. “¿Quiénes somos nosotros para decidir?”, pregunta Ryder, un día, en el zoológico congelado. “¿Cuál es la decisión correcta?”. La historia de la tecnología en manos humanas es también la historia de las consecuencias involuntarias. “¿Conoces esta tecnología de edición genética?”, me pregunta. Puedes modificar los genes y hacer que expresen lo que quieres que expresen. Sabía que los chinos habían creado muchos cerdos, porque los cerdos se usan en muchas investigaciones médicas humanas. Si tuvieras uno pequeño, ahorrarías una gran cantidad de dinero y harías muchos estudios más factibles, básicamente. Entonces los chinos desarrollaron esta tecnología. Pero descubrieron que hay un mercado para ellos en la investigación médica, y que también hay un mercado para ellos como mascotas. Entonces están vendiendo estos mini cerdos como mascotas. Dicen que en el futuro se podrá elegir su apariencia. Por ejemplo: “me imagino que en el futuro será posible tener uno de estos mini cerdos que tenga el pelo como un guepardo”. ¡Un mini cerdo que luce como un guepardo! Los humanos siempre han hecho esto. Se comportan de esta manera. La naturaleza modificada por el hombre refleja nuestras necesidades, nuestros deseos. “Ahí está nuestro dilema”, dice Ryder. “Mira los caballos de Przewalski, los caballos salvajes, y todos están fenotípicamente uniformados. Mira los caballos domésticos y tienes todas estas variantes

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INICIO —eso es porque la gente los seleccionó. La gente los prefería. La gente estaba interesada en ellos. Eso es lo que hace nuestra especie, es el experimento”. Ahora que estamos al borde de la extinción… ¿qué haremos con ese poder? “Se trata de nuestros valores, porque si tenemos la capacidad de ser diseñadores, ¿cuáles son las reglas? Mi prioridad como conservacionista puede ser en una dirección, pero la sociedad humana tendrá el potencial de hacer este tipo de cosas. ¿Y la gente preferirá tener un mundo donde tengan mini cerdos que se vean como guepardos a todas las molestias que implica salvar a estos animales?”, Ryder realmente se pregunta. Y nuestra historia no es muy prometedora en este sentido. En Ol Pejeta, cuesta alrededor de $10,000 por mes proteger a los rinocerontes blancos del norte. No a todos los animales en la reserva. Solo a los blancos del norte. Los rangers como James trabajan en la oscuridad todas las noches, arriesgando sus vidas para defender a estos animales. Los cazadores furtivos también arriesgan sus vidas por los cuernos. ¿Y para qué? Un blanco del norte es casi idéntico a un blanco del sur. “Todo el dinero que gastamos en proteger al rinoceronte blanco del norte, millones y millones de dólares, y al final del día, dentro de 20 años, podrías poner a los rinocerontes blancos del sur allí y nunca notarías la diferencia”, le dijo John Lukas, el presidente de la International Rhino Foundation, al autor Irus Braverman en 2013. Ahora, de pie sobre la sombra de su propia desaparición, los tres blancos del norte restantes se mueven alrededor

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INICIO de Ol Pejeta. La reserva acoge a científicos que se muestran y disienten sobre quién hará qué. ¿Serán científicos de la República Checa o de África o Alemania o California los que intentarán la clonación o la fertilización in vitro que podrían salvarlos? ¿Dónde tendrá lugar ese intento? Los argumentos continúan. Los rinocerontes se acercan a su desaparición. Y el mundo que algún día podrían ocupar se les acerca: hábitat perdido, cuernos traficados, otros animales —elefantes asiáticos y leopardos de Indochina, mariposas monarcas orientales y ranas doradas panameñas— que siguen justo detrás de ellos en el vórtice de extinción. El mejor escenario para los blancos del norte: la supervivencia como una pieza de museo viviente. Lo peor: la supervivencia como pieza de museo que algún día podría volver a vivir. La brecha entre esos resultados apenas es una brecha. Y sin embargo, todavía están aquí, los rinocerontes. Están vivos. Resolví no ser sentimental. Lo último que necesita el mundo es que otro periodista se meta en paracaídas, pase dos días en un coto de caza y vuelva conmovido sobre lo que son básicamente tres toneladas de Silly Putty móvil. Pero sin llegar a ser demasiado antropomórfico con eso: son desvergonzados. Ser un humano frente a un blanco del norte es ser un representante de la fuerza que ahora los está sacando de la existencia. Solo quieres destriparte en su presencia. Sudán, Najin, Fatu: están aquí y ya se fueron. Sombras en una llanura. Dije que no lo diría, pero: Eran hermosos. Son hermosos.

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INICIO Y podemos traerlos de vuelta. Si queremos, si tiene sentido, con solo otro puñado de avances científicos, vivirán nuevamente. ¡Resurrección! Es irreal, pero está a punto de ser real. Qué especie tan degenerada y terrible somos. Pero también: ¡mira de lo que somos capaces! El mismo ingenio brutal y despiadado que lleva a la ruina del mundo es exactamente el mismo ingenio aplicado por los científicos que trabajan en el zoológico congelado y en otros lugares, en el vórtice de la existencia, empujando deliberadamente a nuestros hermanos animales desde el borde. Y tal vez nos devuelve desde el borde, también. Jugando con materia celular para que pueda volver a ser vida. Construyendo un arca para salvar lo que no podemos o no queremos. La mayoría de nosotros somos implacablemente indiferentes. Algunos de nosotros somos feos y ciegos de un ojo. Vivimos, todos nosotros, diezmados por la pérdida. Y todos nosotros merecemos sobrevivir. Bueno, la mayoría de nosotros, de todos modos. Tal vez. Me pongo sentimental. Algo gracioso que sucede con la gente del zoológico congelado: te hacen sentir optimista solo por el hecho de su existencia. Tan optimista que a veces no escuchas. Háblales de magia y te hablarán sobre la realidad. Un animal rescatado no se suma a una especie salvada. Un arca es inútil hasta que tenga un lugar donde tocar tierra. “Salvar células no está salvando especies”, me dice Ryder. “Guardar ADN no está salvando especies. Nadie dijo que lo haría”. No se les escapa la ironía: su gran esfuerzo por conservar estos animales y su ADN es insignificante junto a nuestro mayor esfuerzo, aunque

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INICIO no intencional, por destruirlos. La ciencia es dura; la gente lo hace más difícil. “Desafortunadamente, las personas siempre van a tener prioridad y las personas se protegerán a sí mismas y a sus medios de subsistencia”, dice Durrant. Incluso en su propia profesión, “hay algunas personas en el juego que están haciendo esto por pura curiosidad científica y el desafío intelectual. Hay algunas personas que lo hacen porque piensan que si pueden fabricar uno de estos animales extintos, serán famosos y ricos. Algunas personas que, una vez que hicieron una, habrían terminado y pasarían a otra cosa. ¿Y entonces que? ¿Qué le sucede a ese animal?”. La respuesta a esa pregunta se puede encontrar, para bien o para mal, en Ol Pejeta. En dos ocasiones durante mi visita, James, el guardabosque del rinoceronte blanco del norte, me describió el mismo escenario, algo que ha comenzado a imaginar: ¿qué pasaría si Sudán, el lúgubre último macho de su especie, pudiese hablar de alguna manera? Si le dieran un podio, en Naciones Unidas, digamos. Todos los delegados de todas las poblaciones corruptas reunidos alrededor. “¿Cuál es el mejor estadio?”, me preguntó James. Madison Square Garden. “Está bien, Madison Square Garden”. Sudán se acerca al micrófono. “Y el audio es tan bueno. Siempre he tratado de escribir lo que sería el discurso. A veces sollozaría, lloraría, se derrumbaría, sabiendo que va a morir. ¿Cómo te comportarías sabiendo que vas a morir? ¿Sabiendo que eres el último? Tal vez te ahogues en vino, o con mujeres —Sudán no puede hablar, es un

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INICIO animal, pero está muy triste. Sus primos, hermanos y hermanas han sido asesinados en esta búsqueda de cuerno de rinoceronte”. James dijo que imagina que si a Sudán realmente se le diera ese podio, y los medios para hablar, es bastante obvio lo que haría: “Maldeciría a la generación humana”. Artículo publicado originalmente en GQ bajo el título “Inside the Frozen Zoo That Could Bring Extinct Animals Back to Life”, de Zach Baron. Traducido al español por Elaine Díaz Rodríguez.

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Mรกs allรก del zoolรณgico tradicional ALEJANDRO RAMร REZ ANDERSON

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Pon tu teléfono horizontal Asegúrate de tener bloqueado el giro automático de tu pantalla


Este galápago forma parte de un zoológico de nueva concepción ubicado en Ecuador. Todas las especies son rescatadas de situaciones de caza ilegal, tráfico o accidentes. (Foto: Alejandro Ramírez Anderson).

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La Fundación Zoológica del Ecuador es el más importante centro de rescate y educación ambiental del país. Varios halcones han sido liberados después de ser atendidos en este centro. Este es parte de una exhibición de aves de rapiña en vuelo. (Foto: Alejandro Ramírez Anderson).

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Animales de granja en una finca del cráter del Pululahua, en Quito, Ecuador. Este caballo se emplea para labores agrícolas. (Foto: Alejandro Ramírez Anderson).

