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Sonoridad ancestral de la cultura Wayuu
Tejido de espiritualidad y significación
Irene Verbel Sierra
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Licenciada en música. Magister en Educación Docente U. de La Guajira
ireneverbel@hotmail.com
La sonoridad ancestral de la cultura Wayuu constituye una unión indisoluble entre el hecho sonoro y las significaciones simbólicas asociadas a su cosmovisión. En ella se establecen vínculos con el universo, la naturaleza y la concepción del ser, su esencia y su sentido residen en la integración con las actividades cotidianas, económicas y rituales, y se compone por el conjunto de manifestaciones musicales y sonoras, los procesos de ejecución y construcción de los instrumentos y de la creación musical, la comprensión del significado ritual, el aprendizaje y la enseñanza de esta práctica, y el sentido social que tiene.
En su música se destaca la relación humanidad-naturaleza, reflejándose una simbología en la que los sonidos y los instrumentos musicales aluden a significaciones relacionadas con su cosmovisión. De este modo imitan los sonidos de la naturaleza, siendo la base de la creación e interpretación musical, en la que muchas obras se configuran desde la imitación del cantar de las aves, el zum de las abejas, el sonido del viento, hasta la recreación de vivencias personales y de eventos rituales, aspecto que se evidencia en los títulos de las obras.
Los instrumentos musicales Wayuu están cargados de sentido y de simbolismo, poseen una espiritualidad con reglas y conductas que regulan su ejecución, asimismo, de manera simbólica representan su origen relacionándolo con cuatro generaciones, la primera implicada con el nacimiento de los astros y con los principios formadores; la segunda generación emerge de Mma (tierra) y se refiere al mundo vegetal; la tercera generación con el mundo animal y en la cuarta están ellos. Así, cuando sus melodías imitan el sonido de los cantos de los pájaros, y la madera con la que se elaboran sus instrumentos, está vinculada con el mundo vegetal, y el ejecutante representa a la generación de los Wayuu.
Una elaboración conceptual más amplia los relaciona con todo lo que suena, de tal modo que, además de las manifestaciones musicales, se pueden considerar objetos sonoros o prácticas rituales que, al interior de sus comunidades, no son consideradas como música, pero que configuran un hecho sonoro con características que incorporan
Joaquin Prince por Fernando Castillejo

elementos como alturas, duraciones, intensidades del sonido y timbres, conformando ritmos, melodías y armonías.
No existen conjuntos musicales de modo que cada manifestación está asociada a la realización y creación individual, exceptuando la música relacionada con el ritual de curación de la autoridad espiritual de la cultura (Ouutsü) en el que la maraca (ishira) acompaña el canto. La música se presenta en distintos eventos y rituales haciendo parte de la cotidianidad, en las actividades que desempeñan, como el pastoreo o la pesca artesanal. Adicionalmente, es un vehículo de expresión de sentimientos, para enamorar, para el esparcimiento, la relajación o la intervención en eventos sociales. La mayoría de esas manifestaciones de ejecución y de creación musical están asociadas a los hombres, a sus labores.
Los instrumentos de viento son usados para distraerse mientras trabajan o intervienen en las tareas de pastoreo, en forma de llamados para recoger a los ovejos y chivos, o para comunicarse entre ellos con sawawas y maasis instrumentos musicales cuyo material de elaboración es el tronco del carrizo (phragmites australis) o el del guamacho (pereskia guamacho) que crecen silvestres en La Guajira.
Las medidas corresponden al criterio del constructor y sus dimensiones son las que posea naturalmente el tallo utilizado. El jirraway es elaborado a partir de la semilla del árbol de lijit o jirraway, sus medidas dependen de las dimensiones naturales del material con una longitud promedio entre 2 y 4 cm. El wawai emite su sonido insuflando aire a través de una abertura generada en la unión de las manos, espacio que funciona como caja de resonancia. El ontoroyoy, con una longitud promedio 40 cm, es el instrumento musical de viento de mayor dimensión, también denominado totoy, wootoroyoy o wontoroyoy, conformado por tres piezas articulables, en las que se encuentra una lengüeta simple, el cuerpo con cuatro orificios generalmente y una caja de resonancia al final del cuerpo. Los apalaanchis, que son pescadores, usan consuetudinariamente el warutta (caracol) para acompañar sus labores o comunicarse entre embarcaciones.
