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Teresa Méndez-Faith
from GACETA PARNASUS
En su más reciente lanzamiento, “Cuentos y relatos de mi tierra colorada… en YouTube”, publicada por Intercontinental Editora, que ya cuenta con tres volúmenes donde se recopilan narraciones de destacados autores paraguayos, una vez más, la destacada doctora Teresa Méndez Faith, renueva su implacable vocación de seguir expandiendo la riqueza de la literatura de su país.


En el primer tomo de su colección, se rinde homenaje a diez grandes maestros de la literatura nacional. Textos seleccionados de Maribel Barreto, Dirma Pardo Carugati, Augusto Roa Bastos, Rubén Bareiro Saguier, y otros ilustres autores que sentaron las bases de una tradición literaria propia en el Paraguay se encuentran en sus páginas.
El segundo volumen se reúnen obras concebidas durante los difíciles meses de pandemia. A través de estos relatos cargados de reflexión y comparaciones, los autores contrastan el inquietante presente con un pasado anterior al encierro y distanciamiento social. En ese tomo podemos leer a autores de la talla de Charlize Clarke, Alcibiades González Delvalle, Carlos Martini, Martin Venialgo y Sofía Raquel Fernández Casabianca.
Ya en el tercer tomo, Méndez-Faith se adentra en textos de ciencia ficción y fantasía, donde los narradores tales como Maybell Lebron, Lita Pérez Cáceres, Irina Ráfols, Osvaldo González Real, entre otros, despliegan su versatilidad imaginativa sin límites, demostrando así la diversidad del género que cultivan los escritores del país.
Más allá de los textos en sí, “Cuentos y relatos de mi tierra colorada… en YouTube”, están enriquecidos con semblanzas biográficas de cada autor y el peculiar estilo de Teresa para contextualizar cada obra.
Ya en el tercer tomo, Méndez-Faith se adentra en textos de ciencia ficción y fantasía, donde los narradores tales como Maybell Lebron, Lita Pérez Cáceres, Irina Ráfols, Osvaldo González Real, entre otros, despliegan su versatilidad imaginativa sin límites, demostrando así la diversidad del género que cultivan los escritores del país.
Más allá de los textos en sí, “Cuentos y relatos de mi tierra colorada… en YouTube”, están enriquecidos con semblanzas biográficas de cada autor y el peculiar estilo de Teresa para contextualizar cada obra.


Cultivando espacios, y conocida como la “embajadora de literatura” a través de sus numerosos volúmenes de diccionarios literarios, antologías, crónicas y ensayos, hoy su pasión por la literatura se amalgama con la tecnología y nacen nuevas oportunidades de acompañar el ritmo de vida de los lectores.

Los “Cuentos y relatos de mi Tierra Colorada en YouTube” ya cuentan con códigos QR, que permiten al lector disfrutar de los cuentos y relatos de manera visual o auditiva y desde cualquier dispositivo. Así mismo, las narraciones de Teresa, también puede ser apreciadas en espacios radiales, tales como el “Rincón Literario Radial” en el programa de su hermano Epifanio Méndez, transmitido desde Buenos Aires, y a través de Radio Tribuna en “Domingo de Cuentos” desde Nueva York junto a Francisca Segovia.
Una variedad de los cuentos de esta última colección, cobran vida en su canal de YouTube, donde ella les agrega su voz e imágenes que realzan las narraciones. Un material invaluable no solo para amantes de la literatura, sino también para estudiantes e instituciones educativas interesadas en dar a conocer este tesoro cultural.
Actualmente, Teresa se encuentra dando los últimos toques al cuarto integrante de la colección Cuentos y Relatos de mi Tierra Colorada, “De raíz histórica y política”. Con su incansable labor, Teresa Méndez-Faith se destaca como la gran promo de su “tierra colorada”, haciendo llegar a todos los rincones del mundo el legado literario que constituy uno de los grandes orgullos del pueblo paraguayo.
Una traducción poética que une culturas
El poeta Bob Ambrose comparte con nuestros lectores el entusiasmo de la traducción al español de su poema "El Jardín" realizada por su amigo, el Profesor Thomas Whigham. Este poema abre la primera sección de su próximo libro, "Entre el canto de los pájaros y la roca - poemas sobre la vida de Gaia", que será publicado en abril por Kelsay Books.

