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El nuevo Bunbury

TEXTO Eduardo Izquierdo

HACE YA UN TIEMPO que Bunbury mantiene una correspondencia directa con sus fans. En su lista de correo permite que seguidores y seguidoras le hagan preguntas y él responde las que le parecen que aportan más para que el público conozca mejor sus opiniones. En una de las últimas, cuyo resumen llega semanalmente al correo de las personas inscritas, aseguraba que no le extrañaba que “me parece absolutamente normal que [frente a un artista que ha mostrado tantas caras] haya quien se pierda por el camino y se quede y elija una etapa en concreto. Por supuesto que acepto que mi eclecticismo y la variedad de géneros y enfoques de producción que han regado mi discografía no sean para todos”. La suya es una respuesta totalmente aplicable a su último gran giro de guion. Inesperado. incluso doloroso. Porque Bunbury, afectado de unos problemas físicos que luego se descubrió tenían un origen muy concreto en el glicol que se utiliza para causar efecto de humo en los escenarios, decidió romper de forma abrupta con su tour, algo no poco habitual ya en su carrera. “Enfrentarse a una gira se convirtió para mí en una escalada continua de ocho miles. Supongo que la situación que me provocaba el glicol del humo del escenario, antes de saberlo, minó mis fuerzas y entusiasmo. Es difícil diferenciar dónde comenzó una cosa y dónde la otra. Hoy siento cierto alivio al saber que el problema no estaba en mi salud, sino que lo provocaba un producto químico y tóxico. Pero es cierto que el entusiasmo por las giras no ha vuelto. No me veo ahora mismo aceptando el compromiso de un tour tan extenuante como los que solía hacer. Así que no me importa mucho encarar mi carrera hacia lo creativo y dejar lo reinterpretativo de lado. Aunque quiero realizar algún concierto suelto y esporádico. Entusiasmarme en lo puntual, en algunas ciuda- des escogidas, pero un número muy pequeño de conciertos que no me atosigue”. Aunque quizá lo más sorprendente fuera romper con un grupo con el que parecía asentado definitivamente, Los Santos Inocentes. “El final fue muy abrupto. Aunque en el primer tramo del tour del treinta y cinco aniversario, en México, tuve problemas muy serios y ellos eran conscientes de que lo estaba pasando muy mal, fue empezando el segundo tramo, el de Estados Unidos, cuando se frenó en seco, después de los conciertos de New York y Atlanta. En Chicago cancelamos y nos volvimos todos a casa. Imagino que no fue plato del gusto de nadie, ni de músicos, ni de técnicos, ni management, ni promotores. A mí me alegra mucho que hayan grabado juntos el disco que han grabado y que continúen como entidad creativa”.

Y ASÍ SE GESTA el nuevo Bunbury, una vez más con nueva banda, con nuevas energías y con nuevo disco bajo el brazo. “Es música tocada por músicos en una sala. Algo tan sencillo y difícil de hacer a la vez, porque no hay corrección posible. Hay que tocar bien y con sensibilidad”. “Greta Garbo” es el título, no casual, de este disco, surgido una vez más de un momento malo. “Hay veces en las que los momentos de crisis se convierten en oportunidades para revisar tus planteamientos [...] Es un disco compuesto durante el periodo de sufrimiento, entre giras. Y después de la parada. Todos los discos son reflejo del momento vivido. Algunos miran más al exterior, al momento social. Otros, como este, reflejan el sentir interior y miran más a lo personal. Es un disco en el que se muestra el carrusel emocional que viví. Entre la desesperación y el entusiasmo por un nuevo ciclo vital”. Unas circunstancias para las que el personaje que da título al álbum sirve de perfecto exponente de su gestación, su nacimiento y un contenido final al que se da forma en El Desierto Casa Estudio de México, con la colaboración de Adán Jodorowsky en la producción. “Greta Garbo abandonó la actuación con treinta y seis años, después de haber conseguido enfrentarse con éxito al complicado cambio que supuso pasar del cine mudo al sonoro. Sentí cierta afinidad con esa circunstancia vital que lleva a un artista a encarar la distancia con su público”.

El Apunte

El poder de una canción

¿LAS LETRAS? Pues de nuevo brillantes. Con más de una frase para el recuerdo y, sobre todo, la reflexión. “Si te lo explico todo es no haber dicho casi nada”, dice. “Creo que hay canciones que tienen más de una lectura. Pienso en ‘La tormenta perfecta’, que tiene una lectura personal y otra social”. En “Nuestros mundos no obedecen a los mapas” afirma que “las canciones ponen la mirada donde los demás la retiran”. El disco se cierra con “Corregir el mundo con una canción”. Utopía para el que escribe ¿y Bunbury qué opina? “No es una utopía. ¿Qué cantidad de canciones han hecho mejor este mundo en el que vivimos? Nietzsche era el que decía: la vida sin música sería un error. No tengo duda de que he sido afortunado de coincidir en el espacio tiempo con Bowie, con Dylan y con tantos otros. Y los he visto en directo y me compré sus discos cuando se publicaban y me emocionaron en tiempo real. No hay mierda que destruyan los políticos que una canción no pueda aliviar. Viva el arte, las canciones, los libros, los pintores, los grandes cineastas”. E I

A Qu Suena

TU CERVEZA?