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Abeja en una finca del crĂĄter del Pululahua, en Quito, Ecuador. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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El turpial, ave nacional de Venezuela, vuela dentro de este parque caraqueĂąo. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Iguana silvestre en el Parque GeneralĂ­simo Francisco de Miranda, de Caracas, Venezuela. Estas especies se mezclan con las personas que visitan el parque. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Pon tu telĂŠfono vertical


Muchas de las especies que se conservan en el zoolĂłgico de Guayllabamba, localizado en las afueras de Quito, son atendidas y regresadas a su ambiente natural o se ubican en hogares definitivos si no tienen las condiciones para sobrevivir fuera del parque. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Este mono se exhibe en el Parque GeneralĂ­simo Francisco de Miranda, de Caracas, Venezuela. Hasta allĂ­ llegan miles de personas diariamente a hacer ejercicios, meditar y a pasear. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Silvia, la loba marina MÓNICA BARÓ

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Lo primero que hay que saber sobre la famosa foca Silvia es que nunca fue una foca. Silvia era un lobo marino, o una loba marina, si se quiere respetar su género. La confusión no es exclusiva de Cuba. En cualquier lugar del mundo a los lobos marinos les llaman focas de manera indiscriminada. Sin embargo, que la prensa reproduzca el error no ayuda a que las personas aprendan a distinguir ambas especies de pinnípedos, y tampoco ayuda a reivindicar la verdadera identidad de Silvia, ni siquiera después de su muerte, en el año 1997. El periódico Granma, en mayo de 2014, publicó un reportaje sobre el Acuario Nacional de Cuba en el cual su autora refiere que “no son los tiempos de la foca Silvia”, pero que todas las personas que han disfrutado el Acuario agradecen su existencia –la del Acuario, no la de Silvia–. Al año siguiente, el semanario Trabajadores abrió una nota sobre el aniversario 55 del Acuario de esta manera: “Aunque no son los tiempos de la foca Silvia ni de la delfina Diana, el Acuario Nacional de Cuba sigue

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INICIO siendo uno de los espacios preferidos de los cubanos”. Pero, independientemente de la confusión, ¿qué fue lo que hizo a Silvia “una foca” tan entrañable, como para que, a casi veinte años de su desaparición física, dos medios de alcance nacional la evoquen en dos textos sobre el Acuario? ¿Acaso Silvia es lo más importante que le ha pasado al Acuario desde que se fundó en 1960? Silvia fue la primera mamífera marina del Acuario y la primera que tuvo un espectáculo, incluso reportado y anunciado por la prensa nacional. Después vinieron otros lobos marinos en los ochenta, los delfines Diana y Ciclón en 1983, los pingüinos Mercy y Cleo. Se crearon otros espectáculos con números sofisticados, música, animación. Murieron los pingüinos Mercy y Cleo –aunque ¡lograron huevos!–, Diana y Ciclón fueron liberados en 1995, murió Silvia en 1997, el Acuario se modernizó, Fidel Castro inauguró obras de ampliación en 2002, se atraparon otros delfines y hasta se importaron auténticas focas de Portugal. Y, sin embargo, nada ha logrado disminuir la hegemonía de Silvia en la historia del Acuario Nacional de Cuba. *** Era 1973 y Ricardo Eulogio Martínez navegaba a bordo del Océano Pacífico. Hacía más de un año que se había graduado de Ciencias Médicas y se encontraba cumpliendo su servicio social. Tenía 26 años y era el médico de la embarcación. El Océano Pacífico era un buque frigorífico que

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INICIO pertenecía a la imponente Flota Cubana de Pesca, una de las más grandes del mundo en ese momento. Su misión era recoger las cajas de pescado –merluza, jurel– producidas por barcos de pesca que laboraban en aguas profundas del Atlántico Sur, por Ciudad del Cabo; almacenarlas en una bodega refrigerada y transportarlas hasta La Habana. Cada viaje de ida y vuelta tardaba entre sesenta y setenta días. Todo ese tiempo permanecía en el mar. El Océano Pacífico no descansaba en ningún puerto a medio camino, a no ser que ocurriera una emergencia. Solo en el sitio donde se ejecutaba el trasbordo podía demorar unas tres semanas. A veces, lo admite Ricardo Eulogio, los marineros, todos hombres, se aburrían.

Buque Océano Pacífico, de la Flota Cubana de Pesca. (Foto: Ricardo Martínez).

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INICIO Hacer el traslado de mercancía desde el barco de pesca hasta el frigorífico requería tomar algunas precauciones. No bastaba con que se situaran cerca uno de otro. Era necesario arrojar boyas enormes en el agua para evitar choques y extender una red de unos cuarenta o cincuenta metros entre las embarcaciones, que cumplía la función de disminuir las pérdidas de mercancías. El barco de pesca entregaba al barco frigorífico los pescados en cajas de cartón que, en ocasiones, se desarmaban o se caían y los pescados de las cajas que se desarmaban no podían recuperarse, porque enseguida aparecían animales para comérselos, en especial lobos marinos, pero los pescados de las cajas que caían intactas generalmente se podían salvar. Además, si de pronto un hombre necesitaba cruzar de un lado a otro –como, por ejemplo, el médico del Océano Pacífico, un inspector, o pescadores que llevaban cinco y hasta seis meses sin pisar tierra y debían ser relevados–, la red garantizaba cierta seguridad. Si alguien caía al mar podía ser más expeditamente rescatado, había menos riesgos de que terminara ahogado o desaparecido. —Entonces los lobos marinos se ponían en la red a jugar y a comer, porque la red estaba medio sumergida, y con las olas salía y entraba al agua. Tan pronto los hombres concluían sus operaciones, la red era mecánicamente recogida y llevada a la cubierta del Océano Pacífico y con la red, todo lo que hubiera quedado atrapado en su interior; lo mismo cajas rotas, que pescados, que lobos vivos. En esa región habita el Arctocephalus pusillus, mejor conocido como lobo marino de El Cabo, y por lo general, los especímenes

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INICIO que llegaban hasta la cubierta eran azorados por miembros de la tripulación para que se lanzaran de vuelta al mar, cuando no se lanzaban por sí solos. Pero hubo un día, en 1973, en que el final de la monótona historia de traslado de cajas de pescados cambió. Ese día, de los cinco lobos que quedaron atrapados en la red y fueron subidos a bordo, dos se resistieron a bajarse, de acuerdo con el testimonio de Ricardo Eulogio. —Caminaban para acá, caminaban para allá, y no se tiraban. Llegaban al borde y viraban para atrás. Tú ibas para arriba de ellos y ellos se iban para un lado o se escondían detrás de un tanque, como si estuvieran jugando al escondite, a los agarrados, algo así. Entonces, cosas de la vida, ni pensado, ni planificado, ni nada, se me ocurrió: “Bueno, ya que están aquí y no quieren tirarse, nos los llevamos para Cuba”. Ahí varios marineros los fueron acorralando y los condujeron hasta una poceta techada que había en el barco, que luego llenaron con agua salada. La captura fue totalmente improvisada. Al capitán le avisaron cuando ya los lobos casi formaban parte de la tripulación. —Entonces el capitán consultó con La Habana y le respondieron que sí. Pero me dijo: “Tú te encargas de ellos, yo no quiero saber de eso. Tú les das comida y todo”. Al principio ninguno de los dos quería comer. Los pescados muertos que antes les habían atraído al parecer ya no les resultaban tan apetitosos en una poceta de unos cincuenta centímetros de profundidad, que no alcanzaba ni tres metros de ancho por tres de largo.

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La loba africana a bordo del barco con un pescado en la boca. (Foto: Ricardo Martínez).

—Yo pensé que se iban a morir, porque se pusieron desganados. Entre los dos jugaban un poco, pero no querían comer. Ya al segundo día uno de ellos empezó a comer, el otro le fue arriba, y ahí ya empezaron a adaptarse; o sea, que sería un día que extrañaron o algo, no sé. El médico había visto antes de cerca a esos animales: grandes y pequeños, viejos y jóvenes, dóciles y gruñones, vivos y muertos. Vivos: los que la gran red agarraba desprevenidos una vez que era retirada hacia la cubierta. Muertos: los que se ahogaban enredados en los chinchorros que los barcos de pesca arrastraban por una o dos horas. Una vez, incluso le había arrancado un colmillo a un lobo muerto. Sin embargo, nunca había interactuado por tanto tiempo y tan de cerca con lobos vivos. Sus conocimientos sobre cómo cuidarlos eran bastante

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INICIO básicos. Y, de pronto, su idea de propiciar un entretenimiento con lobos marinos al pueblo cubano le había vuelto responsable de dos crías que no llegaban al año de nacidas. Debía alimentarlos a diario y, cada tres o cuatro días, limpiar la poceta donde los habían colocado. —El miedo de nosotros era que cuando pasáramos por el trópico se enfermaran o se murieran por el calor. En Sudáfrica hace frío, la temperatura del agua es fría. Pero parece que como el barco iba despacio, se fueron adaptando poco a poco. Yo creo que si hubieran sido viejos, en primer lugar no hubiéramos podido cogerlos, porque los viejos son muy ariscos, y tal vez no se hubieran adaptado y se hubieran muerto. El Océano Pacífico entró al puerto de La Habana 28 días después de haber realizado la inusual captura. Sin embargo, solo uno de los dos lobos llegó. Ricardo Eulogio cree que el otro se tiró al mar, o lo tiraron. —Cuando pregunté, los marinos me dijeron que se había tirado. Yo no sé si jugando con él lo tiraron, porque ese barco también se utilizaba para relevar tripulaciones, y una tripulación que está seis meses en el mar, cuando viene de vuelta, se pone muy alegre y hace trastadas. Ahí pasó cualquier cosa… No pienso que lo hayan matado, porque no vi sangre, ni limpieza de nada. Silvia, que todavía no era Silvia, arribó a Cuba sola. ***

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INICIO —Llega la noticia al Acuario, que en el muelle había un barco que tenía una foquita –recuerda Julio Calderín–. Se forma el corre corre. No había en qué ir a buscarla. Julio Calderín es buzo y pescador. Trabajó en el Acuario durante casi 50 años, desde principios de los años sesenta, y fue uno de los ocho o nueve hombres que participaron en la misión de recoger a la “foquita” en el puerto de La Habana. El camión resuelto para recogerla fue un camión de guerra soviético que facilitó la guarnición de la residencia del entonces presidente de la república Osvaldo Dorticós. La residencia presidencial quedaba al lado del Acuario y, según Julio, el personal de un sitio y otro, por razones de trabajo, se conocía; al menos lo suficiente como para que se diera ese tipo de cooperación. La loba, mientras tanto, permanecía a bordo del Océano Pacífico. Cuando los encargados de recogerla llegaron al puerto, un grupo de tres o cuatro marineros le arrojaron una malla, la cargaron entre forcejeos hasta el camión y la arrojaron en la parte trasera. El bulto negro no medía ni siquiera un metro. —Y ella a morder, porque estaba berreada – dice Julio–. Olvídate de entrenamiento y besito. Eso fue después. De repente, la loba logró zafarse de las amarras. Y los hombres que estaban encima del camión de guerra soviético, al verla libre, se espantaron y se bajaron. Julio no. Julio se quedó. Y la enfrentó. Eso cuenta. —No por guapo, sino porque no tenía otra opción. Yo había quedado detrás de ella, ella estaba en el medio. No podía bajarme.