Según explica Bob, la traducción de poesías requiere capturar el significado general y la sensación del poema original de una manera que resuene en el idioma y la cultura de destino. Aunque él solo habla inglés con fluidez, pudo revisar y apreciar la traducción de Whigham enfocándose en las estructuras, ritmos y sonidos del español.
La fluidez del español como lenguaje poético quedó demostrada para Ambrose en este ejercicio de traducción. Si bien "El Jardín" sonará necesariamente distinto a la versión en inglés, el trabajo de Whigham logró satisfacer tanto al autor como a sus lectores hispanohablantes.
Este intercambio poético entre amigos demuestra cómo la traducción puede tender puentes entre culturas y ampliar el alcance de obras literarias más allá de las barreras del idioma. Tal como señala Ambrose, este invaluable trabajo de los traductores merece el reconocimiento correspondiente. Con suerte, más poemas de su próximo libro podrán así llegar a nuevas audiencias gracias a futuras colaboraciones.
Bob es un científico jubilado, ingeniero y poeta consumado, cuyo enfoque único reside en la intersección de la física y el lenguaje evocador.
Graduado del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), aporta una gran cantidad de conocimientos adquiridos a través de años de experiencia en los campos científicos y de ingeniería.
“El Jardín” es una muestra de la capacidad del arte y la ciencia que se entrelazan de maneras inesperadas y enriquecedoras.
Por Bob Ambrose, Jr. Athens, Georgia, EE. UU. (traducción por Thomas Whigham)


LA BREVEDAD ES EL ALMA DEL INGENIO--- EN
FRANCIA, RUSIA E INCLUSO EN PARAGUAY

Por Thomas Whigham
Profesor Emeritus

Universidad de Georgia
Creo que vivimos en tiempos demasiado elaborados, donde los detalles de nuestras vidas han superado los factores sustanciales que nos hacen quienes somos. Mire cómo las modas en la vestimenta tienden a definir a los modelos (y consumidores) que las usan; tales individuos pueden ser tímidos o gregarios, odiosos o cariñosos, tacaños o filántropos…
No importa porque uno solo ve el suéter granate escotado. Esta tendencia, más que nada, roba al individuo su carácter fundamental. No estoy sugiriendo que la gente prescinda de la ropa, solo que prestemos más atención a la persona que está dentro, a la persona que tiene su propia historia que contar. Y creo que la mejor manera de hacerlo es dejando de lado el uso excesivo de adjetivos y neologismos y optar por sustantivos y verbos sencillos, cuanto menos adornados mejor.
Adoptar esta actitud no es solo una cuestión de cambiar nuestra perspectiva hacia nuestros semejantes, sino que también puede cambiar la forma en que componemos literatura para permitirles contar sus historias de una manera más poderosa. Para ofrecer un ejemplo apropiado de lo que quiero decir, permítanme ofrecer a los lectores una mirada a las curiosas obras de Félix Fénéon (18611944), crítico de arte, editor, funcionario gubernamental y periodista anarquista de origen italiano que hizo un breve pero sorprendente contribución a las letras francesas. “Breve” es en gran medida la palabra correcta aquí; Parece que Fénéon, que trabajaba ocasionalmente para Le Matin en París, aprovechó las capacidades de recopilación de noticias del recién inventado Telégrafo de Edison para reorganizar la redacción de noticias menores para contar historias en el sentido más económico posible.
Llamó a sus producciones Nouvelles en trois lignes, porque consideraba que tres líneas eran suficientes para contar todo lo que había que decir sobre la vida y el destino de una persona.


Estas “novelas” de asesinatos, caos y cinismo cotidiano las deslizó en las páginas de Le Matin, donde ganaron cierta fama por sus similitudes con el haiku. Sin embargo, después de su primera publicación en 1906, el público los olvidó y su autor cayó en la oscuridad total. Las “novelas” se habrían olvidado por completo si no fuera por la amante de Fénéon, quien las reunió en un álbum de recortes de periódicos y que finalmente publicó juntas cuatro años después de su muerte.

