¿A que sabe y a que huele la educación? 10 de junio de 2019
Me gusta el olor de la educación. Me encanta que tenga tantos matices distintos, desde el perfume más sofisticado hasta el efluvio más sutil. La educación tiene esencia de sueño, de utopía, de esperanza. Pero, quizá, la fragancia que más le caracteriza es la de la curiosidad (con unos matices de entusiasmo y creatividad). Quizá, por una cuestión de tradición, el olor más característico de la educación es la mezcla de tiza, lápiz, goma de borrar, tinta de bolígrafo y papel... Aunque, desde hace algún tiempo, se le está añadiendo unas gotas de tecnología. La educación huele a niños jugando, a bocadillo de mantequilla y chocolate, a golosinas y caramelos de fresa y menta. También desprende efluvios de mar, de montaña, de libertad. La educación huele a sonrisas, a lágrimas, a aprendizaje, al fin y al cabo la educación nos brinda mil sentimientos, buenos, malos pero de los que aprendes. Un docente es un perfumista que debe mezclar cada día, y en las proporciones exactas, las distintas fragancias de la educación, para que su perfume llegue a lo más profundo de sus alumnos. ¡Qué afortunados somos de poder disfrutar de los aromas de la educación!