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IV LA MIRADA DE LOS HÉROES 1

Una de las características de la poesía épica es la transparencia del poeta. Eso la distingue de la poesía lírica. Esta última se nutre de las circunstancias, los deseos, los miedos y las obsesiones del poeta, y refleja en cada línea la individualidad de su autor. La lírica es poesía del “yo” y está escrita en primera persona. La épica, en cambio, es poesía de los antiguos héroes; en ella el poeta permanece anónimo e invisible detrás de su relato. Homero no nos cuenta nada de sí mismo. El viejo bardo permanece siempre entre las sombras. Se limita a narrar la acción; sin comentarla o editarla. Alguna vez —muy rara—, compadece o censura a alguno de sus

1 La Ilíada narra un episodio de la guerra de Troya combatida entre griegos (también llamados en el texto “aqueos”, “dánaos” o “argivos”) y troyanos (“teucros” o “dardánidas”). El episodio, situado en el décimo año de la guerra, se propone a los lectores en el primer verso de la obra: “Canta, oh Musa, la cólera de Aquiles”. Con esa apertura, Homero manifiesta el objeto del poema, cuya trama estructura en cinco momentos: a) El conflicto entre Aquiles, principal guerrero de los griegos, con Agamenón, rey de Micenas y jefe militar de la expedición, que culmina con el retiro de la batalla por parte de Aquiles (canto I); b) El obcecado rechazo de Aquiles a la embajada conciliatoria enviada por Agamenón después de las derrotas griegas provocadas por su ausencia (canto IX); c)

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La muerte de Patroclo, gran amigo de Aquiles y motivo de su regreso a la batalla (canto XVI); e) El apaciguamiento final de Aquiles y la entrega del cadáver de Héctor a su padre, Príamo (canto XXIV). En torno a esta línea estructural gira una pequeña multitud de episodios de distinta índole: reuniones olímpicas, intervenciones divinas, principalías heroicas, y una buena cantidad de escenas situadas en el palacio de Príamo, en las murallas de Troya o en el campamento aqueo. Muchos de estos episodios formaban parte de la herencia poética de Homero, a la cual hábilmente encontró forma de hacerle espacio en su propia obra. d) La venganza de Aquiles y la muerte de Héctor, defensor de Troya (canto XXII);

La relación que los poemas de Homero mantienen entre sí no es simple ni evidente. La Ilíada y La Odisea son iguales y a la vez muy distintas. Muchas consideraciones subrayan su parecido. Pero si se pretende contraponerlas, los argumentos sobran. Mirado de cerca, el hilo que une ambos poemas tiene la apariencia de un nudo gordiano.

La primera pregunta y la más obvia tiene que ver con su autor. ¿Surgieron ambas del mismo poeta? ¿Proceden las dos del viejo Homero? A lo largo de la historia las opiniones han sido infinitas. Su sólo elenco constituiría un exceso. Resulta preferible ahorrárselo y acotar que, por lo general, se consideran poemas de una misma autoría. Un sinnúmero de similitudes formales y de contenido hace difícil pensar de otro modo.

1 La estructura narrativa de La Odisea se articula en tres partes. En la primera, de los cantos I a IV, la narración se centra en la isla de Ítaca y en la figura de Telémaco, hijo de Odiseo. La prolongada ausencia de Odiseo ha convocado a su palacio una turba de pretendientes que aspiran a casarse con la reina viuda, Penélope. Aprovechando su indefensión, los pretendientes se establecen en el palacio real donde pasan el tiempo banqueteando espléndidamente a costa de los bienes de Odiseo. La diosa Atenea desciende del Olimpo para orientar al joven Telémaco: lo insta a convocar al ágora de Ítaca y, poco después, a salir de la isla en busca de noticias de su padre. En su viaje, Telémaco se encuentra con Néstor en Pilos y con Menelao en Esparta; en boca de estos protagonistas Homero pone relatos que funcionan como un eslabón entre La Ilíada y La Odisea: la muerte de Aquiles, la caída de Troya, la locura de Áyax, el regreso y posterior asesinato de Agamenón. A su regreso a Ítaca los pretendientes, sintiéndose amenazados por el joven Telémaco, intentan sin éxito eliminarlo.