18/4/2015
El Ciudadano » El gran triunfo de Pinochet
El gran triunfo de Pinochet PATRICIO ARAYA G. · AYER 21:04 GENERAL
COMPARTE EN
COMPARTE EN
1
¿Será cierto aquello que, más importante que saber, es tener el teléfono del que sabe? Pinochet no sabía mucho, pero tenía el teléfono de Jaime Guzmán. Pinochet no era ni De Gaulle ni Eisenhower, quienes desde la milicia pasaron a la política –asegurándose el reconocimiento de los historiadores como auténticos estadistas–, sino más bien un militar mediocre, cuyo precario intelecto le impidió hacer el mismo tránsito democrático de sus famosos colegas generales; falencia que sin embargo no fue obstáculo para anotarse un triunfo en la historia chilena que muchos quisieran: seguir dirigiendo el país desde el más allá. Para Augusto Pinochet la política era una mierda, la consideraba innecesaria para armonizar la convivencia social; él era partidario de la lógica portaliana del gobierno fuerte, centralizado y autoritario; lo demás era música. El general poseía esa soberbia patricia del control absoluto sobre las cosas y las personas, aun desde lo sobrenatural: “Aquí no se mueve ni una hoja sin que yo lo sepa”. Solía referirse con desdén a los políticos, los llamaba ‘señores políticos’, término con el que significaba su desprecio por la democracia. Sin embargo, él mismo soñaba trascender como De Gaulle o Eisenhower. Tal vez por ello se aseguró un escaño como senador vitalicio. No quería esa muerte exiliada y humillante de O’Higgins. Para evitarlo, vaya paradoja, recurrió a un político. No a cualquiera, sino a un intelectual conservador y nacionalista de alcurnia: Jaime Guzmán Errázuriz, un hombre de inteligencia superior. Y no se equivocó. Esa alianza forjó su triunfo. Pinochet se valía de la coerción, Guzmán tenía la convicción. Un data:text/html;charset=utf8,%3Ch2%20class%3D%22titulartitular%20titularsingle%22%20style%3D%22boxsizing%3A%20borderbox%3B%20fontfamily…
1/4