De los idiófonos, un par de instrumentos se destacan, uno es la turrompa, o arpa de boca, y el otro es la ishirra, que son unas maracas utilizadas predominantemente por mujeres en los rituales de curación realizados por la ouutsü, guía espiritual encargada de conservar la armonía de los seres y de la naturaleza por medio de ritos. Y entre los cordófonos, o instrumentos de cuerda, el taliraai, o violín lo ejecutan los hombres. Es un arco amarrado en sus extremos con pelos de crin de caballo que se frotan para producir sonido. Quedan ya pocos ejecutantes y muy pocos aprendices. Y la Kasha, un tambor, tal vez el único membranófono de esta cultura, ejecutado por hombres en los acontecimientos importantes, en ritos como la yonna, que celebra a la majayülü o la salida de su encierro, luego de la transformación de una niña en mujer. A veces es utilizado por petición de la ouutsü cuando sueña que debe ser ejecutado para alguna curación o para invocar protección. También se usa para los matrimonios, para celebrar éxitos económicos, para recibir visitantes en las rancherías, para convocar las carreras de caballos, o para llamar la lluvia.
De sus manifestaciones vocales, el jayeechi es un canto ancestral en el que se relatan historias, sucesos de la vida cotidiana, contenidos míticos o rituales de su cosmovisión. Cantan hombres y mujeres. De modo distinto el canto de curación de la ouutsü en los rituales sirve para elevarse a otros niveles, comunicándose con los espíritus para sanar.
En la voz o sonoridad cantada tienen el lamento fúnebre para los entierros y para las exhumaciones. Son sonoridades que, auditivamente, pueden concebirse como cantos al corresponder con alturas y duraciones que generan melodías, además, al reunirse varias personas en torno al llanto, producen sonidos que generan una polifonía, sin embargo, en la comunidad estos cantos no se conciben como música. El lamento lo realizan en su mayoría mujeres, pero también los hombres rodean al difunto en medio de la enramada lamentando su partida a través de sonidos despiden al que muere, pero espiritualmente se dirige a jepira, el lugar sagrado de la vida después de la muerte. La música wayuu se concibe una idea integral de hacer música y de vivenciar los hechos sonoros, un sistema musical con características y lógicas de funcionamiento, que goza de unos patrones melódicos, rítmicos y armónicos, y un significado que le dan sentido.
Su música es una experiencia cultural que entreteje conexiones entre los instrumentos y el cuerpo, la naturaleza, los lugares, las personas, los difuntos, los mayores espirituales, a partir de estos elementos existe conexión con su misticidad, su cosmovisión, el territorio, la naturaleza y sus mundos cosmogónicos, cumpliendo importante papel en la continuidad de los saberes culturales, por lo que es fundamental la organización social y económica para los procesos de construcción identitaria y de tejido social relacionados directamente con su cosmovisión.
No obstante que la música autóctona forma parte de las actividades rituales de esta comunidad, y que son fundamentales en su construcción identitaria, enfrenta el deterioro (en unas manifestaciones más evidentes que en otras) y se empiezan a ver dinámicas distintas a las relacionadas con la tradición, como el surgimiento de nuevos escenarios para esta música, entre otros, los festivales, concursos, espectáculos y eventos culturales, conformación de agrupaciones, fusiones y experimentos con otras músicas. Desventajoso si se piensa en la conservación de la tradición desde la esencia o una posibilidad que puede potenciar el fortalecimiento cultural. También pudiera ser una respuesta a las dinámicas sociales en las que está inmersa la cultura en contextos urbanos, en contacto con la sociedad occidental.
Para salvaguardar el Sistema Normativo Wayuu, se requiere de la apropiación de las actividades lúdicas y de las rituales asociadas a la danza, la música tradicional, y a sus instrumentos. Así mismo se deben trazar estrategias que propendan por el fortalecimiento y la preservación de la música, así como las demás prácticas culturales de la comunidad Wayuu, comprendiendo todas las posibilidades que surjan relacionadas con las nuevas formas de apropiación cultural.