Hoja Parroquial
AGENDA PARROQUIAL: 12 LUNES • 19 h: Misa 13 MARTES • 19 h: Misa 14 MIÉRCOLES • 17 h: Cáritas • 17’30 h: Legión de María • 19 h: Misa 15 JUEVES • 18 h: Adoración al Santísimo • 19 h: Misa • 19’30 h: Lectura orante con el Evangelio 16 VIERNES • 18:30 h: Via Crucis • 19 h: Misa • 22 h: Comienzan las 24 h con el Señor en la Catedral 17 SÁBADO • 10 h: Encuentro Diocesano de Catequistas • 19 h: Misa 18 DOMINGO 5 de Cuaresma • 9’30 h: Misa • 12 h: Misa • 19 h: Misa
REMA Inmaculada y San Pedro Pascual de Jaén
El último tiempo: el Adviento Ya a finales del siglo IV y a lo largo del siglo V, en las Iglesias de Hispania y de la Galia empezaron a introducirse actos de preparación de la fiesta de la Navidad, un poco en la línea de la preparación cua‐ resmal para la Pascua. Pero no fue hasta el siglo VI que esta preparación se organi‐ zó litúrgicamente, primero en un ciclo de seis domingos y después en un ciclo de solo cuatro. Así nace el tiempo de Advien‐ to, el último de los tiempos litúrgicos que se formaron, y que une la preparación de la venida del Señor en Belén con la espera de su venida definitiva al final de los tiem‐ pos. Con el Adviento, pues, queda com‐ pletado el ciclo de los tiempos litúrgi‐ cos que denominamos “fuertes”, es de‐ cir, los que celebran algún aspecto o misterio de nuestra salvación. El resto de domingos y el resto de semanas for‐ man lo que se denomina “tiempo ordinario”, es decir, tiempo en el que no se celebra ningún hecho concreto de la histo‐ ria de la salvación.
Domingo 4 de Cuaresma
Acercándonos a la luz
Recuerdo, con cariño y dolor, la pregunta de un joven: ¿De qué me tiene que salvar Cristo? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Qué he hecho yo para que me tenga que salvar nadie?¿La muerte de un ajusticiado de qué me sirve? El cuidado con que lo intenté conquistar de nada sirvió. Mis palabras eran fórmulas hechas, manidas, sobadas, conocidas, sin frescura, de manual. Sabían a pan duro, olían a sacristía cerrada. ¿De verdad que no hay respuestas para estas preguntas? ¿Tenemos que conformarnos con decir que no sabemos? ¿Y si respondes a lo que nadie le interesa? La fe es pregunta y es don. La pregunta por el éxito o el fracaso de cada persona, por la historia que solo uno mismo conoce, su mayor misterio. El don que se recibe con gratitud sentida, con sorpresa y limpieza, nunca con soberbia.
R ecu erda Del 11 al 18 de marzo: Campaña de recogida de Aceite y Leche con destino a la Despensa de Cáritas Interparroquial de Jaén. Anímate a participar en el grupo de lectura orante con el Evangelio. Todos los jueves, después de la misa. Si quieres formar parte del grupo de liturgia de la parroquia, comunícalo para que contemos contigo.
11 de marzo de 2018
Ciclo B
La salvación es pregunta inquietante de quien sabe que está vivo y don que hay que acoger con las manos abiertas. Solo así podemos decir que ahora, y en el futuro, «seremos salvos»
Parroquia de la Inmaculada y San Pedro Pascual Carretera de Jabalcuz, 2 23002 - JAÉN 953 23 11 08 parroquiasanpedropascual@gmail.com www.facebook.com/inmaculadaysanpedropascual
Puede pare-
cer una observación excesivamente pesimista, pero lo cierto es que las personas somos capaces de vivir largos años sin tener apenas idea de lo que está sucediendo en nosotros. Podemos seguir viviendo día tras día sin querer ver qué es lo que en verdad mueve nuestra vida y quién es el que dentro de nosotros toma realmente las decisiones. No es torpeza o falta de inteligencia. Lo que sucede es que, de manera más o menos consciente, intuimos que vernos con más luz nos obligaría a cambiar. Una y otra vez parecen cumplirse en nosotros aquellas palabras de Jesús: «El que obra el mal detesta la luz y la rehúye, porque tiene miedo a que su conducta quede al descubierto». Nos asusta vernos tal como somos. Nos sentimos mal cuando la luz penetra en nuestra vida. Preferimos seguir ciegos, alimentando día a día nuevos engaños e ilusiones. Lo más grave es que puede llegar un momento en el que, estando ciegos, creamos verlo todo con claridad y realismo. Qué fácil es entonces vivir sin conocerse a sí mismo ni preguntarse nunca: «¿Quién soy yo?». Creer ingenuamente que yo soy esa imagen superficial que tengo de mí mismo, fabricada de recuerdos, experiencias, miedos y deseos. Qué fácil también creer que la
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realidad es justamente tal como yo la veo, sin ser consciente de que el mundo exterior que yo veo es, en buena parte, reflejo del mundo interior que vivo y de los deseos e intereses que alimento. Qué fácil también acostumbrarnos a tratar no con personas reales, sino con la imagen o etiqueta que de ellas me he fabricado yo mismo. Aquel gran escritor que fue Hermann Hesse, en su pequeño libro Mi credo, lleno de sabiduría, escribía: «El hombre al que contemplo con temor, con esperanza, con codicia, con propósitos, con exigencias, no es un hombre, es solo un turbio reflejo de mi voluntad». Probablemente, a la hora de querer transformar nuestra vida orientando nuestros pasos por caminos más nobles, lo más decisivo no es el esfuerzo por cambiar. Lo primero es abrir los ojos. Preguntarme qué ando buscando en la vida. Ser más consciente de los intereses que mueven mi existencia. Descubrir el motivo último de mi vivir diario. Podemos tomarnos un tiempo para responder a esta pregunta: ¿por qué huyo tanto de mí mismo y de Dios? ¿Por qué, en definitiva, prefiero vivir engañado sin buscar la luz? Hemos de escuchar las palabras de Jesús: «Aquel que actúa conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se vea que todo lo que hace está inspirado por Dios».