VALIENTES - Una Historia de Mujeres | MAEM Abr 2022

Page 1

VALIENTES UNA HISTORIA DE MUJERES


ESTENILAV SEREJUM ED AIROTSIH ANU


VALIENTES UNA HISTORIA DE MUJERES

RETRATOS DE LAS VETERANAS DE LA GUERRA DE MALVINAS IVY PERRANDO SCHALLER


VALIENTES Una historia de mujeres Ivy Perrando Schaller Nacida en 1982 en Río Gallegos, Santa Cruz Fotógrafa documental


Esto es personal. Es importante que cuando leas esto, lo sepas, desde el principio. Yo no sabía que hubo mujeres en Malvinas. ¿Lo sabías vos? Bueno, bienvenido al club. Asi como vos y como yo, son miles, millones los que tampoco sabían. Con el tiempo algunas empezaron a hablar, usando su voz como una herramienta para sanar. Con el tiempo, algunas siguieron en silencio. Con cajas cerradas, empolvadas y herméticas donde guardaron los recuerdos de la joven que alguna vez fueron. Con el tiempo, empezaron a responderme los mensajes. Los llamados. Algunas más rápido, otras más lento. Si el tiempo es relativo, ¿Qué es rápido y que es lento? Fue su proceso. Nadie puede juzgar cuánto puede llevar hablar de algo que duele. Y, sin embargo, hablaron conmigo. Las doce. Las doce que quedan vivas de un grupo de dieciséis mujeres que fueron a Malvinas. Que llegaron a Malvinas. Algunas, que pisaron Malvinas. Todas con un ideal en el pecho y una misión por conquistar. Y para muchas, el hecho de “ser de Gallegos” fue la llave que me abrió la puerta a sus historias. Para muchos, los que se oponían, los que desconfiaban, los que cuestionaban, cuando supieron que era de Gallegos dejaron de tratarme de explicar “que se siente en una Vigilia”. Dijeron “ah, vos entendés”. Si, entiendo. Entendí. Entendí como lo hizo cada pueblo costero de nuestra provincia que vivió los 74 días del Oscurecimiento. Como entendieron los que iban a “la ría” de Gallegos a ver a los Halcones de la V Brigada volar hacia el este por el Rio Gallegos, con un destino cierto, Malvinas. Y con un destino incierto también, volver a casa. Entiendo, porque no lo viví pero mi pueblo me contó. Entiendo, porque se me hizo carne y espíritu en cada 2 de Abril, desfilando por la avenida principal, con


mi uniforme de colegio católico y las piernas rojas de frio mientras el pueblo patagónico que me vió nacer enchía su pecho de orgullo, por amor a la tierra de nacimiento o por adopción, pero que reclamaban como suya. Entendí. En cada reunión de mis vecinos alrededor de una cocina de campaña esperando con manos temblorosas un vasito con chocolate caliente. Por eso, esto es personal. La desmalvinización que intentó erradicar la memoria, a nosotros nos pasó por alto. No fue contrincante para un viento mucho más fuerte, más intenso, más voluntarioso. Soy lo que soy, porque mi pueblo me hizo así. Y cuando me enteré que ellas existían, las fui a buscar. Valientes cuenta una historia de dieciséis mujeres. Tres que fueron en una misión de paz. Seis que estuvieron en el Buque Hospital Irizar. Seis más que estuvieron embarcadas. Una sola que se manchó sus botines militares de turba malvinense al bajar en Puerto Argentino cuando cruzó el puente aéreo en busca de soldados heridos. Mujeres decentes, nobles, dignas. Damas de la Patria, si acaso pudiera acuñar una medalla para ellas. Valientes. Siempre valientes. Te invito a que recorras estos rostros, veas en sus sonrisas o en sus miradas los recuerdos de una historia que pasó hace 40 años pero que aún sigue viva. Que te sepas sus historias, que te aprendas sus nombres. Son sólo dieciséis en una nómina de más de veinte mil. Y ellas, como todos los demás, fueron con una misión. Fueron dispuestas a vencer. Dispuestas a ayudar. Dispuestas a cumplir con lo que sentían que tenían que hacer.


