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BLUR

Blur son una de las bandas británicas más populares de las últimas tres décadas. Han vendido unos siete millones de discos a lo largo de su carrera. La gran noticia es que este verano vuelven a los escenarios con un nuevo disco, tras ocho años de mutismo. Repasamos su discografía hasta la fecha del mejor al peor trabajo.

Parklife (Food/EMI, 94)

Incluso sus más enconados detractores, quienes argumentan que el radar de Blur ha ido dando tumbos de forma caprichosa como una especie de brújula averiada a lo largo de su carrera, tendrán que conceder que este disco es una obra maestra. Puede que tampoco irradie esa atmósfera crepuscular de los trabajos del último Damon Albarn en solitario, que en su madurez arguyen un sello más personal. Pero es una colección de dianas irrebatibles. El mejor compañero de viaje para quien quisiera desentrañar si de todo aquello que se dio en llamar brit pop, cabía extraer alguna gran enseñanza. El gran salto adelante de Blur explicó un tiempo y un lugar. Una celebración del pasado y un instante de euforia por el presente. Un formidable muestrario retrofuturista del mejor pop británico de las tres décadas precedentes, condensado en algo menos de una hora. No es de extrañar que varias de sus canciones aún sean estándares en sesiones de discoteca indie. O que su portada fuera convertida en sello por el Royal Mail. No le sobra ni un minuto. Y nadie lo vio venir. Salvo ellos mismos. Abrazaron como nunca la música disco al tiempo que ironizaban sobre el turismo low cost británico antes incluso de que el balconing se pusiera de moda en Magaluf (“Girls & Boys”). Afinaron su pleitesía al costumbrismo de Ray Davies con la colaboración de un icono mod como Phil Daniels (“Parklife”, “Tracy Jacks”).

Dejaron aflorar su vena punk pop con más desenvoltura que nunca (“Bank Holiday”, “Jubilee”). Se sumergieron en el caldero de la psicodelia con resultados notables (“Far Out”, “This Is A Low”). Rescataron el primer synth pop de los tiempos de la new wave (“London Loves”, “Trouble In The Message Centre”). Se remitieron a la canción melódica de los años sesenta y a la era dorada de Eurovisión (“End Of A Century”, “To The End”). Incluso redefinieron esa melancólica bruma particularmente inglesa que solo las mejores canciones de The Smiths o The Kinks solían evocar (“Clover Over Dover”).

2 Modern Life Is Rubbish (Food/EMI, 93)

Siempre me ha parecido un disco minusvalorado. Quizá porque llegó antes de su explosión comercial y cualquier cosa que facturasen después del 94 gozaría de mayor atención. Pero creo que es el gran tapado de su discografía. Su gran escapada, pero la de verdad: aquella con la que se desligaban del corsé madchesteriano (aunque en “Pressure

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