B A J O L A LU PA
Diseño atractivo atemporal con medidas de ahorro energético de gran calado El edificio histórico de Can Mati ha sido objeto de una reforma integral, convirtiéndose en un edificio de energía casi nula (NZEB) y siendo una vivienda certificada con el estándar Passivhaus para renovaciones. Situada en Viladecans (Barcelona), la antigua casa de pueblo tenía una organización generosa bastante interesante, cuyas virtudes se han conservado. El centro de la casa, antes un espacio muy compartimentado y oscuro, se ha transformado en un vestíbulo de tres plantas inundado de luz natural.
Fotografías: Pol Viladoms
L
a finca Can Mati, anteriormente conocida como Can La Sellaresa y construida por Marcel·lí Calbet i Sendra, tiene su origen a finales del siglo XIX. Se construyó como casa de payés en el núcleo histórico de Viladecans, en su día una localidad agrícola, que se transformó al inicio del siglo XX en un pueblo industrial. Durante cuatro generaciones, la casa funcionó como vivienda familiar para guardar el ganado y como almacén de herramientas campesinas. La casa se presentaba en buen estado de conservación, a grandes rasgos en el estado original, con unos porches más recientes en el patio. “Es un reto partir de una estructura existente, pero a la vez nos ofrece la oportunidad de enriquecer un edificio, puesto que tal como nuestros antecedentes influyen en nuestras personalidades, los espacios históricos nos hablan de una manera que un edificio nuevo no consigue”, explica el arquitecto responsable, Daniel Tigges. El proyecto valora la sustancia existente y conserva viva la historia construida. Los muros estructurales solo se han modificado puntualmente. Con la eliminación de los cielos rasos y una limpieza a fondo vuelven a lucir las vigas de madera y las bovedillas cerámicas. En la fachada principal se han redimensionado las
16 NAN Arquitectura
aperturas para permitir una mejora en la iluminación natural. Además, se han colocado nuevas ventanas y porticones de madera y se ha dado un acabado con un enlucido de mortero de cal a los muros existentes. La cornisa diseñada para integrar el cableado público y el zócalo se han materializado con cerámica semigresificada. Casi todos los dormitorios se han mantenido en el estado actual —uno se ha convertido en baño y lavadero—, iluminados por unas claraboyas. La zona de día atraviesa el cuerpo del edificio de la calle hasta el patio, uniendo tres espacios, que antiguamente eran un dormitorio y dos habitaciones. “Esta casa es un horno en verano y una nevera en invierno”, explica el hijo de la última propietaria. En este sentido, la rehabilitación energética ha conseguido un confort excepcional y un consumo energético mínimo de 31 kWh/m2a para la calefacción y 14 kWh/ m2a para la refrigeración, según el balance energético. Durante el pasado verano, uno de los más calurosos de la historia, tan solo se usó el sistema de refrigeración durante dos semanas. El resto de días se pudo controlar la temperatura interior con ventiladores de techo y utilizando las protecciones solares.