EL TRABAJO UNIVERSITARIA.
POR
COMPETENCIAS
EN
LA
ENSEÑANZA
Miguel A. Zabalza Beraza Catedrático de Didáctica y Organización Escolar Facultad de Ciencias de la Educación Universidad de Santiago de Compostela
Introducción: buscando un nuevo diseño de la Educación Superior “Un verdadero viaje de descubrimiento no consiste en llegar a nuevas tierras sino en tener una nueva mirada” Proust
Como quizás los lectores de este texto ya conozcan de sobra, las universidades europeas estamos en la actualidad embarcados en una intensa aventura a la que hemos denominado proceso de convergencia. Convergencia hacia un espacio europeo de Educación Superior, es decir, a una forma compartida de diseñar y llevar a cabo la formación de nuestros universitarios. Estilo formativo que, pretendidamente, debe ser actual y atractivo de forma que las universidades europeas puedan competir con las americanas y asiáticas a la hora de atraer estudiantes deseosos de recibir una buena formación. Un gran reto, como es fácil de ver para quien conozca, siquiera un poquito, la cultura institucional de nuestras universidades, generalmente muy asentada en tradiciones y rutinas asentadas durante siglos. No es fácil diseñar un proceso de transformación para las universidades. Un Rector, no muy optimista como se puede ver, dijo en una ocasión que intentar reformar la Universidad es como intentar reformar un cementerio, se puede contar con cualquier menos con los de dentro. Y algo parecido debía pensar aquel ministro de Educación portugués que declaró que “las universidades no se reforman, se crean otras nuevas”. Y sin embargo, en ello estamos. Y algunos, no diré que todos, con mucha ilusión. Este proceso de convergencia vinculado a la Declaración de Bolonia del 1999 ha supuesto un fuerte y profundo revulsivo en la estructura y dinámica de actuación de nuestras universidades. Aunque las propuestas que están sobre la mesa de los Ministerios afectan a muchos niveles de las políticas universitarias, lo que subyace a todas ellas es que la convergencia puede y debe actuar como oportunidad para la mejora de la docencia universitaria. Es una idea que he vuelto a escuchar muchas veces y en ambientes muy distintos. Idea que yo mismo he ido enfatizando en cuantos foros he participado: sea lo que sea todo este proceso de convergencia (y lo cierto es que puede ser abordado y leído desde múltiples perspectivas), lo que no deberíamos, en ningún caso, es dejar pasar la oportunidad que se nos ofrece para modernizar nuestra Educación Superior con cambios significativos en la orientación de la formación que ofrecemos a nuestros estudiantes. Debe ser la oportunidad para proyectar una mirada pedagógica sobre la universidad y recuperar parte de la tensión y esfuerzo por mantener altos niveles de calidad de la docencia que la aparición de otras prioridades institucionales (la investigación, el crecimiento del número de estudiantes, la financiación, la proyección social, etc.) ha hecho que se fuera perdiendo en los últimos años.
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