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OPINIÓN

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Peña en el tiempo

Peña en el tiempo

FÉLIX GERÓNIMO @abogadogeronimo

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Estoy sentado en el Parque Enriquillo en Santo Domingo de Guzmán. Estoy haciendo lo que hace casi todo el que viene a sentarse aquí: mato el tiempo conversando, miro gente pasar, critico al prójimo, pido al cielo y pienso. Como todo el que ha leído un libro, pienso a veces en el libro que leí.

Es marzo y hace calor en la capital dominicana. Tengo sed.

Un marchante empuja un coche de bebé en cuya cama se adaptó una caja de poliestireno. Cualquier dominicano común sabe lo que hay dentro de esa caja.

Le pregunto al chiripero si vende agua y él no entiende la pregunta. Se acerca.

Es un muchacho negro de 16 a 22 años. Es haitiano. Cualquier dominicano común sabe eso. Le pregunto cuánto cuesta el agua y él sigue sin entender. Yo sospecho por qué no me entiende. Tendré que conformarme con el lenguaje de señas como otras veces.

Agarro una botella de agua fría de las que hay dentro de la caja junto a otras botellas de agua y de gaseosa y él dice 15 automáticamente. La botella de agua cuesta quince pesos.

Le pregunto si tiene cambio de 50 pesos y él no comprende. Estoy siendo impertinente o tal vez confirmando una sospecha. Sé que no me entenderá. Ni yo a él si me hablara, porque él no habla español y yo no hablo haitiano.

Le entrego los 50 pesos y él me devuelve el cambio exacto de 35 pesos.

No me sorprende que nos entendiéramos en el lenguaje comercial. Para él es el lenguaje de la supervivencia.

Comencé a hacer deducciones hace tiempo, cuando comencé a tratar con hombres y mujeres de Haití que venden mercancías en el Parque Enriquillo y en las inmediaciones de las avenidas Duarte, José Martí, México, París y 27 de Febrero.

Tan pronto llegan a República Dominicana, quién sabe por cuál conducto y quién sabe si la noche anterior o la semana pasada, se lanzan a la bulliciosa y caótica vida de la zona comercial conocida como la Duarte con París.

Muchos de ellos encuentran en los comerciantes chinos a sus mejores aliados comerciales y principales explotadores en esa zona.

Este joven, como muchos otros antes que él, debió de haber sido instruido al vapor en las cosas básicas para empezar el microemprendimiento: precio de la mercancía y cómo cobrarla.

Lo seguro es que dentro de

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