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CINE Y SERIES

LO QUE QUE QUEDA CLARO tras ver “Beau tiene miedo” es que, mientras sus compañeros de género han consolidado un imaginario propio, Ari Aster ha hiperbolizado el suyo hasta las últimas consecuencias con los mismos gestos irracionales con los que un niño estira su juguete favorito para ver hasta qué punto puede forzarlo sin romperlo. Este es un experimento demente con todas las letras, uno de esos viajes inconsecuentes y alterados que balbucea alguien en estado febril. La narración del estadounidense, prima lejana del realismo mágico y la decadencia urbana de las novelas gráficas de Daniel Clowes, se rige por el más puro egocentrismo tanto dentro como fuera de la pantalla. Como si de una traducción psicodélica de Nathan Fielder (o Carlo Padial) se tratara, “Beau tiene miedo” edifica un monumen- to a la figura del —a menudo insufrible— cineasta neurótico, convirtiendo la tercera película de Aster en una intensiva sesión de psicoanálisis auto-infligida. Mientras que “Midsommar” (19) sólo aparece en forma de guiño puntual, el fantasma de “Hereditary” (18) sí que sobrevuela cada uno de los gestos de Beau, interpretado por un Joaquin Phoenix como siempre indiscutible. El mérito del actor reside en su naturaleza camaleónica, capaz de adaptarse sin problema alguno a la esquizofrénica pluralidad de tonos que Aster coloca en su tablero de juegos. El capricho es el dado de este parchís en el que, debido a su incoherencia, resulta imposible que algunas casillas nos gusten más que otras. Una de esas películas que, más que dejar imágenes, deja en el espectador sensaciones viscerales. DANIEL GRANDES

DECIR QUE “Guardianes de la galaxia: Volumen 3” es la mejor película de Marvel en años no tiene ningún tipo de valor a estas alturas, pero supongo que sí lo es. Es innegable que de todas las miradas autorales que han decidido posarse sobre la Marvel post-“Endgame” la de Gunn es la que mejor ha sabido mantenerse a flote en este océano siempre interesado en homogeneizarlo todo en favor de el todopoderoso universo cinematográfico. Ni Waititi ni Raimi (lo siento Sam, te amo, pero “Doctor Strange en el multiverso de la locura” (22) no se salva) salieron victoriosos de sus batallas mientras que Gunn demuestra que incluso su peor película es capaz de consolidarle como uno de los mejores directores del género (si no el mejor). La trilogía de los Guardianes demuestra el carácter envidiable de una mirada que, sin excentricidades ni prepotencias, ha sabido salirse del molde sin romperlo. “Guardianes de la galaxia: Volumen 3” es una película agotadora, más para mal que para bien. Desde que Marvel condenó a todas sus aventuras a una coralidad obligatoria, sus narrativas quieren abordar tanto que acaban narrando poco (menos Adam Warlock y más Groot). Por mucho que me encante que se pueda entender lo último de Gunn en la compañía como una necesaria origin story de Rocket (además de una tímida crítica, pero crítica al fin y al cabo, al especismo), la necesidad de que esta odisea sea una despedida la condena en muchas condiciones a dejar de lado su condición de odisea y, al mismo tiempo, la necesidad de que esta despedida sea una película de Marvel la condena a no ser suficiente despedida.

DANIEL GRANDES

“EVIL DEAD RISE” viene a cumplir con todo lo que un amante de la saga puede esperar: mucha, mucha, mucha, mucha sangre. Sin embargo, también se posiciona como la más comodona de la franquicia. Para hablar de ella hay que poner los antecedentes primero, puesto que estamos ante una de las grandes y más innovadoras obras de culto del cine de terror de los ochenta y el título que puso a Sam Raimi en órbita. La saga de “Evil Dead” siempre se ha asentado en un lugar extraño en cuanto a género se refiere, puesto el film inicial basculaba entre el terror y el humor, con un increíble Bruce Campbell que hizo de la sobreactuación un arte, y un Raimi que supo sacarle partido como nadie al presupuesto. “Evil Dead 2: Dead By Dawn” se convirtió en una reinterpretación de lo que fue la primera película con el añadido del brazo motosierra, entrelazando comedia y gore. “Evil Dead 3: Army of Darkness” dejaría el gore de lado y, sin ningún miedo, llevó la comedia al medievo en una épica fantástica. Finalmente, Fede Álvarez se atrevió a recuperar todo el gore que había ofrecido la segunda entrega y adaptarlo a un remake durísimo sobre la adicción a las drogas con uno de los finales más apoteósicos del cine de terror. Lo que lleva a hablar de “Evil Dead Rise” y su comodidad. Es cierto que tiene el mejor CGI de la saga, que hay unos juegos de cámara muy interesantes y una interpretación escalofriante de Alyssa Sutherland. Sin embargo, no arriesga en cuanto a trama, en cuanto a ingenio, en cuanto a lo infernal, aunque consigue satisfacer desde su zona de confort. LUIS DE LA IGLESIA

POR MUCHO QUE ALGUNAS imágenes puntuales puedan rozar el uncanny valley, “The Super Mario Bros Movie” consigue construir un universo vibrante y vivaz, fiel al material original en su espíritu incansable, frenético y en ocasiones esquizofrénico. Sin duda más de uno se sentirá asfixiado y abrumado, tiroteado por este sin fin de referencias imposibles de asimilar en su totalidad en un primer visionado. En este sentido la película se gamifica: puede que no hayas ganado esta vez, tendrás que volver a intentarlo (tu princesa está en otro castillo). Resulta agradable que la cinta no haya temido abrazar su lado más memeable, ya sea dejando que Jack Black se deje llevar con “Peaches”, su arrebatado tema original para la película, o simplemente dejando que la verda- dera risa de Seth Rogen pueda tener un cameo en su papel de Donkey Kong. Porque sí, nada que corregir al (polémico) reparto, ni siquiera a un Chris Pratt capaz de esfumarse por completo en su Mario. Sí que hay algo de malo en la selección musical de la película, un crimen melómano perpetuado desde el cliché más cutre (“Take On Me”, “Thunderstruck”, “Holding Out For A Hero”... ¡venga ya!). Un crimen aún más cruel teniendo en cuenta la sobresaliente banda sonora original de Brian Tyler, capaz de reescribir los leitmotivs de la saga desde el sonido orquestral con gusto y sin sensacionalismos. Más que adentrarse en un viaje del héroe por un nuevo e inabarcable mundo, la experiencia de “The Super Mario Bros Movie” parece más cercana al lenguaje del parque temático. DANIEL GRANDES

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