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EL MAMONCILLO, UN ABUELO FRUTAL EN EL PARAISO.

Eduin Arias Ruiz y Alejandra Gómez Gómez

Foto: Árbol de mamoncillo en El Triángulo de Oro de las Frutas

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Había nacido en el pleno campo El municipio de San Pedro, vereda Pantanillo, fue el lugar donde dio sus primeros pinos detrás de los terneros y el olor de la boñiga. Con las primeras luces de la mañana saltaba de su cama y corría a buscar en la cocina los tragos de agua de panela que lo despertarían del todo para la jornada matutina Ayudaba desde muy pequeño en todas las labores del campo Este tipo de educación incidental, fortaleció no sólo su cuerpo físico sino también su mente. Se preparó desde pequeño para lo que mas tarde vendría.

A los 12 años su familia viaja por motivos laborales al municipio de Sopetrán, donde después de muchas peripecias instalan su residencia. Continúo su rutina ayudando en las actividades agrarias. Fue por ello que al cabo de los años su conocimiento y saber sobre las plantas, los animales y las relaciones entre los elementos del entorno no le eran desconocidas. Sabía de las frutas. Así hablaba con vehemencia del tamarindo, de los mangos, del níspero, del anón, de la guanábana. Conocía las plagas que los afectaba y describía con soltura al gusano cachón, a la larva Caterpillar y al insecto trozador

Pero si de algo se jactaba, era del saber que con los años había acumulado con tesón, sobre el cultivo del mamoncillo, su beneficio y comercialización.

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Así que un día, en que su ajetreada vida le prodigó un leve respiro, se sentó en su banco preferido, arremangó su pantalón y se distendió largamente con el poder de la palabra para contarnos acerca de este árbol frutal, que a su manera de ver, había sido el responsable de poner a Sopetrán entre los pueblos conocidos por sus productos agrícolas, por algo este municipio era ampliamente conocido como “La tierra de las frutas”. Con su hablar tranquilo, con su dejo folclórico y popular nos dijo: -Vea les cuento- Cuando llegamos aquí a este municipio, todo esto que ven –señalaba con su mano una inmensa extensión de tierra- era mangas y pequeños bosques con árboles maderables y frutales Pero el rey indiscutible entre estos ejemplares era el mamoncillo. Su porte distinguido, su altura y su edad era algo que a cualquiera atraía

Recuerdo- Continúo diciendo- que casi que en cada vivienda que se respetara había uno o varios de estos centenarios árboles. Por ejemplo, en el terreno que mi familia compró por 400 pesos, si mal no recuerdo, habían unos 16 de esos majestuosos frutales Sus frutos eran variados Había unos ácidos, otros muy dulces, otros de color blanco y otros botafruta. Eran plantas que habían nacido aquí de manera silvestre y con el tiempo se estaban convirtiendo en ancianos centenarios que prodigaban a los pobladores de la vereda ingentes beneficios Estos árboles lo han dado todo gratis, pues hasta el momento no se les hace ningún tipo de manejo. No se fertilizan, no se podan, tampoco se les controla plagas y enfermedades. Es tan rustico y fuerte que pasan los años y ellos, siguen dando sus cosechas, y lo que es mejor, siempre con más altos rendimientos ¿Van adivinando pues ustedes, por qué la admiración que tengo por estos árboles frutales?- Preguntó.

Yo crecí entre los mamoncillos. -Repitió varias veces- Hablar de este árbol frutal me entusiasma. ¿Saben por qué? Pues porque es el árbol que me vio crecer, porque su historia hace parte de mi historia y de la de muchas personas que en esta parte de Antioquia, tienen recuerdos y añoranzas con esta especie vegetal De niños, cuántos de ustedes también jugaron y revolotearon, retozando en el suelo cubierto y tachonado de sus hojas. A cuántos de nosotros, la juventud nos propició momentos para encaramarnos en sus altas ramas y luego volvernos a encontrar en las alturas a lomos de estos gigantes, cosechando y recogiendo luego con habilidad sus frutos

Los hemos visto crecer y engrosarse. Así, como también, hemos podido verlos aquejados de dolencias y diezmarse por efecto de las plagas y enfermedades. Pero también, verlos nuevamente recuperarse, llenos de vigor y continuar incólumes ante las inclemencias del ambiente Ellos ya son ancianos, pero abuelos fuertes