Hace cuatro décadas hubo dieciséis mujeres que, en una de las épocas mas oscuras de nuestra historia nacional, dieron un paso al frente, ejerciendo el soberano derecho de elegir dónde querían estar. Qué querían hacer. Un derecho que a veces, en nuestra época moderna, nos cuesta. En contra de todos los pronósticos, de todas las listas, de todos los esfuerzos, dieciséis mujeres se las ingeniaron para estar allí. Llegar. Mas cerca o mas lejos, llegaron. Y estas son sus historias. Estos son sus rostros. Muchas de ellas pasaron por nuestra provincia. Santa Cruz es Tierra de Veteranas, como me dijo una enfermera que vivió la Guerra en el Hospital de Río Gallegos. En nuestro viejo aeropuerto de Gallegos. En las ciudades de nuestra costa: Caleta, Cañadón Seco, Deseado, San Julian, en Punta Quilla, en Santa Cruz. Valientes, no podía salir de otro lado que no fuera nuestra provincia Mi mayor logro y mi mayor orgullo es haber completado una tarea que no terminó nadie. Y hoy, vos estás viéndolas. Mi trabajo terminó. Ahora empieza el tuyo. Gracias Santa Cruz.




María Marta Lemme 26 años. Civil. Instrumentadora Quirúrgica del Hospital Militar Central Dr. Cosme Argerich - Buque Hospital Almirante Irízar Voluntaria. De todas las Veteranas de Malvinas, María Marta es las más fácil de reconocer. Petisita, canchera y con lentes negros mirando hacia el costado con esa actitud que mostraba, en las fotos que hizo Silvia, bastante más seguridad de la que realmente tenía encima. “Creo que todos nosotros hacemos patria, con nuestro trabajo, nuestros sentimientos, poniendo el hombro al trabajar, y nosotras fuimos a Malvinas a trabajar. A ayudar a aquellos que estaban peleando por la Patria”. Mientras sus manos sostienen la carta de un soldado que ella asistió a bordo del Irízar donde éste le contaba la pena de no haber podido asistir al casamiento al que había sido invitada y la felicidad de volver a encontrarla. María Marta encierra en sí misma el legado de las mujeres que estuvieron codo a codo trabajando en la sanidad y con la voz amable y el humor alegre que aún hoy recuerdan los heridos que fueron atendidos por ella. “Tuve tres grandes crecimientos en mi vida”, dice mientras mira las fotos de esa época: “ir a la guerra, criar a mi hija y conocer el mundo. Tres formas distintas que en tres momentos diferentes me hicieron crecer más rápido de lo que hubiera deseado, sin embargo, no reniego de mi experiencia. Soy quien soy porque es la vida que, en parte me tocó, y en parte elegí vivir”.





Norma Navarro 27 años. Civil. Instrumentadora Quirúrgica del Hospital Militar Central Dr. Cosme Argerich - Buque Hospital Almirante Irízar Voluntaria. “Era una escena dantesca” Son las palabras con las que Norma rememora esa noche del 13 de Junio donde después de una larguísima cirugía, salió a la cubierta del Buque Hospital Irízar fondeado en Bahia Groussac, frente a Puerto Argentino. El fuego de la artillería encendía el rostro de la instrumentadora, iluminado por el fuego cruzado de los hombres que combatían por un archipiélago al ubicado al del mundo y frente a sus ojos. La artillería y los fuegos de las bengalas mostraban brevemente sombras y luces de combate y muerte, con las voces de los heridos apagadas por los estruendos de los morteros. La mirada de Norma, al principio, pone distancia y hace sentir el peso de su silencio. Para el espectador nuevo, pareciera que pone una barrera, sin embargo, es una profunda timidez y una capacidad de observación y sensibilidad enormes. Sus manos de dedos delicados, los que ayudaron a salvar vidas y piernas de soldados provenientes de las islas es un recordatorio constante de su experiencia y la interpelación a todo argentino a no olvidar.





