1x01 - Piloto

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PILOTO -1x01-

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ÍNDICE COMIENZOS & HISTORI A DE UN PILOTO Por OchoQuince Magazine

Págin a 6

LAS SITCOMS El l imbo y la real ida d Por Jesús Villaverde Sánchez

Págin a 8

TODOS SOMOS ZOMBIS Por Jorge Dueñas Villamiel

págin a 12


ÍNDICE DRAPER el hombre común Por María Oliva Torezano

págin a 16

PHIL THE HUMAN "los n iños no somos estúp idos" Por Nacho Bibián

págin a 24

TOUCH numerologí a y azar objetivo Por Jorge Dueñas Villamiel

págin a 30


ÍNDICE BLACK MIRROR ¿Cúanto pagarí as por un a exper ienci a? Por Daniel Rodríguez Castillo

págin a 34

OLI V I A DUNHAM Y la fr agil ida d del ca par azón Por Jesús Villaverde Sánchez

págin a 38

LA FÁBRICA ep isodio 1 Por Nacho Bibián

págin a 46


¡ATENCIÓN SPOILERS! A continuación informamos de los pequeños (o grandes) spoilers que pueden contener los artículos que componen esta revista. ¡Luego no digas que no te avisamos!

¡SPOILER ALERT! * ¿#

*!!

!

#@

!!

Olivia Dunham y la fragilidad del caparazón: ¡No leer si no se han visto las 5 temporadas de Fringe!

pequeños SPOILERS s in importanci a: Sitcoms. El limbo y la realidad Todos somos zombis

100% LIBRES DE SPOILERS: Draper. El hombre común Phil the human. “Los niños no somos estúpidos” Touch. Numerología y azar objetivo Black Mirror. ¿Cúanto pagarías por una experiencia? La Fábrica


Primer episodio de Mad Men: Don Draper aparece en un café-pub bebiendo, escribiendo y dando vueltas a unos copys para la campaña de Lucky Strike que vertebrará buena parte de la serie. Primer episodio de Friends: Chandler y los demás están en el Central Perk tomando café cuando Rachel irrumpe con el vestido de novia y Ross se queda prendado.

Conclusión: las cafeterías son un centro neurálgico de importancia en nuestra pantalla.

Los primeros pasos de nuestra revista, por tanto, no podían darse en otro lugar que no fuese una cafetería. Una tarde cualquiera de invierno, temperatura gélida, y, cual Drapers de medio pelo, una cerveza, un café y libretas encima de la mesa.

Unos días antes, en mitad de alguna conversación, seguramente sobre algún capítulo reciente de alguna serie, había surgido la pregunta que dos amigos se hacen, al menos, una vez en la vida: ¿Por qué no…? Los puntos suspensivos se pueden rellenar al gusto. Ted Mosby y Bar-

COMIENZOS

ney Stinson dicen: ¿Por qué no montamos un bar? Nosotros, como el bar nos parecía mejor disfrutarlo que gestionarlo, dijimos: ¿Por qué no montamos una revista sobre series? Y poco a poco ha ido gestándose lo que tenéis ahora en vuestras manos.

Doble conclusión final: las ideas y las cosas importantes tienen lugar en las cafeterías (juro que, aunque pueda parecerlo, no soy uno de esos creativos en Hendrick´s Gin). Id a los cafés, aligerad la mente, y leed OchoQuince, ya que la habéis descargado y habéis llegado hasta aquí…

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histor i a de un p iloto

Un piloto marca el rumbo a seguir, pero también es un boceto, un experimento para ver si una serie funciona o no. Hay pilotos que nunca han llegado a emitirse, como el llamado “piloto perdido” de Juego de Tronos, por el que estoy convencido de que más de uno daría su mano

Un ojo se abre. El ojo de un hombre trajeado

derecha. En él, algunas situaciones son diferen-

(Jack) que se despierta tirado en medio de una

tes a lo que pudimos ver en el primer episodio

isla. El viento mece los árboles, se oyen pája-

emitido; y lo más importante, algunos actores y

ros de fondo y de repente aparece un perro, un

actrices son distintos. Como distinto iba a ser el

labrador, como si tal cosa... Así comienza Lost,

actor que podría haber acabado interpretando al

su primer episodio, ese al que solemos llamar

simpático Chandler Bing (Friends), ni más ni me-

“piloto”, apodo que en el caso de Lost viene que

nos que Jon Cryer, el hermano de Charlie Sheen

ni pintado, teniendo en cuenta que la historia

en Dos hombres y medio, ¿os imagináis? Menos

comienza con un accidente aéreo y la muerte de

imaginación hace falta para ver a la picante ac-

un piloto (de aviones).

triz que en principio debía encarnar a nuestra adorada Penny en The Big Bang Theory, pues este

Lost fue la primera serie a la que me enganché.

piloto sí que puede encontrarse fácilmente en

La primera que vi de principio a fin sin perder-

Internet. Si no lo habeis visto creedme: nuestra

me ningún episodio, y la primera que (oops) me

Penny es insustituible.

bajé de Internet. Esto supuso (reconozco mi ignorancia avergonzado) que la primera vez que

Este número que tienes en tu tablet/movil/pc es

vi el piloto realmente pensé que su título hacía

el piloto de OchoQuince Magazine, el origen de

referencia al comandante del vuelo Oceanic 815.

todo lo que está por venir ¿quién sabe si el res-

No fue hasta algún tiempo después (al ver otra

to de números serán muy diferentes a este? De

serie en Internet y poder leer el título de los

momento hemos conseguido el primer reto: que

episodios) que supe que eso de “piloto” era una

el piloto despegue nuestro particular 815. Ahora

denominación común al primer episodio de to-

solo nos queda rezar para que no lo estrelle. Si

das las series.

lo logramos prometemos repetir.

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Las s itcoms el l imbo y la real ida d Por Jesús Villaverde Sánchez

Todos queremos vivir en una sitcom. Buena prueba de ello es la comparación que hacemos, o intentamos hacer, a menudo, de nuestra vida con las situaciones que tienen lugar en estas series: “es como el capítulo en el que…”, “o el de…”. Por eso los títulos de Friends son uno de los mayores aciertos de la serie: “The one with… y rellene el hueco usted mismo”.

Queremos estar en una sitcom porque nos da sensación de familiaridad, de que eso que pasa en la pantalla nos podría pasar a cualquiera. El propio término ya induce a ese pensamiento: sitcom

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o comedia de situación como el discurrir de la

amoroso o algún breve conflicto laboral, si el

propia vida de los personajes. La cotidianeidad

trabajo tiene algún peso dentro de la serie.

llevada a la pantalla en dosis de algo más de veinte minutos.

En la serie Modern Family asistimos al día a día de tres familias; un total de seis adultos y cinco

Pero, ¿es la vida de las sitcoms una vida cual-

niños. Durante las primeras tres temporadas na-

quiera? ¿Se podría afirmar, por tanto, que, en el

die enferma ni visita el hospital, sólo Phil sufre

fondo, todos protagonizamos nuestra propia sit-

un pequeño cólico nefrítico, el abuelo Jay una

com? Rotundamente no. La vida real, evidente-

apendicitis y Luke, el hijo de los Dunphy, una

mente, va mucho más allá y traspasa las barreras

fractura del brazo. Problemas, en cualquier caso,

que delimitan una comedia de situación. Tiene

menores, que no proporcionan más que una leve

las dosis de realidad que les faltan a las sitcoms.

preocupación, en el caso de Phil más leve aún por la presencia de unos bomberos que vuelven

A menudo se me ocurre explicarlo con un méto-

locas a sus hijas y su mujer Claire.

do muy sencillo que compara actor y personaje; en este caso Matthew Perry y Chandler M. Bing,

El ejemplo de Modern Family se cumple en otras

su famoso personaje en Friends. Es conocido

sitcoms, por supuesto. El físico Sheldon Cooper,

por todos la adicción que tuvo Perry en mitad

de The Big Bang Theory, a pesar de auto diag-

del rodaje y que llevó a la serie a tambalearse

nosticarse tumores cada veinticuatro horas, ob-

peligrosamente. Bien, pues ese problema nunca

viamente inexistentes, no sufre durante las seis

lo tendría Chandler, porque sólo pasa en la vida

temporadas, salvo algunos resfriados, que lo

real.

único que consiguen es ahuyentar a sus amigos del piso y afianzar más su amistad con Penny.

