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Relato: El alma herida – Dpto. de Lengua Castellana y Literatura
El alma herida
Hoy es el día de la partida. Es hora de dejar mi ciudad natal, mi querido Kharzizsk. Entendía que esto iba a suceder tarde o temprano, pero no había pensado que iba a ser tan pronto. Gracias a Dios he logrado despedirme de mis amigos. Lo habíamos hecho unos días antes. El día que nos hablaron en el instituto sobre la "llegada" de las fuerzas armadas rusas a Ucrania.
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Poniendo las últimas cosas en una maleta, he visto, entre otras cosas, un pañuelo de Ira, que se había olvidado en mi casa hace aproximadamente un año y no ha recogido. En mi mente afloraron los recuerdos de cómo estuvimos sentadas juntas en primero de primaria, cómo nos tumbábamos en las gavillas de paja y disfrutábamos de las noches de verano al aire libre, cómo nos bañábamos en el río... Uno de los recuerdos destacaba claramente de los demás. El recuerdo de la última vez que nos vimos.
“Flashback”
―Ira, ¿sabes que la próxima vez que nos veamos, podría estar en el otro mundo? ―Dasha, basta. Ya lo hemos hablado. Lo único que te pido es que no llores en mi funeral ―dijo Ira, guiñando un ojo. ―Iraaaaa, te estoy hablando en serio. ―Eres una aguafiestas. Ya está. Vamos, dame un abrazo y nos vamos a casa. ―Hasta siempre… ―Dasha, te voy a pegar. No “hasta siempre”, sino "hasta pronto". Vamos, repite después de mí, que no es tan difícil. ―Hasta pronto ―¿Ves? Es muy fácil. Y sonríe más a menudo. Vale, me voy corriendo, que mis padres me están llamando.
"Fin del flashback"
Ira. Siempre tan alegre y vivaz. Ella es la persona que siempre puede animarme. Sin que yo lo hubiera notado, en mi cara ha aparecido una sonrisa.
Pero mis reflexiones fueron interrumpidas por la voz de mi madre:
―Dasha, ¿qué estás haciendo? ―gritó nerviosa. ―Ya voy, mamá ―respondí rápidamente. Tirando el pañuelo en la maleta y abrochando el candado, corrí hacia el resto de mi familia. Todos estaban listos. Mi madre, vestida con sus habituales pantalones vaqueros de color azul marino y suéter verde claro. Mi padre, como siempre, llevaba una camisa ligera y sus pantalones favoritos. Mi hermana Lera llevaba un mono vaquero y una camiseta blanca. ―¿Lo tenéis todo? Rápido, miraos al espejo ―dijo mi madre.
―Sí ― respondimos al unísono y sonreímos. ―Bien, vamos a sentarnos antes de marcharnos ― dio voz mi padre. Nos hemos sentado en el sofá, hemos cerrado los ojos y hemos dicho en voz alta las seis palabras que todos suelen decir antes de un viaje. "Buen camino, que Dios nos ayude". Aunque yo no era una creyente en particular, les daba a estas palabras una gran importancia, con la esperanza de que de alguna manera nos podrían ayudar. Al salir de la puerta y subir a nuestro coche negro, nos habíamos sentado así: yo con Lera en la parte trasera y mi padre y mi madre en la parte delantera.
Estábamos conduciendo bastante rápido, pero Lera todavía estaba molestándonos con preguntas como: "¿Cuánto tiempo más tenemos que viajar?" o “¿Cuánto queda?”. No le estaba prestando atención porque me puse música. El camino era largo, estábamos yendo a Ulyanovsk,
una ciudad rusa donde vivía mi abuela. Allí se estaba mucho más seguro que en Kharzizsk. En un momento determinado me he cansado de escuchar música y he empezado a mirar por la ventana. Los fantasmas del pasado no me dejaban en paz. Mi padre me había advertido que sería difícil mudarse, pero pensé que estaba mentalmente preparada para ello. A las afueras estaban los lugares donde he crecido. No quería creer que la guerra se apoderaría de todos estos sitios. Todo será destruido. No habrá nada. ¿Pero cuántas personas morirán? ¿Cuántas víctimas inocentes habrá? He tratado de dejar de pensar en ello y he vuelto a poner la música. ***
Después de una hora en coche, mi madre me ha tocado el hombro.