María Angélica Sendes 33 años. Civil. Instrumentadora Quirúrgica del Hospital Militar de Campo de Mayo -Buque Hospital Almirante Irízar Voluntaria “Ya no puedo salir a ver fuegos artificiales”, dice Angélica con voz trémula recordando las noches que pasó en la cubierta del Irízar. Al ser la de más edad y experiencia, se convirtió en la coordinadora de este grupo de seis mujeres que habían viajado casi tres mil kilómetros al sur a prestar ayuda. “Fue un honor estar ahí, la experiencia más triste de mi vida, pero aun así, enriquecida por el compañerismo de toda la tripulación de la que también nosotras formamos parte”. Después de la guerra, Angélica continuó su trabajo en la sanidad, se dedicó a la docencia de adultos y poco volvió a hablar de ésa época. Las fotografías mostradas en esta serie fueron realizadas con un teleobjetivo de 300mm, a más de ocho metros de distancia dado que el hogar en el que ella vive tenía prohibido las visitas en la época de la Pandemia. Aún así, sus manos sostienen una carta que la fotógrafa le escribió para poder contarle sobre su proyecto y, ante la distancia social a la que estaba obligada y en honor a todas esas cartas escritas por manos argentinas a los soldados en Malvinas, 40 años más tarde esa tradición también fue honrada.





Liliana Colino 26 Años. Auxiliar del Hércules C-130 Hospital Reubicable de la Fuerza Aérea - Comodoro Rivadavia Cabo Principal Mientras terminaba de armar los botiquines de las misiones de rescate del Hércules C-130, Liliana escuchó la voz del Capitán Médico Adolfo Smith que le decía “¿venís” y, sin dudarlo, respondió que sí. La noche del 21 al 22 de Mayo marca el momento en que la única mujer con rango militar pisa Malvinas en una misión de logística y rescate de heridos en Puerto Argentino. Mientras coordinaba la subida de las ambulancias que debían entrar en reversa por la rampa del Hércules estando ambos en movimiento para subir los heridos, Liliana estaba en la pista con la mirada puesta en “esa serpiente de luces rojas que bajaban hacia nosotros” en referencia a la hilera de móviles que transportaban soldados del frente de la guerra. Cuando escuchó de la alerta de Harriers en zona, corrió hacia el Hércules mientras sus botines hacían sopapa contra la turba malvinense ya que con la pista bombardeada y en la oscuridad podía tropezarse. Desde la rampa del Hércules armaron una cadena de hombres que, aferrándose entre sí, hacían ademanes desesperados para que corriera más rápido, hasta que su pequeña mano fue aferrada por uno de los oficiales y la tiraron hacia dentro de la panza del avión al levantar vuelo. Lo último que vió fue cerrarse la rampa y las luces de Puerto Argentino.





Silvia Barrera 23 años. Civil. Instrumentadora Quirúrgica del Hospital Militar Central Dr. Cosme Argerich – Buque Hospital Almirante Irízar Voluntaria Cuando Silvia le contó a su padre que al día siguiente partía para Malvinas, el militar retirado salió corriendo a comprarle una cámara y varios rollos. “Quiero saber todo de las islas” le dijo, mientras le enseñaba a su hija cómo atarse los botines con eficiencia castrense. A pesar de la seguridad estricta y la profunda censura que existía en el país Silvia Barrera es una de las pocas argentina que logró traer al continente pruebas contundentes de la presencia de mujeres en Malvinas, a bordo del Buque Hospital Almirante Irízar. Logró atravesar la seguridad de ambas naciones escondiéndose algunos rollos en su ropa interior y la cámara, una Minolta Autopak llegó sana y salva con los registros de esos siete días que vivieron a sólo 500 metros de la costa de las Islas. Es esa la misma cámara que llevó para la sesión de fotos y sostiene en uno de sus retratos.





Marcia Marchesotti 21 años. Civil. Radio Operadora Naval de la Marina Mercante Embarcada en el B/M RIO CINCEL Voluntaria De familia Naval, Marcia observa el mundo desde una mirada profundamente analítica, sobre el rol que las mujeres en general y las pertenecientes a la Marina Mercante en particular, tuvieron en Malvinas. Formada en la especialidad de Radiocomunicaciones en la Escuela de Nautica Manuel Belgrano, siguió navegando mientras estudiaba abogacía, profesión que ejerce hasta el día de hoy. En su diálogo, Marcia elige qué palabra usar con una precisión quirúrgica, de esta forma, enriquece valiosamente su testimonio. Profundamente empática y sensible a una causa que lleva muy dentro de su corazón. Pero su proceso de apertura, a contar su experiencia, comenzó con el hecho concreto de abrir una caja de recuerdos, que su madre le había dado antes de morir. En ella se encontraban las cartas que había escrito a su familia desde Puerto Argentino y volvió a leer. Marcia parece distante detrás de sus lentes Ray-Ban, pero para aquellos que ella entiende cercanos, regala unos centímetros de su mirada penetrante, cálida y risueña.





