Periódico El Suroeste edición 116 marzo 2015

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Marzo - abril de 2015

Columnista invitada

y sus valores humanos y culturales Templo Parroquial Titiribí

Octavio Quintero Villa, otro gran valor de Titiribí, músico, poeta y escritor, prologó el libro en referencia y define su mejor soneto, “Como vine me voy”, diciendo que es “un verdadero reflejo de su vida bohemia, resumida en 14 versos llenos de realidad y sentimentalismo”: Como vine me iré, no llevo nada en mi raída alforja de viajero; ni la caricia de un amor sincero, ni una ilusión, ni una esperanza, nada. Pero sé que al final de la jornada, al terminar del árido sendero, hallaré a mi cansancio de viajero, el reposo apacible de la nada. Como vine me voy; la vida es eso: un viaje con pasaje de regreso hacia una estación desconocida.

“PUNTUDO”

Por Lucila González de Chaves lugore55@gmail.com

“Un personaje de leyenda” lo ha llamado el ilustre abogado titiribiseño Rodrigo Flórez Ruiz y agrega que en el libro Poemas, producción literaria de José Manuel Vélez Trujillo, alias “Puntudo”, encontramos al poeta romántico, al existencialista, al costumbrista. Nada más apropiado para explicar cómo es este hermoso terruño del Suroeste de Antioquia que la página “Romance”: Mi pueblo vive de anhelos, de glorias y alegrías, músicas y poesías, crónicas de torería y lances de amor y celos;

Como vine me voy, ensueño loco; viví un instante, me amañé muy poco, no gocé nada y se acabó la vida

“CHAMPAÑA” Todos los pueblos han tenido uno o más personajes típicos que por sus costumbres, comportamientos y lenguaje llaman la atención; por eso, se les ha llamado con el común denominador de “personajes típicos”. En Titiribí, uno de ellos fue Jesús María Velásquez, alias “Champaña”.

Su físico era descuidado; andaba a zancadas y, a veces, con levedad, metido en su mundo interior; de ahí que diera la impresión de estar lejos de la realidad. Eso de “personaje típico” tiene en las poblaciones antioqueñas una connotación especial de “loco”, “bobo”, “retardado”, “maniático”. Su alma, en cambio, estaba totalmente habitada por la poesía. Tenía una pasión: la lectura. Era, cuando quería, un gran conversador, con una memoria prodigiosa; de pronto, empezaba a declamar páginas completas de grandes autores: Valencia, Silva, Barba Jacob, Rubén Darío etc., o de oradores, porque amaba la oratoria. Su misma voz y sus ademanes eran - a veces- de carácter oratorio. Pasaron los años. Mi vida, mis estudios, mi profesión y mi hogar fueron desarrollándose en Medellín. Por ese motivo, ignoro si su carácter cambió en sus últimos años. En mis visitas a Titiribí, de manera fugaz, pude verlo ya setentón y me pareció que su interior seguía siendo igual. No puedo dejar de recordar la gran sorpresa que tuve el 17 de mayo de 1981, cuando el Gobierno Departamental me concedió la Medalla al Mérito “Miguel Giraldo Salazar” (era mi primera condecoración), ese día recibí un telegrama de Titiribí. Aún lo conservo, dice: “Merecido galardón compartímoslo orgullosamente ciudadanía titiribiseña y el suscrito. Felicitaciones. Champaña”.


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