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INICIO La loba se dispuso a huir. Se desplazó al borde del vehículo, que estaba parqueado a unos tres o cuatro metros del mar –de la bahía de La Habana– y colocó las aletas delanteras en la baranda. —Yo pensé: “Bueno, si toca el agua la perdimos”. Y me dije: “Julio, te tocó”. Por “Julio, te tocó”, Julio entendió que debía retenerla, impedir que se marchara. Él, que nunca antes había lidiado con una criatura similar, se lanzó sobre la loba, la sujetó por la cabeza, dice que hasta le mordió una oreja, se le montó a horcajadas, la inmovilizó contra el suelo, colocó sus rodillas encima de sus aletas y, cuando estuvo seguro de que no se le iba a escapar, gritó: “Medina, arranca que nos vamos”. —Hasta que llegamos no pude soltarla. Yo tuve que meterme el viaje agarrándola por el cogote y pegándola al piso. Así llegó al Acuario. *** El primer sitio donde alojaron a la loba marina fue en “el riñón”: una piscina que formaba parte de la residencia donde se había levantado el Acuario Nacional de Cuba y que, como es de suponer, semejaba un riñón. Medía entre quince y veinte metros de largo, su zona más honda tenía dos metros. En comparación con la poceta del buque frigorífico, el riñón era una suite presidencial, aunque en comparación con el Atlántico era una alcantarilla. En lo adelante, nada podría compararse con el Atlántico. Un lobo marino libre, en su hábitat natural, puede sumergirse, mínimo, a cien metros de profundidad, saltar en grupo entre las olas, socializar

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INICIO en los lobarios. En cautiverio, en una piscina de concreto, en condiciones de absoluta dependencia de los humanos, puede, básicamente, sobrevivir. Y, según se mire, educar o entretener, o las dos cosas al mismo tiempo, o ninguna de las dos. Silvia permaneció en el riñón de tres a cinco años. Julio, el trabajador más antiguo entrevistado, no recuerda exactamente cuántos. Según sus cálculos, debió haber sido entre 1974 y 1978 que construyeron su estanque especial. Él mismo acabó participando en la construcción, cubriéndose de polvo, cargando cemento. En los setenta todavía la épica de la Revolución Cubana gozaba de buena salud y no era raro que un buzo cumpliera jornadas de trabajo voluntario como albañil, si de pronto el país, o el Acuario, o lo que fuera, necesitaba albañiles para cumplir alguna tarea. El estanque especial era un poco más pequeño que el riñón y era tan profundo como pueden serlo 100 centímetros. En su punto más hondo había, si acaso, 10 centímetros más, aunque su fondo era bastante plano. Además, tenía piedras ornamentales, piedras lisas y grandes, una sombrilla de concreto y una caseta circular techada, igual de concreto, que se suponía hicieran más agradable la vida de Silvia. Entre los visitantes y el animal no había barreras físicas. Si a alguien se le ocurría refrescarse en el estanque un rato, solo debía alzar las piernas y entrar. Eso no sucedió, o al menos ninguna de las fuentes entrevistadas recuerda que algo así sucediera, pero como el borde era tan bajo y amplio, como con forma de concha, sí era frecuente que las personas lo creyeran un balcón

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INICIO y acabaran inclinándose hacia su interior más de lo prudente. Para tener una idea de lo bajo que era: a un niño de entre nueve y once años el estanque le quedaba por la cadera. Asimismo, si a Silvia le llamaba la atención algún objeto que era colocado en su territorio, se lanzaba sobre él. Una vez le llamó la atención una tesis de diploma y la hizo trizas en el agua. Eso en la época analógica, cuando se empleaban máquinas de escribir. Otra vez le llamó la atención un cake. A lo mejor ese tipo de incidentes también contribuyó a volverla inolvidable. El caso es que Silvia vivió cada uno de sus 23 o 24 años de cautiverio en ese estanque especial. Otras lobas y lobos serían traídos después de ella, pero con ninguno debería compartir sus aguas, su sombrilla o sus piedras; ni siquiera cuando dejó de actuar y envejeció.

El estanque construido para la primera mamífera del Acuario. (Foto: Biblioteca del Acuario Nacional de Cuba).

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INICIO La carrera de Silvia en el mundo del espectáculo no despegó hasta 1980. En el Acuario no había experiencia en el entrenamiento de lobos marinos, ni de ningún animal. La primera y única mamífera del centro entretenía a los visitantes solo con su presencia. Lo más espectacular que hacía era engullir pescados, dar saltos espontáneamente y nadar; hasta donde le resultaba posible en 100 centímetros de profundidad. En 1980, Rafael Hernández, un buzo de veinte años, comenzó a trabajar en el Acuario. Su principal escuela hasta ese momento habían sido las costas cubanas. Desde los catorce años exploraba los fondos del mar con equipos de buceo. Le apasionaban los animales, los enfrentaba con respeto y sin miedo. Podía decirse que tenía una intuición natural para comprender sus comportamientos. En el Acuario, incluso, llegaría a montar un show en el que nadaba con más de doce morenas en un estanque mientras las alimentaba. Dice que era una época en la que hacía falta público y él buscaba iniciativas. Pero Rafael vino a saber de verdad qué era un lobo marino cuando le pusieron a cargo de la alimentación de Silvia y de la limpieza de su piscina. —Cuando tú cuidas a un animal, tienes que mirar cuándo come, cuándo no come, cuándo hace sus necesidades, cuándo cae en celo si es un mamífero… Todo eso tienes que revisarlo, porque así tú vas conociendo al animal y el animal te va conociendo a ti, y se hace un entendimiento. Silvia y yo nos entendíamos a tal punto, que yo le decía cualquier cosa y ella lo hacía. No fue nada enseñado de nadie. Todo fue de forma empírica.

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INICIO El momento de la alimentación, poco a poco, se fue espectacularizando. Si bien ese momento siempre había constituido una de las mayores atracciones del Acuario y los visitantes solían aglomerarse en torno a los estanques de cualquier especie donde estuviera ocurriendo, Rafael, con la loba marina, hizo llegar esa rutina más lejos. Silvia no solo se zampaba los pescados que él le tiraba. También nadaban juntos, jugaban. La loba marina aprendió a saludar con la aleta, a dar un beso, a imitar sonoridades, a apoyarse sobre los hombros de Rafael y permanecer erguida. A veces, él la ponía a pescar. Capturaba peces y pulpos en el mar y se los soltaba vivos en la piscina, para que, según él, no perdiera esa conducta ancestral, y porque veía que eso la estimulaba. —Yo aprovechaba las habilidades de ella. Si ella saltaba, yo aprovechaba el salto. Si ella daba una vuelta en el aire, la aprovechaba. Así mismo pasa con los delfines. Los delfines en su medio natural hacen todas las piruetas que hacen en espectáculos, pero no es lo mismo que las hagan cuando ellos quieran, que cuando uno quiere que las hagan. —Ese es el reto. —Sí, el reto como tal, pero que el animal siempre se sienta bien, no obligado. Silvia llegó a hacer cosas sin comida, sin el premio. Lo hacía con tal de atraerme. Ya en 1982 el show de Silvia era famoso en el país. La prensa le daba cobertura y anunciaba su programación. Rafael aparecía en la Televisión Cubana. El Acuario vendía fotos de Silvia y Rafael juntos como suvenires. En tiempos de vacaciones

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INICIO escolares, las funciones podían duplicarse. La edición del 2 de noviembre de 1982 del diario Juventud Rebelde informaba que, “a petición del numeroso público”, el Acuario extendería su programación. Silvia, por ejemplo, actuaría a las diez de la mañana y a las dos de la tarde. La foto de la noticia: Rafael subido en el borde del estanque con el brazo extendido hacia el agua, Silvia en pleno salto intentando alcanzar con su boca la mano de su cuidador, un público infantil atento. Dice Rafael que se conocían tan bien, que ella era capaz de descubrirlo entre una multitud de personas. —Yo me metía entre la gente, vestido igual que otro cualquiera de la calle, y ella pasaba la vista y automáticamente me encontraba. Increíble. —¿Y qué hacía Silvia cuando le detectaba? —Iba a donde estaba yo para que le pegara la nariz. Eso es un medio de comunicación que usan mucho los mamíferos, sobre todo los lobos marinos: se intercambian el aliento. Por supuesto, yo no recogía el aliento de ella porque podía agarrar alguna enfermedad, pero sí le soplaba en el hocico y ella sí recogía mi aliento. Solo una vez Silvia agredió a Rafael. Le lanzó una mordida a la cara que él logró esquivar volteando el cuerpo, aunque de todas maneras le hirió el hombro. Nada grave, un arañazo apenas. Rafael explica que cuando un animal te muerde, la clave es no halar, porque si halas desgarras la carne. De todos sus años trabajando cerca de animales, tanto cautivos como libres, entrenados como salvajes, solo cuenta con una marca seria en la mano derecha por una mordida de morena. Hoy tiene casi 60 años. Sin embargo, advierte que los

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INICIO animales solo muerden para defenderse y comer, que la culpa de ambas mordidas la tuvo él, que cometió errores. En el caso de las morenas: se tiró con ellas sin haberse lavado las manos después de haber estado manipulando pescados. En el caso de Silvia: la quiso forzar a trabajar y la loba estaba menstruando, en un periodo en que las mamíferas experimentan malestar y pueden ponerse agresivas.

Los primeros años de la carrera de Silvia. (Foto: cortesía de Rafael Hernández).

