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III

La Guerra De Troya Vista Desde El Olimpo

la ilíada trata de hechos ocurridos durante cincuenta días del décimo año de la guerra de Troya. No se detiene a explicarnos las causas del conflicto ni nos narra los nueve primeros años del sitio. Tampoco nos cuenta cómo terminó el asedio. Homero simplemente elige un episodio — la ira de Aquiles—, y se explaya en él.

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En torno a esos cincuenta días el entramado de mitos y leyendas es tan frondoso, que resulta difícil no perderse en sus vericuetos. Hace tres mil años Homero podía darlo pacíficamente por conocido; le bastaba dejar caer una alusión para traer a la memoria un mundo de significados (por ejemplo, en Il. XXIV, 25-30). Explicar todo desde el inicio hubiera parecido redundante. Su auditorio estaba familiarizado con aquella historia legendaria hasta en sus mínimos pormenores. El poeta podía entrar directamente en su tema “in medias res”, como sugería siglos más tarde Horacio en su Ars poetica.

Hoy, en cambio, la situación es muy distinta. Hemos perdido la familiaridad con los mitos que Homero daba por descontada y nos situamos con dificultad sobre sus escenarios. Todo aquel que se interne en los versos de Homero necesita reconstruir —al menos a grandes trazos—, lo que sucede más allá de los márgenes de La Ilíada.

La primera chispa del conflicto

La leyenda nos dice que la guerra de Troya comenzó en el Olimpo, en las celebraciones de una fiesta nupcial. Una ninfa, Tetis, unía sus destinos a