―¿Qué pasa? ―le pregunté con excitación. ―Dasha, guarda tus auriculares. Estamos en la frontera ―respondió ella. He hecho lo que ella me ha pedido, después he estado sentada en silencio y mirando por la ventana, cuando de repente Lera gritó: ―¡Mamá, papá, mirad! ¡Hay un barco negro grande! ―¿Qué? ―no han comprendido mis padres. La conciencia de lo que había dicho me vino instantáneamente, tan pronto como me di cuenta de la dirección en la que Lera estaba señalando. ―¡Es un tanque! ―grité con horror. No ha habido tiempo para que nadie se diera cuenta, cuando de repente escuchamos el primer disparo. “¡BAM!” El sonido venía del lado izquierdo. Giré mi cabeza hacia donde mi padre hace un segundo estaba sentado, y solo vi un cuerpo, un cuerpo sin cabeza. El disparo simplemente se la arrancó. Estaba colgando de los últimos cartílagos que la sujetaban al cuello. Había mucha, no, muchísima sangre. Los trozos de carne humana estaban dispersos por el cristal frontal y lateral. Pedazos de cuerpo humano, suciedad, metal. Toda esta imagen se veía increíblemente horrible. Después de hacer un esfuerzo inmenso, giré mi mirada hacia Lera. A mi pequeña Lera. Esa linda chica de cabellos dorados. Simplemente le faltaba la mitad del cuerpo. Estaba sangrando. De su cuerpo parecía que todos sus interiores se estaban “saliendo”. Tripas, huesos, órganos, trozos de carne colgando. Al ver su rostro, solo quería gritar, pero me quedé sin palabras del horror. Su cabeza estaba aplastada entre dos piezas metálicas. Solo una pequeña parte de ella se asomaba, pero en ella faltaba un ojo y una gran parte de la boca. Era como si estuviera en una película de terror, y no podía creer que esto fuera la realidad. De repente sentí que algo me estaba cubriendo. Era mamá. Cubierta con rasguños y heridas, pero por ahora viva. Ahí es cuando escuché el segundo disparo, “¡BAM!”. Las orejas me estaban sonando. Pensé que me quedaría sorda. Me preparé para morir, pero solo sentí un empujón muy fuerte. Mamá me salvó de una muerte inminente. Al mirar su cuerpo, vi a una criatura desfigurada con una mandíbula y piernas faltantes. Esto solo se puede comparar con los restos de pollo que se tiran en las fábricas. Había sangre por todas partes. El coche olía muy desagradablemente a interiores y restos humanos. Tratando de salir de allí, me di cuenta con horror de que me había presionado la pierna con algo pesado. Gracias a Dios he visto una barra de metal. Pero no pude alcanzarla. Me dolió. Era un dolor insoportable. Decidí que era mejor soportar el dolor que morir aquí, y por lo tanto, soportando el crujido y la torsión de la pierna, logré alcanzar la barra. Decidí usarla como una palanca para liberar la pierna. En ese momento, no entendía completamente lo que estaba sucediendo. Mi cerebro no estaba funcionando. Solo estaba pensando en todo el
Desde hace unas semanas, vivimos con el corazón sobrecogido por las noticias que nos llegan de Ucrania. Pero 19 este impresionante relato se escribió meses antes. Nos habla de un dolor que viene de lejos y hoy nos conmueve; ojalá su autora se sienta acompañada y reconfortada con nuestra lectura. Gracias, Oliana.
horror que acababa de pasar. Mi cuerpo se movía automáticamente.
Superando el dolor frenético, todavía logré salir de ese maldito coche.
Una vez en libertad, mi cerebro finalmente se encendió y se dio cuenta de que lo que estaba sucediendo era real. Quería gritar, llorar, maldecir a todos los que se pueda en este mundo. Pero de alguna manera, mantuve este huracán furioso dentro de mí, ya que vi a soldados que se acercaban. “No puedo ser débil”, pensé. Al acercarse a mí, simplemente dijeron: "Lo sentimos, no ha sido a propósito". Pensé que había oído algo mal. "¿Qué?”, sorprendidamente pregunté yo. Ellos respondieron con la misma frase. Aquí ya perdí la paciencia, y no me contuve. Empecé a llorar, y gritando dije: ―Entonces, ¿todo lo que le podéis decir a una chica que ha perdido su familia por vuestra culpa es "lo sentimos, no ha sido a propósito"?! Payasos, ¡¿para qué tenéis la lengua entonces, eh?! ¡Idos ya sabéis dónde!
―Señorita, cálmese. Está bien. No grite p... ―tratando de calmarme dijo uno de los soldados. ―¡¿Estáis tontos, o qué?! Qué cosas me estáis diciendo. He estado tranquila antes de esa frase vuestra.
―Solo estábamos siguiendo las órdenes del comandante―otro soldado me respondió con calma.