—Uno tiene que pensar como el animal –dice–. Y sentirse como el animal. Cuando tú estás en tu casa, sentado, en la computadora o mirando la televisión, el animal sigue encerrado. Horas, horas, horas… Mirando la misma pared y las mismas cosas. Es muy duro. Porque a lo mejor un pez, pero un mamífero…

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INICIO En 1983, el dúo se disolvió. Rafael era buzo, no entrenador, y en 1983 se unió al equipo de buceo del Acuario. Cambió los espectáculos multitudinarios y bulliciosos por la soledad y el silencio de las profundidades marítimas. Se dedicó a navegar las costas cubanas, a buscar especies nuevas y a efectuar capturas. En el mismo 1983 participaría en la captura de los dos primeros delfines que tuvo el centro: Diana y Ciclón. Él continuaría saludando a Silvia a cada rato y trayéndole peces vivos para que los pescara en su estanque, pero la mayor parte del tiempo trabajaría en el mar, lejos de allí. Silvia tendría entonces diez años cuando ocurrió esa separación. No era exactamente una loba joven. Enseguida conocería a otros entrenadores, entrenadores preparados por otros entrenadores mexicanos que impartirían un curso en el Acuario, y aprendería ejercicios nuevos, pero ya para 1986 habría dejado de actuar. *** En todas las fotos en las que aparece Silvia en su estanque es posible apreciar que para una loba marina hubiera sido bastante sencillo trepar hasta el borde y escapar. El Acuario, además, se encuentra en una zona costera. Silvia habitaba a unos escasos cincuenta metros del mar. Entonces, ¿cómo no se fue en busca de su libertad? La respuesta es simple: el estanque especial estaba electrificado. En la mayoría de las fotos puede apreciarse la extensión de dos cables por todo el interior, a unos treinta centímetros del agua y al alcance de las manos de los espectadores. En las funciones,

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INICIO quienes lograban clasificar en la primera línea de visión, se apoyaban o hasta se sentaban sobre el borde; exactamente como si se tratara de un balcón, o un banco de parque. Rafael dice que la electrificación era una medida de seguridad –para Silvia– y que la corriente era de bajo voltaje. No hacía daño ni a los humanos ni a la loba, pero que a la loba, completamente mojada como estaba cuando tocaba los cables, la asustaba lo necesario como para neutralizar cualquier intento de fuga. Hubo, desde luego, espectadores que terminaron recibiendo corrientazos. Algunos se quejaron. Rafael lo recuerda. No obstante, el personal del Acuario solucionaba siempre el asunto alegando que, en primer lugar, nadie debía colocar las manos tan cerca del agua del estanque, a la distancia en la que se encontraban los cables. Antes de la instalación de dicha medida de seguridad, Silvia sí había intentado escapar par de veces. Había salido aprovechando las piedras ornamentales. Nunca había conseguido llegar hasta el mar, pero había logrado activar una alarma. Julio no puede precisar quién tuvo la idea o decidió colocar los cables, pero dice que el propósito era enseñarle, por medio de un estímulo –o más bien un castigo–, que no debía salir de su estanque especial. Primero la habían intentado frenar disminuyendo el nivel del agua, pero la idea de la electricidad prevaleció al final. La bióloga Maida Montolio, quien fue vicedirectora científica del Acuario desde 1991 hasta 2013, no recuerda que cuando ella comenzara a trabajar en la institución el estanque especial estuviera electrificado. Rafael, por su parte, dice que

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INICIO los cables se rompían de vez en cuando y que, en algún momento, se rompieron para siempre, y que cuando se rompieron para siempre ya Silvia no intentaba escaparse. Lo que sí recuerda Maida es que, a finales de los noventa, cuando se discutía en el consejo científico el proyecto de obras de ampliación del Acuario, alguien propuso, en una reunión de tantas, la electrificación de los nuevos estanques destinados a los lobos marinos. No obstante, Maida sostiene que la idea fue enérgicamente rechazada. (Cuando a Silvia le electrificaron su estanque, en el Acuario no existía un consejo científico. El consejo científico se creó entre 1991 y 1992). Lo que se aprobó entonces como barrera de contención de los lobos, de cara al público, fue un foso y una malla. Y eso sería también lo que protegería a los visitantes de los animales, o quizá, a los animales de los visitantes. Actualmente, ese sitio se conoce como La Rocalla y es donde habitan los lobos y focas del recinto.

Un día común en la vida de Silvia. (Foto: Biblioteca del Acuario Nacional de Cuba).

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INICIO El 25 de julio de 1986 en el periódico Granma apareció una noticia con el siguiente título: “Silvia, Fonsie… y otros seis”. La Biblioteca del Acuario conserva un recorte. La noticia habla sobre el entrenamiento de lobos marinos para próximos espectáculos. Presenta al sensacional Fonsie: un Zalophus californiacus macho de 250 kilogramos traído desde un acuario canadiense y que podía ejecutar hasta 27 ejercicios. Fonsie, por ejemplo, sabía jugar béisbol. Pero en ese momento estaba recibiendo lecciones de español porque los 27 ejercicios los había aprendido en inglés y en español solo lograba 12. La noticia menciona, además, algunas habilidades de los “otros seis”: ruedan como croquetas, juegan con pelotas, dan besos. En un momento, el reportero hace una acotación: “no hay que olvidar que Silvia ya está retirada”. De Silvia no dice mucho más en la media página de periódico que ocupa el texto; solo se pregunta, en un pie de foto, si ella estará aspirando al “chicharro de la popularidad” –lo cual pretendía ser una broma en referencia a lo concurrido de su estanque–, y anuncia que, aunque Silvia era “un imán”, seguro iba a hallar “un contrincante en la octava foca”, es decir, en Fonsie. Pero la verdad es que Silvia ni retirada tuvo nunca un contrincante. No hubo lobo que compitiera con ella, ni en fama, ni en atenciones, ni en popularidad, ni en afecto. Silvia pudo haberse quedado durmiendo tranquilamente en su estanque después de haberse retirado, que ni un lobo marino con alas que hablara japonés iba a hacer temblar su corona. Rafael no recuerda en qué año exactamente Silvia se retiró. Y las otras entrenadoras que

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INICIO trabajaron con ella (Esmeralda Bretón y Yolanda Alfonso) no pudieron ser entrevistadas para esta historia. Esmeralda Bretón reside hoy fuera de Cuba, pero los intentos de establecer comunicación con ella por las vías disponibles resultaron infructuosos, y Yolanda continúa trabajando en el Acuario Nacional de Cuba, lo cual significa que debe contar con la autorización de sus directivos para conceder entrevistas a la prensa. Periodismo de Barrio, en agosto de 2017, presentó una carta de solicitud en la dirección del centro, pero a los pocos días la secretaria de la directora respondió por teléfono que la solicitud no procedía.

Recorte de periódico que conserva la biblioteca del Acuario Nacional de Cuba. (Foto: Mónica Baró).

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INICIO En los archivos de la Biblioteca Nacional José Martí no fue posible rastrear mucha más información. No existen referencias de las coberturas periodísticas sobre Silvia, solo algunas sobre el Acuario, y la mayoría de las existentes del Acuario son anteriores a 1973 y posteriores al 2000; es decir, anteriores y posteriores a Silvia. La noticia de Granma de 1986, por ejemplo, no está referenciada. Tampoco otra de otro recorte que conserva la Biblioteca del Acuario, titulada: “¿Se jubila Silvia?”, y cuyo autor es el fotorreportero y escritor Tomás Barceló. Lamentablemente, quien realizara este recorte no consideró importante preservar ni la fecha de la publicación, ni el nombre del medio (debe haber sido publicada entre 1984 y 1986, según puede concluirse por las informaciones que contiene y los testimonios de los entrevistados). Lo que contaba Tomás Barceló, no obstante, era que Silvia, luego de haber sido entrenada durante un año y haber aprendido ejercicios nuevos, tenía que demostrar ante el público lo que había aprendido “durante arduas y largas jornadas”; pero que un día dijo: “¡Basta!”. Y entonces “no hubo quien la hiciera avanzar más en el entrenamiento”. El fotorreportero también cita a Yolanda, una de las entrenadoras, quien explicó que Silvia estaba ya “algo vieja”, y que si su preparación hubiera comenzado antes hubiera aprendido muchas más cosas. Luego, añadía Yolanda: “temimos al principio por su salud porque se negó a comer, enfermándose del estómago, decidimos entonces dejarla como exhibición y no seguir trabajando con ella”.

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INICIO Transcurrirían al menos diez años de esa sublevación hasta la muerte de Silvia. Maida cuenta que, en ocasiones especiales, algunos entrenadores organizaban algo breve con ella, sin esforzarla demasiado, y que una vez hasta le celebraron un cumpleaños con globos alrededor de su estanque. Los espectáculos se continuaron haciendo con otros lobos marinos. El Acuario, en la época de Silvia, acogió no solo a Fonsie sino también a Lolo, Nery, África, Arimao, entre otros. Fonsie incluso se escapó en marzo de 1993, a raíz de las penetraciones del mar ocasionadas por la Tormenta del Siglo, pero no pudo ni preservar el crédito de su fuga. La gente en la calle comentaría que había sido Silvia la prófuga, que buscaba emigrar de manera ilegal a Estados Unidos. (Al final, a Fonsie lo encontraron por las costas de Guanabo y lo llevaron de vuelta al Acuario). Los otros lobos no tuvieron mejor suerte. Ningún otro nombre tuvo un eco tan largo y potente como el de Silvia, ni en vida, ni después de haber desaparecido físicamente. Aunque quizá decir que desapareció no sea del todo apropiado. Silvia, estrictamente, no desapareció. A Silvia la disecaron y la pusieron en exposición en el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba, en la Habana Vieja, donde todavía hoy puede ser apreciada. Allí nada indica que ese lobo marino fue la famosa Silvia, “la foca” que entretuvo a miles, o a cientos de miles, o a millones de cubanos durante las décadas del setenta, ochenta y noventa, pero Maida lo confirma. La antigua vicedirectora científica no olvida las discusiones que hubo para decidir dónde se colocaría finalmente a la loba marina

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INICIO disecada, si se traería al Acuario o se dejaría en el Museo. Dice que al final hubo consenso en dejarla en el Museo, porque en el Acuario, por su cercanía con el mar, estaría expuesta a condiciones ambientales más hostiles y la piel podía contraer hongo y deteriorarse rápidamente. Maida tampoco olvida cuando ella y varios colegas suyos fueron a verla al Museo, una vez concluyó la taxidermia. —Fue muy impresionante el encuentro con Silvia –dice–. Todos comentamos que no era Silvia. La Silvia que nosotros habíamos conocido era otra: pícara, astuta, muy activa. Quizá verla así… Pues dijimos: “Ay, esta no es Silvia, esta no tiene los ojos de Silvia”. Bueno, imagínate, los ojos que tenía eran de vidrio.

