Agresión Sexual - Voz de Voces - Edición #18

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EDICIÓN #18

AGRESIÓN SEXUAL


mensaje editorial biografía autorx Nos place presentarles el número 18 de la Revista Voz de Voces con interesantes temas que atienden la justicia restaurativa, la Iglesia como comunidad sanadora, el arte como proceso terapéutico, el caso de Ana y su ruta hacia la sanación, una investigación sobre las mujeres inmigrantes en el ámbito laboral, las mujeres y adolescentes desaparecidas, arte, ilustración y poemas. En adelante, le hacemos un resumen de los contenidos. Cómo imaginar la Justicia Restaurativa en Puerto Rico de Jorge I. López Martínez puntualiza en cuatro asuntos medulares: la justicia restaurativa no es un proceso de mediación, las víctimas necesitan que se protejan sus derechos de igual forma como ocurre con los derechos de lxs acusadxs, el consentimiento de lxs víctimas y sobrevivientes es clave para integrar las prácticas de justicia restaurativa y es de suma importancia tener presente los retos y oportunidades en la implementación de prácticas de justicia restaurativa en el sistema de justicia. En Retos y esperanzas en medio de la violencia de género: La Iglesia como comunidad sanadora…de la agresión a la compasión y de la violencia a la paz por Sarah González López propone recomendaciones profesionales como puntos teológicos en la práctica de Jesús: prevenir, denunciar y ofrecer apoyo a las víctimas y sobrevivientes. La autora concluye que en cualquier medio de violencia género hay esperanza cuando la Iglesia se convierte en una comunidad sanadora. Tiempos de felicidad, tiempos de libertad de la autora Suzette Álvarez Soto que da cuentas de la importancia del arte como proceso terapéutico para mujeres víctimas de violencia de género. A través de la experiencia de un grupo de mujeres, se destaca el trabajo individual y cómo se construye en el colectivo sus narrativas que categorizan temas de libertad y empoderamiento. De la experiencia colectiva de un grupo de mujeres, pasamos a conocer, La Ruta de Sanación para Ana que describe su experiencia como víctima de violencia de género. Una historia contada desde la voz de su autora Ana Celeste Mercado y los recursos de apoyo que encontró en su caminar para salir de situaciones de violencia de género junto a sus hijxs. En el presente es una agente de cambio para otras mujeres. Las Mujeres Inmigrantes en el ámbito laboral en Puerto Rico es un resumen del estudio realizado por las autoras, Noelia Delgado, Elithet Silva Martínez y Romelinda Grullón que visibiliza a las mujeres inmigrantes en el Centro de la Mujer Dominicana, se encontró que las mujeres sufrían las secuelas de la violencia contra ellas en más de un escenario, familiar y laboral. Según las autoras las mujeres no sólo experimentaban trauma con sus parejas o exparejas, sino que también manejaban el trauma de ser violentadas por sus empleadorxs. A través de las verbalizaciones de las participantes se revelan esas experiencias de trauma. Demasiadas Mujeres y Adolescentes Desaparecidas en Puerto Rico; Hay Que Buscarlas Todos Los Días Hasta Encontrarlas por Carmen Castelló Ortiz que nos informa de los casos y a través de una búsqueda de la páginas oficiales gubernamentales y artículos de periódicos, evidenció que el Estado tiene problemas para la recopilación de estadísticas. En su página Seguimiento de Casos en las redes sociales recopila información de las desaparecidas. Además, se presenta una ilustración Hablemos, aunque nos tiemble la voz de Mya Pagán. Igualmente, en la Sesión de Poemas, Edgar A. Torres Morales, nos interpela con el poema: No me llames, si no puedo. Finalmente, Krystal M. Rivera González, nos invita a reflexionar con el poema: A la mujer colonial que se censure. Con los mejores deseos que esta edición amplié nuestros conocimientos y miradas hacia alternativas conciliadoras y liberadoras tan necesarias en estos tiempos. ¡Enhorabuena!

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migna l. rivera garcía Posee un bachillerato en trabajo social de la Universidad de Puerto Rico. Además, de Maestría en Artes y un Doctorado, ambos en la especialidad de Consejería Psicológica. Su investigación doctoral con distinción es un estudio de casos múltiple que titula: La experiencia de estudiantes universitarias con roles múltiples de género en Puerto Rico: Hacia un modelo de promoción de la salud (2015). Posee licencias profesionales como trabajadora social y psicóloga. Sus diversas experiencias en el campo del trabajo social, investigación, educación y psicología han llevado a ejercer en posiciones de coordinación de proyectos educativos que se desarrollan en comunidades escolares por más de 10 años. En el 2015 coordinó desde Coordinadora Paz para las Mujeres, Inc. el Proyecto Equidad de Género del Departamento de la Familia que produjo un Currículo de Equidad de Género para el adiestramiento de personal en instancias gubernamentales. En los últimos 10 años, se desempeña como profesora universitaria a jornada parcial en la Universidad del Sagrado Corazón. En el campo de la investigación, lideró la investigación Consulta Juvenil Comunitaria (2016) para la Fundación Chana y Samuel Levis. Tiene a su haber las siguientes publicaciones: Debates y acercamientos reflexivos sobre las Comunidades LGBTTIQ y la consejería psicológica (2016), La riqueza de las emociones (2013) y El poder de la resiliencia generado por el cáncer de mama en mujeres en Puerto Rico (2012). En el Boletín de Amnistía Internacional Sección de Puerto Rico, publicó la ponencia, En la vulnerabilidad, la precariedad y el desamparo: Renacen las ciudades resilientes, presentada en la Primera Cumbre de Ciudades Resilientes celebrada en la Ciudad de México en mayo, 2018. Es miembro de la Asociación de Psicología de Puerto Rico y del Comité de Diversidad de Sexo, Género y Orientación Sexual; y de la Sociedad Interamericana de Psicología. Además, es miembra de la Junta de Directores de Amnistía Internacional Sección de Puerto Rico.

18va Edición Voz de Voces Edición: Migna L. Rivera García Coordinación de publicación: Nereida N. Valentín Márquez nereida.valentin@pazparalamujer.org Arte gráfico: Ivana P. Alonso Contés alogiadesign@gmail.com Coordinadora Paz para las Mujeres, Inc. Coalición Puertorriqueña contra la Violencia Doméstica y la Agresión Sexual PO Box 193008 San Juan, Puerto Rico 00919-3008 Teléfono: 787-281-7579 Fax: 787-767-6843 info@pazparalamujer.org www.pazparalamujer.org Facebook: Paz Mujer Instagram: @pazmujer Twitter: @pazparalamujer YouTube: Pazmujer Esta publicación ha sido posible gracias al auspicio del United States Department of Justice Violence Against Women Act, USDOJ-VAWA .Contrato 2017 MUAX 0018 USDOJ-VAWA. Las opiniones expresadas en esta publicación son de las/os autoras/es y no reflejan las opiniones del Departamento de Justicia de los EE.UU. NOTA: La letra x es utilizada en la publicación como inclusiva del femenino y masculino de las palabras. Por ejemplo, en vez de niños y niñas, escribiremos niñxs.

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tabla de contenido

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cómo imaginar la justicia restaurativa en puerto rico

la ruta de sanación para ana ana c. mercado matías

jorge i. lópez martínez

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la iglesia como comunidad sanadora

las mujeres inmigrantes en el ámbito laboral en puerto rico

sarah gonzález lópez

romelinda grullón

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demasiadas mujeres y adolescentes desaparecidas en puerto rico

arte: ni una menos girasoles creative studio

carmen castelló ortíz

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sesión de poemas e ilustraciones

tiempos de felicidad, tiempos de libertad

mya pagán, kristal rivera y edgar torres

suzzete álvarez soto

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en puerto rico

Continuarán surgiendo interrogantes y se nos hace evidente la necesidad de más foros donde podamos generar contestaciones a estas preguntas. Nos queda recordar que, independientemente de los mecanismos que acordemos para la resolución de conflictos por victimización, es mandatorio abogar por un enfoque en el que prevalezca la dignidad de las personas y que apueste por asegurar el bienestar de víctimas y sobrevivientes para su recuperación óptima. Nos toca seguir luchando hacia la equidad. Si necesitas comunicarte con profesionales por alguna situación de violencia sexual, puedes llamar a la Línea de Orientación y Ayuda 24/7 sobre violencia sexual del Centro Salud Justicia de Puerto Rico al (787)337-3737. referencias Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. (2006). Manual sobre Programas de Justicia Restaurativa. Serie de manuales sobre justicia penal. ISBN-13: 978-92-1-133754-9 Policía de Puerto Rico. (2019). Querellas de Delitos Sexuales. En Estadísticas de Delitos Sexuales y Maltrato a Menores. Extraído en mayo 2019 de https://policia.pr.gov/estadisticasdelitos-sexuales-y-maltrato-a-menores/

