5 minute read

60 años de Head Start: el legado y el futuro de la educación temprana en EE.UU.

Redacción - New/Nueva Opinión

El pasado mes de mayo, el programa Head Start celebró su 60º aniversario, marcando seis décadas de impacto en la vida de millones de niños y familias en los Estados Unidos. Desde su creación en 1965, este programa federal ha beneficiado a más de 40 millones de personas de comunidades con menos recursos, ofreciendo educación temprana, servicios de salud y apoyo familiar.

En un contexto donde el país busca expandir la educación preescolar universal, la conversación actual va más allá de la cobertura: la prioridad es garantizar calidad, equidad e impacto duradero.

Un legado sustentado en evidencia

La relevancia de Head Start se conecta directamente con el histórico Perry Preschool Project, un estudio longitudinal iniciado en la década de 1960 en Ypsilanti, Michigan. Este seguimiento a niños afroamericanos de bajos ingresos demostró que el acceso a educación temprana de calidad generaba mejoras sustanciales en educación, ingresos, salud y menor involucramiento en el sistema judicial, incluso 60 años después.

“Lo impresionante es que seguimos encontrando efectos 50 años después”, explica Alison Baulos, directora ejecutiva del Centro para la Economía del Desarrollo Humano de la Universidad de Chicago. “Las críticas sobre el ‘desvanecimiento’ de los puntajes en exámenes estandarizados no reflejan la verdadera esencia de estos programas: se trata de desarrollar habilidades de vida, sociales y emocionales, no solo resultados académicos a corto plazo”.

Más que educación: servicios integrales y acompañamiento familiar

Desde sus inicios, Head Start se ha distinguido por combinar el aprendizaje en el aula con servicios integrales, como atención médica y dental, nutrición, salud mental, visitas al hogar y participación activa de los padres. Este modelo busca atender las necesidades del niño en su totalidad.

“Head Start es intencional en la calidad del aprendizaje temprano”, señala Baulos. “El plan de estudios, las interacciones y el enfoque en la participación de la familia están diseñados para que el niño se desarrolle plenamente”.

Cheryl McFall, directora ejecutiva de New St. Paul Head Start Agency en Detroit, lo ve de primera mano. “Antes solo atendíamos a niños de tres a cinco años. Hoy apoyamos a las familias desde el embarazo hasta que el niño cumple cinco años. Eso ha transformado las oportunidades para nuestras comunidades”, afirma.

McFall sabe de lo que habla: “Yo fui madre de Head Start. Cinco de mis seis hijos asistieron al programa. Después fui asistente de maestra, y Head Start pagó mis estudios universitarios. Hoy soy directora ejecutiva. Es un programa que cambia vidas”.

Impacto multigeneracional

El modelo integral de Head Start no solo beneficia a los niños, sino que también crea oportunidades para los padres. McFall explica que muchos se han formado como educadores gracias a programas de capacitación como el Child Development Associate (CDA) y han encontrado empleo estable.

“Una de nuestras familias empezó a trabajar en WIC porque conocieron el programa a través de nuestra alianza”, cuenta McFall. “Hemos contratado a padres de Head Start y apoyado su educación para que puedan convertirse en maestros de educación temprana”.

El premio Nobel James Heckman destaca que los beneficios de Head Start se deben al desarrollo de habilidades socioemocionales como la persistencia, la autorregulación y la motivación. “Estas habilidades no se enseñan con lecciones rígidas, sino mediante relaciones de confianza, mentoría y ejemplos cotidianos”, explica.

Este enfoque explica por qué los participantes del Perry Preschool Project superaron a sus pares no solo en pruebas académicas, sino también en salud, empleo y bienestar general. “Su motivación cambió por completo”, agrega Heckman.

Resiliencia y alianzas comunitarias

La pandemia de COVID-19 puso a prueba la capacidad de adaptación de los programas Head Start. En Detroit, la agencia de McFall desarrolló un programa de verano para que los niños que se graduaban pudieran reforzar habilidades antes de ingresar al kindergarten. “Una abuela regresó emocionada a contarnos que su nieto obtuvo calificaciones altas en el examen de ingreso y fue aceptado en una escuela de estudios culturales e idiomas”, recuerda.

Estos logros no serían posibles sin alianzas comunitarias estratégicas. “Nuestro colectivo de agencias se reúne mensualmente para compartir preocupaciones, apoyarnos y maximizar recursos”, dice McFall. “Juntos realizamos evaluaciones comunitarias para identificar prioridades y mejorar nuestros programas”.

El futuro: expandir con calidad, no con modelos uniformes

Mientras más estados y ciudades avanzan hacia la educación preescolar universal, los expertos insisten en que el acceso debe ir acompañado de intencionalidad y calidad.

“Lo que aprendimos de Perry y de Head Start es que el entorno construye múltiples habilidades”, subraya Heckman. “No podemos replicar estos resultados con modelos genéricos. Se necesitan relaciones profundas y alianzas que vayan más allá del aula”.

Shelby Holman, CEO de Southern Imaginations y líder con amplia trayectoria en Head Start, enfatiza la importancia de las evaluaciones comunitarias y la sensibilidad cultural. “No podemos adoptar un enfoque único para todos. Los programas deben diseñarse con base en las realidades de cada comunidad”, afirma.

Holman también advierte sobre los desafíos financieros: “Los fondos federales se han mantenido planos. Eso significa que debemos ser muy estratégicos para mantener la calidad de los servicios a pesar de los aumentos en alimentos, renta e inflación”.

Un modelo a seguir

Para Holman, el futuro de la educación temprana pasa por aprovechar el conocimiento de líderes comunitarios. “Quienes ya han demostrado que pueden generar cambios positivos deben ser aliados clave en los esfuerzos nacionales”, asegura.

Baulos coincide: “La verdadera medida de calidad está en las interacciones adulto-niño. Programas como Head Start, que priorizan esas relaciones, son el modelo de lo que debería aspirar a ser el preescolar universal”.

McFall lo resume desde lo personal: “Como madre Head Start, el programa me permitió darle a mi hijo algo que yo no sabía que le faltaba. Ahora tengo el privilegio de apoyar a otras familias para que tomen la misma decisión. Ese es el verdadero impacto de Head Start”.

This article is from: