DISCOS Y OTRAS PASTAS www.otraspastas.blogspot.com AÑO 10 NÚMERO 72
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ENERO 2016
DAVID BOWIE - “BLACKSTAR” (2016)
EL CANTO DEL CISNE DEL DUQUE solo estilo. Maestro de la síntesis musical, Bowie marida el jazz de vanguardia con el drum’n’bass -que ya exploró en Earthling (1997)- y el Scott Walker progresivo y sombrío pero aún melódico de Nite Flights (1978) en un puñado de canciones inventivas, ambiciosas y desconcertantes. El resultado no es un Bowie completamente nuevo, pero sí uno que, en lugar de intentar conquistar su pasado, prefiere rediseñar el futuro. Más familiares para sus seguidores son los textos: el aislamiento, la locura, la ambigüedad sexual y el apocalipsis políticoreligioso, temas habituales en su obra, así como un sentido de la mortalidad presente sobre todo desde “Heathen”, reaparecen en el imaginario de “Blackstar”.
Como es sabido, en 2013 Bowie rompió un silencio discográfico de diez años con la publicación de The Next Day, un álbum notable con algunas canciones sensacionales que, en lo esencial, entroncaba directamente con Heathen (2002) y Reality (2003), los trabajos previos a su “retiro”: como estos, era un trabajo de rock contemporáneo repleto de referencias al catálogo histórico del Duque Blanco, una celebración de su propio mito. Con Blackstar, en cambio, Bowie pone abundante tierra de por medio con su pasado. Significativamente, para su vigésimo octavo largo prescindió de los músicos que le venían acompañando -no de Tony Visconti, su productor de toda la vida- y reclutó a un cuarteto de jazz experimental liderado por el saxofonista Donny McCaslin. El interés por el jazz no es algo novedoso en Bowie. De hecho, el saxo fue el primer instrumento que aprendió a tocar, inspirado por su hermanastro, Terry Burns, y álbumes como Aladdin Sane (1973) y Black Tie White Noise (1993) testimonian su querencia por el género. Pero Blackstar es, con diferencia, su incursión más decidida y profunda en parajes jazzísticos. No obstante, sería equivocado reducir el elepé a un
En la pieza que da título al disco, Bowie, sobre ritmos agitados y replicado por un saxo azaroso, entona un lamento hipnótico y perturbador: una vela solitaria en una villa nórdica, mujeres arrodilladas y sonrientes en el día de la ejecución… y en el centro de todo, tus ojos. En la sección intermedia una melodía resplandeciente -una de las más logradas del repertorio del artistase alterna con pasajes de funk turbio mientras el cantante, enigmático, anuncia la muerte de un líder y su reemplazo por una 1