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Experiencia
Mi agradecida experiencia
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Laura Juliana Torres
Licenciatura en Lenguas Modernas
Para mí, práctica ha sido toda una aventura llena de altos y bajos, pero ciertamente he aprendido muchas cosas durante la experiencia. Cuando inicié práctica no tenía idea de qué esperar, fue algo que, a pesar de ser una materia que inscribí conscientemente y que ya había ido a reuniones y charlado con compañeros al respecto, me tomó muy desprevenida. Algunos pensarán que es un poco extraño que todo esto me tomara de esta manera, pero cuando se trata de comenzar a vivir las cosas en vez de solo aprender de ellas dentro de un salón de clase, hay cierto choque con la realidad que no necesariamente significa algo malo.
Para comenzar, el colegio al que me asignaron no fue uno de los que puse en mis opciones; sin embargo, la razón por la cual me asignaron allí fue causa de orgullo y alegría. Tuve que hacer un examen de inglés en la institución puesto que es requisito para que ellos decidan si puedo realizar o no mi práctica allí. Entre mis preocupaciones más frecuentes estaban la ubicación del colegio, qué medio de transporte me serviría, pensar en el examen de in-
Quise aprovechar esta oportunidad para retarme y enfrentar algo con lo que no estaba tan familiarizada.
glés que tenía que presentar, entre otros, que cuando finalmente llegó el primer día de práctica, no tenía idea de qué tenía que hacer. Usualmente se asignan más de un practicante a cada institución, pero en mi caso era solo yo. Así fue como inicié mi “aventura”, sola y sin la menor idea de qué me esperaba.
Ahora que ya terminó mi semestre de observación y que me encuentro en mi semestre de práctica, solo puedo decir que ha sido una experiencia inigualable. Desde que llegué, los demás profesores me han tratado con respeto y amabilidad. La profesora con la que estoy ha sido una gran ayuda, siempre dándome nuevas experiencias para aprender y mejorar. Desde creación de material y corregir exámenes, hasta dictar una clase, hay muchas cosas que he aprendido durante esta experiencia y que sé que me servirán más adelante. Todos los días tengo varias tareas que hacer o una tarea específica que suele tomarme gran parte del día.
He diseñado viejos y confiables
Kahoots, he creado posters y he hecho trivias sobre San Valentín que ahora me hacen darles datos curiosos sobre la festividad a mis amigos. He dado tutorías personalizadas a estudiantes y he tenido que reemplazar una clase con chicos de otros cursos, lo cual siento que fue lo que más me ayudó a perder la timidez y ese miedo de pararse al frente y ser quien da la clase.
A pesar de que me ha ido muy bien en la mayoría de las cosas, no todo es perfecto. Actualmente le estoy dando clase a estudiantes de noveno y décimo, lo cual fue por elección propia, pero a la vez representa un reto. Yo suelo llevarme muy bien con los niños pequeños, me gusta jugar e interactuar con ellos y siento que tengo un mejor entendimiento con esas edades. Fue por eso por lo que decidí hacer mi práctica con estudiantes más grandes, porque quise aprovechar esta oportunidad para retarme y enfrentar algo con lo que no estaba tan familiarizada. Admito que, aunque no fue fácil,
poco a poco logré acercarme más a mis estudiantes y he apreciado mucho de su respeto y de su colaboración cuando tengo que hacer clase o algo de mi práctica. Siempre he sentido que podría hacer más para tener una mejor conexión con ellos, pero he avanzado en lo posible respecto al tema y he aprendido mucho de ellos mientras lo hacía. Estar en práctica me ha hecho darme cuenta de que muchas cosas han cambiado, que ya no es igual a cuando yo estuve en noveno y décimo. Fue en práctica donde me comencé a sentir vieja, lo cual fue muy gracioso y noté que varios practicantes nos hemos sentido así.
Lo que más me ha agradado de la práctica ha sido el agradecimiento tanto de los estudiantes como de los otros profesores. Todo el tiempo he ofrecido mi ayuda lo más que puedo sin sobrecargarme, porque eso solo sería un problema. Casi todos los días que voy, recibo un “gracias” sincero de algún profesor o estudiante y eso suele animarme bastante, me hace sentir parte de la comunidad a la que entré sin saber casi nada, puedo ser un apoyo y aportar mientras aprendo. Una de las veces que más me alegré fue cuando terminé de dar una clase y un estudiante se acercó para agradecerme por ella antes de salir a recreo. Tal vez no signifique mucho para varias personas, pero a mí fue algo que me hizo sonreír, que me hizo sentir que el Lesson plan y las reuniones con mi guía pedagógico valieron cada segundo. Ese tipo de cosas son las que hacen que me lea cinco novelas diferentes para poder participar y entender de qué hablan mis estudiantes cuando tienen sus círculos literarios, que me siente a ver videos e investigar sobre temas que están viendo en clase, que busque la forma para que la clase que les voy a dar incluya algo que les guste y los anime a participar.
Desafortunadamente, mi practica tuvo una pausa muy abrupta debido al COVID-19. Sé que hay algunos practicantes que están asistiendo de forma virtual, pero hay otros a los que no se nos ha dado nada que hacer y parece que hasta ahí llego nuestra experiencia. Lastimosamente, soy parte del segundo grupo y es una lástima, porque hubiera querido terminar toda esta experiencia de la mejor forma. No obstante, aprecio bastante el tiempo que tuve allí, las experiencias, el conocimiento que adquirí y las personas que conocí. Cuando sea posible, volveré al colegio y daré las gracias personalmente, porque lo que más queda en mi corazón es un genuino agradecimiento.
Tal vez no signifique mucho para varias personas, pero a mí fue algo que me hizo sonreír.
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