Escena
anton chéjov «Hasta ahora se ha dicho del amor solo una verdad —que es el misterio más grande— y todo lo demás que se ha escrito y dicho no fue una solución sino solo el planteamiento de la cuestión»
Palabras de náufragos
Àlex Rigola junto a sus actores Luis Bermejo (en el papel de Vania) e Irene Escolar (que interpreta a Sonia).
Àlex Rigola redefine los límites de Chéjov en su versión de Vania (escenas de la vida) en los Teatros del Canal de Madrid. texto Felipe Santos [Com 93] @ultimoremolino fotografía © Alba Pujol
98—Nuestro Tiempo invierno 2018
Cómo concentrar la intensidad de un drama en un espacio exiguo y durante poco más de una hora sin que una sola de las palabras pronunciadas pierdan un ápice de su eternidad. La vida se concentra en un rincón, en la conversación esencial y solemne de sus personajes. Las voces de todo ese intercambio retumban quedamente e impulsan el ritmo interior, el latido de unos actores que vagan en busca de amor y reconocimiento. En ese estrecho lugar hecho de madera blanca, las miradas tienen la amplitud de un pequeño universo.
En este Vania de Àlex Rigola, los actores se han reducido a cuatro. El director ausenta del original a María, la madre de Vania; al anciano exterrateniente Teleguin y a la nodriza y anciana sirviente, Marina. El caso del profesor resulta mucho más sutil. Alguien escribe sobre la pared al comienzo de la obra: «El profesor se está muriendo». Sin que aparezca en escena, con esta simple frase, se introduce la variable de un tiempo que necesariamente ha de terminar, una existencia contrarreloj en la que se ven envueltos los personajes centrales.