Podéis hacer la prueba con cualquiera: elegid

Con el resto de personajes ocurre exactamen-

una serie y contad los problemas realmente se-

te lo mismo: a la intolerancia a la lactosa de

rios a los que se enfrentan sus personajes. Ve-

Leonard, objeto de chistes y burlas constantes

réis que, casi con absoluta seguridad, las mayo-

desde el primer capítulo, se suman un par de

res preocupaciones giran en torno a un asunto

visitas al hospital por una reacción alérgica de

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Wolowitz y un brazo fracturado de Penny. Nada

cos y utilizando máquinas peligrosísimas de la

grave, como veis. Y así ocurre con cualquiera.

misma forma irresponsable que se nos ocurriría utilizarla a nosotros o a cualquier niño. No exis-

Las sitcoms no muestran la realidad, si acaso

ten los problemas laborales, no existe el dolor,

una pequeña porción de ella, o ciertas situacio-

no existe la enfermedad; eso sólo ocurre en la

nes de la cotidianeidad, que son las que crean

realidad.

esa ilusión de que estamos ante la vida de esos personajes y que nosotros podemos ser como

En Go On observamos el trabajo desde dos pun-

ellos.

tos de vista: el grupo de ayuda con la pérdida al que acude Ryan King, que pese a tratarse de

En el ámbito laboral ocurre algo parecido. Na-

lo que se trata se termina por convertir en el

die que haya seguido cualquiera de estas series

último reducto de felicidad para el personaje, y

se habrá sentido identificado con la represen-

la redacción y estudio de radio del periodista, al

tación del trabajo que tiene lugar en ellas. Y si,

que no paran de acudir los propios integrantes

llegados a este punto, alguien puede levantarse

del grupo, como si se tratase de su casa, y en

y decir: “Yo sí”, es que es un afortunado. En las

el que Ryan nunca parece estar trabajando, sino

sitcoms pueden ocurrir dos cosas: que el trabajo

disfrutando como un enano.

no tenga apenas importancia y quede relegado a un segundo plano o ni siquiera se mencione,

No obstante, una de las series más exitosas del

o que, si lo hace, sea un lugar agradable, casi

género, a pesar de darme la razón en muchos de

idílico, en el que a los personajes no les importe

mis argumentos, matiza un tanto mis palabras.

pasar horas y horas de su vida.

Se trata de How I met your mother, en la que sí podemos comprobar la representación del tra-

Quizás el mayor ejemplo de esto lo encontre-

bajo de la misma forma que en las anteriores,

mos en The Big Bang Theory, donde el trabajo de

pero en la cual también podemos ver cómo los

los científicos en la universidad es poco menos

personajes sufren en determinadas ocasiones.

que un constante recreo en el que se pasan las horas jugando con láseres, achicharrando muñe-

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Vemos a Barney en su oficina ideando constantemente la manera de importunar a sus compañeros o de llevarse a la cama a sus compañeras, a Lily dejando entrar continuamente a sus amigos en la clase de niños a los que enseña o a Robin metiendo la pata o haciendo lo que le viene en gana en los informativos. Pero nunca ocurre nada, ninguna acción tiene consecuencias graves porque eso sólo se da en la vida real.

Pero, dejando a un lado el tema del trabajo, sí asistimos al dolor de los personajes en determinadas ocasiones en las que sale a relucir la vis dramática de la producción. Hay dos momentos puntuales, en la sexta y séptima temporada, en los que la serie parece dejar de ser una comedia por momentos. Ese acercamiento a la realidad tiene lugar con la repentina muerte del padre de Marshall y con la noticia de que Robin nunca podrá ser madre. Dos instantes que convierten todo en algo más que una sitcom. En ese momento los personajes sí son reales y nosotros cobramos conciencia de que en su piel podría estar cualquiera. Percibimos problemas reales que humanizan a esos personajes y que proporcionan a la serie ese toque de realidad que falta en muchas ocasiones. Pero, a pesar de agradecerse, es un grano de arena en el desierto. La excepción que confirma la regla.

Las sitcoms, no sé si lo habréis pensado alguna vez, son una especie de limbo donde los personajes no enferman, no sufren, apenas lloran. Una especie de caverna platónica que protege a sus personajes y los mantiene eternamente jóvenes y alegres, centrando todas sus preocupaciones en algo tan banal como el amor o los conflictos propios de la amistad. Pero eso pasa sólo en las sitcoms, afuera sigue estando el mundo real; tras los veintiún minutos de turno resuenan los títulos y nos encontramos con que los Sheldon, Chandler o los Dunphy continúan viviendo en su mundo ideal, mientras que nosotros nos tendremos que topar de nuevo con la cruda realidad. Y eso es lo que nos diferencia. Y por eso todos queremos vivir en una sitcom.

@jesusvs_txetxu

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TODOS SOMOS ZOMBIS Por Jorge Dueñas Villamiel

No descubro nada si afirmo que el género Zombi está de moda hasta el hartazgo. Películas, series, cómics, libros, festivales temáticos… todos los palos de la esfera cultural parecen haberse contaminado por una extraña fascinación a los muertos vivientes. Dicen que esto es una consecuencia sociológica de nuestra situación económica, que es lógico que en época de bonanza abunde la ficción catastrofista mientras que en periodos de crisis y recesión los zombis vengan a exorcizar nuestros temores. Otros [Santiago García, 2012] han querido ver reflejado en el fenómeno zombi el miedo contemporáneo a la inmigración: “una horda de andrajosos hambrientos con los que no podemos entendernos ni

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razonar, que han venido a invadir nuestras ciu-

teóricos, los zombis de las películas de Romero

dades hasta arrasarlas y convertirnos a nosotros

son metáforas a través de las cuales el director

mismos en indigentes sin futuro como ellos”. Sin

realiza críticas a la sociedad de su época. Quizás

embargo ninguna de estas interpretaciones me

la más evidente es la de El amanecer de los muer-

parece lo suficientemente obvia como para jus-

tos (1978), película en la cual podemos ver en

tificar la obsesión actual por estos putrefactos y

una escena como los zombis se dirigen al centro

olorosos monstruos comecerebros. No estamos

comercial, guiados por una especie de instinto o

hablando de elegantes y distinguidos vampiros,

recuerdo rutinario de su vida anterior. Los zom-

ni de masculinos hombres-lobo, sino de seres

bis son vistos como el reflejo de consumidores

repugnantes, estúpidos y en proceso de descom-

sometidos a un capitalismo capaz de poseer su

posición por los que, contra toda lógica, la gente

voluntad a través de la publicidad (cualquiera

siente tal entusiasmo que llega incluso a con-

que haya visto una larga cola de gente acam-

cursar para poder disfrazarse como uno de ellos

pando de noche en las inmediaciones de una

y participar en la grabación de la serie que más

Apple Store, para ser los primeros en comprar

está amortizando el tirón: The Walking Dead.

un nuevo modelo de iPhone, sabrá que la comparación no está tan alejada de la realidad).

El género zombi no es nuevo en absoluto, de hecho cuenta con una larga historia que se

También la secuencia inicial de la serie britá-

remonta a las leyendas del culto vudú, en las

nica In the Flesh se desarrolla en el interior de

cuales se contaba que un hechicero podría re-

un supermercado. En ella vemos como una joven

sucitar mágicamente a un muerto y someterlo a

trata de escapar del mismo para al final acabar

su voluntad, convirtiéndolo en su esclavo. Este

siendo devorada por una horda de zombis. Sin

mito de raíces haitianas tuvo sus ecos a través

embargo el punto de vista con el que los guio-

de la literatura hasta su vertiente moderna, que

nistas nos cuentan esta escena no es el de la jo-

nos llega a través de las películas de finales de

ven, sino que toda la secuencia corresponde a la

los años 60 de George A. Romero, considerado

pesadilla de Kieren Walker, uno de estos zombis

por muchos como el responsable de asentar el

(ya rehabilitado del síndrome de muerte parcial

arquetipo zombi en la cultura popular. Para los

o PDS) que recuerda con horror cómo acabó con

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la vida de esa joven inocente inducido por la

carnos con este ser que actúa dominado por una

voluntad de su “zombi-enfermedad”.

voluntad ajena.

La voluntad sometida por tanto, la pérdida de

En la serie Dead Set de Charlie Brooker el apo-

libre albedrío, esto es lo que más tememos de

calipsis zombi se desata en los alrededores de

los zombis. En The Walking Dead los personajes

la casa de Gran Hermano, siendo los participan-

parecen no tener tanto miedo a ser devorados

tes de este concurso los únicos que se salvan.

por los lentos y estúpidos “caminantes” como a

Dentro de la comicidad que pueda producir esa

convertirse en uno de ellos. Del mismo modo

situación, el crítico televisivo y guionista crea-

que en The Revenants los resucitados ni siquiera

dor de Black Mirror llamaba nuestra atención

nos asustan (de hecho ellos son los que tienen motivos para temernos), ya que estos muertos vivientes en particular tienen intactas sus capacidades racionales. No

«Siempre hemos tenido miedo de actuar involuntariamente y siempre hemos estado ansiosos por ser automatizados, pero lo cierto es que tememos lo que siempre hemos sido y en lo que ya nos hemos convertido. Siempre hemos sido cuerpos zombis y cíborgs» Stelarc. Artista performativo

al asegurar que los monstruos no son los que están dentro de un reality televisivo, sino nosotros, los zombis

fascinados

que desde fuera los contemplamos obe-

son máquinas meramente instintivas, sino seres

dientes. Este paralelismo vuelve a utilizarlo en

humanos pensantes, con la particularidad de

el episodio 2x02 de Black Mirror, “White bear”, a

que sus corazones han dejado de latir. Lo que

través de la presencia de esos inquietantes y psi-

tememos no es al zombi en sí, sino nuestra pro-

cóticos personajes que contemplan la realidad a

pia zombificación. ¿A qué se debe entonces la

través de la pantalla de sus teléfonos móviles,

fascinación, su consumo, las ganas de encarnar

sin reaccionar ante ella. Tanto como consumi-

el papel de zombi si tanto tememos convertir-

dores (Romero) como espectadores (Brooker) se

nos en uno? Quizás al hecho de que en el fondo

nos dice que nuestra voluntad esta comprada,

no resulta tan difícil que lleguemos a identifi-

nuestra libertad condenada.