biografía autorx

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en los procesos de atención de víctimas y sobrevivientes de agresión sexual. Por otra parte, los Simposios sobre Intercesoría con Víctimas, efectuados en los años 2017 y 2018 (en Mayagüez y Río Piedras, respectivamente), han integrado ponencias sobre perspectivas ante la posible integración de prácticas de justicia restaurativa en el sistema judicial. Este tema ha levantado muchas interrogantes sobre cómo estamos en el presente, qué hemos hecho y hacia dónde vamos. De estos diálogos, quisiera resaltar cuatro (4) puntos o aspectos de la conversación que me parecen medulares. En primer lugar, justicia restaurativa no es igual a mediación. Es imperante reconocer las relaciones de poder que se generan entre lxs víctimas/sobrevivientes y lxs perpetradorxs de la violencia, en especial en situaciones de violencia sexual. La posibilidad de sentarse a negociar acuerdos luego de un evento de victimización por abuso sexual es nula, pues hay dinámicas preexistentes que provocan una vulnerabilidad mayor en la persona afectada que definitivamente no provee igualdad de condiciones para la resolución del conflicto mediante la mediación. En ese sentido, la mediación no provee los recursos para una resolución apropiada del conflicto que atienda las implicaciones de este sobre las personas afectadas. En segundo lugar, en materia del estado de derecho, urge la necesidad de equiparar los derechos de víctimas a los derechos de personas acusadas de delito. En Puerto Rico, la constitución establece unos derechos de las personas acusadas de delito para asegurar un juicio digno y evitar la doble acusación, entre otros asuntos. Sin embargo, los derechos de víctimas y testigos de delito están contenido en una pieza de ley (Núm. 22 de 1988) que es comúnmente olvidada por las figuras del sistema judicial puertorriqueño. Es necesaria su integración en el derecho constitucional, como ha ocurrido en muchos otros países latinoamericanos, con el propósito de establecer un marco legal que proteja de

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Hablar de Justicia Restaurativa en Puerto Rico es un asunto novel. La costumbre a un sistema adversativo que se limite a definir quién “gana” y quién “pierde” para asignar castigos (penas) ha obstaculizado posibles conversaciones que podrían imaginar otros sistemas que prioricen el bienestar de las víctimas y sobrevivientes, en especial en casos de violencia sexual. En el año 2018, la Policía de Puerto Rico recibió 1,182 querellas de delitos sexuales de las cuales 522 (44%) fueron esclarecidas y produjeron un total de 147 arrestos. Esto nos da un indicio de que la mayor parte de las víctimas y sobrevivientes de violencia sexual no llegan a un foro de justicia que adjudique responsa­bilidades y establezca las formas de reparación por los daños provocados. Desde las instituciones que brindan servicios directos a estxs sobrevivientes (primordialmente instituciones sin fines de lucro) se han generado propuestas para la atención de víctimas y sobrevivientes de violencia sexual que integren prácticas de justicia restaurativa en todas las instancias de ayuda, incluyendo (pero sin limitarse) a hospitales, centros de ayuda psicosocial, cuarteles de la policía y salas judiciales. No obstante, vale la pena preguntarnos: ¿Qué significa justicia restaurativa en nuestro contexto puertorriqueño y cuáles serían las prácticas más adecuadas? En el año 2006, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, mediante el Manual sobre Programas de Justicia Restaurativa, definió el término como: “una forma de responder al comportamiento delictivo balanceando las necesidades de la comunidad, de las víctimas [y sobrevivientes] y de los delincuentes”. Más a fondo, define los procesos restaurativos como “cualquier proceso en que la víctima y el ofensor, y cuando sea adecuado, cualquier otro individuo o miembro de la comunidad afectado por un delito participan en conjunto y activamente en la resolución de los asuntos derivados del delito, generalmente con la ayuda de un facilitador”. Este año la XV Conferencia Nacional sobre Agresión Sexual, organizada por Coordinadora Paz para la Mujer y realizada en el mes de abril 2019 en San Juan, abordó el tema de justicia restaurativa y su posible integración

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cómo imaginar la justicia restaurativa

igual forma los derechos de las víctimas y sobrevivientes como los derechos de lxs acusadxs. En tercer lugar, el consentimiento de lxs víctimas y sobrevivientes debe ser clave y determinante en todos los procesos que consideren integrar prácticas de justicia restaurativa. No es adecuado asumir ni imponer procesos o prácticas, aunque podamos considerar que serían de beneficio para la persona afectada. Y en último lugar, es necesario tener presente los retos y oportunidades en cuanto a la implementación de prácticas de justicia restaurativa en el sistema de justicia. Por un lado, presenciamos la falta de recursos y el panorama de mayores recortes impulsados por la Junta de Control Fiscal. También vemos la necesidad de currículos educativos liberadores con educación sexual integral y con perspectiva de género, que apuesten por erradicar las formas de socialización que normalizan la violencia y perpetúan los roles de género normativos y nocivos. Y, por otro lado, tenemos una gran apertura a colaboraciones interagenciales con acercamientos multi y transdisciplinarios, que pueden enfocarse en evitar la revictimización y proveer soluciones y alternativas al sistema convencional punitivo.

jorge iván lópez martínez (pronombres: él/elle) nació en Mayagüez, Puerto Rico. Terminó su escuela superior en el Centro Residencial de Oportunidades Educativas de Mayagüez (CROEM) y cursó un bachillerato en sociología en el Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico. En el 2018 terminó una Maestría en Administración Pública en el Recinto de Río Piedras de dicha Universidad. Comenzó a servir en el campo de asistencia a víctimas y sobrevivientes en el proyecto SIEMPRE VIVAS, proyecto de apoyo a víctimas y sobrevivientes de violencia de género, acecho y agresión sexual. Fue Coordinador General de la Alianza para la Paz Social (ALAPÁS) por varios años, organización que ofrece servicios y aboga por los derechos de víctimas, especialmente sobrevivientes de homicidio. Ha sido consultor de varios proyectos en asuntos de desarrollo organizacional y temas de género y diversidades sexuales. Actualmente es Fellow de Open Society Foundations, trabajando Cap.i.cú, un proyecto de capacitación en inclusividad de personas LGBTQPIA+ en organizaciones y grupos comunitarios, y es coordinador de la Red de Intercesoría de Puerto Rico. Finalmente, a Jorge Iván le encanta el yoga, la meditación, la escucha consciente y un buen jangueo con su corille.

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retos y esperanzas en medio de la violencia de género Para el cristianismo, la Iglesia es el producto histórico que nace a partir del entendimiento de la comunidad que recibe a Jesús como El Mesías, maestro portador de las buenas noticias de salvación a través de su vida y ministerio plasmado en los Evangelios. Al final de su misión la directriz fue clara: “id y haced discípulos” llevando la “buena nueva” en un modelo de evangelización sin acepción de personas: “para todo el mundo”. Por lo que la Iglesia enfrenta retos que atañen al pleno de la sociedad. La violencia de género es uno de ellos. Nos preguntamos cómo la Iglesia debe responder. La aspiración de toda Iglesia es imitar de forma magistral las acciones de su Maestro Jesús. Es necesario discernir cuáles son respuestas que encarnen esa “buena nueva para todo el mundo”. En los primeros tres Evangelios encontramos los fundamentos teológicos del modelo a imitar. Los mismos presentan un Maestro cuyo ministerio fue prioritariamente uno de anuncio del Reino, de paz, justicia y esperanza, de sanidad integral. No solo sanaba las dolencias físicas, sino también las aflicciones del espíritu y restituía a las personas a su comunidad. Anunció que el “Año agradable del Señor” había hecho su entrada. En nuestra sociedad, todas las esferas están desgarradas por las distintas modalidades de violencia de género, la Iglesia tiene que responder como portadora de los principios teológicos que la sustentan. Los Evangelios narran varias experiencias que ofrecen las pistas a seguir. El relato de la mujer adúltera en Juan 8:3-11 es una historia bien conocida no solo por las comunidades de fe. El mismo da cuenta de la sensibilidad, la empatía y el arrojo de Jesús. Unos hombres llenos de prejuicios religiosos y sociales utilizan a esta mujer para intimidar y vulnerar el juicio de Jesús. La mujer fue tomada en adulterio y tal acción requería que la lapidaran junto a la pareja, pero se revelan los prejuicios sociales ya que el hombre no fue acusado. Jesús confronta a los hombres con sus propios pecados: “el que de vosotros que esté limpio de pecados, que arroje la primera piedra” y de paso previene un feminicidio. A la mujer la perdona y la restaura a una vida plena en absoluta libertad: “ni yo te condeno, vete y no peques más” y con ello la transportó a un mundo de total confianza y libertad al pasar de la agresión a la compasión. El único que la podía condenar no la condenó . Esta es una pista teológica para la iglesia. Es un llamado a ser comunidad sanadora ante problemas de índole social y como tal, confrontar, perdonar y restaurar. Jesús también sanó a una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía 12 años y que según uno de los relatos había gastado todo lo que tenía y le iba peor. Era una mujer impura ante las leyes judías, a la que no se podía tocar. Pero la sensibilidad de Jesús pudo más. Aunque con vergüenza y con temor a ser descubierta, tocó solo el manto de Jesús confiando en que sería sanada, Jesús no la rechazó, por el contrario, su cuerpo todo se estremece y con profunda compasión la sana y le dice “tu fe te ha salvado, ve en paz”. Esta mujer acostumbrada a la soledad por su condición, cuya autoestima debía estar sumamente lacerada, desde la marginación es acogida por Jesús, sanada y restituida a una vida de paz. Jesús la afirma en su fortaleza espiritual. Nuevamente hace gustar a una mujer de una vida plena y del inicio de ese “Año agradable del Señor” que nos lleva por el camino de transformar la agresión en compasión, afirmando la pista teológica propuesta para la iglesia en un llamado a ser comunidad sanadora ante la sociedad.

