A G E N D A
C U LT U R A L
VUELTA A LA CARGA
Ni Orhan Pamuk, ni Günter Grass ni Paulo Coelho; la estrella indiscutible de la Feria del libro de Frankfurt este año ha sido el libro digital, por el que apuestan Amazon con su Kindle, y Sony, que hace lo propio con el modelo Reader. Este último llegará –quién sabe si para quedarse– a Alemania a partir de la próxima primavera.
Los recovecos de la memoria
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a publicación en esta misma editorial de Vinieron como golondrinas supuso el redescubrimiento de William Maxwell, también conocido por su labor como crítico literario y editor en The New Yorker y del que se cumple este año el centenario de su naWilliam Maxwell cimiento. Adiós, Adiós, hasta mañana, hasta mañana que recibió el National Libros del asteroide, 2008 Book Award en 1980, está ambientada en una atmósfera parecida a la de Vinieron como golondrinas, en la pequeña localidad de Lincoln (Illinois), a comienzos de los años veinte. Las dos novelas están inspiradas en la biografía del propio escritor, originario también de Illinois. Muchos años después, el narrador recrea un suceso que marcó su infancia: el asesinato del aparcero Lloyd Wilson, uno de sus vecinos, acontecimiento trágico que marcó la vida de Lincoln durante una larga temporada. En los primeros capítulos evoca su infancia, la relación con sus hermanos y su padre (su madre había fallecido durante el parto de su hermano pequeño) y poco a poco, el centro de la atención novelesca pasa a los protagonistas de aquella muerte: los matrimonios Wilson 84
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y Smith, vecinos y muy amigos. Las cosas se tuercen cuando Lloyd descubre que se ha enamorado de Fern, la mujer de Clarence Smith. A partir de ese momento, las vidas de los matrimonios se rompen y surgen todo tipo de rencillas y problemas familiares. El narrador no se limita a recordar aquellos hechos. Como tiene lagunas sobre lo que realmente sucedió, mezcla la evocación personal con la investigación y recurre a los periódicos de la época o a los testimonios de otras personas. Pero lo que el narrador tiene son remordimientos sobre su comportamiento con Cletus, el hijo de Clarence, con el que volvió a encontrarse después en varios momentos sin que consiguiese recuperar la amistad perdida. Maxwell se maneja bien en estos registros íntimos y evocadores, pero en esta ocasión, y a diferencia de Vinieron como golondrinas, mucho más auténtica, se queda a mitad de camino. Al centrarse en el asesinato de Wilson, la atención narrativa se desplaza a aquellos personajes, lo que evita que se conozcan mejor los sentimientos y la vida del narrador. Por otro lado, aunque la trama principal tiene fuerza narrativa, quedan muchos hilos sueltos que impiden a los lectores captar la trascendencia de los hechos en la vida de los protagonistas y del narrador. ■ ADOLFO TORRECILLA
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