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FUNCIÓN TERAPÉUTICA
La entrevista terapéutica es el procedimiento fundamental y necesario a través del cual operan todas las modalidades de intervención o tratamiento psicológico, es decir, las psicoterapias. Dada la naturaleza fundamentalmente verbal de la intervención psicoterapéutica, resulta imprescindible un contacto directo y personal entre el psicoterapeuta y su cliente-paciente, contacto que, además, se prolonga en el tiempo. Por tanto, establecer una comunicación fluida y adecuada entre paciente y terapeuta es un requisito imprescindible en psicoterapia, independientemente del modelo, enfoque, técnica, modalidad o estrategia de tratamiento que se utilice.
En cuanto al objetivo, viene determinado por la demanda con la que el entrevistado paciente acude a la entrevista: obtener alivio, mejora o curación para su trastorno, disfunción o enfermedad. Como es natural, el campo de las posibles demandas es extraordinariamente amplio, y, en consecuencia, los contenidos y objetivos específicos de estas entre vistas también lo son.
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Hay tres elementos que caracterizan la entrevista terapéutica y la diferencian notablemente de otras modalidades de entrevista psicológica: los interlocutores, el objetivo o finalidad y el contexto en el que se lleva a cabo.

El vínculo relacional hace referencia a las características afectivas de la relación, y se refleja en cómo el paciente percibe que está siendo comprendido, respetado y valorado. La calidad del vínculo está bajo la influencia de un conjunto de habilidades y características de la relación, como las que se indican más adelante. Las metas son los objetivos hacia los que se dirige la intervención psicoterapéutica. Varían en función del problema del paciente y sus características personales, pero también dependen del modelo o enfoque de psicoterapia que se utilice. Las tareas hacen referencia a los comportamientos y actividades que el paciente debe llevar a cabo tanto en la sesión como entre sesiones para conseguir los beneficios terapéuticos óptimos.

En relación con el vínculo, Rogers (1961) insistió en la importancia de que fuera real, no simulado, y para ello es necesario que el psicoterapeuta se esfuerce por mantener tres actitudes:
Aceptación incondicional, lo que implica evitar juicios o interpretaciones. Desde la perspectiva de Rogers, los consejos están fuera de lugar, aunque el paciente los pida con insistencia. Empatía. Percibir la experiencia del cliente desde su marco de referencia. Según Rogers, la técnica que potencia al máximo la empatía del entrevistador es el reflejo de los sentimientos. Congruencia. La actitud del psicoterapeuta debe huir del paternalismo y la superioridad. La congruencia conlleva consistencia entre los sentimientos y los comportamientos verbales y no verbales del terapeuta.

Sea cual sea el enfoque o modelo de psicoterapia en el que nos situemos, es evidente que se requieren ciertas habilidades para conseguir una comunicación efectiva con los pacientes.


Capacidad para proporcionar información relevante y ajustada a las necesidades del paciente.
Capacidad para captar las reacciones del paciente, desde sus emociones, sentimientos, ideas, opiniones, prejuicios y expectativas hasta el rol que desearían desempeñar en el proceso de la psicoterapia.
Habilidad para reconocer y legitimar o validar esas reacciones.
Habilidad para implicar al paciente en el logro de las metas y objetivos del tratamiento, lo que conlleva consensuar, negociar y motivar.
Capacidad para personalizar todas las anteriores en un paciente concreto, teniendo en consideración sus problemas, limitaciones, contexto social, recursos personales.