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Violencia e impunidad

Cien mil víctimas por violencia en lo que va de este sexenio, más del doble que el de Felipe Calderón y 74% mayor al de Enrique Peña Nieto, ambos en el mismo período de 33 meses.

México es de los pocos países en el mundo que ha normalizado la violencia sin que esta genere

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Miguel Ángel López Farías, periodista y presidente de la ANPERT. cambios profundos en el estado, con una sociedad que vive una especie de “domesticación intelectual” sin ir más allá de los círculos de café y de la débil protesta. Respiramos un agotamiento de la capacidad de asombro, aceptando las agresiones como parte de lo habitual; una piedra de la resignación que nos lleva al fondo del río.

Nuestro país se construyó desde la muerte y la violencia, pocos son los capítulos en los que la sangre no haya participado, la lucha fratricida por el poder ha alimentado el Tzompantli, los muros de cráneo a manera de sacrificios para mantener a los dioses en paz.

Esta extraña condición histórica llena páginas enteras de crímenes, ajusticiamientos, guerras, años de colonizaciones prehispánicas o ibéricas, independencias o paredones de fusilamientos entre “conservadores y liberales”, más muertes y miseria por una revolución. Y más en esta actualidad en la que el país es una gran plaza a disputarse por los cárteles de las drogas con todas sus filiales que han convertido a esta nación en un inacabable cementerio.

¿Es posible terminar con esta pesadilla? Lo es, solo que las recetas aplicadas hoy en día no nos acercan ni remotamente a una solución, los caminos deberían llevarnos a una reingeniería del sistema educativo para implantar nuevos nutrientes intelectuales a niños, niñas y jóvenes; romper con todos los círculos viciosos del crimen - corrupción – impunidad.

Dirigirnos hacia nuevas reglas del juego implicaría abandonar la actitud de inocencia que adopta un grueso de la sociedad, la cual compra “productos milagro” de gobiernos como el actual, mismo que está fincado en un contrato de simulación, plagado de mentiras sobre su actuar en contra del crimen organizado, un defensor de narcos y feroz atacante de periodistas y líderes de oposición.

Ser víctima de la violencia en México significa entrar a un páramo desolado, en donde rara vez el aparato de justicia opera a favor de los damnificados o agredidos, eso puede cambiar si el dinero entra en juego, pues lo expedito de la justicia se hace realidad teniendo una cartera poderosa y un par de buenos contactos.

La violencia y los crímenes siguen sin ser contenidos por una sencilla razón: México es un paraíso de impunidad, en donde da igual ver en televisión a un político llevarse bolsas repletas de dinero sin que reciba un castigo. En este país podemos ser testigos de la matanza de una familia a manos de sicarios y el resultado ya lo sabemos: no pasará a mayores.

Solo hasta que la sociedad comience a tomar en serio la gravedad de las cosas y decida hacer algo es que el país adquirirá la mayoría de edad.

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