Silvia en el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba. (Foto: Ismario Rodríguez).

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¿Y la ley de protección animal para cuándo? MÓNICA BARÓ

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Desde hace más de treinta años, la Asociación Cubana de Protección a Animales y Plantas (Aniplant) aboga por implementar una ley de protección animal en Cuba. En 1988, un año después de su fundación, presentó en la Asamblea Nacional del Poder Popular su primer anteproyecto de ley. Sus asociados entendían que los animales poseían derechos y que estos debían ser reconocidos. Sin embargo, no fue aprobado. Nora García Pérez, presidenta de Aniplant desde 1991, explica que con ese primer paso lograron, al menos, que los carros que salían a recoger animales callejeros no continuaran mezclando perros y gatos en sus recorridos. Luego cayó el Muro de Berlín, se disolvió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y en Cuba, junto con el hambre, creció el abandono de mascotas. La esterilización se asumió entonces como una respuesta para controlar la natalidad.

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INICIO En 2018, Cuba sigue sin disponer de una ley de protección animal. Han surgido nuevas asociaciones, como Protección a Animales de la Ciudad, con casi 2 000 voluntarios; aunque Aniplant, con unos 300 asociados y una junta directiva de 11 personas, sigue siendo la única que se encuentra legalmente registrada. (La Ley de Asociaciones, que posibilitó su creación en 1987, no admite la existencia de más de una asociación de un mismo tipo en el país). Mientras, a pesar de los esfuerzos de miles de activistas y protectores, el maltrato animal no cesa. Cuenta con uno de los mejores incentivos posibles: la impunidad.

Perro en las calles de La Habana. (Foto: Ismario Rodríguez).

¿Cuáles son las crueldades más frecuentes en el país con relación a los animales?

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INICIO El abandono. El uso de animales para cosas que no son adecuadas. Hace muy poco en un parque de Santo Suárez amanecieron gatos clavados en los árboles, muertos, gaticos pequeños decapitados, perros decapitados. ¿Quién hace la investigación para saber quiénes fueron los responsables? Tener una cotorra al sol o pajaritos enjaulados es una crueldad. Tener una jicotea en una palangana de por vida es una gran crueldad. Perros en azoteas. ¿Cuidando qué ¿Tú quieres crueldad más grande que darle a un niño de cuatro años un perrito para que juegue sin supervisión? Los turistas a veces van siete en un coche con un solo caballo y el cochero con el traductor al lado. Y no hay nadie que los pare. Además, eso se hace al sol, sin reparar en los horarios. Pero nosotros somos de los países que menos crueldad tenemos con los animales, porque no se explotan los animales para fiestas, salvo en el caso de las peleas de gallos y de perros, que las leyes las tendrían que ver. Enfrentar a dos animales para ganar dinero no es una práctica buena. Los defensores de las peleas de gallos alegan que forman parte de las tradiciones culturales cubanas. Mira, cuando las tradiciones son destructivas hay que terminarlas. ¿Por qué se está tratando en África de que a las mujeres no les corten el clítoris? Es una tradición, pero es destructiva para la mujer. También era tradición que los negros no

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INICIO se sentaran en los mismos buses que los blancos. También fue tradición la esclavitud. ¿Y vamos a seguir esas tradiciones? Las tradiciones buenas son las que deben mantenerse. Ante las religiones afrocubanas, que contienen ceremonias que implican sacrificios de animales, ¿cómo se posicionaría una ley de protección animal? La libertad de culto es uno de los logros de la humanidad. Nosotros con la ley intervendríamos en el trato que dan los criadores para sacrificios a los animales. Por ejemplo, aquí al lado (de la sede de Aniplant) se practica religión y se sacrifican animales. Hay veces que se para en esa puerta un carro y desde el maletero cerrado sacan sacos de chivitos y los tiran en el piso. ¿Por qué no trasladarlos correctamente? ¿Por qué no hacerlos felices el tiempo que van a estar vivos? ¿Por qué no ponerlos en un área con agua, con un poco de comida, con respeto? ¿Por qué gritan? ¿Porque saben que los van a matar? No. Gritan de hambre, de golpes, de patas partidas, de horror. ¿Por qué no se regula eso? Eso no tiene que ver nada con la religión. ¿Por qué los gatos, los perros y los caballos? ¿Por qué los esfuerzos se concentran en estos tres? Porque son los más abusados. Pudiéramos hablar de delfines en los delfinarios, pero no son los que más están sufriendo. El caballo, el gato y el perro

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INICIO son los que más cerca están de los humanos. Y al no respetarse estos tres animales fundamentales, no se respetan las mariposas, ni las plantas, ni las aves. En el caso de las cucarachas, de los ratones, ¿cómo entran dentro de la protección animal? Son plagas. En vida libre nadie mataría una cucaracha, pero en las viviendas constituyen plagas. Un ratón puede ser un animalito de compañía precioso, pero está en las alcantarillas, y es transmisor de enfermedades. Ahora hay personas que los tienen de mascotas, como hay quien tiene de mascota un cerdo. El cerdo es una mascota preciosa: inteligente, tremenda. Las ratas son inteligentísimas, pero en las ciudades son un problema de salud. Es como si ahora no quisiéramos que mataran a los mosquitos. Yo no quisiera que el humo de fumigación al anochecer matara a los pajaritos que viven en los árboles, porque los pajaritos consumen más insectos que los que mata la fumigación. La ciudad no tiene prácticamente gorriones y ellos son el mejor control biológico que hay. ¿De qué se alimentan? De larvas. ¿Cómo percibe el tema de los zoológicos? ¿Estaría una ley de protección animal a favor de los zoológicos, en particular de aquellos que enjaulan a los animales? Si una ley contempla las crueldades, habría que analizar cuáles son las crueldades del zoológico.

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INICIO ¿Es cruel tener un animal encerrado durante treinta años? Yo creo que sí. Es cruel. Entonces a lo mejor la ley tendría que considerar esa crueldad. Los zoológicos fueron una solución en un momento determinado, pero la vida ha avanzado, la ciencia ha avanzado. Hay videos, televisión. No es lo mismo ver un león, un tigre, una gacela, corriendo en su medio, que trancados en jaulas. Incluso los zoológicos que tienen espacios más grandes adaptados para esos animales llega un momento en que el animal está dando vueltas en un mismo lugar siempre. Los delfines, que tienen el mar como mundo, trancados en piscina, es horrible. ¿Cuál es el dolor más grande que tienen? Supongamos que el agua está limpia. Vamos a hablar solo de cuando ellos emiten su llamado de grupo, porque son muy gregarios, y las ondas tropiezan con los muros de la piscina. ¿Qué pasa? Rebota, los atormenta, entonces se van quedando mudos. Actualmente, ¿cuál es el método que sigue Zoonosis para matar a los animales que recoge? Lamentablemente es con estricnina. Yo no soy veterinaria, pero la muerte es terrible. Es terrible para el animal y para cualquier persona que intente suicidarse con estricnina, porque es muy agresiva. Lo ideal sería no matar, pero cuando la esterilización no controla la natalidad, el flujo de animales es mucho. Entonces, si no se matan –y

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INICIO no apoyo la muerte– y no hay un lugar donde dar prioridad a esos animales, la acumulación genera problemas muy graves de hacinamiento, de gastos. Habría que tener un presupuesto tan grande para mantener eso que es imposible. Ustedes no abogan por la creación de asilos sino por la esterilización, pero los animales callejeros esterilizados seguirían de todas maneras en la calle hasta que murieran, o Zoonosis los capturara. Siempre tratamos, cuando los transitamos, de que se queden en la misma casa que los transitó, porque es muy difícil atender a un animalito operado y después abandonarlo en la calle. O se reubican en centros de trabajo. Nunca quedan desprotegidos, por lo menos con nosotros. Los gatos sí. Estamos haciendo un trabajo, que se hace en todas partes donde hay sobrepoblación de gatos que se llama “atrapar, operar y soltar”. Los gatos tienen otras características. ¿Usted estuvo al tanto de lo que pasó en Centro Habana con los gatos, en torno al Hospital Hermanos Ameijeiras? A inicios de julio, una protectora de animales denunció en su perfil de Facebook que trabajadores del hospital habían provocado la muerte por envenenamiento de veinte gatos que habitaban en los alrededores. Sí. Mantener gatos en un hospital es el error más grande, es igual que llenar un centro de trabajo. ¿Dónde está el problema? Hay comida, mucha

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INICIO comida. Se botan sobras de los restaurantes, hay una cultura de comer, comer y comer, y hay basura dondequiera. Y las gatas cuando se alimentan reproducen más rápido porque están fuertes. Nosotros tenemos 72 colonias de gatos reportadas, con más de veinte gatos cada colonia, y pedimos ayuda a organizaciones internacionales y nos respondieron. Nos trajeron diez jaulas de trampas, para el programa de “atrapar, operar y soltar”, pero no hay quien cuide las jaulas cuando se ponen ni quien las cargue luego, entonces tenemos que ir más lento de lo programado. En el caso del Ameijeiras, ¿cuál hubiera sido la solución? Irlos trasladando, operándolos. Tal vez si el hospital hubiera conciliado con nosotros o con las personas que alimentaban, hubiéramos podido darle una solución más ética. Pero nunca les contactaron para solucionar eso. En lo absoluto. Cuando nos enteramos, ya era el horror. Un gato al lado del otro, muertos. Los mismos que alimentaban podían haber venido aquí, que estamos a pocas cuadras, y tal vez reubicarlos. Convivir con los animales no es malo. Si hubieran sido dos gatos yo te aseguro que no hubieran matado a ninguno. Si están controlados pueden rendir un servicio. No tienes que fumigar para los ratones y eso es más ecológico. Desde el punto de vista medioambiental es mejor el gato que el insecticida.

