UN RATÓN AVENTURERO Esta es la historia de Cratoncito, un ratón que vivía en un magnífico cortijo junto a su numerosa familia. Todos disfrutaban de muchísimas comodidades: comían todo tipo de quesos, dormían todo el tiempo que querían, bailaban y cantaban sin miedo, incluso tenían una ratonera decorada con los mejores muebles que pudieran existir. En el cuarto de baño había bañera, bañera de ratones claro. En aquella lujosa ratonera podían ver la televisión, jugar con el ordenador, con la wii, incluso los papás ratones habían hecho un cine para ver películas de ratones. El preferido de todos era... Mickey Mouse. En aquella maravillosa vida sólo había un problema. Estaba terminantemente prohibido salir del cortijo. Grandes peligros acechaban fuera: linces, gatos salvajes, perros, lechuzas y búhos, jabalíes y lobos vivían en los alrededores del cortijo. Desde hace años, ningún ratón se había atrevido nunca a salir. El cortijo tenía salones, dos grandes cocinas, bastantes habitaciones, cuadras y una biblioteca con un puñado de libros. Dado que no podían salir fuera, Cratoncito había aprendido a leer con la ayuda de sus abuelos y le gustaba tanto que a veces se leía dos libros al día. Una tarde se dio cuenta que ya no tenía más libros que leer. Incluso algunos se los había leído más de una vez. Así que tomó una decisión. Aquella misma noche, mientras cenaban, anunció a toda la familia su intención de salir a buscar más libros. Todos se llevaron las patas a la cabeza. ¿Qué idea descalabrada era aquella? -
Pero yo no puedo estar encerrado aquí para siempre sin libros. – exclamó entristecido Cratoncito.
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Hijo- le contestó uno de sus tíos- si te marchas puede ser que mueras.
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Sí tío- le contestó- pero quiero arriesgarme. Si no lo intento, no podré vivir feliz aquí.
La familia se quedó en silencio muy pensativa. (Aquí podemos parar y dialogar con los niños sobre esta situación, qué piensan, qué harían ellos…) Finalmente, Cratoncito no tuvo la aprobación de toda la familia, unos estaban de acuerdo con él, y otros no, pero lo respetaron y al día siguiente le hicieron una emocionante despedida. Así que Cratoncito se marchó una mañana de otoño. Anduvo varios días y noches. Aunque caminaba y corría con cierto temor, la verdad es que estaba contento de haber tomado la decisión de salir del cortijo. Hasta ahora, no se había encontrado con ningún ser peligroso, sólo había disfrutado del croar de las ranas de la rivera, había visto unos pájaros blancos y negros de patas muy largas, y había comido ricas semillas. Caminaba y caminaba y no se cansaba, pero una tarde que estaba el cielo muy nublado, se cansó. De modo que buscó un lugar para estar cómodo y tranquilo. ¿Sabéis que encontró? (Hacer de nuevo participar a los niños)