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Las palabras de Jesús y el manto representan el medio por el cual se dispersa la sanidad. Para imitar a Jesús la iglesia debe pues utilizar la Palabra. Las palabras tienen poder y esta es una afirmación no solo de la filosofía del lenguaje sino también bíblica. El Evangelio de Juan en su primer versículo afirma el poder de las palabras y comienza diciendo: “en el principio era la Palabra y la Palabra era Dios y la Palabra era con Dios y todas las cosas fueron hechas por la Palabra”. Pero también el manto nos ofrece una metáfora para el modelo de acción que intentamos proponer hoy, cuando la violencia de género (que alcanza de forma prioritaria a las mujeres, pero no es exclusiva de ellas), nos interpela de forma particular a ejercitar la justicia que brinda plenitud de vida. Debe arropar, proteger y servir de mediadora para que se manifieste la gracia y el poder de Dios en sanidad integral, que incluye la dimensión restauradora con anuncio de paz. Ese poder debe manifestarse como lo hizo con Jesús. En la versión de Marcos al “toque del manto”, Jesús sintió que de él salió poder aún sin conocer quién le había tocado y todo su cuerpo se estremeció. Así debe ser la Iglesia, sensible, inclusiva, sin hacer acepción de personas. Con una sensibilidad tal, que se estremezca ante la injusticia y la violencia de género. La Iglesia debe reconocer también que este es un problema que atañe a la “salud pública”. Es un problema que depende de muchos factores y se proyecta en múltiples y variadas dimensiones que no solo se subsanan con el apoyo espiritual. El problema no se detiene solo en las relaciones de familia. Es como río sin cauce que corre hacia otros escenarios públicos que incluyen el Estado, el escenario laboral y el eclesiástico (hay policías, políticos y clérigos involucrados en esta conducta y lo leemos todos los días en los periódicos). A pesar de que afirmamos que el problema consta de múltiples factores, hay uno en particular que está ampliamente reconocido. Las relaciones interpersonales en todas las esferas de la sociedad se nutren históricamente por un modelo de conducta basada en el poder de unas personas sobre otras, denominada sociedad patriarcal. Detrás de toda violencia está ese elemento donde se manifiesta la desigualdad que es como un árbol de cuyas semillas nacen víctimas y victimarios. Las estructuras jerárquicas son producto de esa desigualdad. Las interpretaciones erradas de las Escrituras, que declaran a los hombres como superiores, son cómplices de

la iglesia como comunidad sanadora…

de la agresión a la

compasión y de la violencia a la paz perpetuarla colaborando con ese “orden” que en la mayoría de las veces aún fuera de la Iglesia, se percibe como sagrado. Para que la Iglesia sea una comunidad sanadora, encontramos que las recomendaciones de profesionales en la materia son tres, presentes también como puntos teológicos en la práctica de Jesús.

ofrecer apoyo

prevenir

prevenir A nivel de Iglesia es un reto articular programas de prevención reconociendo que el problema puede estar presente también en familias y personas dentro de la membresía. La prevención incluye prioritariamente un componente de levantamiento de conciencia sobre el problema. La iglesia cuenta con actividades propias que pueden ser utilizadas como plataformas para sensibilizar y promover la prevención. Las escuelas bíblicas, los estudios bíblicos y las reuniones de grupos de interés y círculos de oración, deben estructurarse y tocar temas de manera que colaboren con la sensibilización y la empatía. Esto incluye las lecturas de la Biblia liberadoras, en temas que promuevan modelos de equidad que rompan con las estructuras patriarcales. Los sermones también son espacios privilegiados para esta tarea. Pero también reconociendo que el problema trasciende la esfera espiritual y hay que recurrir a consejerías y adiestramientos más allá de las cuatro paredes del templo. Hay que utilizar personas con el peritaje profesional adecuado para cumplir moral y éticamente con nuestra responsabilidad ciudadana. Hay profesionales, organizaciones y agencias donde acudir que proveen consejerías y adiestramientos, expertas en manejo de emociones y conductas tóxicas, sexualidad sana y en articular de modelos de cultura de paz en las familias. De otra parte, la cultura de paz debe considerarse como un imperativo ético pues es anticipo del Reino de los cielos, que fue la Buen Nueva anunciada por Jesús en Mateo 4:17 (“El Reino de los Cielos se ha acercado”) y como ese “Año agradable del Señor” del que habló Jesús en Lucas, que promueve la vida abundante. Para esto es necesaria la práctica intencional, constante y estructurada desde la buena voluntad, pues la cultura de paz no es algo fortuito, la paz es una experiencia que fácilmente se quiebra. Un gesto, una mirada, una palabra mal utilizada, rompe con la armonía. Esa paz se experimenta solo en modelos igualitarios donde las relaciones

denunciar

sean de mutualidad, de equidad, de respeto y consideración. Es urgente que se honre ese modelo en todos los hogares y el liderato de las Iglesias tiene que ser el primero en comprometerse con este cambio, facilitando la práctica mediante programas de re-educación, de manera que la sociedad en pleno reconozca el testimonio cristiano como uno deseable y pueda nutrirse de esta nueva manera de proceder. De modelos donde se celebra la cultura machista, debemos trabajar modelos donde la masculinidad no sea símbolo de poder, sino de equidad, donde mujeres y hombres y familias enteras construyan la paz. denunciar La iglesia debe capacitar a tanto a sus líderes, pastores y pastoras, como a la feligresía a no tolerar conductas violentas. Por un lado, hay que desarrollar herramientas para poder detectar señales de violencia y por otro, ser capaces de denunciarlas. Cuando hay violencia, hay indicadores. Pueden ser señales evidentes físicas, pero a veces estas no aparecen. También hay señales en la conducta tanto en la víctima como en la persona que agrede y hay que aprender a detectarlas. La Iglesia debe perder el miedo sabiendo que una denuncia a tiempo puede salvar una vida. Hay leyes que protegen a las víctimas y solo mediante la denuncia es que las mismas se pueden activar. El silencio no es una opción, pues nos convierte en cómplices. Como Iglesia sanadora, debemos imitar a Jesús que no se quedó callado antes los hombres acusadores de la mujer adúltera y ante la mujer con flujo de sangre no vaciló. Jesús no se quedaría callado ante la mera sospecha de una conducta violenta. ofrecer apoyo El pasaje de la mujer que iba a ser apedreada nos enseña que, como Iglesia sanadora, debemos prioritariamente trabajar con las víctimas con profunda sensibilidad, con actitud compasiva evitando la revictimización. Es decir, no cargando a la víctima con culpas que no le corresponden. En esto Jesús actuó de forma ejemplar: “ni yo te condeno”. Debemos confrontar la parte agresora con su realidad sicológica, actitudes y conductas tóxicas (drogas, alcohol, ludopatía, etc.). En este caso, la actitud de Jesús fue una de denuncia y de invitación a la introspección y al cambio de manera de pensar (conversión). Aquellos hombres fueron transformados en su manera de pensar y es por ello por lo que abandonan el escenario. El artículo II de nuestra Constitución es una Carta de Derechos cuya sección primera declara que “la dignidad del ser humano es inviolable”. Jesús modeló esta máxima en todas sus acciones. Hoy, es un imperativo

