AGENDA PARROQUIAL: 25 LUNES Conversión del Apóstol S. Pablo • 19 h: Misa 26 MARTES Timoteo y Tito, obispos • 19 h: Misa 27 MIÉRCOLES • 17 h: Cáritas • 17:30 h: Legión de María • 19 h: Misa 28 JUEVES • 19 h: Misa 29 VIERNES • 16’30 h: Reunión con padres de 3º primaria • 18 h: Exposición del Santísimo • 19 h: Misa • 21’30 h: Adoremus (Convento de las Bernardas) 30 SÁBADO • 11 h: Catequesis • 12 h: Catequesis • 19 h: Misa 31 DOMINGO Domingo 4 Tiempo Ordinario • 9’30 h: Misa • 11 h: Catequesis • 12 h: Misa • 13 h: Bautizo • 19 h: Misa
DÍA DE LA VIDA CONSAGRADA El día 2 de febrero celebramos la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo de Jerusalén. Nos recuerda a todos los consagrados la vocación que tenemos de vivir la auténtica profecía que anuncia el amor misericordioso de Dios a todos los hombres. Del 30 de noviembre de 2015 al 2 de febrero de 2016 hemos vivido con gozo y comunión eclesial el fecundo Año de la Vida Consagrada, el cual nos disponemos a clausurar en este mismo día en que celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada bajo el lema: La vida consagrada, profecía de la misericordia. Ya inmersos en el Jubileo extraordinario de la Misericordia, en esta fiesta de la Presentación del Señor, agradecemos a Dios nuestra vocación consagrada, suscitada en la Iglesia como una luz que el Padre ha puesto en el candelero, para que alumbre a todos los de la Casa. Los diversos carismas y las distintas formas de consagración son expresión de la múltiple gracia con que Dios ha querido embellecer a su Iglesia. Hoy agradecemos a Dios y a la Iglesia, la vocación recibida.
Misericordiae Vultus BULA DE CONVOCACIÓN DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA S.S. PAPA FRANCISCO
21. La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer. La experiencia del profeta Oseas viene en nuestra ayuda para mostrarnos la superación de la justicia en dirección hacia la misericordia. La época de este profeta se cuenta entre las más dramáticas de la historia del pueblo hebreo. El Reino está cercano de la destrucción; el pueblo no ha permanecido fiel a la alianza, se ha alejado de Dios y ha perdido la fe de los Padres. Según una lógica humana, es justo que Dios piense en rechazar el pueblo infiel: no ha observado el pacto establecido y por tanto merece la pena correspondiente, el exilio. Las palabras del profeta lo atestiguan: « Volverá al país de Egipto, y Asur será su rey, porque se han negado a convertirse » (Os 11,5). Y sin embargo, después de esta reacción que apela a la justicia, el profeta modifica radicalmente su lenguaje y revela el verdadero rostro de Dios: « Mi corazón se convulsiona dentro de mí, y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no un hombre; el Santo en medio de ti y no es mi deseo aniquilar » (11,8-9). San Agustín, como comentando las palabras del profeta dice: « Es más fácil que Dios contenga la ira que la misericordia ». Es precisamente así. La ira de Dios dura un instante, mientras que su misericordia dura eternamente. Si Dios se detuviera en la justicia dejaría de ser Dios, sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. La justicia por sí misma no basta, y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de destruirla. Por esto Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Quien se equivoca deberá expiar la pena. Solo que este no es el fin, sino el inicio de la conversión, porque se experimenta la ternura del perdón. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia. Debemos prestar mucha atención a cuanto escribe Pablo para no caer en el mismo error que el Apóstol reprochaba a sus contemporáneos judíos: « Desconociendo la justicia de Dios y empeñándose en establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo el que cree » (Rm 10,3-4). Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Cruz de Cristo, entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva.
Hoja Parroquial Parroquia de la La Inmaculada y San Pedro Pascual de Jaén
REMA Domingo 3 del Tiempo Ordinario
24 de enero de 2016
Ciclo C
Antes
de comenzar a narrar la actividad de Jesús, Lucas quiere dejar muy claro a sus lectores cuál es la pasión que impulsa al Profeta de Galilea y cuál es la meta de toda su actuación. Los cristianos han de saber en qué dirección empuja a Jesús el Espíritu de Dios, pues seguirlo es precisamente caminar en su misma dirección.
En la misma dirección
El Espíritu del Señor está sobre mí... y me anima a seguir los pasos de Jesús; – a vivir su Evangelio hoy; – a ser signo de amor y justicia; – a posibilitar el perdón y la reconciliación. – a generar espacios de vida y encuentro; – a construir la comunidad, la Iglesia; El Espíritu del Señor está sobre la Iglesia... y cuenta con nosotros para ser una familia; – para expresar, con pluralidad, el Evangelio; – para acoger a todo aquel que se acerque; – para acompañar a quien lo pasa mal; – para celebrar la fe y la vida; – para ser signo de un mundo nuevo. El Espíritu del Señor está sobre el mundo... y gime en los acontecimientos, pidiendo: – reconciliación en las situaciones de violencia; – justicia ante las desigualdades del mundo; – diálogo en las realidades de conflicto; – compasión con las víctimas inocentes; – compromiso por la paz. Sigue enviando tu Espíritu de vida, Señor, y haz de nosotros testigos de tu amor y misioneros de la misericordia.
Parroquia de la Inmaculada y San Pedro Pascual Carretera de Jabalcuz, 2 23002 - JAÉN 953 23 11 08 parroquiasanpedropascual@gmail.com www.facebook.com/inmaculadaysanpedropascual
Lucas describe con todo detalle lo que hace Jesús en la sinagoga de su pueblo: se pone de pie, recibe el libro sagrado, busca él mismo un pasaje de Isaías, lee el texto, cierra el libro, lo devuelve y se sienta. Todos han de escuchar con atención las palabras escogidas por Jesús pues exponen la tarea a la que se siente enviado por Dios. Sorprendentemente, el texto no habla de organizar una religión más perfecta o de implantar un culto más digno, sino de comunicar liberación, esperanza, luz y gracia a los más pobres y desgraciados. Esto es lo que lee. «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor». Al terminar, les dice: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». El Espíritu de Dios está en Jesús enviándolo a los pobres, orientando toda su vida hacia los más necesitados, oprimidos y hu-
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millados. En esta dirección hemos de trabajar sus seguidores. Esta es la orientación que Dios, encarnado en Jesús, quiere imprimir a la historia humana. Los últimos han de ser los primeros en conocer esa vida más digna, liberada y dichosa que Dios quiere ya desde ahora para todos sus hijos e hijas. No lo hemos de olvidar. La «opción por los pobres» no es un invento de unos teólogos del siglo veinte, ni una moda puesta en circulación después del Vaticano II. Es la opción del Espíritu de Dios que anima la vida entera de Jesús, y que sus seguidores hemos de introducir en la historia humana. Lo decía Pablo VI: es un deber de la Iglesia «ayudar a que nazca la liberación... y hacer que sea total». No es posible vivir y anunciar a Jesucristo si no es desde la defensa de los últimos y la solidaridad con los excluidos. Si lo que hacemos y proclamamos desde la Iglesia de Jesús no es captado como algo bueno y liberador por los que más sufren, ¿qué evangelio estamos predicando? ¿A qué Jesús estamos siguiendo? ¿Qué espiritualidad estamos promoviendo? Dicho de manera clara: ¿qué impresión tenemos en la iglesia actual? ¿Estamos caminando en la misma dirección que Jesús?