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Nora García Perez ha dedicado gran parte de su vida a la defensa de los derechos de los animales. (Foto: Ismario Rodríguez).

¿Cuántas esterilizaciones se hacen en Aniplant? Más o menos diez diarias. Son cuarenta semanales. Trabajábamos tres veces a la semana. En los próximos meses vamos a reabrir. Cerramos porque aquí hay perros y hay una regulación que dice que donde hay clínica no puede haber perros, animales. ¿Desde qué año abrió la clínica? Desde 2009. Pero desde antes se hacían esterilizaciones y campañas en los barrios.

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INICIO ¿Y desde cuándo están cerrados? Hace un año, porque los documentos que nos pidieron demoraron mucho. Estamos esperando la entrega de un centro para trasladar los animales y esto convertirlo todo en una clínica, con servicios más amplios. Haríamos otro tipo de operaciones, ultrasonidos, análisis… Cuando volvamos a abrir vamos a trabajar todos los días, y va a ser gratis, al igual que las campañas que son totalmente gratis. ¿Para dónde llevarían a esos animales que tienen aquí? Para un centro de rehabilitación de Aniplant. ¿Sería como una vivienda, un local? Lo mejor sería un terreno para construir los albergues circulares, que es una modalidad que va creciendo de acuerdo con la cantidad de animales. Pero nunca asilos. Nunca recogida. Por ejemplo: una persona anciana que vaya a operarse y necesita que le cuiden un tiempo su perro, o su gato, o su cotorra, ahí estaríamos para poder hacerlo. Y ojalá pudiera tener caballos y chivos. Aquí hay caballos que se sacrifican pudiendo tener una larga vida, pero cuando no pueden trabajar más, los matan. ¿Cuántos perros tienen ahora en Aniplant? Ahora hay 22, estamos disminuyendo.

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Santiago, gato traído desde el Oriente del país y que irá a vivir a España. (Foto: Ismario Rodríguez).

¿Y este gato ahora que les llegó? Ese gato es de Santiago de Cuba. Se va para España, porque una compañera turista lo recogió y se lo lleva, pero necesita un espacio de tiempo ahora para prepararse e ir para España, análisis de sangre, enviar la sangre para allá, demora tres meses. Ahora él va para un hospedaje. La dueña lo buscó, porque nosotros no tenemos donde tener gatos. Estamos esperando a que lo recojan. ¿Dónde estará que no lo veo? Santiago…

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INICIO

Se llama Santiago. Por Santiago de Cuba. Aquí hay Cuba uno, Cuba dos y Cuba tres, hay Mojito, Habana, Daiquirí, un gato Hemingway. Callejeros todos. Los turistas los recogen destruidos y nos contactan. Hemos exportado ciento y pico de animales. Hace poco en el programa En buen cubano apareció la Doctora María Gloria Vidal, presidenta de la Comisión Nacional de Bienestar Animal del Consejo Científico Veterinario de Cuba, y dijo que estaban preparando desde hacía años un proyecto de ley de bienestar animal. El Consejo Científico Veterinario, la Comisión de Bienestar Animal, quiere hacer el bien, pero el enfoque de ellos siempre va a ser desde el punto de vista sanitario veterinario. Nosotros no compartimos algunos detalles. Ellos están luchando hace rato por tener la primicia, pero aquí lo que importa es que salga una buena ley. ¿Ustedes no dominan el proyecto que están preparando? No. Yo pertenecía a la Comisión de Bienestar Animal, pero me retiré por unas discrepancias en 2006 o 2007, porque la Comisión empezó en 2001. Yo tuve la suerte de compartir con María Gloria

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INICIO los conocimientos que tenía, todo, porque la presidenta del Consejo Científico en aquel momento me lo había pedido, y entre las dos se hizo un anteproyecto de ley, pero yo nunca estuve de acuerdo, mi junta directiva nunca estuvo de acuerdo ¿Qué pasó? ¿Por qué usted dejó de formar parte de esa Comisión? ¿Con qué no estaba de acuerdo? Yo defiendo a los animales, no a las personas. Los proyectos de protección animal van encaminados a los animales. Las leyes del ser humano son otras y no las puedes mezclar. El anteproyecto de nosotros es más sencillo, más abarcador. No lleva demasiadas explicaciones desde el punto de vista técnico sino que está basado en que el sufrimiento animal no debe permitirse porque son seres que sienten. Nosotros y los abogados que nos ayudaron nos apoyamos mucho en la Declaración Universal de los Derechos de los Animales. ¿Bienestar animal no incluye protección animal? Cuando tú lo miras desde el punto de vista de que el animal puede estar mejor, más cuidado, puede intuirse, pero el bienestar animal se crea a partir de los animales de consumo, de los animales de carga, porque los transportes eran horribles, trenes llenos de reses horas y horas, la merma económica era muy grande. Si tu salías con mil reses y te llegaban ochocientas estabas perdiendo dinero. En eso se basó el bienestar animal.

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INICIO Entonces usted aboga más por el término protección animal, en lugar de bienestar animal. Yo creo que si hay bienestar y hay protección estamos bien, porque el bienestar animal responde a muchos parámetros importantes, pero la ley tiene que ser de protección animal. Son términos diferentes. El bienestar animal es para que el animal esté cómodo en la jaula. Nosotros no queremos jaulas. Ahí está la gran diferencia. No sé si están al tanto de otras organizaciones que han surgido, como Protección a Animales de la Ciudad, que han estado recogiendo firmas para presentar un anteproyecto de ley de protección animal en la Asamblea Nacional, ¿apoyan esa iniciativa? Nosotros ni apoyamos ni dejamos de apoyar. Yo pienso que nuestro país debería ser como cualquier otro país y dar la posibilidad a quienes quisieran hacer algo por los animales de agruparse legalmente, pero aquí hay una ley, que es la Ley 54, que solamente autoriza oficialmente una asociación de cada tipo, y a nosotros nos tocó, por el año en que nos fundamos, ser la oficial. Pero la iniciativa de ayudar a los animales no necesita oficialidad, basta con el deseo de querer ayudar. Mientras más personas ayuden más animales se pueden salvar. Lo que hay que documentarse con las personas que ya hicieron, para no cometer los mismos errores. Nosotros tenemos firmas recogidas desde hace mucho tiempo.

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INICIO ¿Ustedes también hicieron una iniciativa de origen popular? Sí, cómo no. Pasamos de las 10 000 firmas. Fueron 15 000 firmas. Las primeras 150: personalidades de la cultura, de las ciencias, de las artes en general. Empieza Alicia Alonso, estaba hasta Javier Sotomayor en su auge, Deborah Andollo, y después los mismos asociados. ¿Fue una recogida de firmas el anteproyecto que presentaron en la Asamblea Nacional del Poder Popular en 1988? Sí, pero era nombre, dirección, y ya. Después lo hicimos con todas las de la ley, porque recibimos la orientación jurídica de que había que utilizar una planilla con marca de agua, foliada, con el carné de identidad de las personas… Hicieron entonces una segunda recogida de firmas. ¿En qué año? A partir del año noventa y pico empezamos a hacer el trabajo. Duró años. Eso ya fue siendo yo presidenta. En el primer movimiento, la obsesión del ingeniero Rafael Oliver (primer presidente de Aniplant) era asilo y ley. Esas dos cosas eran metas, hasta que nos dimos cuenta de que la ley no caminaba, que el asilo no era la solución. El asilo implica almacenamiento de animales. Cuando tú almacenas animales, primero, no son felices; segundo, tienes que tener un sustento económico para la alimentación. Un centro para animales

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INICIO tendría que ser cuando ya estuviera controlada la tenencia de mascotas y se llevaran al asilo casos reales: murió el dueño, vivía solo con el perrito, el perrito va para el asilo. Pero almacenar por almacenar, porque tú dejaste parir, no hay país que pueda sostener eso. ¿Pero qué pasó con las firmas que recogieron? La primera vez, cuando el anteproyecto de 1988 entró directo a la Asamblea nos dijeron que el país no estaba preparado. Lo entendimos. Montar una ley protectora de animales no es aprobar un papel, es crear los mecanismos necesarios. Hay que educar a la población para que después se pueda establecer una ley. Las otras veces los anteproyectos entraron a consideración del Departamento Independiente de Asociaciones (del Ministerio de Agricultura) y han hecho lo que han tenido que hacer en su momento, pero no ha pasado nada. ¿Ustedes no llegaron a presentar las firmas que recogieron en la segunda vuelta directamente en la Asamblea? No, no las presentamos. Las presentamos en el Departamento de nosotros con la jefa nuestra para que viera el trabajo que estábamos haciendo. Nosotros no debemos, no es que no podemos, pero no debemos aparecernos en la Asamblea con 10 000 firmas y un anteproyecto, porque tenemos un Departamento Independiente de Asociaciones que es el órgano de relación con el Ministerio de Agricultura.