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Vivimos, como afirma Slavoj Zizek, en un mundo dominado por la “pseudoactividad”, entendida esta como la urgencia de participar en todo, de enmascarar la vacuidad de lo que ocurre. Las redes sociales, las marcas o los programas de televisión; todo, absolutamente todo demanda nuestra participación. Sin embargo toda esta supuesta interactividad es falsa, las decisiones que tomamos no son ni relevantes ni vinculantes. Al igual que el zombi nos pasamos el día activos, realizando acciones para satisfacer voluntades ajenas. No podemos evitar tener la sensación de que no somos del todo dueños de nuestras decisiones, de que vivimos según el ideal de voluntades “otras”, de que deseamos lo que se nos dice que deseemos, de que los sistemas políticos y sobre todo el modelo económico marcan las pautas de nuestras acciones, relegando nuestro papel al de simples espectadores y consumidores pasivos/pseudoactivos.

En el fondo todos somos zombis, por eso estos nos fascinan y al mismo tiempo nos aterran, ya que son un espejo en el que mirarnos. Los zombis nos recuerdan que si hay algo que tememos más que a la necesidad de decisión que implica la libertad, es a la total falta de ella.

@sickmonkeys

Santiago García. 2012. “The Walking Dead, el cómic: un valle de lágrimas”. The Walking Dead. Apocalipisis Zombi ya. Errata naturae.

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dRAPER

el hombre común Por María Oliva Torezano

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Y así empezaré mi partida, comiéndome con un peón al caballo de tus sueños…

Aparentemente nuestro misterioso protagonista de Mad Men resulta un ser singular, con una de esas personalidades que rozan la ficción del grado de especialidad que contienen. Y parecería hasta lógico, partiendo de que realmente Don Draper no existe. Entendemos que en un escenario irreal un personaje como él tenga cierto protagonismo. Para aquellos que no lo conocen, tanto como yo, apuntaré alguno de sus rasgos:

•Dos Caras: una persona que entre su pasado y su presente ha realizado un cambio radical

de cara a la galería. Sin embargo, él en su soledad no deja de convivir con ambas vidas.

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•Solitario: un ser individualista. Se relaciona creando de manera indirecta necesidades en los demás. Esa dependencia le recuerda que no está solo, vamos, que no le dejan ni respirar… pero ¿necesita realmente a esas personas?

•Misterioso: rodeado de secretos, de silencios… su desapego hacia los demás provoca un aumento del atractivo que lo caracteriza, exponencialmente, exageradamente. Un “siéntete especial si te dedica una atención especial”.

•Vicios: tanta introspección es terriblemente agotadora. Bebida, mujeres, escapadas, drogas…

La necesidad de huir de sus pensamientos y de toda estructura es insaciable.

•Armadura de Caballero: las heridas de guerra cicatrizan muy lento en el corazón de un Dra-

per. El dolor se aferra creando una película transparente de frialdad que evita que fluya.

•El Pilar objetivo: una constante. Como una función y = ax + b (recta con pendiente constante),

necesita de una persona b que lo acompañe, que desde la distancia sienta que siempre estará ahí hasta que la recta se corte por diferencias entre el concepto de infinito entre la vida y mi analogía. Con más o menos tino, estamos todos en contexto. Para más detalle recomendaría ver el opening* de la serie, donde encontramos desmenuzada su persona en cuestión de segundos. De los mejores que he visto.

Bueno, y siguiendo con mis reflexiones de esas que escribo en voz alta… “hombres”. ¿Don Draper especial? No, amigos lectores, él es la definición televisada del hombre común. Ni más, ni menos.

Avalo esta postura con casi veinticinco años de vida y es que son tan recurrentes ya este tipo de singularidades, que ahora una persona franca, divertida, sin traumas y con una sonrisa sincera resulta una raza exótica mucho más cotizada. Por lo menos entre el banquillo femenino, real e imaginario.

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Los hombres de mi vida, generación tras generación, tienen, si no todas, la mayoría de las células Draper en su ADN, lo que me llevó a hacer un máster pasivo en la materia. Y el rasgo detonante de esta cadena de complejidades es, probablemente, un daño emocional causado en algún momento. Los Draper que parecen ser tan intolerantes al dolor como nosotras al no darle mil vueltas a las cosas. Y no es que sea una barbaridad pensar que los Draper se relacionen de manera compleja, al fin y al cabo, tendríamos que estar en su lugar para ser capaces de simplificarlo.

Sin embargo, desde fuera tengo que decir que si ya por genética es todo tan difícil, para qué complicarlo más de hoy en adelante. Probablemente no sean conscientes de que convivir con alguien que está cubierto por una coraza es todo un reto, partiendo de que ni siquiera sepas que la lleva puesta hasta que empiezas a notar que hay algo más detrás de todo acto, que te hace fruncir un poco el ceño provocando una leve presión en el pecho que concluye en el clásico “será imaginación mía”.

Por tanto, Drapers del mundo, hágannos un favor y tomen nota. Todo en la vida es mucho más sencillo. Y sencillo, no quiere decir poco especial, quiere decir sencillo.

Es peci al mención al open ing Hay historias que pueden resumirse en lo que viene siendo una secuencia bien contada. Segundos que con palabras, imágenes, música, selección del momento… pueden ser eficientes en el tiempo y decir sin rodeos lo que se quiere transmitir. Y es que yo siento especial predilección por aquello que se dice sin decirse nada.

Todo opening en una serie narra en un breve espacio el argumento, tono y puntos fuertes de la obra, cual tráiler en el caso del largometraje. Sin embargo en el mundo de las series, tiene que ser lo suficientemente interesante para que al verlo capítulo tras capítulo nos siga atrapando, contando algo nuevo.

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El opening de Mad Men “dice sin decir, y lo dice sin parar”. De este modo, sin haber visto el primer capítulo siquiera podemos extraer como mínimo estas tres características:

•Rutina: primeros pasos mañaneros en los que entra a su oficina, de traje, y deja el maletín dispuesto a comenzar su jornada.

•Inestabilidad: descomposición de ese pilar que es el trabajo y como consecuencia, caída al

vacío desde lo alto del rascacielos atravesando el reflejo de todas sus debilidades.

•Apariencia: tras la caída, la música se regula y aparece sentado tranquilamente de nuevo en

el despacho, fumando. Todo está en orden, no pasa absolutamente nada.

Y cuanto más te introduces en la historia, más detalles percibes. Se trata de toda una introspección al alma de nuestro protagonista, hacia sus gustos, debilidades, rutinas, resoluciones. Un fantástico dominio del diseño y del mensaje que encaja perfectamente en la realidad de la serie.

@mi_mot

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“Las personas nos dicen quiénes son, pero lo ignoramos porque queremos que sean lo que nosotros queremos que sean.”

don draper

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¿Sabí as que...? Cur ios ida des de OCHOQUINCE

¿Sabías que en los números de página jugamos con los números de Lost?

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¿Sabías que esta revista podría haberse llamado...? -Observers -Amber

-Espoiler -Voyeur

-Prime Time

-Fuera de serie

¿Sabías que este personaje se llama...?

El seriéfilo


*********NOTA: Estimado Txetxu, creo que la entrevista ha quedado bastante bien y me gustaría decir que es gracias a mí, pero debo confesarte que de las entre diez y quince preguntas que había preparado apenas conseguí colar un par y con adaptaciones. Afortunadamente, debería añadir, porque, bueno, ya sabes que me salté unas cuantas lecciones sobre las entrevistas en la facultad. Así que fue como intentar colocarle las riendas a un pony fluorescente con tan mal atino que el bocado quedara a la altura de los ojos, pero que éste, con cierta condescendencia, me permitiera montarlo a pesar de todo. La batería de preguntas y respuestas es más que nada la transcripción literal, con las posibles diferencias que se hayan podido producir durante la traducción, así que siéntete libre, desde tu mayor experiencia, de recortarla a tu gusto. Con afecto, un abrazo de tu amigo.*********

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"LOS NIÑOS NO SOMOS ESTÚPIDOS"

Phil the Human Por Nacho Bibián

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Hace ya varios meses que vine a vivir a She-

El origen de este fantástico mundo y sus habi-

ffield, una ciudad inglesa cercana a otras más

tantes se deduce consecuencia de una guerra

conocidas como Liverpool, Leeds o Manchester y

nuclear de un momento futuro indeterminado

que fue escenario de la película Full Monty, para

(a veces se menciona “The Great Mushroom War”

poneros en situación. Jamás creeríais la canti-

o “La Gran Guerra de los Champiñones”) y se da

dad de gente famosa que vive por aquí, no hay

a entender que Finn es el último humano vivo

manera de dar dos pasos sin encontrarse con

(dejémoslo ahí). Y ahí lo dejamos.

una cara conocida. En cierta ocasión estaba yo comprando té en el Lidl supermercado cuando

Hemos quedado en una cafetería italiana lla-

alguien me sonó extrañamente familiar. Tendría

mada Bragazzi’s, en Abbeydale Road. Al llegar,

alrededor de unos doce años así que no me dio

deja su mochila verde junto a la silla se pide un

miedo que me diera una paliza como si tuviera

chocolate caliente con nata y marshmallows y

catorce o quince, por lo que le pregunté si era

un muffin de arándanos que va desmenuzando

una especie de superestrella pop o algo. Me re-

sin desviar sus ojos negros de mí, ciertamente

conoció que él no era conocido, sino un familiar

inexpresivos, a diferencia de su boca, que se

suyo, protagonista de la serie de ficción esta-

encuentra muy ocupada dejando entrever una

dounidense Adventure Time (“Hora de Aventuras”

masa azulada. Cuando termina el bollo y con las

en su traducción al castellano) y tras unas breves

proximidades de los labios finos manchadas de

súplicas accedió a que le hiciera una entrevista.

chocolate, me hace un gesto con la mano que entiendo como una invitación a comenzar.