Mariana Soneira 19 años. Civil. Radio Operadora Naval de la Marina Mercante Embarcada en el ARA BAHIA SAN BLAS Voluntaria Ella cumplió 19 años el 27 de Marzo de 1982. No mucho más joven que los miles de muchachos que estaban en las Islas para la gesta, con su pelo atado y su moño en la cabeza, esta muchacha pasaba sus dias y sus noches en su puesto: la radio. Como a todas las tripulantes de la Marina Mercante y por su juventud, al estar en el último año de la Escuela, se le dió la opción de bajar, y así como el resto, ella decidió quedarse en su barco ejerciendo la tarea para la cual se había preparado. El primero de sus días tristes fue cuando pintaron de negro su ojo de buey, el unico espacio de luz y amplitud de su pequeño camarote, para evitar que se vean las luces interiores. Después vendrían más días de tristeza, de peligro y de silencio de radio, navegando en sigilosa, transportando carga, combustible y armamento durante la guerra. Hace 30 años que vive en Ushuaia, convirtiéndola en la Veterana “del fin del mundo”, y aunque bajó de su buque hace varias décadas, aún continúa haciendo radio como LU4XYL para quien quiera comunicarse con ella.





Marta Gimenez 23 años. Civil. Oficial Comisario Naval de la Marina Mercante Embarcada en el B/M CANAL BEAGLE Voluntaria Integrante de la primera generación de mujeres oficiales de la Marina Mercante, Marta partió rumbo al Teatro de Operaciones , con la certeza de que como única mujer de su barco, tenía sobre sus hombros el deber de ejercer su especialidad de la mejor forma para uno de los momentos más terribles de nuestra historia como país. Risueña y orgullosa de su pertenencia a la Marina Mercante, Marta eligió el predio de su escuela para hacer su retrato, con el rostro de Belgrano de fondo y los colores del pabellón argentino con los que eligió vestirse. Su experiencia vuelve a poner en tablas las distintas tareas que las veteranas ejercieron en la Guerra, moviéndolas de noblísima vocación de servicio como es el llamado a la sanidad y poniendo atención en aquellas mujeres que fueron con otras especialidades y labores, de apoyo y de logística de las cuales Marta en su carácter de Comisario de a Bordo debió prestar la mayor atención porque en ella recaían enormes responsabilidades con respecto a su tripulación. Hoy vive cercana al mar del cual jamás se alejó del todo y en el sonido de las olas al romper contra la costa, rememora con orgullo la participación que tuvo, voluntaria y valiente.





Doris West 50 años. Civil. Enfermera de ELMA en el buque carguero B/M FORMOSA Voluntaria Ella quería viajar. Como experimentada enfermera del Hospital Británico, cuando supo que ELMA estaba buscando personal de sanidad, presentó su curriculum y fue tomada en seguida. Asi, esta señora de menuda estatura e independiente carácter dio varias veces la vuelta al mundo, antes, durante y después de Malvinas. Para 1982 tenia 50 años. Bordaba punto cruz cuando cayó la primer bomba. Para cuando se escuchó el impacto de la cuarta, la aguja y el bastidor estaban en el suelo del camarote mientras ella se predisponía a atender los posibles heridos. El Formosa había sido bombardeado. Con 92 años recién cumplidos, sus ojos color turquesa miran hacia el horizonte y trata de explicar “qué sonido hacen las bombas cuando caen”. O, peor aun, el silencio que se alarga cuando ésta no explota. En medio de la bodega del Formosa, quedó dormida la última bomba, que viajó de vuelta a continente mientras la tripulación del Formosa se iban a los camarotes con el chaleco salvavidas puestos Pero, en la dulce voz de esta descendientes de daneses, ella nos recuerda “Demás esta decirte, esa noche no durmió nadie”. Doris sigue caminando con paso agil y decidido por las calles de Buenos Aires, pequeña y menuda con su trajecito sastre y un broche en la solapa. Se toma el 56 para volver a casa y, entre medio de millones de personas en la gran ciudad, ella es la única mujer argentina en haber recibido fuego amigo durante la Guerra de Malvinas.





