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TESTIMONIOS MISIONEROS

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BIBLIA Y MISIÓN

BIBLIA Y MISIÓN

Vivir el Evangelio de Cristo

La Asociación Laical Misionera (ALM), lleva 40 años siguiendo el Evangelio de Cristo, somos una asociación de cooperación internacional formada en 1976 en Italia, con el fin de colaborar en la evangelización y promoción humana de las jóvenes Iglesias misioneras (África y América Latina). En México, desde 1994 la ALM es reconocida como una presencia laica cristiana profundamente unida a la Iglesia.

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La ALM se propone sostener las iniciativas sociales de los pueblos en vías de desarrollo y participar en su crecimiento, tanto humano como cristiano. Por lo tanto, sus asociadas y voluntarias están destinadas a salir hacia los países en vías de desarrollo, así como de ocuparse de la animación misionera en las iglesias donde se encuentran. Dentro de la Asociación Laical Misionera para vivir el Evangelio de cristo y no mi evangelio, es necesario que la inserción, participación, sostén y colaboración en las comunidades locales sea desde la mirada del que sufre, del más vulnerable y de los más necesitados, siendo la misión ad gentes nuestra principal labor en los países donde nos envían.

La formación está basada en un año de estudios bíblicos, sociológicos, desarrollo humano y vida comunitaria, siendo que se vive con miembros de la asociación que pertenecen a tres culturas muy diferentes; lo que hace que sea un tiempo de preparación y discernimiento a profundidad para ahondar en nuestras fortalezas y debilidades entorno a la vida misionera; la cual demanda despojarnos del ropaje al que el mundo moderno nos tiene acostumbrados, y que se indague en sí misma si somos capaces de «dejar todo» y seguir a Cristo.

Muchas veces, queremos seguirlo, pero a nuestro modo, a nuestro estilo y desde nuestro egoísmo (mi evangelio), no estamos dispuestos a soltar lo que nos ata y que no nos permite avanzar hacia una fe plena y como discípulo misionero, incluso somos tan pretenciosos, pensamos que nosotros decidimos estar en ese retiro, en esa formación o taller vocacional. ¡Que equivocados estamos!

«No me eligieron ustedes a mí; fui yo quien los elegí a ustedes. Y los he destinado para que vayan y den fruto abundante y duradero» (Jn 15,16). El carisma de la asociación parte de entender y aplicar esta cita bíblica en la vida y en nuestra forma de pensar, aquellos que la asumen son los que empiezan a vivir el Evangelio de Cristo, y empiezan a dar sus primeros pasos para avanzar en su vocación misionera.

Lo que muchos no saben es que al estar en la misión ad gentes, tampoco la tienes ya resuelta, es cuando más pesa y se dificulta vivir el Evangelio a semejanza de Cristo, ya que somos humanos y somos imperfectos, por lo que se tiende a regresar a viejos hábitos o egocentrismos que impiden ver las grandes enseñanzas y el enriquecimiento que puede darte esa gente simple, sencilla y vulnerable, pero quizás con más sabiduría que tú para aceptar lo que Dios les ha dado en la vida, sin quejarse de lo que le falta o no tiene como condición de vida.

Actualmente, la ALM tiene lugares de misión en la sierra Tarahumara, Tanzania y Zambia, todos con proyectos basados en: 1) el derecho a la educación, enfocado a los indígenas y a las mujeres, siendo estas las más desprotegidas, principalmente en África, aunque el programa también está dirigido a los varones; 2) el derecho a la vida, puesto que la pandemia del SIDA ha cobrado muchas víctimas, en su mayoría ancianos, jóvenes y niños en aquellos lugares del continente africano, se trabaja en conjunto con gente local para prevenir y dar soporte tanto a los enfermos como a los huérfanos de zonas rurales muy lejanas para una mejor atención hospitalaria; y 3) los microcréditos para obtener sus propios recursos mediante las actividades ocupacionales de los indígenas, tribus y grupos marginados, para así contar con su derecho a la alimentación.