Adventure Time es una serie de dibujos animados creada en 2010 por Pendleton Ward para Cartoon Network y está protagonizada por Finn the Human y su amigo Jake the Dog, un perro mágico que puede cambiar de forma y tamaño a su antojo. En la extraña Tierra de Ooo ocupan su tiempo en la búsqueda de aventuras y relacionándose con personajes de lo más peculiar.

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Entrevistador: Buenas tardes y muchas gracias por acudir a la cita .

Phil the Human: Hola. E: ¿Le importaría presentarse? P: Soy Phil the Human, tengo once años y medio, me gustan los coches de carreras y soy antepasado de Finn, el protagonista de Adventure Time.

E: Muchas gracias. Empecemos con las preguntas si no le molesta. ¿Qué le parece, como padre de Finn...

P: Perdona, perdona, ¿cómo que padre? E: Bueno, disculpe, como abuelo... P: ¿Pero qué dices de abuelo? E: ¿Bisabuelo o qué entonces? P: Y yo qué sé. ¿Cómo pretendes que lo sepa? E: Vaya... En fin, pues, ¿qué le parece, como antepasado de Finn the Human, que éste protagonice una serie de dibujos animados para adultos?

P: ¿Cuando piensas dejar de hablarme como a un viejo? ¿Y cómo que para adultos? ¿Por qué dices eso?

E: Disculpe... Digo, perdona... Bueno, pues, hombre, no sé... Lo decía porque como es así, de humor inteligente y eso... Y lo ve gente mayor... Con sarcasmo y esas cosas...

P: ¡Caca de toro! ¿Cuál es mi cámara? Bah, no importa. A ver, John Boyne, ¡que los niños no somos estúpidos!

E: No entiendo nada...

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P: John Boyne es aquél que escribió El niño del pijama de rayas. Pero vamos, que igual que se lo digo a él se lo digo a todos esos que se dedican a escribir basura con la excusa de que son productos para niños. Ese idiota Bruno al que puso de protagonista... ¡Vaya tonto!

E:

Bueno, no me pareció una novela tan mala. Solo que era un poco simple, lo normal si es para

niños.

P:

¿Simple? ¡Simplona! ¡Absurda! Vacía, mala, predecible, poco original... ¿Y qué me dices de esos

guiños tontos dirigidos a los adultos que de verdad se habían creído que era para niños? Se aprovechó de que los adultos lo leyeron con la idea de que realmente era para nosotros y asumieron que la mamarrachada era mera sencillez.

E: También fue leída por muchos niños, tengo entendido. P:

Los niños no somos idiotas, pero somos capaces de tragarnos cualquier

porquería. No creo que por nosotros mismos tengamos criterio para diferenciar la brillantez de la basura si ambas tienen suficientes colores. ¡Lo cual no significa que no podamos entender historias con calidad!

E: ¿Por ejemplo? P: Yo qué sé. Toy Story, Bob Esponja, muchos clásicos Disney, Phineas y Ferb, o la propia Adventure Time. ¿Me vas a decir que esos también son para adultos solo porque hay muchos que los aprecian? No, lo que pasa es que tienen calidad.

E: Bueno, pero es normal que las cosas para niños sean más simples, ¿no? P: Los niños somos ignorantes, no estúpidos, es decir, hay muchas cosas que no sabemos, pero acerca de las que sí sabemos podemos ser tan agudos e ingeniosos como los adultos. Si podemos ser así de imaginativos con cualquier cosa que nos den, pero luego salimos idiotas será solo por culpa de vosotros los adultos, que nos dais mala materia prima.

E: Interesante. Tengo curiosidad por algo: Si tú eres inglés, ¿cómo es que Finn es americano? 27


P: Mi abuela era holandesa así que vete tú a saber. De todas formas, quizá él no es estadounidense, sino que hasta su época se seguirá consumiendo más y más cultura norteamericana hasta que dejemos de diferenciar Méjico de España, por poner un ejemplo.

E: Ya... No lo había pensado de esa manera. ¿Entonces en qué quedamos? ¿Adventure Time es para adultos o para niños?

P: Bueno, es un producto de Cartoon Network así que supongo que será más para nosotros. E: De acuerdo, pues, si se considera que principalmente es para niños, ¿por qué crees que hay tantos adultos que lo ven? ¿Por nostalgia quizá?

P: Nostalgia... Es posible, pero pienso que nostalgia lo será para los que se hayan creído eso de que hay que madurar. Para todos los demás no será más que una de esas cosas con las que disfrutan.

E: ¿Qué quieres decir? P: Pienso que madurar bien consiste en descubrir que nadie es maduro, que nunca llegará ese momento en el que mágicamente encuentras la clave por la que regirte en cada situación. Y también de que por lo general ningún adulto está más seguro de lo que quiere por el mero hecho de serlo. La única diferencia es que cuando un señor de cuarenta y ocho años en traje y corbata llega a su casa y se pone a refunfuñar y a despotricar, suena raro que alguien diga de él “pobrecico, míralo, si es que está muerto de sueño”. Vamos, que la vida no es un entierro ni hay que estar serio todo el día. Ese cuarentón probablemente piense que no es adecuado ponerse la corbata en la cabeza simulando ser un ninja, pero si tiene algún compañero de trabajo que lo haga, ése será más feliz y puede que luego vea una película de animación, se beberá una Coca Cola y dirá el abecedario con eructos, entenderá mejor a sus hijos y lo más posible es que se entristezca cuando uno de ellos se crea que crecer consiste en comportarse como un imbécil y dejar de disfrutar de la vida. Déjame a mí hacerte una pregunta: ¿Por qué los adultos piensan que las cosas verdaderamente estúpidas son de niños?

E: Quizá es que necesitamos un espacio propio, vetado a los niños.

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P:

¡Qué demonios! ¡Para eso ya tienen el sexo! ¡Y el que no lo tenga puede ir al baño y apañarse

solo!

E: Eh, vaya... No creo que ese lenguaje sea apropiado para un niño... P: ¿Y qué vas

a hacer? ¿Te vas a chivar? ¿O crees que mi padre va a encontrar tu revista por ca-

sualidad y leer las palabrotas que yo diga? Puedo decir tantas palabrotas como quiera [Nota del entrevistador: dice unas cuantas palabras que interpreto como lenguaje soez aunque no entiendo la mayoría, quizá aquí me pierda algún mensaje importante, así que pido perdón de antemano]. ¡Pero si ni siquiera tiene Twitter! Apenas sabe encender el ordenador y la única cuenta de correo que tiene es de Hotmail. Puf, puedo decir lo que quiera de todas esas nueces en esta entrevista [Nota del entrevistador: dijo literalmente la palabra “nuts”. No comprendo muy bien a qué se refería]. Tendrías que verle manejando un smartphone; parece un mono comiendo con palillos. Yo, en cambio, me informé sobre tu revista en cuanto me ofreciste la entrevista. Ochoquince, Txetxu Villaverde, Jorge Dueñas... De quien no he encontrado nada es de ti, pardillo. Supongo que me habrán mandado al último becario. Típico de vosotros subestimar a un niño. A ver si al final va a resultar que los tontos sois los adultos.

