Sócrates

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Sócrates: En relación a la educación Para comprender la importancia de los aportes de Sócrates, realizaré una breve síntesis acerca de cuál era la situación educativa en Atenas por ese entonces. La ciudad estaba constituida por alrededor de 100.000 personas, de las cuales un 70% eran esclavos y un 45% extranjeros. Estos últimos no gozaban de todos los derechos de la ciudadanía, pero sí participaban de las actividades comerciales y educacionales de la ciudad-estado. Los niños atenienses eran educados en sus casas hasta cumplir los seis años, edad en la que comenzaban a asistir a la escuela. Allí, los infantes se instruían en gimnasia, ciencias y literatura. La educación estaba regida por un profundo racionalismo, considerando a la razón como la cualidad más importante del hombre. Durante este período la economía ateniense estaba transformándose de una economía basada en la agricultura, a una economía basada en lo comercial. En este contexto surge una corriente de maestros pagos, llamados sofistas, cuyo mayor exponente fue Protágoras. Éstos fueron centro de numerosas críticas por parte de Sócrates. Según sus concepciones la intención de la educación debe estar dirigida a aquello necesario para lograr el progreso humano. Fueron totalmente escépticos acerca de la existencia de los dioses, argumentando que en una sociedad en la que prevalece la injusticia resulta difícil pensaren una intervención divina. Enriquecieron la cultura dando importancia a la oratoria, pero al ser maestros pagos, muchos los han criticado (entre ellos Sócrates), acusándolos de vender la verdad. Ahora bien, debemos continuar con los aportes de Sócrates a nivel educación y ciencia. Según nuestro filósofo de análisis, la tarea del maestro consiste en eliminar (a través de preguntas) los prejuicios, reconocer las limitaciones, ya que allí es donde radica la posibilidad de educación. El educador, debe “despertar” al hombre común. Así, Frederick Mayer definía la intención de Sócrates (a mi parecer muy acertadamente): “… “Conócete a ti mismo”, era la nota dominante en las enseñanzas de Sócrates. La vida sin reflexión no vale la pena ser vivida y la razón es la guía que lleva al hombre a la emancipación. En la filosofía de Sócrates, la virtud y el saber son una misma cosa. La primera conduce a los buenos hábitos, mientras que el segundo nos da una correcta imagen del hombre, del universo y de Dios.” De esta manera podemos afirmar que Sócrates fue más que nada un moralista en lo que respecta a la educación: no estaba muy interesado por la ciencia en sí, sino que su atención estaba focalizada en el “problema del hombre”. Debemos tener en cuenta que en la Atenas de aquellos días existía un gran cambio en cuanto al problema filosófico: se estaba pasando de un análisis filosófico focalizado en la naturaleza y el asombro por las cosas que allí ocurrían, para centrar el examen exclusivamente en el hombre. Sus métodos lo ubican en la adjudicación de dos cosas sumamente importantes a nivel de conocimiento y ciencia: argumentos inductivos y definición universal. Debemos tener en cuenta que utilizaba el método dialéctico y se le atribuye la creación de la mayéutica. Explicaremos ahora cada uno de estos conceptos y métodos.