Mis añoranzas con el mamoncillo son muchas y diversas- Dijo en un tono alegre- Aún tengo en mi mente la primera vez que subí a uno de ellos para cosecharlo Recuerdo que iba pertrechado de una larga soga, un fuerte garabato, varios costales de fique, un arnés. Fueron varias horas las que pasé en la cima tomando los racimos de sus frutos, llenando los costales y degustándolos también Es increíble recordar que de un solo árbol a veces se llegaba a cosechar hasta 25 bultos de este fruto Una vez cosechado se embalaban los bultos. Luego se transportaban en camiones de escalera hacia la plaza de mercado en Medellín para venderse allí o enviarse a otros lugares del país. Muchas familias de la zona podían vivir de los frutales

Ni que decir de sus otros beneficios.- Hizo una leve pausa, entornó los ojos y continuó diciendo- El frondoso árbol ha servido de refugio a los pájaros e insectos Sus olorosas flores atraen las abejas que liban con frenesí su dulce néctar. De su madera, el carpintero saca muebles relucientes, mientras que los frutos son consumidos frescos en gustosas recetas con sabor a campo. Varios oficios dependen de sus beneficios, el cosechero, el comerciante, el transportador y el cocinero Pero hoy da lástima, todo esto está pronto a desaparecer.

Foto: Árboles de mamoncillo Vereda El Chagualal-Sopetrán, Antioquia

Nosotros preguntamos ¿pero también sirve como medicina? – Nos miró sonriendo y respondió: Es tan sabio este árbol que hasta sirve como medicina casera Mi abuela la usaba para prevenir la gripe También tiene poder depurativo y diurético, siendo útil en los casos de retención de líquidos. Con la harina de su semilla, se puede hacer un jarabe con miel de abejas para controlar parásitos y diarreas. Con sus hojas se preparan decocciones para la fiebre y los desórdenes nerviosos, así mismo, sus hojas maceradas sirven para las afecciones de la garganta. En cuanto a su madera, se usa para obras de construcción y carpintería general. En Colombia se emplea en obras de ebanistería, molduras y torneado, sin embargo, la madera debe utilizarse sólo en interiores, pues no es durable Las obras construidas con madera de mamoncillo, presentan muy buen aspecto y acabado

Hubo una larga pausa, mientras sus manos jugueteaban suavemente con una brizna de fina hierba que había caído entre sus dedos. Luego lentamente volvió a hablar con un susurro en aumento:-La vegetación nativa, empezó a desaparecer masivamente y en forma acelerada El despeje de grandes extensiones de tierra para cultivos y ganadería acabó irremediablemente con las plantas autóctonas Son escasos los sitios donde se puedan encontrar algunos remanentes de esta vegetación. Al igual que con la flora, la fauna también sufrió los embates del crecimiento desmedido de la población Animales como las hicoteas, las lagartijas, las distintas especies de pájaros (tórtolas, guacharacas, pavas de monte, turpiales, sinsontes, canarios, pericos) e incluso gallinazo, fueron diezmados poco apoco en la medida que el territorio se iba poblando y se desmontaban grandes extensiones de terrenos que se dedicaban a las actividades agropecuarias y para el establecimiento de viviendas -

Nuevamente hubo un suspenso. Sus ojos y su cuerpo era la viva imagen de la tristeza, a pesar de ello continuó diciendo- Pero, definitivamente, debemos empezar a darnos cuenta que el tiempo cambia y con él las costumbres y las tradiciones. Hoy, por el empuje de la modernidad, aquellos frondosos arboles que antaño dio cobijo a las aves e insectos, frutos a las comunidades, sombra para el solaz de los niños y beneficios varios para las poblaciones están siendo mal cuidados, relegados y destruidos Los conocimientos y saberes asociados a su existencia y oficio, peligran por desaparecer. Los viejos árboles frutales hoy son vilipendiados por la gente, que los destruyen y eliminan para poner en sus lugares inmensas moles de cemento convertidas en piscinas, canchas, casas de recreo y fincas veraniegas El viejo árbol amigo de la gente tiende a desaparecer y con él la historia, las costumbres, sus servicios ecosistémicos y el porvenir de aquella gente que vivió, creció y disfrutó de su compañía y apego.

Mi padre bajo la cara y de su apacible rostro dos gotas de sudor y varias lágrimas surcaron el espacio que separaban su arrugada cara y el duro suelo de la estancia. No dijo nada más, sólo el silencio entre los tres lo musitaba todo

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