@Nacho_Leteo

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TOUCH NUMEROLOGÍ A Y AZAR OBJE TI VO Por Jorge Dueñas Villamiel

«Hay un antiguo mito chino sobre el Hilo Rojo del Destino. Dice que los dioses ataron un hilo rojo alrededor de nuestros tobillos... y unieron a toda la gente cuyas vidas estaban destinadas a tocarse. Este hilo puede estirarse o enredarse, pero jamás se romperá». Jacke Bohm en “Piloto”

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Piénsalo por un momento: en las series de tele-

miento condicione tus decisiones más inmedia-

visión no existe el azar. Puede parecer una ob-

tas.

viedad, pero todo lo que acontece a los personajes que habitan en las ficciones televisivas está

André Bretón, padre del surrealismo, se apropió

determinado. Su vida, su muerte, las personas

de un término de Hegel para referirse a estas

que conocen o sus actos están predestinados,

confluencias inesperadas, a estas casualidades

escritos en un destino-guión que ellos desco-

cargadas de un valor emocional que las vuelve

nocen, pero nosotros sabemos que existe. Hay

significativas: azar objetivo. ¿Puede ser objeti-

quien piensa que nuestras vidas también están

vo o subjetivo el azar? No lo sé, pero lo que sí

escritas en alguna parte, que el papel que des-

es seguro es que cuando una situación similar

empeñamos en ellas no es más que el que nos

ocurre en una serie de televisión no es azar, ni

ha tocado interpretar. Sin duda, hasta los más

relleno, los personajes debían encontrarse por

escépticos, nos aferramos en algún momento

necesidades de guión.

de nuestras vidas a la creencia de que existe algún sentido en los acontecimientos que nos

La serie Touch juega con la mística que subya-

sorprenden, que debe existir algo más que el

ce en el azar objetivo, o la sincronicidad (como

absurdo azar caótico, y que incluso éste debe o

prefería denominarla Carl Jung), haciendo que

puede tener algún significado.

las acciones de los personajes se entrelacen entre sí a escala global y de forma aparentemen-

Pondré un ejemplo: imagina que sueñas un día

te acausal aunque significativa. De manera que

con una persona que ha sido muy especial para

la acción de un personaje en Japón repercute

ti, pero de la que hace años que no sabes nada.

en otro de Irak, que a su vez influye en uno de

Imagina que al día siguiente te encuentras de

San Francisco, sin que ninguno sea consciente

repente con esa persona en el Metro. ¿Coinci-

ni exista lógica aparente. Pero nada es en reali-

dencia? Seguramente, pero tu cabeza no parará

dad casualidad, por una parte, porque, como ya

de darle vueltas al tema en todo el día, inten-

hemos mencionado, en la ficción las reglas del

tando encontrar una razón, un sentido a ese acto

azar no tienen cabida, y por otra, porque dentro

fortuíto. Incluso es probable que este aconteci-

del propio universo diegético de Touch se nos

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dice que todos los personajes están en realidad

A través de su habilidad especial con los núme-

conectados, aunque son incapaces de percibir

ros, Jacke conoce el resultado del puzzle deter-

dichas conexiones. Bueno, no todos, Jacke Bohm

minista cuyas piezas, nosotros, los ignorantes

sí puede.

espectadores, tenemos que esperar capítulo a capítulo para ver encajar. Jacke se adelanta a

Jacke es un niño de 11 años que pertenece a un

los acontecimientos al mismo tiempo que sirve

grupo de 36 personas especiales capaz de ver

de catalizador para que estos se desencadenen.

ese “hilo rojo invisible” que en Touch, como en

Como si pudiera romper la cuarta pared y echar

otras series (Six Degrees, Lost…) conecta las vi-

un vistazo a la siguiente página del guión, pue-

das de los personajes. El pequeño reencarna el

de, no sólo saber lo que pasará a continuación,

antiguo tópico de que el invidente es aquel que

sino además facilitar que ocurra. Todo mediante

ve lo que los demás no podemos, en este caso

patrones matemáticos que en su cabeza des-

con un giro de tuerca más contemporáneo: el

entrañan una secuencia (denominada en la se-

niño con síndrome de Asperger, incapaz de co-

rie como “secuencia de Amelia” o “secuencia de

municarse con la gente de su entorno directo, es

Dios”) y que pretende ser una suerte de fórmula

el que mejor comprende las relaciones humanas

mecanicista que lo rige todo, incluidas las emo-

y además se ha autoimpuesto el deber de ayu-

ciones humanas.

darlas: ¿Puede ser cierto que todo, incluso nosotros,

«Todo está predeterminado por

esté conectado? Un proyecto (que aún no he po-

las probabilidades matemáti-

dido saber si existe en realidad o se trata de

cas... y es mi trabajo seguir el

una leyenda urbana) me perturba desde que

rastro de todos esos números...

escuché hablar de él por primera vez hace ya

para hacer las conexiones para

varios años. Se trata de The Global Consciousness

aquellos que necesitan encon-

Project (GCP), y consiste en una serie de orde-

trarse. Aquellos cuyas vidas ne-

nadores que constantemente generan números

cesitan tocarse».

aleatorios. Los creadores del proyecto aseguran que en los momentos previos de una catástro-

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fe mundial de grandes magnitudes (el 11-S) estos generadores de números comenzaron a mostrar patrones que se alejaban de lo que estadísticamente sería esperable en una secuencia numérica aleatoria. Esta alteración del funcionamiento normal de las máquinas fue interpretada como la consecuencia de una conciencia humana global capaz de anticipar instintivamente el dolor humano a gran escala, de forma similar a los animales que predicen terremotos. Si esto fuera cierto demostraría que nuestras conciencias no están aisladas de las demás sino que se conectan con ellas, como diría Jacke “creando un enredo cuántico”.

Desde Pitágoras hasta hoy, muchos han tratado de buscar una teoría del todo, una ecuación que unifique todos los sucesos habidos y por haber en una simple fórmula matemática. La supuesta existencia de tal fórmula, la evidencia inequívoca de que no existe el azar sino que todo está regido por fórmulas que no comprendemos, nos descubriría un escenario cercano al de una serie de televisión. Un mundo determinista donde nuestra capacidad real de decidir por nosotros mismos sería una mera ilusión. Una realidad donde podríamos, como hace Jacke, predecir lo que está a punto de ocurrir si supiéramos dónde mirar. De ser así, nada nos distinguiría de los personajes de ficción, quizás incluso seas uno de ellos sin saberlo. Si lo eres tan solo espero que tu destino no dependa exclusivamente de un éxito o fracaso de audiencia.

@sickmonkeys

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BLACK MIRROR ¿CUÁNTO PAGARÍ AS POR UNA E XPERIENCI A? Por Daniel Rodríguez Castillo

«Miro a mi alrededor, sólo quiero que pase algo de verdad, por una vez» Bing Madsen en “15 millones de meritos” Con esta frase se erige uno de los momentos más épicos del capítulo dos de la primera temporada. Es una frase que puede resumir bien el contenido de esta serie, la preocupación del equipo que lleva a cabo tan arriesgado proyecto y nuestra obsesión contemporánea. ¿Qué es real?, ¿cómo alcanzarlo?,

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¿hay algo que verdaderamente lo sea en esta

de definir como diferente al resto, ¿dónde está

sociedad altamente tecnologizada?, ¿quién soy

el límite entre el yo y lo que me rodea? Y por

yo en este campo tecnológico donde nadie pa-

otro lado, ahondando más en esta idea, porque

rece conocer a nadie, o más bien, dónde todos

el alter ego puede llegar a sustituir al real.

conocemos demasiado a demasiados alter egos virtuales?

Creo que el ejemplo paradigmático de ello es el episodio que abre la segunda temporada, aun-

Este tipo de preguntas, y muchas más, se dan

que en cada uno de ellos está en mayor o menor

cuenta en esta serie. Black Mirror no sólo habla

medida. Recordemos: Ash es un adicto a internet

de tecnología y de la relación entre el individuo

(como tantos hoy en día) que comenta compulsi-

y ella. Es cierto que se mantiene un (in)tenso

vamente, que arroja su vida al abismo de lo vir-

diálogo entre ambas partes, pero los participan-

tual y, acríticamente, deja que le zarandee y mol-

tes son muchos más. Comencemos por el prin-

dee su pensamiento. Este personaje desaparece,

cipio.

no así su vida virtual que es sumamente rica y queda grabada. Una tecnología permite que se

Cada episodio es un mundo individual, una rea-

recopilen esos datos y conformen un nuevo Ash.

lidad imaginada donde el yo queda despersonalizado. No importa quién seas, da exactamen-

Pero ¿quién es Ash?, ¿acaso su vida, sus expe-

te igual, los personajes son vehículos de ideas.

riencias, sueños, frustraciones?, ¿o lo son sus

Entre otras cosas porque no se puede llegar a

comentarios en Twitter, Facebook u otras redes?

saber hasta qué punto cada personaje es cons-

El episodio avanza lentamente haciendo que

ciente de su mismidad, hasta qué punto se pue-

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el nuevo Ash se vea cada vez más real, hasta el

puntos son canjeables por artículos artificiales

punto de que su novia lo prefiere al antiguo.

(manzanas sintéticas, avatares virtuales, com-

Esta individualidad fragmentada, ese hombre

plementos o acceso a programas banales). La

creado de sus propios retazos, como un mons-

mirada caída y el movimiento inercial que hace

truo de Frankenstein conformado de sus pro-

que Madsen continúe su monótona existencia,

pios pedazos desvirtuados, ese es Ash. Ese eres

nos hace ver que no vive, sobrevive, práctica-

tú. Black Mirror, con mayor o menor intensidad,

mente no elige, le eligen, su personalidad queda

consigue cuestionarte el mundo contemporá-

anulada. Pero llega un momento en que decide

neo, apela constantemente al espectador y lo

comprar una experiencia real, decide ayudar a

pone contra las cuerdas, esperando que el golpe

una de sus compañeras y que alcance el sueño

pase pronto.

inducido al que están abocados a soñar. ¿Es un sueño, entonces, cuando te obligan a soñarlo?,

En Black Mirror pode-

¿cuándo guían tus

mos ver el juego de

«La prisión es el único lugar en el que el poder pue-

poder del que habla

de manifestarse de forma desnuda, en sus dimensio-

Michel Foucault. Do-

nes más excesivas, y justificarse como poder moral».

minador vs dominado. Se encuentra, en

sueños como gurús?

