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HISTORIA
Alberto Caamaño Deñó. En ese momento tenía solo 32 años de edad. La toma de posesión se realizó al día siguiente, martes 4 de mayo, ante el Altar de la Patria, en el Parque Independencia.
Como presidente de la República y líder militar del movimiento constitucionalista, el coronel Caamaño dirigió al pueblo dominicano en un proceso de lucha que comenzó como una guerra civil, pero con la intervención militar estadoinidense se transformó en una guerra patria, en una revolución antiimperialista, la cual es considerada por muchos historiadores como el acontecimiento más importante de la historia dominicana del siglo XX.
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Es necesario plantear que, durante el conflicto bélico del año 1965, la nación dominicana tuvo dos gobiernos. Esto así porque los Estados Unidos y las tropas de intervención, para legitimar su ilegal presencia, auspiciaron la creación de un llamado «Gobierno de Reconstrucción Nacional», que tenía su sede en la base militar de San Isidro, y era una correa de transmisión de las órdenes del presidente y el Gobierno estadounidense.
Las tropas invasoras usaron dos altos oficiales, que habían sido parte del golpe de Estado contra el Gobierno constitucional de Juan Bosch. Primero utilizaron al coronel Pedro Bartolomé Benoit y luego, tratando de lograr una supuesta legitimación formal de la invasión, usaron como presidente títere al general Antonio Imbert Barreras, un militar que había participado en el ajusticiamiento del dictador Trujillo en 1961. Con esa intervención, el Gobierno de Estados Unidos creyó que podría derrotar con facilidad a los militares y al pueblo dominicano que exigían respeto a su Constitución. Pero no fue así.
Durante el conflicto bélico del 1965, la nación tuvo dos gobiernos, porque los EE.UU. y las tropas de intervención, para legitimar su ilegal presencia, auspiciaron un «Gobierno de Reconstrucción Nacional».
Desde abril hasta septiembre de 1965, cuando se le puso fin a la guerra, se libraron duras jornadas de combate entre las tropas constitucionalistas y el pueblo dominicano en contra de los invasores. La Revolución de Abril de 1965 y la lucha del pueblo dominicano contra la intervención militar de Estados Unidos, dejó una estela de más de 5 mil muertos entre civiles y militares. Las tropas invasoras no pudieron vencer a los militares y al pueblo encabezado por el coronel Caamaño. Por más que intentaron, no lograron tomar el control de la zona constitucionalista.


Pero tampoco los combatientes constitucionalistas pudieron vencer a los marines invasores, por lo que se inició un proceso de negociación internacional encabezado por la Organización de Estados Americanos (OEA). El 31 de agosto se logró un acuerdo de cese de la guerra y los bandos en pugna firmaron el Acta Institucional, comprometiéndose a apoyar la celebración de elecciones en un plazo no menor de seis, ni mayor de nueve meses. Asimismo, ambas partes aceptaron la instalación de un Gobierno provisional encabezado por Héctor García Godoy, quien se juramentó el 3 de septiembre.
CAAMAÑO DEÑÓ: «LUCHAMOS CON BRAVURA DE LEYENDA»
El viernes 3 de septiembre de 1965, el presidente constitucional coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó anunció su renuncia ante una concurrida manifestación popular celebrada en la Fortaleza Ozama, ubicada en la zona constitucionalista. El discurso que pronunció Caamaño ese día fue una pieza antológica, llena de decoro, patriotismo y dignidad. A continuación, presentamos los principales párrafos de ese histórico discurso:

«Pueblo Dominicano: “Porque me dio el pueblo el poder, al pueblo vengo a devolver lo que le pertenece. Ningún poder es legítimo si no es otorgado por el pueblo, cuya voluntad soberana es fuente de todo mandato público. El 3 de mayo de 1965, el Congreso Nacional me honró eligiéndome presidente constitucional de la República Dominicana. Solamente así podía aceptar tan alto cargo, porque siempre he creído que el derecho a gobernar no puede emanar de nadie más que no sea del pueblo mismo.
«Heróicamente, con más fe que armas, y con enorme caudal de dignidad, el pueblo dominicano abría de par en par las puertas de la historia para construir su futuro. Hondas, muy profundas eran las raíces de esa lucha.
«…Nunca tal vez en la vida de los dominicanos se había luchado con tanta tenacidad contra un enemigo tan superior en número y en armas. Luchamos, sí, con bravura de leyenda, porque íbamos desbrozando con la razón el camino de la historia.
«…No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos. La verdad auspiciada por nuestra causa fue la mayor fuerza y el mayor aliento para resistir. ¡Y resistimos! Ese es nuestro triunfo porque sin la tenaz resistencia que opusimos, hoy no pudiéramos ufanarnos de los objetivos logrados.
«…Ante el pueblo dominicano, ante sus dignos representantes que aquí encarnan el honorable Congreso Nacional, renuncio como presidente constitucional de la República. Dios quiera y el pueblo pueda lograrlo, que esta sea la última vez en nuestra historia que un Gobierno legítimo tenga que abandonar el poder bajo la presión de fuerzas nacionales o extranjeras. Yo tengo fe en que así será».