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INICIO ¿Y ese departamento ha hecho llegar a la Asamblea el anteproyecto las otras veces que lo presentaron? No te puedo decir. ¿No sabe? ¿No le han dicho? No te puedo decir. ¿Este camino de llevar el anteproyecto al Departamento cuántas veces lo han transitado? Tres. ¿Cuándo fue la última vez que presentaron su anteproyecto ante el Departamento Independiente de Asociaciones del Ministerio de Agricultura? Ya hace rato, porque perdimos confianza. ¿Y cuándo terminaron de recoger firmas? Nosotros nunca paramos de recoger firmas, porque cualquiera que venga y tenga interés le decimos que firme, pero las firmas en este momento han quedado atrás. Ahora estamos enfocados en la nueva Constitución. Desde que salió la consulta pública lo dijimos: “Este es el momento”. En la otra Constitución no dieron oportunidad de opinar. Esta va mucho más democrática. Además, es obligatorio elevar todas las peticiones que se hagan. Tenemos que hacer el intento. Cuando el clamor

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INICIO de una ley protectora de animales suba, yo tengo una confianza extraordinaria en que vamos a lograr si no la ley al menos que nuestra Constitución diga: los derechos de los animales hay que respetarlos. ¿El anteproyecto de Aniplant actualmente es el mismo para el cual recogieron firmas en la década del noventa? Sí, pero se ha ido perfeccionando. Para la consulta, revisamos las constituciones de varios países latinos. ¿Qué quisieran que se incluyera en la Constitución de Cuba en este sentido? Un acápite de respeto a los animales, de su derecho a convivir pacíficamente con nosotros. Los animales que nos sirven de comida, en espectáculo, que nos acompañan, tienen que tener protección. No podemos seguir dejando que pase lo que pasó en Manzanillo, que un hombre le prendió candela a un perro. Los espectáculos con animales tienen que terminar. ¿Incluidos los espectáculos en los acuarios? Vamos a no entrar en cosas tan profundas, vamos poco a poco a ir eliminando los espectáculos callejeros, los animales con relojes, con espejuelos, para hacerse una foto. Están los circos, donde todavía lanzan a un perro desde lo alto, que al final acaba muerto, porque eso le hace daño a las vísceras.

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INICIO No hay leones, pero no por un problema ético sino económico. Nora, ¿usted es vegetariana? Yo soy vegana, más que vegetariana, desde el año 1994. O sea, que se hizo vegana en el Periodo Especial. Sí, porque yo salí de Cuba por primera vez en el año 94, fui a un evento en Estados Unidos, y en ese evento pusieron un documental donde se ve cómo el animal se cría y cómo llega a la mesa, lo que pasan las gallinas para poner los huevos en los grandes colectores, cómo le cortan el pico a los pollitos con una tenaza caliente, lo que es un pollo trancado en una jaula donde no se puede rascar ni abrir las alas, entonces tú te vas poniendo loca. La gente se iba, pero yo me quedé clavada ahí hasta el final, y cuando salí me juré a mí misma jamás tocar en la vida un pedazo de animal

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Las propuestas de los activistas cubanos para eliminar el maltrato animal GEISY GUIA

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Los activistas cubanos por los derechos de los animales propusieron la eliminación de la estricnina como método de sacrificio animal, la revisión de los métodos de captura que utiliza actualmente el personal de Zoonosis y enfatizaron en la importancia y pertinencia de una ley de protección animal en Cuba, entre otros temas abordados en una reunión esta mañana en el Centro de Higiene y Epidemiología de La Habana. Sahily María Navarro, restauradora de profesión y animalista, declaró a Periodismo de Barrio que el lugar donde se ubican los animales en Zoonosis es “deprimente” y que pudiera ser “fantástico” si se garantizaran condiciones para su estancia. En la reunión se pidió además la realización de un censo de animales en la ciudad y el “cese inmediato de las recogidas masivas”.

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INICIO Muchas de las personas que trabajan en Zoonosis “no están animadas y no sienten ninguna empatía por los animales”, añadió Navarro. “Sencillamente toman el trabajo porque viven a dos cuadras”. Por este motivo, la activista propone que la institución se apoye más en los activistas. “Hemos recalcado que lo haríamos de manera voluntaria”, dijo. “Ni siquiera queremos un salario”. Zoonosis cuenta actualmente con un solo camión en funcionamiento para la recogida de callejeros, de los dos que les han sido asignados. En la reunión, además de los activistas, participaron la Vicedirectora de epidemiología y enfermedades zoonóticas, funcionarios provinciales, veterinarios, responsables de los programas de vigilancia, prevención y de control de Zoonosis del Ministerio de Salud Pública y varios individuos que se presentaron como doctores pero no hablaron durante toda la reunión. Dos de las activistas confirmaron a Periodismo de Barrio que los celulares fueron quitados y revisados durante la reunión. La eliminación del sacrificio animal podría lograrse si se priorizaran las campañas de esterilización, explicaron las animalistas. En el caso del uso del fármaco estricnina se pidió valorar otras opciones como el tiopenol sódico para evitar sufrimiento físico y psíquico. Los participantes en la reunión pidieron al Ministerio de Justicia que impulsara mensajes de advertencia en contra del maltrato animal en los medios de comunicación. “Actualmente no se puede formular una denuncia en las estaciones de po-

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INICIO licía”, dijo Sahili, “porque como no hay una ley que proteja, tampoco hay una ley que castigue”. Se acordó que los protectores trabajarían en conjunto para intervenir en la adopción y rehabilitación de los animales, tratando de que solo lleguen a Zoonosis aquellos que fueron infectados con rabia o por conducta sospechosa del mismo. Los activistas pidieron intervenir en la valoración de los casos que son considerados para sacrificar y analizaron, además, la posibilidad de crear refugios estatales que sirvan como espacios de adopción de los que son rescatados en las calles.

Protesta por derechos animales en Cuba.

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INICIO Varios activistas por los derechos de los animales se habían reunido el 11 de noviembre a las 10:00 a.m., frente a la sede del Centro de Observación de Zoonosis en La Lisa, con carteles que exigían el cierre de esta institución y una ley de protección animal. “Nuestro objetivo era liberar a todos los perros que tenía Zoonosis allá adentro y que iban a ser sacrificados, y también aspirábamos a llegar a un consenso con el Gobierno, trabajar en conjunto”, informó a Periodismo de Barrio la protectora Beatriz Batista. Apenas transcurrida media hora de manifestación pacífica acudieron al lugar varias patrullas de la policía junto a funcionarios del Gobierno Municipal de Marianao, del Gobierno Provincial de La Habana y del Ministerio de Salud Pública. Pidieron dialogar con tres de los protectores que estaban reunidos allí en el interior de la institución. “A Zoonosis entraron para hablar con las autoridades los activistas Gilda Arencibia, Sergio Boris Concepción y yo. Después de una larga y ardua plática y negociación, se llegó al acuerdo de que a las nueve de la mañana del martes tendríamos otro diálogo en el Centro de Higiene y Epidemiología Provincial que radica en Marianao”, recalcó Batista. Tras la reunión, los activistas pudieron rescatar a 13 perros que estaban en el local y que ahora recibirán tratamiento médico y serán puestos en adopción. Se quedaron bajo vigilancia en Zoonosis solo dos perros, con el compromiso de que no podían ser sacrificados pues deben ser rehabilitados.

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INICIO “Pedimos también que hoy el carro de Zoonosis no saliera a trabajar”, agregó Batista. Obtuvieron ese compromiso hasta hoy, 12 de noviembre, justo antes de la reunión con los representantes del Gobierno y del Ministerio de Salud Pública. Al mismo tiempo que se desarrollaba la manifestación, en Twitter varios activistas y usuarios posteaban con las etiquetas #LeyDeProtecciónAnimalCubaYa y #ZooNazis. Una reunión de seguimiento debe ocurrir este viernes 15 de noviembre a las dos de la tarde en el mismo lugar. Al encuentro se espera que asistan representantes del Ministerio de la Agricultura –organismo que anunció estaba trabajando en la propuesta de un proyecto de Ley de Protección Animal–, del Ministerio de Justicia, del Ministerio de Educación y representantes de la Policía Nacional Revolucionaria.

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El sargazo y la basura afectan Guanahacabibes JULIO BATISTA RODRÍGUEZ, JANS SOSA ROJAS

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El sargazo se acumula en la costa y ha creado en las playas del sur de Guanahacabibes verdaderas barreras que en ocasiones miden más de metro y medio de altura. Arrastrado por la corriente, llega hasta la orilla y allí se descompone. Con un poco de suerte, una vez podrido y reseco por el sol, el sargazo apestará por un tiempo y luego el mismo mar se encargará de limpiarlo con el oleaje. Con algo de fatalidad, recalará en sitios como Caleta del Chivo, una ensenada en forma de bolsa, de escasísima profundidad y donde las olas no son lo suficientemente fuertes como para arrastrar lo descompuesto. Entonces apestará en más de un kilómetro a la redonda y las islas muertas de sargazo putrefacto nadarán despacio en la ensenada, para más tarde mezclarse con el mar. Aunque hasta estas playas siempre llegó sargazo, en los últimos cinco años ha registrado un crecimiento desmedido provocado por nutrientes químicos que provienen de la actividad humana. La avalancha de esta macroalga amenaza hoy con desplomar las economías turísticas del Gran Caribe. Además, ha tenido efectos notables sobre los ecosistemas coralinos y costeros. La basura es harina de otro costal. No apesta, pero al llegar a sitios como Playa La Barca, donde solo existe un campamento rústico para el monitoreo de tortugas marinas, la imagen parece irreal. Por más de 20 kilómetros, las corrientes llevan hasta las playas el plástico que no se genera en Guanahacabibes: zapatos de cualquier talla, mallas plásticas para trampas langosteras, redes de pesca, pomos plásticos y de vidrio, juguetes, pelotas de golf, cubos…

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INICIO No importa cuántas veces se recoja, o cuántos voluntarios estén dispuestos a limpiar el sitio. Los desechos continúan llegando sin descanso hasta la línea costera curva entre Playa Antonio y Punta El Holandés, que es una especie de trampa natural para la basura. Hasta la punta más occidental de Cuba llegan, a veces, los integrantes del proyecto Cámara Chica: adolescentes que se unen para limpiar algunos tramos de playa en la península y que tratan de visualizar el problema de la basura en este sitio. Por desgracia, el impacto del trabajo que realizan es reducido, como mucho. Guanahacabibes y sus playas son apenas el efecto: para solucionarlo habría que atacar directamente las causas. Esta zona poco accesible para la gente, poco accesible a la prensa y con pocos recursos para la limpieza sistemática del litoral, casi se ha convertido un vertedero secreto. De los que no duelen porque no se ven.

