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Cierre

Lo que la pandemia nos dejó

Como mencioné en la introducción de este balance, el 2020 nos ha marcado a fuego en todo sentido. Sin embargo, un análisis global no sería completo si no mencionamos que ese contexto signado por la tragedia también nos ha dejado aprendizajes. No caben dudas que las dificultades inéditas a las que nos enfrentamos nos mostraron que tenemos la capacidad de adaptarnos y desarrollar soluciones aún en contextos extremadamente adversos.

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La cooperación, la solidaridad, el esfuerzo y la empatía -expresado en su modo más puro en el inquebrantable compromiso de miles de trabajadores esenciales y voluntarios que pusieron el cuerpo aún en los momentos de mayor incertidumbre- son valores que cuando se ponen en acción logran resultados extraordinarios porque cohesionan a una comunidad detrás de un propósito.

La Ciudad de Buenos Aires tuvo la virtud de entender que para movilizar la fuerza de ese propósito compartido debía gestionar esta crisis con total transparencia; comunicando de forma abierta y clara; siendo cuidadosos con las expectativas y los pronósticos; apegándose a los datos y la evidencia científica; priorizando a los sectores más vulnerables; y mostrando capacidad de adaptación ante las diferentes etapas de la pandemia.

Ese proceso no sólo tuvo muy buen resultado desde lo sanitario, sino que también dejó aprendizajes valiosos y aceleró avances que quedarán como un patrimonio social y positivo más allá de este contexto.

Por ejemplo, no caben dudas que el sistema de salud de la Ciudad queda fortalecido. No sólo en infraestructura, especialmente en lo que respecta a Unidades de Terapia Intensiva, sino también en capacidad operativa. De hecho, a raíz del COVID-19 se incrementó en un 12% el plantel de profesionales en las áreas de salud, que previo al inicio de la pandemia, a febrero del 2020, tenían una dotación de 891 de profesionales de bioquímica; 9.445 de enfermería; 6.337 del escalafón general; 646 de kinesiología; 12.342 de medicina; y 3.074 de técnicos de salud.

Herencias similares podríamos señalar sobre la movilidad, la asistencia social, la educación y sobre cada área de Gobierno que queramos analizar. Todas han tenido que adaptar sus procesos y diseñar soluciones nuevas a circunstancias únicas. Invirtiendo y enriqueciendo sus capacidades de gestión.

Pero también en el plano legislativo podríamos encontrar ejemplos de cómo el contexto de pandemia ha dejado su huella positiva. Por ejemplo, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, durante 2020 a raiz del contexto sanitario se desarrollaron iniciativas que favorecieron los procesos de modernización y transparencia. Se implementaron las sesiones de forma remota; se incorporó un sistema para la presentación de proyectos de forma 100% online; se organizaron reuniones de comisiones y audiencias públicas con participación de ciudadanos de forma remota que incrementó la participación ciudadana. Estas nuevas capacidades, entre otras, permitieron que a pesar de las restricciones, la Legislatura lograse un desempeño muy bueno en términos de producción legislativa: 26 sesiones; 2600 proyectos presentados; 107 leyes sancionadas; más de 250 reuniones de comisiones y 30 audiencias públicas.

No caben dudas que la pandemia nos dejó muchas incertidumbres pero también varias certezas, entre ellas que cuando existe un propósito en común, se trabaja con honestidad intelectual y transparencia, podemos lograr cosas importantes. Si bien todavía falta mucho para que podamos decir que esta situación ha quedado atrás, sabemos que cuando sólo sea un recuerdo habremos crecido un poco más como sociedad.

/NataliaFidelOK @nataliafidel @nataliafidel

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