Graciela Cáceres 21 años. Civil. Oficial Comisario Naval de la Marina Mercante Embarcada en el B/M RIO CINCEL Voluntaria En Graciela se unen varias historias que la hacen única. Es la que nació más al norte de nuestra patria, en Catamarca. También, es uno de los dos casos, inéditos en nuestro país y nuestra historia, donde ella, como su hermano Horacio, llevan en sus pechos la medalla que los identifica como Veteranos de la Guerra de Malvinas. De carácter firme ante las decisiones tomadas, nadie pudo convencerla de que su destino no era otro que el sur del sur cuando la Patria hizo el llamado en hora de necesidad. Sin saber que su hermano la seguiría en el destino, su mayor miedo fue saber que mientras ella estaba embarcada a meros metros de Puerto Argentino, en ese mismo lugar también estaba su hermano, su sangre, su familia, compartiendo una experiencia distinta pero aunada en la valentía de haber dado un paso al frente entregando un cheque en blanco a lo que vendría después. Hoy, pasa sus días en Mar del Plata, cercana al mar del cual se enamoró en su juventud, compartiendo el aprecio por la fotografía y la vida de aventuras que le siguió a la Guerra, rememorando con el cálido afecto norteño a aquellos jóvenes que, como su hermano, fueron a defender a la Patria, un concepto a veces tan intangible pero tan real que al día de hoy, las palabras sobran para explicarlo.





ESTADO MAYOR CONJUNTO DE LAS FUERZAS ARMADAS CIVILES VOLUNTARIAS MISIÓN DE PAZ “INFLUENCIA” Maureen Doland de Richards - Sylvia Storey - Cristina María Cormack Entre Cristina María Cormack, Sylvia Storey y Maureen Doland de Richards había cosas en común: una de ellas, saber hablar inglés. El 16 de abril aterrizaron en un Fokker en Puerto Argentino, y fueron recibidas por el gobernador de las Islas Malvinas, Mario Menéndez. Fueron voluntarias en una Misión de Paz organizada por el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. Maureen y Sylvia despidieron a sus hijos, Cristina, una joven estudiante de geografía, y cinco hombres más, embarcaron hacia las Islas con una tarea que tomaron muy en serio: hacer contacto con los malvinenses. No fue poca sorpresa ver un pueblo pesquero alejado del mundo, casas pequeñas y ordenados jardines, ovejas y varios tanques de YPF. 1800 almas vivían allí. Maureen era cuarta generación de irlandeses, sabía muy bien quiénes eran los británicos y de su mala costumbre de querer quedarse con tierras de otros. Sugirió que hablarles en su propio idioma serviría para apaciguar las dudas ahora que las Malvinas habían sido recuperadas. Cristina fue un poco más adentro, llevándoles cartas de las familias que los habían recibido en Continente, fue tocando la puerta en cada casa, extendiendo una rama de olivo con un sello postal argentino. Ellos estaban dispuestos a escuchar, a intercambiar inquietudes. Algunos habían elegido quedarse y otros dejar Las Islas, vía Uruguay.

Silvya despidió en Continente a su marido y a sus cinco hijos argentinos. Había aprendido dotes diplomáticas de su padre, quien la trajo a Argentina con 7 años, en 1938 cuando lo designaron en la Embajada Británica de Buenos Aires. En su corazón, entendió que hablar su idioma sería mejor para transmitir que la reconquista argentina no vulneraría sus derechos. Volvieron a Malvinas por segunda vez el 24 de abril. Desde los arbustos saltaban soldados pidiendo “el santo y seña” y solo escucharlas hablar argentino los aplacaba, aún con reticencias, porque nadie sabía que estaban allí y mucho menos para qué. Tuvieron una reunión en el Correo Central de Puerto Argentino, parte de una supuesta misión de inteligencia “organizada por el Estado Mayor Conjunto”, la “Misión Influencia”. Pero ya no había espacio para hablar de una transición de paz. Los engranajes de la guerra estaban en movimiento. Tomaron las Islas Georgias, empezaron los bombardeos y todo se interrumpió. Hoy solo una de ellas está viva, Cristina. Fueron voluntarias en una Misión de Paz, con el idealismo de creer que podrían haber evitado una guerra. Fueron testigos de los errores de quienes decidían desde la ignorancia para resurgir un sentimiento patriótico que jamás explicó lo que a nuestra Nación le costaría. Y cuando volvieron a Buenos Aires, fue como si la Guerra de Malvinas nunca hubiera sucedido. Buenos Aires seguía igual. La población manipulada, la información tergiversada y el pueblo, entre el patriotismo y su propia vida, en lugar de espectador.