La brutal excentricidad de estas hermosas pequeñas obras es bastante obvia en seis ejemplos ilustrativos que he elegido aquí:
Se produjo una explosión de gas en la casa del señor Larrieux en Burdeos. Él fue herido. El cabello de su suegra se incendió. El techo se derrumbó.
Al encontrar que su hija, de 19 años, no era lo suficientemente austera, Jallat, el relojero de SaintÉtienne, la mató. Es cierto que le quedan once hijos.
Unos escolares de Vibraye (Sarthe) intentaron circuncidar a un niño. Fue rescatado, aunque peligrosamente lacerado.
El Gran Duque Alexis, ahora en París, estuvo ayer en Nancy. Como aquí viven rusos, la policía fue a todos lados.
Silot, un ayudante de cámara, instaló a una mujer divertida en la casa de su amo ausente en Neuilly, luego desapareció, llevándose todo menos a ella. El exalcalde de Cherburgo, Gosse, estaba en manos de un barbero cuando gritó y murió, aunque la navaja no tuvo nada que ver.
Fénéon, a quien la oscuridad marcó de principio a fin, no fue el único practicante de este arte de la “novela brevísima”.
Tenemos a la autora rusa Ludmilla Petrushevskaya, que, a sus ochenta y cinco años, todavía se encuentra entre los vivos. Sus historias, que ella llama “huertos de posibilidades inusuales”, suelen tener más de tres líneas y, sin embargo, sus propios títulos cuentan la historia completa. Tenemos, por ejemplo, Había una vez una mujer que intentó matar al bebé de su vecino (2009); la aún más evocadora Había una vez una niña que sedujo al marido de su hermana y él se ahorcó (2013), y la aún más evocadora Había una vez una madre que amaba a sus hijos hasta que regresaron (2014).
También diría que hay muchas adaptaciones posibles de sociedades como la del Paraguay. En las primeras manifestaciones del periodismo nacional, ocasionalmente vemos indicios de historias de vida epigramáticas en las páginas de Cabichuí, Cacique Lambaré y otros periódicos de guerra.

Fénéon, a quien la oscuridad marcó de principio a fin, no fue el único practicante de este arte de la “novela brevísima”.
Tenemos a la autora rusa Ludmilla Petrushevskaya, que, a sus ochenta y cinco años, todavía se encuentra entre los vivos. Sus historias, que ella llama “huertos de posibilidades inusuales”, suelen tener más de tres líneas y, sin embargo, sus propios títulos cuentan la historia completa. Tenemos, por ejemplo, Había una vez una mujer que intentó matar al bebé de su vecino (2009); la aún más evocadora Había una vez una niña que sedujo al marido de su hermana y él se ahorcó (2013), y la aún más evocadora Había una vez una madre que amaba a sus hijos hasta que regresaron (2014).
También diría que hay muchas adaptaciones posibles de sociedades como la del Paraguay. En las primeras manifestaciones del periodismo nacional, ocasionalmente vemos indicios de historias de vida epigramáticas en las páginas de Cabichuí, Cacique Lambaré y otros periódicos de guerra.
Estos “artículos” son menos precursores de Fénéon que simples avisos del tipo más breve y telegráfico. Siempre ceden su lugar de primacía a objetivos propagandísticos. En El Centinela del 23 de mayo de 1867, por ejemplo, encontramos una carta ficticia de un soldado, Mateo Matamoros, a su párroco, solicitando un cambio en su nombre de bautismo de Mata-moros (matar moros) a Mata-Negros (matar negros-- es decir, matar brasileños).

También vemos en Lambaré del 27 de febrero de 1868, un breve homenaje a Adelina López, “ upe kuñataí porã virtuosa” que valientemente se sacrifica por la causa del gran “tuvichá”, el mariscal López. Asimismo, podríamos citar algunos de los breves relatos reiterados en Ocara Poty Cue Mi en varios momentos durante el siglo XX, pero estos dulces poemas probablemente estaban destinados a ser canciones y, por lo tanto, seguían su propio conjunto de prioridades. No podían reclamar el estatus de “novelas” en el sentido en que Fénéon había sido pionero en Francia, aunque compartirían algunas semejanzas con su obra.