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ético de responsabilidad ciudadana que se articula en leyes que hay que respetar. La Ley 54 de 1989, según enmendada contempla la prevención e intervención con la violencia doméstica que incluye la obligación de la persona agresora u hostigadora a guardar distancia. En las modalidades de violencia sexual el Código Penal incluye penas de cárcel que pueden tener término fijo hasta de 50 años. Hay leyes contra el incesto, contra actos lascivos y otras que cubren casi todas las conductas violentas. Hay leyes contra el maltrato infantil (Ley Núm. 246 de 2011). También hay leyes que protegen a las personas de edad avanzada que tipifican como delito las acciones de índole violenta contra estas personas. Hay programas en el Departamento de la Familia que facilitan la labor. La Iglesia tiene que conocer las leyes que atañen este problema social y debe cooperar con las agencias reguladoras. El que un pastor o pastora sea consejero familiar coloca en sus hombros la responsabilidad de trabajar el problema de violenca de género de tal manera que no desemboque en una situación que exponga la vida de la víctima o víctimas. La ética profesional y ministerial obliga a recomendar ayuda profesional más allá de la pastoral e incluso a apelar, de ser necesario, a las autoridades civiles. Nunca es recomendable, por más arrepentida que aparezca la persona agresora, propiciar encuentros entre la pareja, aunque sean mediatizados por el pastor o pastora. Donde hay agresión debe haber distanciamiento. La iglesia debe siempre ser santuario seguro. Debe ser el manto que cubre y protege a las víctimas. En este sentido, también ya es hora de reconocer que hace falta articular procesos de sanación para las personas agresoras que incluyan distintas modalidades de terapias que les ayuden a reconocer sus faltas y a manejar sus emociones de forma sana. Por otro lado, la víctima o víctimas deben ser atendidas en sus necesidades, sean sicológicas, legales, materiales (por ejemplo, gestionar alberges) y otros servicios de salud. Es urgente que las Iglesias trabajen mano a mano con la sociedad y se constituyan en redes de apoyo, de fortalecimiento y esperanza para las personas víctimas y en el factor puntual para desvío de conductas agresivas. Los grupos de apoyo sirven para fortalecer a la víctima en las distintas etapas del trauma (no estoy sola/o) y también para rehacer la vida después de una experiencia de violencia. Hay lo que hoy se denomina síndrome pos traumático, que acompaña a las víctimas.12 El proceso de sanar después de un trauma es largo. El apoyo de corte Espiritual es un regalo de gracia que toda iglesia debe proveer, porque “de gracia debemos dar lo que por gracia recibimos”.13 Hay herramientas tanto bíblicas como salubristas para trabajar en esperanza con las emociones y traumas ante la violencia de género: incredulidad inicial y el choque que produce un evento de violencia, la culpabilidad y dolor que acompaña toda pérdida, la soledad y miedo, el resentimiento y coraje, la depresión y baja autoestima y otras emociones que se detonan en estas circunstancias.14 Todo esto puede ser auxiliado por protocolos. Estos proveen guías para trabajar las situaciones de violencia de género que incluyen identificar, atender y referir los casos para la ayuda pertinente. Así aseguramos que el problema se atiende adecuadamente. Para ambos lados, es decir víctima y victimario/a es importante trabajar con el componente de la restauración (que también quiere decir salvación). La vida de la persona es lo más preciado y la Iglesia como comunidad sanadora debe cuidar del regalo de vida que Dios nos dio. Desde esta perspectiva la violencia de género no es solo un problema social, es también un pecado no solo personal, sino también estructural. Conclusión: En medio de la violencia de género en cualquier modalidad hay esperanza. La Iglesia, si se convierte en comunidad sanadora, como manto mediador y protector, puede con las herramientas espirituales y salubristas tocar tanto a la sociedad en pleno como a su comunidad de creyentes, colaborando a transformar la agresión en compasión y la cultura de violencia en una cultura de paz.

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referencias 1. Adaptación de la presentación en la actividad: Retos y esperanzas en medio de la violencia de género, el 8 de marzo de 2019 para la comunidad y la Primera Iglesia Metodista de Coamo. 2. Son también conocidos como sinópticos por la repetición de experiencias, aunque con variantes. 3. Mateo 4: 23-24; En Marcos: 1:23-45, Jesús principia su ministerio expulsando el demonio de un hombre con espíritu inmundo, sanando a la suegra de Pedro y recibiendo ya entrada la tarde a todos los que le trajeron con enfermedades y demonios.; en Lucas. 4:18-20 aplica la lectura del profeta Isaías a su persona para anunciar su mensaje liberador: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.” 4. Las distintas modalidades de violencia de género incluyen violencia física, verbal y sexual, violencia económica, violencia sicológica y distintas modalidades de acoso. 5. Levítico 20:10 y Deuteronomio 22:22-29. Las leyes se escribieron para la pareja, no solo para la mujer. 6. Elsa Tamez, Las mujeres en el movimiento de Jesús el Cristo (Quito: Consejo Latinoamericano de Iglesias, 2003), 55. 7. Mateo 9:20-22, Marcos 5: 25-34, y Lucas 8:43-48. El relato de Marcos es el que nos cuenta el detalle de que había gastado todo lo que tenía. 8. Véase material valioso de la Coordinadora Paz para la Mujer en www.pazparalamujer.org, particularmente las ediciones preliminares de esta revista Voz de Voces y Diana Valle Ferrer, PhD., Protocolo para la identificación y atención de mujeres víctimas/sobrevivientes de violencia de género en situaciones de desastres (San Juan: Coalición Puertorriqueña Contra la Violencia Doméstica y Agresión Sexual y Coordinadora Paz para para Mujer, 2017). Mercedes Rodríguez López y Nina Torres Vidal, “Recomendaciones de la Mesa Nacional de Puerto Rico frente al feminicidio y a la violencia en contra de las mujeres,” en Las Iglesias y los derechos reproductivos ed. (Consejo Latinoamericano de Iglesias (Quito: Consejo Latinoamericano de Iglesias, 2013), 117-118. 9. Hay material dirigido a lecturas de la Biblia desde la perspectiva de género disponible. Hay libros completos y artículos.La plataforma del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) y de la revista RIBLA entre otras son muy valiosas. La Pastoral de Mujeres y Justicia de Género del CLAI en Puerto Rico, ofrece talleres para fomentar estas lecturas. Facebook: Pastoral de Mujeres y Justicia de Genero de Puerto Rico. Email: pastoralmujeresclaipr@gmail.com. 10. Dora Nevares- Muñiz, Código Penal de Puerto Rico: comentado por Dora Nevares- Muñiz, Capítulo IV, Sección Primera, artículo 130. Y 131 (San Juan: Instituto para el Desarrollo de Derecho. Inc., Edición 2015.), 206-215. 11. Ley Núm. 22 de 4 de Febrero de 1995. Tipifica como Deleito el que una persona le niegue alimentos a una persona de Edad Avanzada. Ley Núm. 23 de 4 de Febrero de 1995. Tipifica como Delito el abandono de una persona de Edad Avanzada con la intención de abandonarlo, https://apoyoalcuidador.files.wordpress.com/2007/10/leyes-que-protegen-a-las- personas-de-edadavanzada.pdf (Recuperado en 3/7/2019). 12. Pfizer Inc. Life after Trauma: What Every Woman Should Know (USA: Pfizer, Inc., 2000). 13. Mateo 10:8. 14. La lista de sentimientos y emociones fue tomada de: American Bible Society, The Lord Hears your Cries: Hope and Strenth in the Midst of Domestic Violence (New York: American Bible Society, 1995), 10-50. Véase también el Protocolo para la identificación y atención de mujeres víctimas /sobrevivientes de violencia de género en situaciones de desastres de Coordinadora Paz para la Mujer (2017).

biografía autorx sarah gonzález-lópez Actualmente es una de las coordinadoras de la Pastoral de Mujeres y Justicia de Género del Consejo Latinoamericano de Iglesias, Capítulo de Puerto Rico. Pertenece a Primera Iglesia Bautista de Río Piedras. Graduada del Seminario Evangélico de Puerto Rico con un grado de Maestría en Artes en Religión (MAR). Tiene estudios doctorales en teología del Graduate Theological Foundation en Indiana (tesis pendiente) y en Humanidades en Historia de América (ABD) de la Universidad de Sevilla. Ha sido profesora adjunta en la Universidad Interamericana, Recinto Metro.