―¿Tenéis vuestra propia cabeza sobre los hombros? Decidme, ¿cuántas familias inocentes más deben ser destruidas? ¿Por qué les arruináis la vida? La gente solo quiere vivir. No les importa quién gobierne. La gente quiere la paz. Y estos políticos solo necesitan tierra y poder. ¡Que mejor decidan todo solo entre ellos, y que no sacrifiquen a los inocentes!
Era un grito del alma. Ya no podía contener mis pensamientos y sentimientos. Dije absolutamente todo lo que tenía en mente, sin pensar en las consecuencias. Debido a una pérdida irreal, sentí que me volvería loca pronto. ¿Por qué no morí yo en su lugar? ¿Podría salvarlos de alguna manera, sacrificándome? Demasiadas preguntas y muy pocas respuestas. Nunca he experimentado tantos sentimientos en mi vida. Se puede comparar con como si estuvieras hirviendo por dentro, casi explotando. Y yo tuve esta explosión en palabras. ―Señorita, no está usted bien, solo necesita descansar ―dijo el tercer soldado. ―Y usted, ¿por qué está luchando? ¡Usted también tiene familia! Estoy segura de que usted tampoco quiere sacrificarlo todo por esos malditos presidentes que comenzaron la guerra. ¿En serio? ―grité en voz alta en el último aliento, Por un momento, vi estas caras confusas y deprimidas. En ellos se leía tristeza, compasión y ... ¿comprensión? No podía razonar con sensatez, pero en ese momento, al ver esta expresión de las caras, pensé: ¿y ellos también podrían haber perdido a alguien debido a la guerra, y tal vez no estén aquí por su propia voluntad? Pero aun así, deberían haber pensado en las consecuencias cuando decidieron matar a mi familia. No recuerdo más, ya que me derrumbé sin consciencia.
Me he despertado en una cama de hospital, y mi abuela llorando estaba sentada al lado mío.
―¡Dasha, estás viva! ―con clara alegría, pero aún con lágrimas exclamó la abuela. ―Bueno, por supuesto, no moriré tan fácilmente. ―respondí con una pequeña sonrisa. ― ¡Doctor, doctor, rápido! ¡Dasha está despierta! ― llamó la abuela.
―¿Qué pasará con los cuerpos de mamá, papá y Lera? pregunté yo.- Dasha, ni siquiera me dejaron verlos. Simplemente fueron descartados como víctimas de un "accidente" ―respondió mi abuela con increíble tristeza
―¡¿Pero están enfermos, o qué?! ―exclamé yo. ―Dasha, silencio. No podemos hablar de esto aquí. Hablaremos cuando estemos solas. Entonces empecé a temblar un poco. Pensé que al menos se nos permitiría acompañar a nuestra familia en su último viaje, pero no. Ahora ya no sentía las emociones tan fuertes como en la
escena del asesinato. Sí, debería llamarlo así. Casi todo salió de mí entonces, y ahora mi cuerpo está prácticamente devastado. Sin embargo, había rabia en el fondo. Solo tenía que darle una razón, y se encendería en llamas como la gasolina.
Un médico entró en la sala. Y justo ahora presté atención a todos los tubos conectados a mi cuerpo. ―Letyuk Daria. Hola, ¿cómo te sientes? ―Físicamente bien, pero mentalmente horrible. Aquí capté la mirada atrincherada de mi abuela. Ella quiere que yo siempre sea más cauta. ―Bueno, eso está bien. ¿No sientes dolor en la pierna? ―¿preguntó el médico. ―Prácticamente no. ¿Debería? Mierda, a él no le importa mi estado mental, lo que en principio no es particularmente sorprendente, pero sigue siendo desagradable.
―En teoría, sí, pero la operación fue mucho mejor de lo esperado. ―¿Qué operación? ―¿Tu abuela no te lo ha contado aún?―el doctor preguntó sorprendidamente. ―No ―respondí. ―Se dislocaron algunos huesos, y tuvimos que poner dispositivos especiales para ponerlos en su lugar. Es un milagro que hayas sobrevivido aquel accidente.
Todo esto gracias a mamá. Se sacrificó por mí. Es la única razón por la que estoy viva. ―¿Cuánto tiempo no podré caminar? ―Tú eres una chica muy lista, Dasha. No podrás caminar normalmente durante aproximadamente dos meses.
―Está bien. ¿Y cuándo podré irme a casa? ―En un par de días. Todavía tenemos que asegurarnos de algunas cosas. ―Gracias, doctor. ―De nada. Os dejaré solas. Tan pronto como el médico salió de la habitación, la abuela inmediatamente corrió hacia mí con un abrazo.