Quizás, al observar el caso paraguayo, debamos pensar en términos de futuros autores, hombres y mujeres que aún no han puesto la pluma sobre el papel. Aquí es donde deseo animar a los lectores de hoy con un suave empujón para que puedan desempeñar un papel en este tipo de creaciones. Lo que sigue aquí son mis propias “novelas de tres líneas”, norteamericanas, sin duda, pero situadas en un entorno paraguayo. Confieso que los escribí solo por diversión, pero a pesar de ello los lectores podrían considerarlos como una diversión sería:
Rafael Centurión, delantero estrella de Paraguarí, sacó tarjeta amarilla por haber pateado a “Pepecito”, el portero de Acahay, rompiéndole la rodilla, para luego caer de espaldas y ensuciar su propio uniforme. La multitud se rio en señal de aprobación.
Susana Giménez no visitó Paraguay ese año, pero envió sus condolencias cuando un sobrino del presidente murió en un accidente automovilístico. Ella escribió mal su nombre de pila.
Jeffrey Nicholson, el voluntario del Cuerpo de Paz en Yuty, logró avances mínimos en la introducción de ovejas merinas a los ganaderos locales en 1963. Sus superiores en Washington luego lo trasladaron al Ecuador rural, donde los campesinos lo apedrearon hasta matarlo.
Un juego de “culo sucio” en la seccional de Caapucú derivó en golpes entre dos primas, Juana y Carmen Da Ré. La primera sufrió una fractura en el cuello, que resultó mortal, y la segunda se envenenó antes de medianoche.
Juan Bautista Isasi, un pariente lejano del Dr. Francia, prosperó como importante terrateniente durante los últimos años de la Dictadura Suprema. Murió en 1843 a causa de una feroz afección dermatológica que algunos en Yhú atribuían a la sífilis y otros al mal de ojo.
Don Lucas González era considerado un gran mujeriego en Carapeguá. Su éxito con el bello sexo fue legendario, ya que les decía que eran encantadores y que ningún trastorno era culpa suya. Este planteamiento le ganó elogios hasta el momento de su muerte, que se produjo mediante un estilete clavado en su cuello por María Dolores Cáceres, una esteticista de 50 años.
Don Alberto Levi Ruffinelli fue al Bolsi, pidió un cortado y disfrutó de los aires nocturnos de Asunción durante una o dos horas. De camino a casa fue atacado por una banda de desconocidos que le quitaron la billetera y lo dejaron roto en la calle, llamando a “Esmé”, quien no ha sido identificada.
“Don Bosco” Schaerer, asesor en asuntos eclesiásticos del presidente González Macchi, fue encontrado desnudo, colgado de las vigas de su quinta de San Bernardino. El equipo investigador dictaminó que se trataba de un caso de autoasfixia.
La brutalidad con la que Ramón Bergonzi Fleytas trató a los yerbateros del este de Caazapá le engendró gran desprecio entre los periodistas de Asunción en 1915. Posteriormente, fue devorado por hormigas en una zona remota del bosque. Sus botas españolas negras nunca fueron recuperadas.

“Ubre Blanca” ganó múltiples premios como la vaca lechera más famosa de San Pedro. En su cuarta visita a la EXPO de Asunción desapareció y luego fue encontrada en compañía de una comparsa de acróbatas profesionales.
Juan Carlos Estigarribia fue durante treinta años juez de apelación en la ciudad de Villarrica, donde fue ampliamente estimado por su perspicacia jurídica. Desapareció una mañana de 1975 y fue encontrado muerto en su estudio, agarrando una botella de Chanel no. 5. Veredicto: infarto.
A la prematura muerte de la amante del general Juan Acosta le siguió, varias horas después, la matanza de su loro gua’á “Paco”. En vida, el pájaro era un inconveniente, muerto, un misterio.
En la época de las Reformas Borbónicas, Lázaro de Ribera había esperado un puesto como intendente en Cuzco o el Alto Perú, pero tuvo que conformarse con Asunción. Se aficionó obsesivamente a la yerba mate durante once años en la capital paraguaya. Cuando partió hacia Huancavelica en 1806, se llevó consigo su obsesión.
Edgar Silva Poletti, subdirector de reclamaciones de seguros del Banco Nacional de Fomento, era tan poco conocido que quienes asistieron a su funeral en enero de 1950 no supieron nada que decir sobre él. Entonces un hombre recordó las dimensiones de la cabeza de Silva Poletti, que era tan grande que requirió que sus familiares encargaran sus sombreros, especialmente a la Sombrería Gill.
Se podría seguir con esto y ¿por qué no deberíamos hacerlo? Por cada “novela” que he inventado para ilustrar el humor con que el Paraguay adorna este mundo duro y absurdo, imagino que cada paraguayo tiene como mínima veinte anécdotas que contar. Algunas serían enteramente inventadas y otras parcialmente ciertas. Me encantaría leerlos al lado del fantasma de Monsieur Fénéon. Ni siquiera me importaría que alguien escribiera unas tres líneas sobre mí.