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En Caleta del Chivo, donde las olas no alcanzan a limpiar lo podrido, el mar se ha convertido en una ciĂŠnaga putrefacta y maloliente de sargazo. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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Botellas de vidrio son tambiĂŠn arrastradas por la corriente y depositadas luego en las playas. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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SegĂşn el informe What a Waste 2.0, se estima que cerca del 12 % de los desechos del planeta son plĂĄsticos, ello representa cerca de 242 millones de toneladas anuales. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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La llegada descontrolada de sargazo ha desatado alarmas en la región y en junio pasado se celebró en Cancún (México) el primer evento de Alto Nivel para la Atención de Sargazo en el Gran Caribe, con la presencia de la presidenta de la Asociación de Estados del Caribe. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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El sargazo descompuesto afecta los ecosistemas costeros y de arrecife. Puede llegar a bajar los niveles de oxĂ­geno en el agua e interferir en la fotosĂ­ntesis. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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Algunas especies de aves conviven con el sargazo y la basura, entre los que buscan pequeĂąos crustĂĄceos o restos de animales de los cuales se alimentan. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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Hasta la orilla arrastra el mar parte de lo que los hombres lanzan en ĂŠl. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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Uno de los desechos plรกsticos mรกs comunes en las playas de Guanahacabibes son estas redes plรกsticas (al frente), usadas en las trampas para capturar langostas. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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La corriente arrastra hacia las playas de Guanahacabibes los mĂĄs inusuales objetos, una parte importante de ellos no son degradables y estarĂĄn por muchos aĂąos en la naturaleza. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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Mientras en Guanahacabibes el sargazo se acumula y pudre en la costa, en el resto de la regiรณn hay experiencias valiosas para su empleo en la generaciรณn de biocombustibles y biofertilizantes. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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Al descomponerse, el sargazo genera ácido sulfihídrico, un gas inflamable y tóxico con numerosas aplicaciones industriales. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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En Guanahacabibes, lugar de anidación de varias especies de tortugas marinas, la acumulación de sargazo y basura se ha transformado en un gran obstáculo, tanto para los ejemplares adultos que llegan a desovar cada año, como para los neonatos que deben atravesar la maraña putrefacta antes de llegar al mar. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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La mucha basura acumulada en Guanahacabibes pone en duda que en realidad se trate de un Área Protegida por el CITMA con playas prácticamente vírgenes. (Foto: Jans Sosa Rojas).

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Un patio de referencia en Ranchuelo DIDIER CRUZ FERNĂ NDEZ

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Esther Marina del Sol Viamonte es la dueña de este patio de referencia. Con la ayuda crucial de Lisvany García Díaz, un joven graduado de artes plásticas, pero botánico de pasión, logra que el lugar se autofinancie y deje ganancias por la venta de especies de plantas. (Foto: Didier Cruz Fernández).

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El patio estรก ubicado en el kilรณmetro 1 de la carretera a San Juan de los Yeras, en Ranchuelo, Villa Clara. (Foto: Didier Cruz Fernรกndez).

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El proyecto tiene 38 años de creado. Cuenta con aproximadamente 3086 especies de plantas, de ellas, 435 son orquídeas, 955 cactus, 476 suculentas, 125 helechos y 1095 de otros géneros. (Foto: Didier Cruz Fernández).

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Este patio, cuyo nombre oficial es Patio Las Orquídeas, colabora directamente con el Jardín Botánico de la Universidad de Matanzas. (Foto: Didier Cruz Fernández).

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Además, colaboran en ocasiones con el Jardín Botánico Nacional y con su homólogo de Cienfuegos. (Foto: Didier Cruz Fernández).

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Ostentan el Sello Agroecológico y son miembros de la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales. (Foto: Didier Cruz Fernández).

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Están autorizados por las instituciones competentes para la custodia de especies en peligro de extinción como el manjuarí. (Foto: Didier Cruz Fernández).

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Nido de zunzún. (Foto: Didier Cruz Fernández).

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Una de las especies de orquídeas más pequeñas del mundo. (Foto: Didier Cruz Fernández).

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Rosa del desierto, planta originaria de Madagascar. (Foto: Didier Cruz Fernรกndez).

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El bosque de Samuel LÁZARO LEMUS

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INICIO Samuel Cabrera Arencibia vive cerca de la bloquera y el antiguo psiquiátrico, en un barrio sin nombre en las afueras de Pinar del Río. “Llega y pon” les dicen a las casas que se construyen así: se va con tres palos y con el dedo se selecciona un lugar que a nadie le pertenece. Allí se abre el primer hueco. Pasado no mucho tiempo, quizá minutos, llegan más tablas y más dedos señalando. Pero él no vino con tablas. El primer hueco que Samuel abrió fue para sembrar una planta. La figura de José Martí ejerce fascinación en Samuel, a tal punto que la idea de su bosque es la de coleccionar todas las plantas que el apóstol mencionó en sus obras. Son 319 en total. Hasta ahora, Samuel tiene un aproximado de 70 especies catalogadas con sus nombres comunes y científicos. La pasada sequía hizo estragos en el bosque. Samuel no pudo regarlo porque nunca hubo agua en las tuberías. Nunca existieron tuberías. Los hombres pudieron abrir huecos para sus tablas, pero no para conductos y sistemas de alcantarillado. Eso no les toca a ellos. Hace diez años el gobierno les prometió la instalación del sistema de aguas. Hace pocos días, a las dos de la mañana, Samuel vio por primera vez salir agua del grifo. Le alcanzó para llenar sus tanques; después la cañería tosió tres veces y la última gota se evaporó antes de caer al suelo. El agua de los tanques es para sus necesidades básicas, no le alcanza para regar las plantas. La esperanza para su bosque es que llueva, y en esa espera muchas de las especies mueren o se esconden bajo tierra a esperar las lluvias. Cuidar un bosque sin tener agua con

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INICIO que regarlo puede hacer envejecer. Otra cosa que también puede envejecernos prematuramente es leer libros durante 10 años iluminándonos con una chismosa. De esa manera Samuel leyó cientos. El bosque martiano de Samuel es una isla en tierra, un oasis, un laberinto donde los caminos entre los árboles están señalados con frases que él mismo escribe con letras apretadas, infantiles; sobre pedazos de cartón, como un náufrago que desea ser encontrado. Pero sus señales no son de auxilio (aunque algo de grito tienen): guían a los visitantes hacia ellos mismos, aquí deben encontrarse o perderse. Uno se puede perder entre tanto verde.

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Samuel y el bosque martiano. A su lado, la Ravenala madagascariensis, llamado comúnmente el árbol del viajero, planta endémica de Madagascar. En sus hojas pueden almacenar hasta un cuarto de litro de agua y calmaba la sed de los viajeros sedientos. (Foto: Lázaro Lemus).

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Semillas de limรณn ornamental. (Foto: Lรกzaro Lemus).

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Samuel entre sus plantas. (Foto: Lรกzaro Lemus).

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Samuel prepara bolsas con tierra que amarra a los tallos de las plantas llamadas ficus. Una vez que brotan las raĂ­ces, corta los tallos y siembra las nuevas plantas. (Foto: LĂĄzaro Lemus).

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Los nuevos tallos de ficus, listos para ser cortados y plantados. (Foto: Lรกzaro Lemus).

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Basurero detrรกs de la bloquera, cerca de la casa de Samuel. (Foto: Lรกzaro Lemus).

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Uno de los tantos carteles con los que Samuel nombra las plantas de su bosque: en ellos aparecen el nombre científico, género y región. (Foto: Lázaro Lemus).

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Flor de cactus trepador Hylocereus undatus, reina de la noche. Son fragantes, nocturnas y viven tan solo una noche. (Foto: Lรกzaro Lemus).

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Samuel prepara compost con las hojas secas de su bosque. (Foto: Lรกzaro Lemus).

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Samuel lee un libro que recoge las distintas enfermedades padecidas por José Martí. (Foto: Lázaro Lemus).

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Samuel en el espejo. (Foto: Lรกzaro Lemus).

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Samuel contempla su bosque martiano. (Foto: Lรกzaro Lemus).

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El gallo que Samuel rescatรณ de la muerte se toma atribuciones de humanos. (Foto: Lรกzaro Lemus).

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La naturaleza reclama parte de la casa de Samuel. (Foto: Lรกzaro Lemus).

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Estudio sobre plantas medicinales escrito por Samuel. Forma parte de otros estudios sobre temas variados como botĂĄnica, geografĂ­a y literatura. (Foto: LĂĄzaro Lemus).

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Uno de los pensamientos de José Martí que adornan los caminos del bosque. (Foto: Lázaro Lemus).

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El interior de la casa de Samuel. En las paredes, los libros. “Objetos de conocimientos infinitos”. (Foto: Lázaro Lemus).

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Mariposas ALEJANDRO RAMÍREZ ANDERSON

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Argentina. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Argentina. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Cuba. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Cuba. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Ecuador. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Ecuador. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Venezuela. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Ecuador. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Once imágenes de ocho países para celebrar el día de la tierra ALEJANDRO RAMÍREZ ANDERSON

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Ciudad de Panamá, Panamá. (Foto: Alejandro Ramírez Anderson).

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Chicago, Estados Unidos. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Philadelphia, Estados Unidos. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Cienfuegos, Cuba. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Guanahacabibes, Pinar del RĂ­o, Cuba. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Finisterre, Galicia, EspaĂąa. (Foto: Alejandro RamĂ­rez Anderson).

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Reserva Indio Maíz, Nicaragua. (Foto: Alejandro Ramírez Anderson).

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Río San Juan, Nicaragua. (Foto: Alejandro Ramírez Anderson).

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Serranía del Perijá, Venezuela. (Foto: Alejandro Ramírez Anderson).

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Territorio indígena térraba, Costa Rica. (Foto: Alejandro Ramírez Anderson).

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Coordinación General: Geisy Guia Edición: Tomás E. Pérez y Gilberto Padilla Ilustración de portada y diseño: Monkc


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