―Dasha, mi amada, mi preciosa. Me alegro de que estés viva. ―Ojalá hubiera muerto Yo, y mamá, papá y Lera hubieran sobrevivido.
Ha sido un pensamiento que ha estado girando en mi cabeza desde que los mataron. Después de todo, si una persona muriese y tres sobrevivirían, sería mejor… Un silencio incómodo. No sabía lo que diría la abuela.
―Dasha, sabes, cuando mi madre se estaba muriendo, me dijo: "Lo que deberá pasar pasará. No se puede evitar". Dios para todos nosotros predestinó el destino. Ahora mamá, papá y tu hermana están en un mundo mejor. No sufrirán más, no verán esta guerra. Piensa en ello desde ese lado. Dios siempre da sus pruebas más duras a sus guerras más fuertes. Vamos a mostrarle que tú y yo somos fuertes. Podemos llorar, gritar, lo que sea. Pero luego seguiremos adelante. ―Pero…
―Ven aquí, niña. Mi abuela me presionó aún más fuerte. Enterrando su nariz en su delicado cabello rubio, sentí que las lágrimas salían de sus ojos formando un pequeño caminito de agua salada. Es la primera vez que he visto llorar a mi abuela. ―Abuela, todo va a estar bien. Juntas podremos con todo.
Diciendo esto de mis ojos, también, sin saberlo, comenzaron a rodar lágrimas. ―Gracias, Dasha. Creo en nosotras. Abrazando a mi abuela, sentí esperanza. Sentía a un ser querido en mis brazos. Me dio fuerza. Creía en un nuevo comienzo. Pero en mí comenzó a madurar un sentimiento nuevo e inexplorado, listo para arrancar las cabezas de aquellos que me
hicieron perder a mi familia. Venganza. Estaba empezando a llenar ese vacío después de mi explosión verbal. No me queda mucho antes de la mayoría de edad. Puedo ir al ejército, encontrar a esos bastardos que mataron a mi familia y matarlos en el campo de batalla. Así como mataron a mi familia. Diré que ha sido un "accidente". Sí, vale la pena comenzar con esto, tenían que haber pensado antes de disparar. Pero si lo hago, ¿qué pasará? La guerra continuará de todos modos, no habrá sentido en mis acciones. Si profundizamos, ¿por quién realmente empezó todo esto? Por los presidentes y su sed de poder. Todo lo que tienen para ellos es poco. Quieren más tierras y riqueza. Y las víctimas inocentes no les importan. Son como peones para ellos. Solo una pequeña pérdida en nombre del logro del objetivo supremo. Pero no tienen en cuenta el hecho de que el peón, al llegar al borde del tablero puede convertirse en una reina, y destruir completamente al rey poniendo jaque mate. La voz de mi abuela me sacó de mis pensamientos: ―Dasha, conozco esa cara. ¿Qué estás tramando? ―Venganza, abuela. Quiero vengarme de la gente que comenzó la guerra. Quiero que se den cuenta de cómo muchos rincones brillantes de la tierra, al chasquido de sus dedos, se convirtieron en un infierno, un matadero. Quiero terminar la guerra para siempre. En todas partes. La expresión facial de mi abuela en ese momento era difícil de describir. Sus ojos esmeraldos y llorosos me miraron con asombro, pero al mismo tiempo con comprensión. Su boca estaba ligeramente entreabierta y sus gruesas y oscuras cejas estaban fruncidas. ―Dasha, por supuesto entiendo tu deseo dd vengar a todos los caídos. Pero sangre por sangre no detendrá la guerra, solo empeorará la situación. De esta manera, nunca detendrás el sufrimiento y la destrucción. En el mundo, todo esto continuará. Digamos que mataste al presidente, ¿y entonces qué? Habrá una masacre masiva por el poder, y habrá gente que quiera vengarse de ti. Se derramará más sangre, ¿sabes? Vas a ir a la cárcel, sufriré de soledad. Esta cadena eterna de sufrimiento, venganza y sangre nunca se interrumpirá si nosotros, los humanos, los seres más egoístas, seguimos adelante, ¿lo entiendes? ― ¿Y quién castigará a los culpables entonces? ―No es decisión de nosotros, los mortales. Eso lo deciden las fuerzas superiores. Y aquí, en la tierra, solo podemos contribuir a la redención de todas las almas, demostrando que la paz es posible. Si tienes la fuerza y el deseo, puedes ir a la política y llegar al poder pacíficamente. ¡Puedes poner fin a los conflictos, salvar a la gente del sufrimiento, mejorar nuestra terrible economía y levantar al país de rodillas al final! Sus palabras me hicieron pensar. Si llego al poder, puedo curar a este país de una enfermedad letal como es la guerra. Esto también será una venganza, solo que más grande. No más civiles morirán. Ni una sola alma inocente sufrirá.