tiempos de

tiempos de

FELICIDAD LIBERTAD "la fuerza de lo colectivo es la

arte como proceso terapéutico A través de la historia de la humanidad, las artes han sido un vehículo para comunicar(nos), expresar(nos) y sentir(nos), principalmente, en aquellas ocasiones en que resulta engorroso y doloroso el poder apalabrar los sentimientos. Para las sobrevivientes de violencia de género impactadas por eltrauma, verbalizar una vida de resistencias y sobrevivencia se complejiza aún más debido al impacto que tiene esto en la memoria, a nivel cognitivo y en tantas otras esferas de la vida. Según García Casasola & Sánchez-Guzmán (2011), en la utilización del arte como proceso terapéutico, se entiende que con las imágenes se simboliza mucho de lo que se hace difícil de expresar. Por lo tanto, favorece la expresión de lxs participantes y proporciona un buen clima para comenzar un proceso de cambio. Según Peral Jiménez (2017), la mera sensación de ser capaces de tomar decisiones para dirigir nuestra propia vida podría ser un objetivo clave del abordaje al trauma desde las artes como instrumento terapéutico, ya que a través de la creación se da un proceso que nos permite equivocarnos, improvisar y reinventar, extrapolando esa seguridad a nuestra vida. Algunxs trabajadorxs sociales que brindamos acompañamiento a sobrevivientes nos hemos planteado maneras alternativas de abordar nuestra práctica de manera que facilitemos los procesos de enfrentamiento para lxs participantes. En ese sentido, incorporar las artes en el proceso terapéutico nos brinda diversas maneras de llevar a cabo nuestro quehacer profesional y posibilita una mayor integración de lxs participantes en sus propios procesos. Sobre esto, Peral Jiménez (2017) plantea que el proceso creador, en su propia naturaleza, ya proporciona un sentimiento de agencia y autonomía. Partiendo de estas convicciones, se desarrolló el mural colectivo, Tiempos de Felicidad, Tiempos de Libertad, en Casa Protegida Julia de Burgos, Inc. (CPJB) como parte del proceso terapéutico

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imagen de la transformación"14

de lo individual a lo colectivo con un grupo de participantes del albergue. La intención de crear un mural en CPJB surgió del interés de formar una imagen que fuese el reflejo de una historia colectiva en la que cada una de las personas implicadas pudiese verse plasmada. Para lograr los objetivos del proceso de crear el mural, era necesario que el procedimiento se abordara desde una perspectiva de género y feminista. Para ello, fue necesario identificar una persona que no sólo tuviese las destrezas creativas, sino los planteamientos feministas claros que pudieran aportar al propósito de la dinámica. Con este propósito, Max Vega Vélez, diseñador gráfico y artista de Girasoles Creative Studio, en compañía de la trabajadora social en formación de CPJB y autora del escrito, diseñaron la manera en que se abordaría el acompañamiento premeditando una secuencia de sucesos que nos llevarían a obtener el resultado artístico y terapéutico consiente que se pretendía. El proceso constó de dos sesiones. Durante la primera sesión, se abordó la temática del autocuidado como una práctica consciente para descolonizar lxs cuerpxs, así como un acto político ante un sistema que nos niega la posibilidad de construir a través de la colectividad transgresora feminista para el amor, el placer y la sanación propia (Mujeres al borde, 2016). El resultado de esta sesión, fueron las imágenes individuales que cada participante creó en un esfuerzo por representarse a sí mismas. La mayoría de éstas proyectaron flores que se vincularon entre sí, pues para ellas tenían un mismo significado, la libertad. De esas imágenes individuales, se elaboró el diseño colectivo que quedó plasmado en la pared del espacio que nos involucra. Las siguientes verbalizaciones, muestran los diversos significados que han dado las participantes al mural colectivo y las implicaciones de este proceso creativo para ellas.

libertad “Cada vez que veo los girasoles veo libertad, veo unidad en el dibujo y es lindo porque está en un corazón y quiere decir que el corazón florece a pesar de las circunstancias, a pesar de lo que hemos pasado, siempre hay una esperanza, siempre hay un propósito.” “Es como dice el tema, de libertad, es una experiencia de libertad porque tú te liberas y liberas todos los pensamientos. Y… te ves ahí, te ves en lo que hiciste porque te conectas, te metes en lo que hiciste, en lo que estás haciendo.”

empoderamiento “Pues es una experiencia buena porque casi nunca hacemos este tipo de actividades en la cual podemos expresar nuestras experiencias y el procedimiento que hemos pasado y cada vez que veo el mural me acuerdo de que siempre al final de la oscuridad siempre hay una luz que te alumbra como Casa Julia.” “A mi me encanta la pintura, a mí me encanta, pero es una experiencia completamente diferente y aparte de que es retante, te deja ver que tú puedes, te deja sentir que no tienes límite.”

conectar con otras “Sirve para que las que vengan tengan algo de que inspirarse, de que visualizarse ellas ahí, me entiendes, de que ellas se encuentren con el dibujo. A la que vea lo que significa ese dibujo le va a fascinar porque es que es extraordinario.” “Lo importante es ayudar en el proceso de todas las demás personas. Lamentablemente no todas pudieron estar, ni las que van a venir, ni las que vinieron antes que nosotras, ni todas las que estamos ahora mismo… pero sí van a poder conectar con lo que se está haciendo.”

Al tomar como referencia las experiencias de las participantes, podemos validar nuestro acompañamiento, pues manifiestan la trascendencia del proceso terapéutico a través de las artes al integrar los enfoques de género y feministas. En un sistema patriarcal donde diariamente las mujere nos enfrentamos a la violencia machista y donde somos socializadas para competir unas con otras, resulta revolucionario el reconocimiento de la otra y verse implicada en su historia. El trabajo realizado propició el espacio para que esas conexiones se dieran e implicó transgredir al apoderarnos del arte, ya no para ser sus musas, sino sus autoras y reclamar a través de él espacio que nos pertenece. Esto confirma la importancia de que el trabajo social sea uno creativo, transformador, emancipador, crítico y feminista. Seguimos floreciendo.

biografía autorx suzette álvarez soto Obtuvo un bachillerato en psicología de la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Mayagüez y actualmente es estudiante de maestría de la Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lassalle de la UPR, recinto de Río Piedras. Durante su formación académica y profesional, facilitó durante 5 años grupos de apoyo con mujeres sobrevivientes de violencia de género (VG) a través del proyecto SIEMPRE VIVAS. Tras el paso de los huracanes Irma y María, colaboró en el desarrollo de la Caravana Violeta de Coordinadora Paz para la Mujer, esfuerzo que se coordinó para brindar apoyo a las comunidades alrededor de la isla. Actualmente, es asistente de investigación en proyectos relacionados a las estrategias de resistencia y enfrentamiento de mujeres sobrevivientes de VG, abuso económico y mujeres inmigrantes. Como parte de sus intereses en aportar al empoderamiento de las mujeres creó, en compañía de varixs aliadxs, la Copa Solidaria, iniciativa que pretende crear espacios de diálogo en la comunidad sobre la salud menstrual desde una perspectiva de género y feminista. Al momento, como parte su práctica profesional en trabajo social se desempeña en el albergue para mujeres sobrevivientes de VG y sus hijos e hijas en Casa Protegida Julia de Burgos, Inc. Diseñado por Vexels.com


la ruta de

Bueno no soy muy buena para describirme y hablar de mi pero aquí vamos. Soy la mayor de 4 y la única mujer, mis padres se divorciaron cuando tenía 4 años. Crecí en un ambiente de puras peleas y gritos del cual escapaba cuando me iba para casa de mi abuela paterna. Ella, además de ser mi orgullo fue la mujer que me enseñó a ser sensible, a dar más amor del que me creía capaz de recibir y se encargó de darme lo que en mi casa no había por la dinámica de violencia en la que se vivía. Defenderme de golpes físicos en una relación amorosa, resistir y aguantar el mal trato no fue una de esas destrezas aprendidas. A pesar de tener un buen sentido de independencia desde los 5 años, el sentimiento de abandono y de falta de amor por el ambiente en el que estaba rodeada, me llevó a padecer de condiciones y enfermedades durante toda mi niñez y parte de la adolescencia. De adulta, comprendo que quizás mis condiciones se veían afectadas por mi estado emocional, ya que la única manera de poder ver a mi papá tanto como quisiera, era estando recluida en un hospital. Porque no importaba qué o dónde estuviera, ahí llegaba mi “vaquero”como de cariño le decía-, el amor de mi vida, mi padre. Al cumplir los 15 años, celebración a la que mi padre no asistió, sufro esa gran desilusión y comienzo a sentir un gran vacío por su ausencia en los momentos más importantes de mi desarrollo como joven mujer. A esa edad se despierta en mí, el deseo de enamorarme. Comienzo una relación con quien pensé que sería mi príncipe azul, quien me rescataría de vivir bajo las condiciones difíciles que se enfrentaban en mi casa. Claro está, tenía que ser con todas la de la ley, imagínate criada en la iglesia católica, no podía fallarle a mi abuela. Es así como llega ese deseado príncipe azul, pero no del típico cuento de hadas. Fueron tres años de noviazgo y 15 de matrimonio y en