Etimológicamente la palabra mayéutica hace referencia a “la que se ocupa del parto”. Sócrates utilizó este término orientándolo obviamente a un sentido filosófico, considerándolo como “el arte hacer nacer”, teniendo en mente de hacer nacer al ser humano pensador. Las premisas sobre las cuales se funda este método, consisten en considerar que el ser humano posee inconscientemente conocimientos y experiencias de vidas pasadas. De esta forma, a través del método socrático, se logran hacer consientes aquellas verdades latentes. Podemos determinar que los elementos del diálogo socrático son la pregunta, la respuesta, el debate y la conclusión. Así, se pueden distinguir las siguientes fases: • La ironía socrática. Generalmente, Sócrates comenzaba interrogando a sus discípulos a través de la pregunta “¿Qué es…..?” y a partir de allí, el estudiante responde casi sin analizar aquello que cree es cierto. De tal forma se inicia el diálogo, el intercambio mediante el cual Sócrates pone a prueba hasta qué punto es verdadero aquello que piensa el discípulo, concluyendo que el pensamiento estaba errado o incompleto. Utilizando la ironía “Sólo sé que nada sé”, se pone en el papel del interrogador que quiere saber, pero no hace más que utilizar esa máscara para desenmascarar que su interlocutor no está del todo seguro de su pensamiento. Sólo a través del reconocimiento de la ignorancia, se pueden generar las condiciones necesarias para la búsqueda de la verdad. • La mayéutica. Una vez que el discípulo logra comprender su ignorancia respecto al tema, libre de prejuicios, está en condiciones de deliberar cuál sería la verdad acerca del tema en cuestión, intentando con esto lograr una definición universal acerca de ello. • Conclusión. (En griego se utilizaba la palabra Aloétheia, que significa “verdadero”). Luego del debate, se llega a una conclusión a partir de la cual el alumno ha descubierto una verdad de la que “se hace dueño”. Aquí se intentaba alcanzar la presunta definición universal que se buscaba. Este método fue aplicado ampliamente para el examen de los conceptos morales claves. Sócrates comenzó a realizar estos debates con sus compañeros atenienses después de una visita al oráculo de Delfos. Tal como hemos visto, la práctica implica efectuar una serie de preguntas alrededor de un tema o idea central, y responder las otras preguntas que aparezcan. Normalmente, este método se usa para defender un punto de vista en contra de otra posición. La mejor forma de evidenciar el acierto de un “punto de vista" es hacer que el oponente se contradiga a sí mismo y de alguna forma apruebe el "punto de vista" en cuestión. Sócrates generalmente aplicó este método de examinación a conceptos que parecen no tener una definición concreta u objetiva. Por ejemplo, conceptos pertinentes a la moral como virtudes de piedad, sabiduría, templanza, coraje y justicia. Este examen desafiaba las creencias morales implícitas de los interlocutores, trayendo a colación inconsistencias y casos inadecuados que no cuadraban con sus creencias. A la vista de estas incompetencias, el mismo Sócrates declaró su ignorancia, donde otros todavía proclamaban tener acierto o conocimiento. Sócrates creía que su conocimiento o percepción de su ignorancia le hacía ser más sabio que aquellos que, aunque ignorantes,


clamaban tener conocimiento. Aunque esta creencia parece ser para paradójica o contradictoria a primera vista, de hecho le permitió a Sócrates descubrir sus propios errores donde otros asumían que estaban acertados. Este hecho, es conocido por la anécdota del oráculo de Delfos que se pronunció diciendo que Sócrates era el hombre más sabio entre todos los hombres. Algunas preguntas de estilo socrático son: • ¿Qué quieres decir realmente con...? • ¿Cómo llegas a esa conclusión? • ¿Qué es lo que realmente se está diciendo? • Supón que te equivocas. ¿Qué consecuencias tendría eso? • ¿Cómo podría saber que lo que dices es verdad? • ¿Por qué es esto importante? Este método le valió a Sócrates el ganarse una serie de enemigos, ya que a través del mismo se pone en evidencia la ignorancia que poseen algunos que creen saberlo todo. A través de sus preguntas (en general retóricas), el interlocutor intenta defender su pensamiento, pero a medida que el diálogo va transcurriendo, se comienza a encerrar en sus propias ideas, quedando al descubierto su debilidad respecto a aquello que se pensaba. Algo que sobresale en la figura de Sócrates, es que vivió de acuerdo a sus ideales. Su pobreza se debió, en gran parte, a que consideraba que el desarrollo intelectual era más importante que la riqueza exterior: el saber era un bien en sí mismo. Fiel a sus convicciones, llama la atención la integridad y la dignidad con la que se manejó dando cuenta de aquello que predicaba: la moral es una norma que debe aplicarse en todos los momentos de la vida, hasta en los que parezcan más insignificantes. Respecto a la función del maestro, Mayer sostiene: “La mayoría, pensaba (Sócrates), están guiados por pensamientos irracionales y por la pereza, y viven en una cueva llena de medias verdades e ilusiones. Cuando el alumno despierta, y una vez que adquiere conciencia de sí mismo, halla un nuevo significado de la vida. Sondea e interroga. Lo guía la curiosidad y se complace en los sondeos intelectuales. Sin embargo, Sócrates sostenía que la educación tenía una última finalidad social. Lo que importa no es nuestro brillo, sino la forma en que irradiamos nuestras ideas y transformamos la sociedad de modo que la moral se combine con la inteligencia”

Nadia Coltella. Reseña del texto de Mayer, Frederick, Historia del pensamiento pedagógico, Capítulo 8


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