Del año 2000 al 2003 estuve en Zambia, al contemplar de cerca su realidad, en específico con huérfanos de la pandemia del VIH/ SIDA, me di cuenta que se requiere de mucha madurez profesional para no juzgar o condenar una cultura que pone como prioridad la vida del adulto y no la del infante, pues esto rompe con los esquemas establecidos por nuestra cultura occidental; ya lo dice una frase célebre: «los niños son primero».

En África, el infante es alguien reemplazable, por lo tanto se le puede dejar morir. Mientras que las probabilidades de que el adulto logre mantener con vida a otros infantes, al ser el único proveedor en su casa eso le da ventaja de que sea él el que merezca ser alimentado, en aldeas donde la hambruna rebasa los límites de lo inimaginable. Los programas de soporte alimenticio para los bebés, establecidos por la ALM a través de las diócesis locales, afrontaban estas situaciones críticas de sobrevivencia, y nos enseñaban a más de uno a no juzgarlos sin saber las grandes razones del por qué de su situación.

Otra de las experiencias que puedo compartirles, es sobre las violaciones a menores de edad por la creencia de pensar que el VHI/SIDA se curaba teniendo relaciones sexuales con una virgen, lo cual incrementa las estadísticas de abusos sexuales en diversos distritos y zonas rurales. La idea que la enfermedad se propagaba debido al embrujo o hechizo de alguien que te deseaba el mal, dificultaba que se tuviera éxito en las campañas preventivas o que se aceptara detener la promiscuidad a tan corta edad, siendo que el sexo para el africano es sinónimo de energía y vida. En este país, no existe la mutilación de los genitales para las mujeres, sin embargo llegaban chicas de otros países africanos que sí habían vivido esa experiencia, considerándola como la más doloroso de su vida.

En esas situaciones el Evangelio es más real y está más vivo para poder entender los designios de Dios y para afrontar los grandes cuestionamientos que pudiéramos hacerle sobre la desigualdad social, los abusos de poder, corrupción, la violencia y la desigualdad de género.

Hay testimonios de misioneros que han compartido como se logró la sanación en ellos a través de la oración, sobre todo aquellos que vivieron situaciones muy duras y difíciles en la misión ad gentes; las horas que se dedicaron a orar y su perseverancia en ese diálogo directo con Dios hicieron que pudieran seguir avanzando a pesar de las pruebas. Un Cristo vivo, que te escucha, que te entiende y que te cobija entre sus brazos cuando más lo necesitas.

Las casas de formación y de animación misionera de la ALM están en Torreón y en Roma. En ellas abrimos los espacios de encuentros y de acercamiento a la vida y estilo que llevamos en la asociación, a todo aquel que pueda estar interesado en seguir nuestro carisma.

Ahora en México, dentro del voluntariado se tiene la oportunidad para los varones, los cuales en su momento no fueron considerados debido a como se fue consolidando la organización de la asociación años atrás. Sin embargo, tampoco fue un renuente rechazo a la colaboración de ellos, más bien las condiciones de espacios físicos imposibilitaron darles cabida en nuestros inicios.

Después de 40 años que tiene la Asociación Laical Misionera (ALM), se puede decir que somos pioneras en mirar la misión desde una perspectiva laica cristiana, nuestro impacto, quizás, ha sido mayor en México que en Europa, aun cuando allá no existían tantas asociaciones con un proyecto como tal, que mirara la cooperación internacional en países en vías de desarrollo, desde lo social y desde el desarrollo humano, mucho más pastoral.

Los retos de hoy parten de identificar los malestares contemporáneos de la generación del siglo XXI (jóvenes misioneros) y los grandes desafíos de la misión ad gentes, es que cada vez hay menos personas dispuestas a misionar y hay muy poco interés de hacer algo por el otro (prójimo). La mirada está puesta en otros intereses fuera de la ayuda o cooperación internacional, lejos de las misiones y de los grupos vulnerables. Hay más resistencia de arriesgar si no hay un beneficio económico o redituable sea laico o sea religioso, muchas casas misiones han tenido que cerrarse o interrumpir proyectos debido a que no hay recursos humanos ni vocaciones para darle continuidad.

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