―Bueno, Dasha, ¿qué se te ocurrió esta vez? ―Yo los dirigiré. Los liberaré del principio sangre por sangre. Mi venganza va a suceder, pero será razonable y con sentido.
Dos meses después
Era de noche, mi abuela y yo estábamos bebiendo té con pastel como siempre y viendo la televisión. La vida continuaba su rumbo, todo seguía adelante. Aquí mi abuela de repente gritó: ―¡Dasha, hoy se nos ha olvidamos de revisar el buzón!
― ¡Abuela, no me asustes así! Está bien, lo revisaremos mañana ― respondí. ― ¿Y si hay algo importante? Ves y compruébalo. Son cinco minutos de trabajo. ―Ya voy. Con los zapatos puestos, abrí la puerta y bajé las escaleras hasta los buzones.
―54, 55, 56… Aquí está ―pensé en voz alta. Después de insertar la llave en el ojo de la cerradura y girarla varias veces, abrí el buzón. ―¡Y la abuela tenía razón! ¡Hay algo!
Saqué el sobre de papel grueso y lo abrí, viendo en mis manos la factura del agua. ―Diablos, de nuevo ha subido de precio. Al volver a nuestro apartamento, llamé a mi abuela:
―Abuela, la factura del agua ha llegado. Al no recibir ninguna respuesta, rápidamente me dirigí al salón. Entonces vi a mi abuela mirando mi teléfono y luego la televisión. Vi que cambió el canal a noticias. Al acercarme a ella, y abrazarla por detrás, pregunté: ―Abuela, ¿qué pasa? Tan pronto como la abuela se volvió hacia mí, volví a ver las lágrimas en sus ojos. Por segunda vez en mi vida.
―Yo... he abierto un mensaje de texto en tu móvil... aquí...―dijo nerviosamente mi abuela. Después de interceptar el teléfono de sus manos, leí un mensaje de Ira. "Dasha, perdón, pero estoy escribiendo muy rápido, así que puede haber errores tipográficos. Nos están bombardeando. No hay tiempo. Quiero decirte que te quiero, y sin embargo tenías razón. Debía haber dicho hasta siempre. Fui demasiado positiva. Lo siento por todo." Me caí de rodillas y dejé caer el teléfono de mis manos. Mirando en silencio al suelo, las lágrimas rodaron de mis ojos. Ya había pasado por una enorme pérdida, y en teoría, debería de ser más fácil para mí ahora, pero no. Esta vez no hubo furia. Solo había impotencia. Que no puedo hacer nada por Ira. Ira, mi querida ira. La persona con la que he pasado toda mi vida. Lo más probable es que ya no esté en nuestro mundo... Estará en algún lugar en ruinas, aplastada por una construcción, o destrozada por la explosión misma... probablemente ya haya abandonado el mundo de los vivos…
En mi espalda sentí unas manos calientes. ―Dasha, esto puede sonar terriblemente típico, pero todo estará bien. Ya hemos pasado por esto una vez. Lo haremos otra vez. Y cuando trates de erradicar las hostilidades, recuerda, ahora lo haces por cuatro seres queridos, y por miles, no, cientos de miles de víctimas.
Sus palabras volvieron a infundirme esperanza, como hace dos meses. Me levanté de mis rodillas, todavía llorando.
―Puedo hacerlo. Por todos ―dije con determinación.
―Todos te mirarán desde el cielo y te apoyarán ―dijo llorando mi abuela. Nos abrazamos de nuevo, apretándonos muy fuertemente. Volví a inhalar su aroma calmante de perfume de lavanda. Como de costumbre, poniendo mi cabeza en su cuello, me calmé un poco, pero todavía había tristeza en mi alma. En ese momento, me di cuenta de que, por muy bien que me siento en algún momento determinado, todas las pérdidas se han quedado en lo profundo de mi corazón. Lo más probable es que vuelva a tener esas pesadillas que tuve en los primeros días después de perder a mi familia. Pero será más fácil para mí lidiar con eso, gracias a mi abuela. Soy como un poste de madera en el que se clavan clavos para lastimar, y la abuela es la persona que saca esos clavos. Los agujeros aún permanecen, pero se puede vivir mucho más fácilmente.