Identidad en el laberinto de la memoria - tomo 2 español

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Identidad mestiza: de Acopilco al Incio Ramón Villares Paz

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago de Compostela Presidente del Consejo de la Cultura Gallega

La familia de mi padre poco antes de la muerte de mi abuelo. Una foto que debió tomarse como testimonio ante la futura ausencia. [1949] A familia de meu pai pouco antes da morte de meu avó. Unha foto que debeu tomarse como testemuño ante a futura ausencia.

Las relaciones entre Galicia y México vienen de viejo, de los tiempos de la conquista y posterior colonización del territorio del antiguo imperio azteca. Una extensión muy notable de aquel territorio llevó el nombre de “Nueva Galicia”, con capital en Jalisco, y algunas ciudades fundadas de nueva planta fueron encomendadas al patrocinio del Apóstol Santiago, tal que Querétaro. El profesor Américo Castro pudo observar, en sus pesquisas sobre el mito de “Santiago de España”, que el “ímpetu imperial” propio de la fe que brota en las piedras de la plaza del Obradoiro compostelana tuvo continuidad, entre otros lugares, en la “Plaza de Armas” de la ciudad de México. En los tiempos de la colonia, el virreinato de “Nueva España” fue uno de los lugares más permeables a la presencia de nativos procedentes del Reino de Galicia, como obispos, oidores, técnicos de las minas de Zacatecas o como corregidores y miembros de la administración colonial. Y, en los tiempos más recientes, sucesivas olas migratorias y un masivo exilio republicano llevaron a tierras mexicanas a muchos inmigrantes de origen galaico y también a profesionales y políticos vencidos en la Guerra Civil. Un libro muy singular, Presencia de Galicia en México, promovido por el Patronato da Cultura Galega en 1954, recoge algunos de los nombres más señeros de los gallegos trasterrados, como fueron Bal y Gay, Delgado Gurriarán, Marcial Fernández, Rodríguez de Bretaña, Arturo Souto, Luís Soto o A. Vázquez Humasqué, entre una larga nómina de exiliados, muchos de ellos no gallegos de nación. Antes y después de aquella arribada de los exiliados, también habían llegado a México numerosos inmigrantes que acabaron por conformar una poderosa colectividad gallega procedente en su mayoría de concejos del interior de Galicia, desde la Terra Chá luguesa hasta las tierras orensanas de Carballiño. Dos miembros de una familia del ayuntamiento lugués de O Incio, los hermanos Pedro y Luis Díaz González, llegaron a México DF durante los años veinte y allí se asentaron en el ramo del comercio de alimentación (confitería y carnicería), que era muy común entre los inmigrantes de origen gallego, antes de especializarse en el sector del mueble y del alojamiento hotelero. El bagaje cultural que llevaban con ellos estos dos inmigrantes de O Incio era muy superior a la imagen tópica, y no siempre cierta, del emigrante gallego. Hijos de un labriego que había cursado casi toda la carrera sacerdotal en el seminario de Lugo y sobrinos de un boticario y una comerciante, el hermano mayor de aquellos dos inmigrantes era médico formado en Compostela en las mismas aulas que Roberto Nóvoa Santos o Alfonso R. Castelao. Este médico de ideología republicana, conocido como “O 17


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