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esa travesía no todo era color de rosa. Había diferencias de opinión todo el tiempo y como consecuencia, se daban discusiones no saludables. En las discusiones, yo me defendía gritando. Ese era mi mecanismo de defensa, aunque en el diario fuese sumisa, totalmente sumisa. Cansada del estilo de vida que tenía, decido comunicarle a mi pareja que me quiero divorciar, ese día lo recuerdo como hoy. Fue justo una semana antes de celebrar los 15 años de matrimonio. Se desató el caos. El amenazaba con quitarse la vida y que sería mi culpa. Entre reconciliaciones, llegó la agresión física y en la noche del 2 de diciembre de 2007, mi vida y la de mis hijas cambió. Todo comienza con la llegada a la Casa Protegida Julia de Burgos, Inc., un albergue para sobrevivientes de violencia doméstica. Apenas comprendía las razones y los sucesos que me llevaron hasta ese lugar. Al llegar, quería irme, pero regresar a mi casa no era una opción. Mi tía, que es trabajadora social me dijo: “Piénsalo bien. Esto es por ti y por las nenas. Quédate en el albergue.” Mi papá también me lo pidió…hoy les doy las gracias por insistir porque si no, ni mis hijas y yo no estaríamos vivas para contarlo. Y en este proceso conozco lo importante que es contar con fuentes de apoyo que te ayuden a romper ese ciclo de violencia y dependencia por el que muchas pasamos. En el albergue comprendí que no era la única víctima y que la situación en mi país era mucho más seria de lo que pensaba en cuanto a la violencia de género. Fue gracias a ese albergue que logró hacer la transición a una vivienda a través de los servicios que recibí. Dios siempre pone Ángeles en mi camino y en ese momento mi ángel fue y sigue siendo Inés M. Marrero Ortiz. Ella era la que me daba el impulso para persistir en este proceso. Muchas veces quise irme a mi pueblo y ella se me cuadraba de frente para decirme: “tú no vas para ningún lado.” De manera jocosa y con su gran energía me contagiaba y me hacía entrar en razón. Recursos de apoyo como ella, la vivencia en el albergue y mi deseo de servir, fue lo que me motivó a estudiar Psicología con la idea de crear mi propia organización. Comenzar un proceso de estudios, fue una etapa de muchos retos. Casi me doy por vencida y dejo mi sueño a un lado para cumplir con mi rol de madre y jefa de familia. Luego de un tiempo logró retomar mi bachillerato y el deseo de tener una carrera en Psicología Industrial Organizacional. Estas metas continúan, así como también escribir un libro y dar a conocer mi historia para que otras mujeres puedan también romper con ciclos de violencia de una manera empoderada y con el apoyo que yo pude recibir. Una segunda relación marca mi vida. Luego de convivir durante 8 años, enfrentó otra situación de poder y control que me obliga a salir junto a mis hijas, prácticamente sin nada, antes de volver a caer en una relación de violencia física y

sanación para ana

agresión. Mi rol de madre es mi prioridad y mi familia lo más importante y reconociendo eso valores decido terminar la relación y continuar dedicándome a lo que más me apasiona: servir a las organizaciones de base comunitaria. Lo que en algún momento fue doloroso y difícil de enfrentar, se había convertido en mi verdadero propósito. He tenido la oportunidad de colaborar desde distintos enfoques a diferentes organizaciones sin fines de lucro incluyendo a la Casa Protegida Julia de Burgos, Inc., lo que se convirtió en hogar por un periodo corto de tiempo y sus empleadas en mi familia. Es ahí la importancia de dar a conocer mi historia. Porque a pesar de que cada experiencia es distinta y nadie sabe lo que una persona siente en estas circunstancias, sólo quien haya vivido la misma, puede entender y ponerse verdaderamente en esos zapatos. Mi mensaje para las mujeres que actualmente están atravesando este proceso de estar albergadas es que a pesar de que puede ser un proceso sumamente difícil, de miedo, incertidumbre y soledad, puede ser también una gran oportunidad. Lo que fue un momento oscuro en mi vida y en la de mis hijas, se convirtió en motivación para certificarme como Coach Holística, como Promotora de Paz y Violencia en el Noviazgo, entre otras certificaciones y conocer más sobre cómo podemos prevenir la Violencia Doméstica. Amo los mandalas y estoy en miras de ayudar a otros a sanar a través del arte de las mándalas. Espero poder escribir un libro, crear una organización sin fines de lucro y tener mi blog. Me he refugiado en el amor de mis hijxs, mi nieto y mi padre que me llenan de felicidad y me mantienen viva.

biografía autorx ana celeste mercado matías nació el 10 de marzo de 1977 en Mayagüez, P.R. Posee un grado asociado en administración de oficina de la Universidad del Turabo en Isabela. En la actualidad estudia un bachillerato en Psicología de la Universidad Ana G. Méndez recinto metropolitano de Cupey. Aspira a obtener grados de MA y Doctorado en Psicología Industrial Organizacional con base en organizaciones sin fines de lucro. Se ha desempeñado como Asistente Ejecutiva de la directora ejecutiva de Casa Protegida Julia de Burgos, Analista de la Comisión Conjunta de Fondos Para Impacto Comunitario de la legislatura. Actualmente trabaja para la Oficina de la Procuradora de las Mujeres.

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las mujeres inmigrantes en el ámbito laboral en puerto rico Según las estimaciones del Banco Mundial, 28.6% de dominicanos y dominicanas viven en la pobreza en la República Dominicana. Así la disparidad en ingresos entre estas dos islas caribeñas vecinas es significativa y sirve como un motivador primario para la emigración dominicana a Puerto Rico. Del estudio de la migración femenina, y en especial en Puerto Rico, no existe información extensiva. No obstante, es importante tener presente que en los datos censales del 2010 cerca del 75% los y las inmigrantes a Estados Unidos eran mujeres. En Puerto Rico específicamente, de las 68,036 personas registradas como inmigrantes, el 55% eran mujeres, principalmente de descendencia dominicana. Las mujeres inmigrantes se encuentran en una situación de mayor fragilidad, más aún cuando una gran mayoría se encuentran indocumentadas. Estas mujeres enfrentan barreras laborales, de educación, son víctimas del discrimen, abuso económico, chantaje con su situación migratoria, pues sus agresores (que pueden ser tanto parejas como empleadores) las amenazan constantemente con denunciarlas para su deportación, además de ser víctimas de exclusión social y marginación. De acuerdo con el Centro de la Mujer Dominicana, organización de base comunitaria que atiende esta población, el 80% de las mujeres que acuden en busca de servicios tienen un estatus migratorio irregular o en proceso de regularización. En los últimos años hemos sido testigxs de una creciente visibilidad de este grupo de mujeres lo que a su vez nos lleva a observar un cambio o movilidad en lo que al área laboral se refiere. Actualmente podemos encontrarlas como cuidadoras, cajeras y dependientas en tiendas por departamento o negocios de comida rápida. Patricia Hill Collins (2000) expone que la experiencia del patriarcado es diferente especialmente para quienes han sufrido varias opresiones en forma simultánea e interdependiente. Extrapolando este punto a las mujeres inmigrantes en Puerto Rico reconocemos la extrema pobreza en las que están inmersas ya que en su inmensa mayoría ocupan posiciones invisibilizadas como lo son el trabajo doméstico. La inserción de las migrantes en el mercado laboral puede producir subordinación respecto al trabajo que desempeñan, se naturaliza la inserción de los/as migrantes en actividades inestables, mal pagadas e informales. Otro elemento importante es la dimensión política de la opresión. Las mujeres inmigrantes que no tienen estatus migratorio regularizado no tienen acceso al mercado laboral formal o a beneficios públicos, que se traduce al poco o ningún acceso a la salud, a la vivienda, a alimentos, la educación, entre otros. En un estudio realizado por las autoras con mujeres inmigrantes en el Centro de la Mujer Dominicana, se encontró que las mujeres sufrían las secuelas de la violencia contra ellas en más de un escenario. Entonces, no sólo experimentaban trauma con sus parejas o exparejas, sino que también manejaban el trauma de ser violentadas por sus empleadorxs. Las siguientes 16  COORDINADORA PAZ PARA LAS MUJERES