El poder de la fama en internet, democra-

M.Foucault. Vigilar y Castigar

el punto más alto, un

tización de la fama: todos podemos ser

vigilante que, bajo su propia ley, incuestiona-

famosos si sabemos cómo. Pero ¿cómo quere-

ble, establece sus leyes y hace que se cumplan.

mos serlo?, ¿qué peligros se encuentran detrás?

No hay alternativa, tienes que jugar a su juego.

Estamos ante un episodio realmente perturba-

Madsen se encuentra en ese campo de juego.

dor, que no deja indiferente a nadie y persuade

Es un tipo solitario, marginado, que monta en

de la fama. ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar

su bicicleta para alcanzar méritos ¿para qué?,

por alcanzar la gloria?, ¿cuánto cuesta la fama?

para dar electricidad a su módulo y continuar

Hablad con el primer ministro Michael Callow, él

viviendo. Pedalear es su vida, sumar puntos su

sabe perfectamente cuánto cuesta ser famoso.

objetivo, un medio y un fin en sí mismo. Esos

Estoy hablando del primer episodio de la serie:

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este político tiene que realizar un acto humillante y colgarlo en youtube para salvar a una persona. ¿Lo hará?, ¿por qué? Chantaje puro y duro e increíblemente perverso, pero eludible, en cierto modo.

Por si no teníamos poco, veremos en el ya citado episodio dos, cómo Abi se encuentra ante la posibilidad de perder su dignidad gracias a la fama. La fama podría arrancarle de una vida tediosa y lamentable, o eso parece. Gracias al altruismo de su compañero consigue emplear sus méritos en participar en un programa de talentos, “Hot Shot”. No obstante su voz no gusta, pero su cuerpo sí. En lugar de convertirse en la cantante que siempre quiso ser puede dar el paso para convertirse en la actriz porno que nunca quiso ser. El que haya visto el capítulo sabe qué decisión toma. ¿Venderá su cuerpo o volverá a la bicicleta? Esa pregunta que plantea el episodio se te pregunta hoy a ti. ¿Te venderías por salir de tu vida y tener la de otro que no te pertenece? O ¿lo aplaudirías?

Conclusiones. Ni mucho menos he querido hacer un resumen de la serie, ni centrarme en un episodio en concreto, ni siquiera analizarlo estética o cinematográficamente, porque Black Mirror puede estar sometido a múltiples lecturas, de hecho lo está. Mi idea ha sido sacar a la luz temas concretos y extraer preguntas de estos temas, ni los he agotado, ni las he extraído todas. Eso le toca a cada uno y es lo que hace de esta serie lo que es. Cada espectador encontrará algo que le hará saltar del sillón, que le hará mirar para otro lado o que le hará ver el siguiente episodio. A pesar de sus aciertos y sus errores, su desigual calidad, Black MIrror te penetra, te retuerce y juega contigo. Te hace pensar, te sitúa en un punto crítico, en dicotomías y dilemas, en definitiva, te obliga a actuar. Obliga a elegir un rol y quedarte con él, o a coger otro rol e ir saltando de uno a otro: ¿Qué haría yo en su lugar?, ¿me haría famoso?, ¿hundiría a esta persona por alcanzar la gloría?, ¿vendería mi intimidad por un poco de libertad?, si pudiera comprar una vejación ¿pagaría por ella?, ¿la alentaría si todo el mundo lo hace?, ¿si es lo normal?

@danir0d

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Ol ivi a Dunham y la fr agil ida d del ca par azón Por Jesús Villaverde Sánchez

«You can’t forget who you are Olivia. You can’t forget where you’re from» Peter Bishop en ‘The Plateau’

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La ficción es algo tan maravilloso que te per-

bajo en el FBI. Eso provoca que cualquier peque-

mite empatizar, simpatizar e incluso sentir algo

ño gesto tenga una influencia mucho mayor que

por personajes que sabes perfectamente que no

toda una escena de cualquier otro personaje.

existen. En este terreno siempre me han cauti-

Con sólo una sonrisa en el momento oportuno,

vado los personajes rotos; esos personajes que

llena una escena, no hace falta más, lo dice todo.

se muestran frágiles, que se tratan de buscar a sí

Tal vez sea uno de los personajes más comple-

mismos, tanto en el pasado como en el presente.

tos de la ficción contemporánea.

Esos personajes de Auster, de Modiano, de Cortázar. Dice Auster que “los escritores somos se-

Fringe -que comienza con la pérdida del agente

res heridos que por eso creamos otra realidad”.

Scott, pareja de Dunham- es una serie que ex-

Quizás la literatura, la ficción en general, sirva

plora a la perfección cada rincón de la psico-

para cerrar brechas, aunque a veces se haga a

logía de los personajes. Es, por tanto, el cultivo

costa de abrírselas a determinados personajes.

perfecto para un personaje como Olivia.

Hacía mucho tiempo que ningún personaje lo-

A lo largo de las cinco temporadas tiene dos

graba atraparme de alguna manera. Sin embar-

puntos de inflexión claros: la infancia y la muer-

go, mientras veía Fringe, Olivia Dunham me ha-

te de Scott, con la que se inicia la serie. Cuando

cía sentir algo en cada segundo que permanece

era niña, Walter Bishop y William Bell, científicos

en pantalla. Perfectamente podría ser uno de

brillantes pero de moral un tanto subjetiva, la

esos personajes de Auster o Modiano de los que

incluyen en una serie de experimentos con Cor-

hablaba antes. Olivia es una mujer de apariencia

texiphan, una especie de droga que potenciaba

fría, seria, y muy marcada por un pasado duro,

sus capacidades sensoriales, para llevar a cabo

sobre todo una infancia difícil de olvidar. Una

un plan de viaje entre universos. A priori suena

vida que no cicatriza.

loco, y probablemente lo sea, pero qué nos queda si masacramos a nuestra imaginación. Walter

Es una mujer que apenas muestra sus emocio-

quería viajar al universo paralelo para curar a la

nes, que ni siquiera permite ver la mayoría de

versión alternativa de su hijo Peter, que ahora,

sus impresiones personales, más allá de su tra-

en el inicio de la serie, siendo ya mayor, vuelve a

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Boston para colaborar con la división Fringe. Se

atemorizada por ello, hasta que un día, cuando

reúnen así tres pilares que, como veremos a lo

tenía nueve años, le disparó. Así, sin más, con esa

largo de la serie, han estado toda su vida tocán-

frialdad y esa valentía que le vemos en muchas

dose los unos a los otros de manera tangencial.

situaciones de la serie. Desde ese momento, en cada uno de sus cumpleaños, él le manda una

Pero no son los experimentos del Cortexiphan

tarjeta de felicitación, como recordatorio de que

lo único que marca la infancia de Olivia. Como

aún se acuerda de aquello. Otra cicatriz, que se

ella misma reconoce, su relación con su padras-

abre y se cierra, no menos importante que el

tro es la herida que le queda abierta desde los

resto.

nueve años. Él pegaba a su madre y ella vivía

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Pero –y aquí está el mayor acierto de la serie-

ha convertido en una persona completamente

somos más conscientes de la herida abierta que

distinta de la versión de sí misma de over here.

supone ese periodo para Olive cuando conocemos a su versión alternativa, mucho más abierta,

Sin embargo, volvemos a nuestra Olivia (quien

extrovertida, e incluso más cariñosa de puertas

haya visto la serie entenderá en seguida el uso

para fuera. Altivia (como la conocemos los se-

del posesivo) para hablar de las consecuencias

guidores de Fringe) no ha sufrido de niña, ha te-

de esa infancia que, salvo momentos puntuales,

nido una familia sin desestructurar y, debido a

podemos considerar casi perdida. Dunham se

ello, se muestra de otra forma, se relaciona de

muestra como una mujer templada, seria e im-

una forma mucho más natural y, en definitiva, se

pasible en sus relaciones personales, que ocul-

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“He pensado cientos de razones… por las que deberías volver. Para luchar contra los cambiaformas, para cuidar de Walter, para salvar el mundo. Pero al final… tienes que volver Porque tienes que permanecer conmigo.”

