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como la Madre Laura Montoya, o la sacrificada vida de un Padre Marianito entre sus campesinos de Antioquia o de un Padre Almanza entre los pobres de Bogotá, son testimonios vivos que gritan un mentís a quienes quieran minimizar la siembra evangelizadora, y respuesta irrefutable a quienes la sindican hasta de “negocio religioso”, según calificativo de obcecados columnistas de prensa envenenados con fobia antirreligiosa. Pero, es de destacar, también, que como contribución a esa siembra de fe en nuestras gentes está el hecho de que líderes de nuestra nacionalidad como un Bolívar o un Santander, un Nariño o un Sucre, un Núñez o un Marco Fidel Suárez, en medio de los ires y venires de los pensamientos de su época dieron muestras de la fe presente en sus mentes y corazones. Es que hasta los mismos que ostentan “ateismo”, son los que dicen “gracias a Dios soy ateo”. Hasta allá llega esa profunda fe de los colombianos, consciente o inconscientemente manifestada.

Congreso Nacional de Infancia y Adolescencia Misionera. -Bucaramanga, 29 junio de 2012-

Cómo, conforta, en nuestros días, que a pesar de los ríos de tinta en escritos contrarios a la religión, y de diarias vociferaciones en radio y televisión en esa línea negativa, sentir la perseverancia de tantas personas que disfrutan con gozo de la preciosa herencia de fe recibida de nuestros mayores. Hay quienes con arrojo y decisión, desde todas las clases sociales, defienden los principios religiosos en cuanto al respeto a la vida humana desde el vientre materno, y la dignidad del matrimonio y de la familia, que piden, mano firme ante tanta corrupción en negocios públicos y privados y ante crímenes atroces cometidos desde violencia organizada, que dolosamente quieren cubrir bajo manto de reivindicaciones sociales. Tenemos, además, una multitud innúmera de colombianos que con purificada devoción acuden a la Misa dominical, a piadosa celebración de Semana Santa, a orar en Santuarios de la Virgen bajo advocaciones del Carmen, de las Mercedes o del Rosario, al Señor de los Milagros o al Divino

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Niño, y testimonios de familias enteras que festejan devotante la Primera Comunión, o el Bautismo o el Matrimonio exaltado a Sacramento. Gentes sencillas del campo, obreros que ofrecen su trabajo a Dios, funcionarios públicos de las diversas categorías, banqueros o profesionales, de todas las edades y de todas las latitudes de la Nación, los encontramos, por igual, dando testimonio y continuidad a esa fe profunda que es orgullo del pueblo colombiano. Felizmente, tenemos hoy bien organizados en todas las Diócesis del País, y con respuesta entusiasta del Clero y de las feligresías, programas de NUEVA EVANGELIZACIÓN que van dando continuidad a la obra evangelizadora del ayer, de frente a las circunstancias de urbanismo y clima de absorbente secularización, siempre confiados en la fuerza de lo Alto y de un Jesucristo que nos dice: “en el mundo encontrarán dificultades y tendrán que sufrir, pero tengan ánimo, yo he vencido al mundo”. (Jn. 16,33). *Presidente del Tribunal Eclesiástico Nacional y Obispo emérito de Garzón, Huila

Revista Misiones N. 793// Julio - Agosto 2013


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