verbalizaciones ilustran algunas de estas experiencias. En el caso de Sandra la experiencia de victimización era doble. En la siguiente verbalización se devela las dinámicas de abuso a las cuales estaba expuesta, aun cuando se encontraba en necesidad de acceder a servicios de salud: “Antes en el trabajo que yo tenía antes me hablaban malísimo, me trataban como... bueno como trabajadora sí. Pero no te trataban como la gente, si tú llegabas tú querías ir al médico, ah no porque tú... y uno teniendo que ir al médico…” Por su parte Magdalena compartió la experiencia de acoso laboral en el escenario del trabajo doméstico, en la que era constantemente acusada de robar o destruir propiedad: “Decía que se perdió y que no se podía perder nada en la casa... que tenía que buscarlo hasta que apareciera, te acusaban si se rompía algo…decían que fuiste tú … le gritaban a uno que... que maldita sea y toa’esas cosas…Uno se siente mal por tratar a uno así.” En las siguientes verbalizaciones se observa el maltrato producto del racismo en contra de dos participantes, ambas mujeres dominicanas y negras, y las humillaciones a las cuales eran expuestas en su escenario de trabajo, que era de cuidado de ancianos/as.“Se aprovechan cuando tú no tienes familia. Te humillan y te dan la patá... te tratan como... te discriminan, maldita negra, moño malo, tengo el pelo malo, tú eres una negra, tú eres una sucia”. “Bueno, cuando hablaban de la raza o de la gente negra… yo soy negra y estoy orgullosa de mi color…Entonces, tú sabes, eso me revolcaba cada vez que hablaban de la raza, que por yo ser prieta me humillaba. Y yo aguanté y aguanté, hasta que yo dije que yo no puedo más.” En este trabajo puntualizamos en que el discrimen, la opresión y el maltrato hacia las mujeres inmigrantes tienen que trabajarse desde el reconocimiento del bienestar de estas mujeres como un derecho y la injerencia que esto tiene en el análisis y ejecución de las políticas sociales y la investigación. La realidad a la que nos enfrentamos es que existe una gran deshumanización al abordar las migraciones de hoy, ya que se presta muy poca atención a las vivencias de las protagonistas de la migración: las inmigrantes. Se hace imperativo entonces diseñar estrategias contextualizadas a las realidades de las mujeres inmigrantes, al igual que redes de apoyo y de alianza en la cual ellas, puedan coincidir en un espacio seguro para compartir sus vivencias y colectivamente visualizarse como personas con derecho a la paz. A pesar de que queda muchísimo camino por recorrer, el levantar las voces para la denuncia a la violación de derechos de esta población, y el construir espacios para procesar las experiencias y promover culturas de solidaridad representan pasos firmes hacia adelantar los derechos humanos de estas mujeres.

referencias BID (Banco Interamericano de Desarrollo) (2004), Los Objetivos de Desarrollo del Milenio en América Latina y El Caribe: Retos, acciones y compromisos, Washington D.C Collins, P. H. (2000). Black feminist thought. Knowledge, consciousness and the politics of empowerment. New York: Routledge. Silva-Martínez, E., Grullón, R. & Delgado, N. (2017). El trabajo con mujeres migrantes desde el feminismo interseccional. Memorias, XI Coloquio Nacional sobre las Mujeres, Universidad de Puerto Rico, Mayagüez, PR.

referencias adicionales Alcázar-Campos, A., & Cabezas, A. L. (2017). El paradigma discursivo en torno a la «víctima de trata». Intervención social con mujeres dominicanas en Puerto Rico. Disparidades. Revista de Antropología, 72(1), 85-102. Andrade-Rubio, K. L. (2016). Víctimas de trata: mujeres migrantes, trabajo agrario y acoso sexual en Tamaulipas. CienciaUAT, 11(1), 22-36. Molpeceres, L. (2012). Situación laboral de las mujeres inmigrantes en España. Cuadernos de Relaciones Laborales, 30(1), 91-113. Syed, I. U. (2016). Labor exploitation and health inequities among market migrants: a political economy perspective. Journal of International Migration and Integration, 17(2), 449-465.

biografías autorxs noelia delgado rodríguez, MSW, Trabajadora Social, Centro de la Mujer Dominicana. Posee una Maestría en Trabajo Social con concentración en Trabajo Social con Individuos y con Familias de la Universidad de Puerto Rico. Estudió un curso sobre Identidad y Diversidad Cultural en la Universidad de Connecticut. En su tesis investigó sobre las Nociones de Identidad Racial que tienen lxs jóvenes en Puerto Rico. Desde el 2007 funge como Trabajadora Social e intercesora legal en Centro de la Mujer Dominicana brindando servicios especializados a víctimas y sobrevivientes de violencia doméstica y agresión sexual desde un enfoque feminista y de empoderamiento. elithet silva martínez, PhD, Catedrática Asociada, Universidad de Puerto Rico- Río Piedras. Es docente en trabajo social, activista y feminista. Se ha concentrado en el trabajo con sobrevivientes de violencia de género, sus familias y comunidades. Como investigadora, ha utilizado diversas metodologías para estudiar la migración y la violencia, y el empoderamiento económico en mujeres de diversos trasfondos étnicos y sociales. Sus estudios han sido publicados en el Journal of Women and Social Work y Migraciones Internacionales, entre otros. Certificada en Estrés Traumático por el Trauma Education and Workforce Development, la Dra. SilvaMartínez también sirve como educadora a profesionales de distintas áreas sobre intervenciones informadas en trauma y trabajo con sobrevivientes de violencia.

Diseñado por Vecteezy.com romelinda grullón, MSW, Fundadora y Directora Ejecutiva del Centro de la Mujer Dominicana el cual brinda servicios especializados a víctimas y sobrevivientes de violencia doméstica y agresión sexual desde una perspectiva de género y de empoderamiento. Posee una maestría en trabajo social de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Su trayectoria profesional y de activismo se ha concentrado en la protección de los derechos humanos de las mujeres inmigrantes en Puerto Rico y en los Estados Unidos.

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En febrero de 2019, durante una vista pública de la Comisión de Seguridad del Senado la oficial Daimy Viña Vega, coordinadora de Personas Desaparecidas de la Policía de Puerto Rico informó lo siguiente: Que desde el 2014 hay 413 personas desaparecidas, sin contar las que hay de años anteriores y de estas, 246 son hombres, 36 son mujeres, 95 varones – menores y 36 mujeres – menores. O sea, que hay otras 72 mujeres desaparecidas y de esas 36 son niñas - adolescentes menores. La Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM), por su parte, expuso que solo en el 2018 se reportaron 217 mujeres adultas desaparecidas. De estas, 206 fueron localizadas. Mientras, de las 222 menores reportadas como desaparecidas en el mismo período, 214 se localizaron por las autoridades. En enero de 2019 hubo cuatro féminas desaparecidas y todas fueron localizadas. Por otro lado, el Departamento de la Familia informó que actualmente tiene unos 3,300 menores bajo su custodia. De estos, 27 fueron reportados como desaparecidos tras huir de los hogares sustitutos en los que fueron ubicados por el Estado. Estas cifras no coinciden con las que ofrecen la Uniformada. Fue bochornoso escuchar que funcionarios del Departamento de Familia no pudieron especificar de esos 27 menores desaparecidos, cuántos son niñas y cuántos son niños. En otra información reportada por la periodista Leysa Caro González el sábado 30 de marzo de 2019, se informa que el gobierno les perdió el rastro a otros 46 menores, que estaban bajo su custodia al momento de su desaparición. Pedro Cartagena, Administrador Auxiliar de Cuidado Sustituto y Adopción del Departamento de la Familia explicó que, sus récords reflejan que 46 menores permanecen desaparecidos -19 féminas y 27 varones a través de las 10 regiones. En ese mismo artículo, la Policía ahora dice que la cifra de menores desaparecidos entre 2014 y 2017 alcanza los 132, lo que se divide en 106 varones y 16 mujeres. Esta cifra incluye, pero no se limita, a aquellos niños y adolescentes bajo la custodia del Estado. La Policía ubica bajo el renglón de menores desaparecidos a quienes no sean mayores de 18 años, ya que se rigen por lo establecido en el Código Penal.“Nadie sabe cuántas personas hay desaparecidas en Puerto Rico y la Policía no es la única agencia que tiene problemas con la recopilación de estadísticas” Toda esta información que se ha revelado tanto en las vistas del senado como en la prensa le crea a esta servidora un estado de impotencia, frustración, tristeza, hasta ansiedad, pues cuando pensamos que había la esperanza de recuperar a 26 mujeres (que tenía como desaparecidas), nos explota esta información en la cara. No sabemos ahora cuántas mujeres y menores hay desaparecidas. Lo asombroso es que posiblemente en estos momentos hay más de 100 mujeres y niñas menores que se encuentran desaparecidas, ya que nunca le enviaron a la prensa la información para poder publicarlo y darle seguimiento. Esta servidora sabía que hay muchas personas desaparecidas en Puerto Rico, pero estas cifras a las que no tenía acceso son más que alarmantes. En el año 2013, esta servidora comenzó a darle seguimiento a las desapariciones de mujeres y adolescentes menores de edad, al ver noticias de estos casos con más frecuencia en los principales periódicos metropolitanos, regionales y noticieros televisivos. Una vez comencé un listado con la información y las fotos, familiares y conocidos de las desaparecidas comenzaron a comunicarse con esta servidora, por lo que se les orientó a que radiquen querellas a la División De Personas Desaparecidas de la Policía De Puerto Rico o a la Interpol especialmente en los casos de las menores de edad. Desde el año 2013 hasta el 13 de diciembre de 2017, he tenido un total de 94 mujeres desaparecidas. De ese grupo de 65 que fueron localizadas, 50 eran menores entre las edades de 12 a 17 años. Cinco vivían en Hogares del Departamento De La Familia. Recuerdo con tristeza el caso de Tania Vargas

lo importante no es que sean 26, 72 o 100 las mujeres desaparecidas, es que una es demasiado. no es arreglar las estadísticas, el asunto es buscarlas y darles seguimiento porque mientras más tiempo pase, más difícil será encontrarlas.