OLIVIA DUNHAM

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ta sus intimidades bajo un caparazón grueso

su psicología (y si se apura de toda la serie), a

y difícil de penetrar. Sin embargo, el uso de la

veces es todo un reto conseguir llegar al núcleo

expresión “se muestra” es aquí imprescindible;

de Olivia.

poco a poco vemos, sobre todo en la relación que mantiene con Peter Bishop (también con el

El paso del tiempo nos muestra una evolución

resto del equipo Fringe, aunque de forma menos

psicológica del personaje, que pese a estar con-

significativa para el conjunto de la serie), cómo

tinuamente marcado por un miedo atroz a la

es ella en realidad. Bajo el caparazón se halla

pérdida –quizás por el ya mencionado falleci-

una mujer extremadamente sensible y delicada,

miento de Scott- y por la dificultad para mante-

frágil incluso, que se percibe a sí misma como

ner una relación normal, envuelta en esa férrea

alguien incapaz de amar y de hacer feliz a na-

corteza, muestra una empatía fuera de límites y

die (esto queda muy patente en la conversación

una sensibilidad extrema cuando se trata de la

que mantiene con Peter en el capítulo 5x03). Es

protección de los suyos.

una persona completamente rota, quebrada, que asimila que no merece la felicidad en su vida y

Olivia Dunham es un personaje que, pese a no

que todo mal le llega como un castigo merecido.

hacer grandes demostraciones de amor –en el

Una apariencia alejadísima de esa Olivia guerre-

sentido en que, por ejemplo, sí lo hace Astrid, el

ra que vemos en sus operaciones profesionales.

personaje más tierno de la serie-, consigue emocionar de igual manera con un pequeño gesto,

Dunham vive sometida a muchísima presión,

como una mano sobre la pierna de otro perso-

como vemos en cada capítulo; es la mejor agen-

naje o una conversación en la que desvela cómo

te y eso le hace querer siempre solucionar todo

se siente tras ser sustituida entre universos y

de manera impecable, sin dejar ninguna fisura.

que Peter no se dé cuenta del cambio –en el

Vive, en cierto modo, por el afán de salvar el

memorable 3x09-. Pero también vemos que esa

mundo y esa presión le impide desnudar sus

fragilidad se puede convertir en ternura hacia

emociones con facilidad. Incluso para Peter, el

otros personajes –sobre todo niños– aunque, en

personaje que consigue cambiar la manera de

principio, nada tengan que ver con ella. Hay tres

pensar de Dunham, y a la larga el desarrollo de

ejemplos claros de esta tierna empatía con los

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niños: “Inner Child”, el capítulo en el que consigue que un niño –qué importante para el final, por cierto- que lleva oculto más de una década llegue a entenderse e incluso parezca sentir afecto por ella; el capítulo en el que, todavía en el otro universo, consigue que el hijo del Broyles alternativo pierda el miedo a vivir que le causó un hombre que le atacó de pequeño y le provocó ceguera; y, por último, aunque en este caso no se trate de un personaje tan ajeno a ella, la relación tan maternal que mantiene con su sobrina Ella en las primeras temporadas. Es en esa relación con los niños donde, tal vez, queda más patente la herida abierta de su infancia, en ese sentimiento que le lleva a intentar que los niños de su alrededor no crezcan envueltos en el miedo y sí en el afecto de saber que tienen el mundo afuera y están arropados por alguien.

Por lo tanto, comprendemos esa fractura existente en su personaje cuando entendemos que es perfectamente capaz de amar, pese a que ella no se percibe a sí misma de esa manera. La única carencia de Olivia es la seguridad. Durante las cinco temporadas se muestra insegura de sí misma y frente a los demás. El miedo y la desconfianza son dos de sus grandes barreras psicológicas, rémora tal vez también de ese pasado traumático, o de su relación con el agente Scott, del que, tras su muerte, tiene que investigar si se trataba de un doble agente que la estaba engañando.

Olivia Dunham es un personaje memorable, interpretado a la perfección por la soberbia actriz Anna Torv, que consigue hacernos sentir algo por el personaje al que encarna –quizás la aspiración máxima de un actor-. Fringe merece la pena por muchas cosas –no en vano es una de las ficciones contemporáneas que más indaga en el propio ser humano-, pero sin duda una de ellas es ella, Olivia Dunham, esa mujer rota de preciosa mirada. Esos ojos verdes claros, esos pale green eyes, que cantarían los de la Velvet.

@jesusvs_txetxu

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Este es el primer nĂşmero de OchoQuince y ya estamos preparando el siguiente.

Si quieres colaborar con nosotros mediante artĂ­culos o ilustraciones ponte en contacto:

www.ochoquincemag.com ochoquincemag@gmail.com @ochoquincemag

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LA FÁBRICA EPISODIO 1 Por Nacho Bibián

En calzoncillos y camiseta. Así es como recibí el que es, y probablemente será para siempre, el correo más importante de toda mi vida. No me miré al espejo por lo que no recuerdo cómo de encrespada llevaba la cabeza y, aunque hubiera mirado, poco habría visto con los ojos medio cerrados y sin gafas, así que lo mismo da. Y pensar que al principio me decepcionó ver en manos del cartero aquel envoltorio tamaño cuartilla en lugar de un voluminoso paquete en el que pudiera estar contenida

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una almohada de látex-foam y nosequé. Y de plumas de ornitorrinco, por el precio, quizá. Llevaba toda una semana durmiendo fatal, porque soy muy quisquilloso con las almohadas. Podría dormir plácidamente sobre un saco de guisantes si me dieran la adecuada. Firme, pero no dura, alta pero no demasiado... En fin, basta saber que en aquel nuevo piso solo había seis y ninguna cumplía mis estrictos requisitos. Estaba muy contento por lo demás. Suficiente espacio, infinitas posibilidades, un alquiler verdaderamente bajo (con gastos incluidos) y la mitad de mis cosas mirándome desde los rincones esperando a ser desembaladas. Me lo tomaba con calma.

Ya le dije que no era mi nombre el que aparecía en el destinatario, pero insistió. A alguien tenía que darle aquella revista y el antiguo inquilino no había dejado seña alguna. Mr. Wong se había esfumado como el exótico gran mago que su apellido sugería: “Con todos ustedes, el fantástico Mr. Wong, aquí lo tienen, en carne y hueso, y, cuando cuente hasta tres... Uno, dos, ¡TRES! ¡Chas! ¡Solo una suscripción premium a un revista de televisión! ¡Maravilloso! ¡Gracias por venir!”. A pesar de mis desprecios el cartero llamó no una ni dos, sino otras tres mañanas, para verme con otros tres calzoncillos diferentes y la misma camiseta y la misma cara de extranjero que no entiende una sola palabra del idioma, antes de que accediera finalmente a firmar el recibo y quedarme con la revista. Justo a tiempo, porque el viaje estaba previsto para solo dos días más tarde.

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Pero yo eso aun no lo sabía, así que empecé a desempacar una caja de libros y cómics y a probar distintas formas de ordenarlos: por orden alfabético del título, por orden alfabético del autor, por país de origen, por temática, por ganas de leerlos. Una mañana muy productiva. Cuando decidí que ya había desordenado suficiente, con un gesto mecánico e involuntario, agarré la revista y me arrojé al sofá. Seguía con la mirada fija en los lomos de los libros mientras estiraba el plástico hasta que se volvió suficientemente flexible como para incrustar las yemas de los dedos y fingir que era un brillante ladrón profesional usando un artilugio para disimular las huellas dactilares antes de cometer el robo del siglo. Y después de hacer pedazos la funda plástica miré la portada de la revista. Y luego la contraportada. Y la abrí por donde me vino en gana. Publicidad. Pasé un par de páginas sin demasiada atención y allí cayó sobre mi barriga el billete dorado.

Encontrar la maleta no me llevó ni 30 segundos y pensé en las infinitas ventajas que conlleva tener la casa manga por hombro con todo por el suelo y nada en los cajones.

Me quedé dormido en el avión nada más sentarme y desperté cuando ya habíamos aterrizado. Dudé si verdaderamente nos habíamos movido del sitio. Desde la salida me llevaron en volandas sobre un letrero con mi apellido hacia un gran Cadillac negro y lunas tintadas. Tintadas por dentro. Y cuando la puerta del Cadillac se abrió desde fuera me vi lanzado contra la entrada acristalada de un inmenso edificio, tan inmenso que su sombra en un día soleado podía tornar en noche. El vestíbulo, acorde en tamaño, era diáfano y de tonos grises. Lo único que rompía el conjunto era un mostrador aguamarina

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que apenas podía ocultar a una gargantuesca pelirroja de gruesos lentes que convertían sus pupilas en borrosos discos del mismo color que el mostrador. Una pinza en su pálida blusa de flores soportaba el peso de un nombre diminuto: Ana. No le pegaba, demasiado escaso. Mientras contemplaba la diminuta silla que soportaba espartana el asedio de los bordes de aquel culo descomunal, una voz aguda de pitufo se dirigió a mí. Miré alrededor pero no encontré el origen, que parecía perderse en las cercanías de los dos abismos brillantes de aguamarina y Anaranjados rizos brillantes. De nuevo la voz me dijo algo y pude ver como los labios de Ana se movían a la vez. La voz decía que yo había llegado tarde y yo me preguntaba cómo era eso posible y qué hora sería y qué culpa tenía yo. Sin embargo contesté:

-Perdón por el retraso.

Y Ana señaló un banco a mi espalda mientras el pitufo ventrílocuo que vivía en su interior me invitaba a sentarme a esperar a mi guía. Si de verdad hubiera llegado tan tarde no sería necesario esperar. Pero, dócil, me senté a leer y dejé la mochila en el suelo. Tras leer dos anuncios y ver tres reportajes gráficos sobre las series televisivas en Oriente Medio y Nueva Zelanda oí una carraspera sobre mí y al levantar la cabeza, ahí estaba, anunciado por un redoble de tambores en mi pecho, el doctor House.

-¡Oh, dios mío! -Puedes llamarme Hugh. -No sabe cuánto me gustaba su personaje. Casi lloro cuando se acabó la serie.

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-¿Qué pasa, vas a besarme? -¿Puedo? -entonces advertí el tono jocoso de su voz. Avergonzado, bajé la vista al piso, hacia el punto donde la calza de goma de su bastón tenía atrapada mi mochila. -Uy, lo siento -dijo con cara de no sentirlo en absoluto.

