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La reválida de Arde Bogotá

ELECTRÓNICA / El legendario

Brian Eno y la mano inquieta de Fred Again.. encuentran un territorio compartido para satisfacer sus mutuas inquietudes en “Secret Life”, un inesperado proyecto firmado desde el sello de Four Tet en el que se nos revela la parte más comedida, abstracta e introspectiva del joven productor británico. Eno y Gibson rompen sus respectivas barreras generacionales en favor de otorgarnos un mesmerizante bálsamo sonoro en el que maridarán tanto las texturas volátiles y sostenidas de uno, como las dotes artesanales de otro, permitiéndonos así ver un desfile de nombres invitados que elevan a una siguiente potencia su emocionante ejecución (desde homenajes a Leonard Cohen y Jon Prine, hasta voces como la de Lola Young o Justin Vernon), dando como resultado un trabajo presto a ser disfrutado sin prisa, con la cabeza vacía de pensamientos y, a ser posible, con los ojos cerrados.

FRAN GONZÁLEZ

ROCK / Tras “La Noche” (Sony, 21), Arde Bogotá se han convertido en una de las grandes bandas nacionales, de esas que ocupan las primeras líneas en los festivales. Pero la revolución de estos cartageneros debía pasar la prueba de fuego de su siguiente movimiento y ya ha llegado. “Cowboys de la A3” es el nombre de su segundo trabajo en el que nos suben a su furgoneta para hacer un viaje de doce paradas convertidas en sendas canciones. Un disco en el que tienen como eje central el amor, pero en el que tienen una gran importancia los animales, en el que también tienen hueco las inquietudes de las generaciones más jóvenes y que está plagado de referencias de esas que tanto les gustan, desde el fútbol de antaño hasta un hotel de La Mancha, los coches e incluso los famosos cruces de horóscopos. “Cowboys de la A3” hace gala de un sonido totalmente rock, pero un punto más afilado que en su anterior referencia. Se nota que la banda ha aprendido mucho durante estos dos años y que, además, se dan el gusto de jugar con sus propias cartas. Encontramos los temas que más podríamos asociar con los de Cartagena en los primeros cinco cortes, donde están situados los tres brillantes singles de presentación y esas dos coreables canciones que son “Nuestros pecados” o “Clávame tus palabras”. En la segunda mitad del disco continúan combinando temas acelerados –como el final de “Veneno”– con temas más calmados, como “Copilotos”, su balada más emotiva, o ese medio tiempo que es “Besos y animales” y que explota para convertirse en una bomba sonora. Un fin de álbum para no dejar de saltar y mover la cabeza. Aunque si tuviésemos que definir el disco en un único sentimiento, sería emoción y, si la trasladásemos a una pieza, sería “La salvación”. Una canción en la que dan importancia a la vuelta a casa en un ejercicio que va ganando epicidad conforme se desarrolla. En definitiva, si con su debut creímos que Arde Bogotá nos enseñaban cómo hacer rock en 2021, con “Cowboys de la A3” no cabe duda de que se han convertido en unos maestros de género.

FOLK- AMERICANA / Suena “Sawgrass”, la primera de todas, y uno ya tiene la certeza de que el undécimo trabajo de Josh Ritter va a ser el más solemne y serio de su carrera. La canción es una oración, un salmo dedicado a la muerte de su madre durante la pandemia. Un hecho que marca a fuego el tono confesional del álbum hasta hacerlo… ¿aburrido? Igual calificarlo así es un poco injusto, porque hay algún momento de lucidez melódica que lo salva: “Money I Do” es una deliciosa, a la par que inofensiva, tonada de ritmo trotón que actúa como un bálsamo. Pero en general el disco muestra la cara más íntima, espiritual, adulta y seria del cantautor de Idaho. Así que solo nos resta esperar que se haya impregnado de su duelo hasta decir basta, y responda en el futuro con su folk-rock vital y el inevitable lugar para las baladas confesionales, pero a modo de relleno y no como norma.

DON DISTURBIOS

Crudo Pimento El Carmen

13:7 El Carmen

ROCK / El dúo murciano reaparece redoblando su apuesta con dieciséis nuevos cortes que se autoeditan. Todo un síntoma, teniendo en cuenta la solidez y valentía de su propuesta. Se ha dicho hasta la saciedad que no hay modo de clasificarles, y esta vez el tópico es real. Cierto que metabolizan mil referencias (del flamenco al blues pantanoso, la música oriental y la dark wave), pero les sale algo rabiosamente propio y original. Instrumentos acústicos, electrónica y electricidad se funden con ese surrealismo tan ibérico, sin dar tregua, pero sin que la insólita propuesta se indigeste. Difícil saber qué se cuece en el cerebro de Raúl e Inma. El humor salvaje, las gamberradas sonoras y una seriedad mortal para romper límites y explorar en lo musical y también en lo verbal prueban que estamos ante un de esos raros grupos que se han creado y viven sólo en su propio mundo, un mundo que está más cercano de lo que pensamos.

JC PEÑA

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