López de 33 años, quien fue reportada desaparecida el 29 de marzo de 2015 del residencial El Carmen en Mayagüez. En abril de 2017, Ángel L. Robles Medina de 72 años fue acusado por el asesinato de Tania Vargas López en Mayagüez. Su cuerpo no fue encontrado. Así ha habido otros casos incluyendo mujeres que tenían órdenes de protección contra sus agresores. El sentimiento de abandono y soledad es común en los familiares de las personas desaparecidas. Lamentan la indiferencia de la Policía y del Departamento De La Familia. Por eso, creen imprescindible que se ponga en marcha un protocolo de búsqueda, que sea todos los días hasta encontrarlas, pues son cruciales las primeras horas desde que desaparecen. Sus familias y amistades las están buscando y esperando encontrarlas sanas y salvas, pero necesitan el apoyo y compromiso de las agencias pertinentes. No quiero perder la esperanza de que esta situación se resuelva y que lo que propongan hacer en las agencias gubernamentales, ayude a encontrar a todas esas personas sanas y salvas para que sus familiares sientan que están siendo apoyados y encuentren un poco de paz. Una de mis hermanas me dijo: ‘Tú eres un ángel para esas mujeres que están desaparecidas. Como esa voz de conciencia para que no nos olvidemos de esas caritas y esos nombres.” No se puede permitir que en nuestro país sigan pasando unas cosas, que yo no veía antes y que se queden impunes. biografía autorx carmen castelló ortiz es una trabajadora social retirada y defensora puertorriqueña de los derechos humanos. Carmen desarrolló voluntariamente el primer observatorio nacional que cubre los campos de violencia de género y agresiones sexuales contra niñas, niños y adolescentes en Puerto Rico. Carmen recopila y analiza datos obtenidos de la prensa y algunas agencias gubernamentales. A través de su perfil Seguimiento De Casos en las redes sociales, expone datos sobre mujeres asesinadas o agredidas como consecuencia de la violencia de género. También ella les da seguimiento a casos de mujeres y adolescentes menores desaparecidas en el país. Como trabajadora social, trabajó en la Oficina Del Procurador De Las Personas Con Impedimentos (OPPI), defendiendo los derechos de las personas con condiciones de salud mental, en psiquiatría forense, hogares sustitutos, centros geriátricos, y hogares del Departamento de la Familia. También fue intercesora de sobrevivientes de agresión sexual cuando eran menores y de violencia de género. Brindó servicios de apoyo a personas sin hogar con problemas de abuso de sustancias controladas. Trabajó con mujeres jóvenes embarazadas orientando sobre la crianza y de una nutrición saludable para sus hijos menores mientras ayudaba a completar sus estudios.

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sesión de poemas e ilustraciones no me llames si no puedo Por: Edgar Abdiel Torres Morales No me llames libertá, Si mi vestido no puedo elegir No me llames libre, Si mis pronombres no puedo elegir No me llames soberna, Si sobre mi cuerpo no puedo decidir No me llames mía, Si posesiones e imposiciones vos has de imponer No nos llames autónomas, Si nuestras cuerpas ustedes han comprado No me llames aliado, Si invisibilizaciones y segregaciones han de prevalecer en la praxis del ser y no ser No nos llames ustedes Si a nosotras/las otras En la etimología se refieren. No nos llames libre Si cadenas en nuestras yugulares hemos de tener No nos llamen radicales Pues nuestras liberaciones comenzarán Y retumbaremos los tambores así, Entonces cantaremos unísonas Libertá y autodeterminación. Diseñado por Vecteezy.com

biografía autorx edgar abdiel torres morales Nació el 30 de marzo de 1996. Es estudiante subgraduado de Ciencias Sociales en la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metro. Ha participado y ha sido integrante de talleres, oratorias, certámenes, organizaciones estudiantiles, así como Senador Académico Estudiantil en el Recinto de San Germán dónde originalmente comenzó sus estudios en bachillerato. En el año académico 2015-2016, participó activamente de la Asociación de Estudiantes de Psicología de la Universidad Interamericana Recinto de San Germán, PolyNatura y Asociación de Ciencias Políticas. En el año 2016, realizó un Voluntariado a través de la organización estudiantil AIESEC en Costa Rica, ofreciendo talleres recreacionales y creativos para la comunidad de envejecientes. Durante el año académico 2016-2017, Desarrolló junto a un grupo de colegas y presido la Alianza para la Diversidad

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Sexual en el Recinto de San Germán, mejor conocida como APRODIS por sus siglas. Luego, en la primavera del 2017, participó del Certamen Literario de la UPR Recinto San Germán, obteniendo el Primer lugar en poesía, con el escrito “El río y el llanto.” En dicho Recinto, participó en el Certamen Literario del 2018, como también en un Maratón de Lecturas con el poema “Clamor de nuestro amorío” dónde obtiene el 3er lugar. Se ha destacado en trabajos literarios en los aspectos sobre perspectiva de género de crear, redefinir y deconstruir. Ama viajar, conocer distintas culturas y rodearse de la diversidad. Edgar, es creyente que las palabras cargan historias y crean. Para ella, toda palabra es para iluminar a quien lea.

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a la mujer colonial que me censura

biografía autorx

Por: Kristal M. Rivera González

kristal m. rivera gonzález (Humacao, Puerto Rico 1991) Egresada de la Universidad de Puerto Rico en Humacao, del Programa de Investigación Acción Social. Colabora en la gestoría cultural como parte de la Junta de Directores del Centro Cultural Dra. Antonia Sáez de Humacao. Actualmente es estudiante del Programa de Maestría Consejería Psicológica de la Universidad Ana. G Méndez en Gurabo. Colabora con diferentes plataformas digitales de literatura y ofrece talleres a comunidades desventajadas. Se describe a sí misma como: Entusiasta lectora, feminista y amante de los perros.

La mujer colonial es víctima de su propio discurso Vive en su estructura, hay dicotomía en sus palabras. ¡Cuidado esa es su trampa! Lo correcto es siempre estar bien, tal vez combinar la cartera, sonreír proclamando la honradez. Mujer colonial incrustada en todas las niñas Es tu maestra, vecina, madre, profesora Mujer prisionera de su propio amor Saborea el ejercicio del poder Mi querida colonia vestida de perfección En el mundo hay muchas chicas como yo De esas que le gustan leer, se abrazan a la tristeza, partidarias de la soledad. Nosotras las pequeñas no logramos entender tu indiferencia a un mundo que oprime a la mujer. Cruel y déspota contigo también suele ser. La diplomacia arropa tu sonrisa de unos derechos que no sabes defender. Compañeras a distancias, cuidado con esta mujer Le inquieta que las niñas asumamos nuestro rol con poder. Te invalida si una borrega te niegas a ser Escápense y ve otra chica que en una tribu femista quiera pertenecer. Mujer colonial recuerda que tu opresor con látigos te sometió Te quito fuerza para bañarte de debilidad Te coloco como ser trivial, reemplazable y emocional Sal de tu colonia y verás La rebeldía no es una carencia, es nuestro llanto de libertad Destrúyete y constrúyete Muere y vive Sal de tu colonia a la calle protestar En el mundo las mujeres no necesitan encajar. No censures mis palabras, no me quites mi pasión Yo soy agua y a veces fuego ¡Feminista soy! Mi discurso no es un desquite Mis palabras son de inclusión Por mi madre, amiga, abuela Por ti mujer colonial Grito en indignación para romper con tus esquemas. No me cuestiones ni me calles Mujer de patria paradójica De seguro en el mundo debe haber chicas como yo. Matando nuestra violenta colonia Con amor propio, comenzó la revolución. En la tribu feminista hay espacio para la descolonización. Despójate de esa etiqueta, el coloniaje es nuestro agresor.

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