En ese punto me percaté de que algo extraño sucedía:

-No lo entiendo, si usted es Hugh Laurie y no Gregory House, ¿por qué lleva bastón? -Yo tampoco lo acabo de entender del todo. Es entrar por esa puerta y verme de alguna forma poseído por el doctor House. Sigo siendo yo de alguna manera, pero con aspectos del personaje que no puedo controlar. Un poco como el simbionte de Spiderman o el Anillo de Poder con Bilbo. ¿Sabes esa escena en La Comunidad del Anillo cuando están en Rivendel y a Bilbo le cambia la cara frente a Frodo? ¡Madre mía! Un día pasé un cuarto de hora con el mando a distancia del reproductor de DVD viendo una y otra vez a cámara súper lenta la transición del viejecito hobbit a la bestia enloquecida. Un poco lo que me pasa a mí. De hecho ya te pido perdón de antemano por las contestaciones cortantes que seguro te daré. Algunas no las pensaré en serio.

Yo seguía mirándole con la boca abierta y él dio un paso hacia atrás para dejarme espacio para levantarme.

-¿Así que esta es tu nueva ocupación? -No, que va. Solo les estoy haciendo el favor de sustituir a Sean Bean (Ned Stark en Juego de Tronos), que es el guía habitual. Se ve que está enfermo. Un catarro o algo así. Winter is coming. -¡No me digas! ¿Sabías que Sean Bean es de Sheffield? -¿Ah, sí? ¡Qué interesante! ¡Por favor, cuéntame más, oh, gran sabio de las series! -por supuesto no era Hugh Laurie quien así hablaba, sino el doctor House. A veces resultaba fácil diferenciarlos por el acento. Entre dolido por la respuesta cortante y emocionado por haber recibido una cortante respuesta de mi héroe, cambié de tema:

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-Y entonces, ¿qué haces normalmente? -¿Qué te crees que es esto? ¿Una entrevista? ¿Y cuándo empezaste a tutearme? -Perdona, es que siento como si nos conociéramos desde siempre. Te he visto en mi habitación durante tantos años. Espero que no te importe... -le miraba embelesado con los ojos vidriosos. -Estupendo. Un acosador. Claro. A ver qué clase de persona se pone a leer una revista solo sobre series. Empecemos la visita porque me estás poniendo los pelos de punta.

Nos dirigimos hacia una puerta al final del monstruoso vestíbulo y me despedí con un gesto de la gargantuesca Ana, que, bizqueando, alzó la mano en respuesta. Tras la puerta encontramos una amplia galería con infinidad de retratos al estilo Hans Holbein en la corte de Enrique VIII. Los retratados no parecían seguir ningún orden: Chandler de Friends, Spock de Star Trek, la cerda de Black Mirror..., todos con cara de hastío y ataviados con toda la parafernalia del siglo XVI. En realidad no todos. Por ejemplo, Sole de 7 vidas y Nacho Martín de Médico de familia vestían gola blanca y sobrio negro en fondo oscuro como en el Barroco español. En ambas bandas, cada cuatro retratos había una puerta con una placa dorada y una inscripción que yo no alcanzaba a leer.

-A cada espacio de grabación se accede por un pasillo diferente, a lo largo de los cuales están distribuidos camerinos, salones de maquillaje y vestuario e incluso los despachos de montaje y edición, etcétera, así como una cámara insonorizada donde se graba la música y, en su caso, los efectos de sonido -las pausas calculadas, la selección de las palabras y el tono entre enciclopédico y de presentador de teletienda, me hicieron pensar que Hugh Laurie se había aprendido todo de memoria. -¿Y los decorados están al fondo? -pregunté.

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-¿Decorados? ¿Qué decorados? -Sí, digo, por ejemplo, la sala de diagnósticos de tu serie, el MacLaren’s o Invernalia de Juego de Tronos. -¡Ja! ¡Juego de Tronos! ¡Buen ejemplo! ¿Pero tú te crees que somos trillonarios? ¿Cómo ibamos a ser capaces de construir decorados como esos? Las puertas llevan a donde tienen que llevar. ¿Cómo podríamos grabar entonces las vistas aéreas o las panorámicas exteriores? ¿Sobre los decorados? ¡Hombre, por favor! -No lo entiendo.

El doctor House y el señor Laurie giraron bruscamente y abrieron una de las puertas, dirigiéndose a largas y veloces zancadas hacia un portalón situado al fondo. Por el camino solo me crucé con gente en traje cargando maletines y jóvenes con pinta de inadaptados. No tenía la más remota de idea de a qué serie correspondería ese pasillo. Al llegar, Laurie me invitó a abrir la gran puerta amarilla. Supuse que era Laurie porque House la habría abierto él mismo dejándome atrás y olvidándose de mí por completo. Giré el pomo y aún deslumbrado por la luminosidad del otro lado del umbral di dos pasos hacia adelante. No sé cómo no me desmayé. Me encontraba en el querido y conocido Springfield. Miré hacia la puerta que acababa de cruzar, que seguía allí. Pero ya está. Solo una puerta. Nada detrás ni alrededor, sino tan solo a través. Nelson, a mi lado, se reía de mi expresión de asombro.

Cuando finalmente volvimos a la galería principal, Hugh Laurie siguió explicando:

-Por aquel pasillo se llega a la Nueva York de Mad Men y por aquel otro a la Nueva York de Cómo conocí a vuestra madre, que no son la misma ciudad, claro, pero a veces se pueden usar los mismos sitios para diferentes series, como es el caso de Californication y Modern Family. O, por ejemplo, el Manhattan de Friends, al que se va por ahí, lo alquiló Woody Allen para una película. -No sé si ha rodado más de una que transcurra en Nueva York. ¡Oh! -emocionado, me acordé repentinamente-, ¿y cómo se llega al pasillo de Adventure time?

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-Ah no, de esa serie nos envían por correo cada capítulo. Se ve que les costaba más traer todo el mundo post apocalíptico a este año. Desternillante esa serie, ¿eh?. Me encanta el perro. ¡Están loquísimos! ¡Ese Pendleton Ward debe ser todo un personaje!

Al ver su entusiasmo pensé en contarle una reciente anécdota sobre esa serie animada, pero me dio miedo recibir una nueva contestación del Dr. House en lugar de de Mr. Laurie. Tantas cosas vi y tan variadas que no lo creeríais y no lo imaginaréis hasta que os lo cuente, pero en un momento dado me encontraba de nuevo en el vestíbulo con mi cicerone y Ana, el gigante naranja y aguamarina.

-¿Ya está? ¿Ya se ha acabado? -¿Crees que soy Willy Wonka y te voy dar las llaves del garito? ¿Qué más quieres? -Perdón, es que ha sido tan emocionante que no puedo creer que sea el final. Muchas gracias, señor Laurie. Ha sido todo un placer conocerte. -El placer ha sido tuyo, desde luego.

No sé con certeza cuánto tiempo pasé allí, pero me parecieron meses. Meses metido en docenas de series, relacionándome con centenares de personajes ficticios y los actores que los encarnaban, que también salían a relucir ocasionalmente. Después de esa experiencia, pensaréis, habría quedado bien harta mi expectación hacia las series, pero para mi desgracia resultó lo contrario. Por eso no puedo relatar toda la visita de una vez. Por eso termino de escribir estas líneas con letra curvada y prácticamente ilegible, a velocidad vertiginosa [paro un segundo que la mano duele], ansioso por revisitar la Fábrica a través de un episodio de alguna serie. O varios. Supongo que volveréis a tener noticias mías, cuando consiga salir de este encierro semivoluntario. Por cierto, al fin llegó la almohada. Pero no estoy demasiado contento. Creo que voy a devolverla.

@Nacho_Leteo

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COLABORADORES María Oliva Torezano Madrileña del 88, escritora. www.monpetitmot.com . Tiene un título que dice “Licenciada en ADE y Publicidad RRPP” y un corazón especializándose en cine. Facebook: Mi Mot - Twitter: @mi_mot

DANIEL RODRÍGUEZ CASTILLO Historiador del arte y filósofo en ciernes. Amante del arte contemporáneo y del cine en toda su amplitud. Mantiene un blog sobre cine: Icon-o-rama: www.icon-o-rama.blogspot.com.es Facebook: Daniel Rodríguez Castillo - Twitter: @danir0d

NACHO BIBiáN Licenciado en periodismo por la complutense y actualmente estudiando Grado en lengua y literatura españolas por la UNED. Reside actualmente en Sheffield, Reino Unido donde se dedica a supervivir. www.comosisifo.blogspot.com Twitter: @Nacho_Leteo

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CRÉDITOS

JESÚS V ILLAVERDE SáNCHEZ Periodista cultural, escritor, lector. Blog: www.jesusvillaverdesanchez.blogspot.com Twitter: @jesusvs_txetxu

JORGE DUEÑAS V ILLAMIEL Diseñador digital e historiador del arte. Pensando en imágenes desde 1984. Web: www.sickmonkeys.net Blog: www.realidadesinexistentes.com Twitter: @sickmonkeys

www.ochoquincemag.com Twitter: @ochoquincemag Mail: ochoquincemag@gmail.com (2013)

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