Texto extraído de la Obra de Teatro “Valientes: Una historia de Mujeres” escrito por la Directora de Teatro Victoria Lerario, oriunda de Tierra del Fuego y la fotógrafa Ivy Perrando Schaller, estrenada la noche del 02 de Abril del 2022 en la Vigilia de Ushuaia frente a más de veinte mil personas.





Ivy Perrando Schaller Nacida en Río Gallegos, Santa Cruz, en 1982. Fotógrafa documental. Sostuve mi primer cámara el 1 de Marzo de 1995. Lo recuerdo porque ese fue el día en que comencé el secundario. Sabía que era un momento importante y sacar la cámara de mi familia sin permiso, valía la pena si acaso podía registrar ese instante. Años mas tarde me daría cuenta que mi vocación por registrar personas y momentos sería el llamado para el cual toda mi formación fotográfica estaba destinada. Pero porque nací con tres riñones, desde el principio nunca tuve la opción de ser "normal". Junto al mundo creativo, me formé en la ley. Mis primeros años de universidad fueron estudiando abogacía. Enamorandome del espíritu que los ideales humanos buscaban plasmar en las reglas que nos constituían como Nación y como sociedad. Y en ambas esferas existía en mí, el profundo sentido de Justicia. Si entendemos Justicia como "darle a cada uno lo que corresponde", entendi que a través de la fotografía yo también podía contar historias, las pequeñas, las que no parecieran importantes, pero qué, para mí, eran las pequeñas piedras que al moverse de una montaña podían provocar una avalancha. Valientes tiene que ver con eso: entre una nómina de más de veinte mil hombres, sólo dieciséis son mujeres. Y mi historia, pequeña y lejana para una visión sesgada de porteñocentrismo, se transformó en la herramienta para contar dieciséis historias más a un país que al día de hoy no está seguro si existen las Veteranas de Malvinas. A 40 años de la Gesta, tres años de intensísima y desgastante investigación llega a su temporada de cosecha: hoy podemos decir, sin atisbo de duda alguna, a través de las fotografías, de los testimonios, de los testigos presenciales y las protagonistas que aún siguen vivas, que nuestra historia puede estar completa. Es un trabajo del Sur del Sur, para Argentina. Para el mundo. Pero por sobretodo, para los veteranos y veteranas que temen que el día en que muera el último de ellos se olviden para siempre sus historias. Valientes reafirma la certeza absoluta que así como mi pueblo, Río Gallegos, jamás olvidó... las generaciones futuras que estudien Malvinas recordarán las historias y seguirán contándolas hasta que volvamos a ver flamear el pabellón argentino en ese archipiélago que soberana y eternamente es nuestro.



MUSEO DE ARTE EDUARDO MINNICELLI Coordinación: Bettina Muruzábal Área Patrimonial: Mariela González Área Arte y Educación: Maira Márquez Susana Torres Ana Copto Juan José Márquez Pamela Driuzzi María Perincioli Guadalupe Auzoberría

Maipú 13 - Río Gallegos - Santa Cruz - Argentina +54 2966 436323 | +54 2966 15573782 museominnicelli@gmail.com Recorré todos nuestros canales de comunicación https://mtr.bio/museominnicelli

Diseño y Comunicación: Natalia Andrea Bravo Auxiliares de la educación: Carmen Arbe Susana Ces Cristian Bahamonde Luis Barrionuevo CATÁLOGO VERSIÓN DIGITAL

ACCESO DIGITAL A AUDIOGUÍAS

Dada la gratuidad de esta publicación digital agradecemos evitar la reproducción total en cualquier medio. Puede encargar la versión impresa de la presente edición, con costo a su cargo. Abril 2022

TODA CONEXIÓN ES POSIBLE




Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.