a Moral

By Jorge Arturo Agüero

Joke!

After my wife picked up our three-year-old son from his first day of Pre-K, she noticed that he wasn’t walking properly and seemed to be limping.

They arrived at home, and she asked him, “Is everything okay with your foot?”

He replied, “Yes.”

Without taking her eyes from the child, she watched as he removed a plastic caterpillar from his shoe (of a brand I can’t mention because they don’t compensate me). He’d brought it from his classroom tucked away in its secret hiding place.

I was surprised that my son didn’t want my wife to share this event with me when I got home. But she’d already told me of the travels of the caterpillar who wanted to explore the world by escaping in my son’s shoe. I couldn’t stop wondering how it may have occurred to that tiny brain that the shoe was the best place to conceal it.

Moral!

As a father, I always provide for my sons: love, advice, mentoring, and support through both good and bad times. Sometimes we think that allowing them to get something without our permission won’t impact their development, but these small deeds form the cornerstone of what it means to be a human being and should never be overlooked.

Coming from a three-year-old child, it may seem very sweet and funny, but we need to address these events immediately.

The next day at school, my son took his beloved caterpillar friend, returned it, and apologized for bringing him home without permission.

When we stand up for our values, we make a better world.

¡Chiste!

Cuando mi esposa recogió a nuestro hijo de 3 años de su primer día de pre-K, notó que él rengueaba al caminar. Al llegar a casa, le preguntó:

—¿Todo bien con tu pie?

Él respondió que sí.

Sin quitar los ojos del pequeño, mi esposa lo vio sacar de su sandalia de hule (de una marca que no paga auspicio) un gusano de plástico que había traído del aula.

Cuando llegué a casa me encontré con la sorpresa de lo que había hecho mi pequeñín, que de ningún modo quería que mi esposa me contara.

¡Moraleja!

Una vez que me enteré de la travesía del gusano que quería huir en una sandalia para explorar el mundo, no podía dejar de pensar en cómo se le había ocurrido al cerebrito de mi hijo que ese era el mejor lugar para ocultarlo.

Como padre, siempre trato de dar un buen consejo a mis hijos, amarlos, guiarlos y darles mi apoyo en los buenos y malos momentos. Muchas veces podríamos creer que dejarles apropiarse de algún objeto sin permiso no va a afectar su crecimiento, pero de ninguna manera hay que pasar por alto estos pequeños actos, que van contra la base de los valores del ser humano.

En un niño de 3 años puede parecer algo muy gracioso, pero hay que corregirlo inmediatamente.

Al día siguiente, mi hijo llevó de regreso a su querido amigo a clase y se disculpó por haberlo traído a casa sin permiso.

Defendamos nuestros valores y tendremos un mundo mejor. ¡Hasta la próxima!