SOUL GLO / L’ÉCLAIR / VEGA / DITZ /

SILVANA ESTRADA / TEENAGE FANCLUB / SHOUT OUT LOUDS / ANTIFAN /

THE MURDER CAPITAL / HELADO NEGRO / THE SONICS / CHICO BLANCO / THE SAXOPHONES

TODA LA AGENDA Y CONTENIDO

Fue cantante de Novedades Carminha, pero ya entonces era Carlangas. Porque Carlangas solamente hay uno. O mejor dicho, Carlangas es muchos, como bien demuestra la variedad que despliega en “Carlangas” (Ernie, 23). Y para ello invita a un buen puñado de amigos con ganas de fiesta.

TEXTO Álex Jerez

ENCONTRAR SU PROPIA identidad y rodearse de verdaderos amigos para curar las heridas a través de la música. Carlangas –Carlos Pereiro– inicia su carrera en solitario con un debut homónimo que supone un honesto collage de todo su universo. “Si yo fuese a sacar un solo álbum me lo hubiera planteado de otra forma. Pero el ejercicio, era la búsqueda y el juntarme con gente para construir un proyecto sólido. Por ejemplo, la banda con la que voy ahora en directo, Mundo Prestigio, es una banda que hace beats muy setenteros, muy funky, que a mí me molan mucho. Es una de mis bandas favoritas, me encantan sus discos y me encanta verlos tocar también. Ellos me invitaron a hacer un tema, yo me fui un fin de semana a una casa en Galicia, cogí la guitarra, me puse a tocar con ellos y dijimos ‘hostia, tío, al final es que nos mola la misma música’. O sea, nos molan The Clash, nos mola la música disco, nos mola el primer hip hop de finales de los ochenta, nos mola la música latina… Ellos evidentemente no dejan su banda de lado porque es otra movida súper diferente. A eso me refiero con mi búsqueda de identidad, estoy muy contento con el resultado de las canciones y con cómo estamos llevando el directo”.

QUEDAMOS CON ÉL en una cafetería de Malasaña para comentar este salto tan importante en su carrera, cómo vivió la disolución de Novedades Carminha y cuáles son sus prioridades como artista en el presente. “Es que para mí eso es hacer música, es comunicar emociones ya sean positivas negativas, violentas, pacíficas… Da igual y sí, joder, ya te digo estaba triste tío, no te lo voy a negar. Yo no me esperaba la disolución de Novedades Carminha y ocurrió, tío. Creo que hicimos un ejercicio de honestidad al abandonar algo en lo que ya no teníamos la energía puesta para hacerlo, ¿sabes? Pero a nivel personal sí que tenía ganas de seguir haciendo canciones. Al principio tenía esa tristeza, pero luego me dije ‘tío, la música es más que un gru- po’. Todo esto yo lo tengo muy claro y no quería hacer una copia. Quería meterme en otro proceso que me lleve luego a un segundo disco, un tercero, conciertos…”.

BRONQUIO, MANU CHAO, ORTIGA… Carlangas ha montado una fiesta como solo él sabe hacer. “Con Manu Chao siento una conexión de la hostia, desde lejos sentía una conexión de la hostia, porque, tío, en mi casa estaban los discos de Mano Negra. Cuando yo tenía diez años salió ‘Clandestino’ (98) y lo tuve en el coche no sé, hasta antes de ayer prácticamente. Yo veía cómo él se dedicaba a mezclar música popular con rock, con música de baile… Al final tenemos unas referencias parecidas y eso es bastante guay. Hace un par de años le escribí a título personal, todavía estaba con Novedades, y como tenemos un amigo en común le hice llegar mi carta. Cuando vino a Santiago volvimos a hablar, yo ya tenía ‘Cae la noche’ esbozada. Quedamos por la tarde antes de su concierto, preparamos un poco una primera maqueta, le gustó mucho la canción y grabamos allí un poco. Luego a distancia él desde su casa en Barcelona y yo desde aquí rematamos todo lo demás. Manu Chao, tío, es como The Clash, como que sientes que son de tu familia aunque no hayas hablado con ellos jamás”.

PERO HAY MUCHO MÁS en este viaje para encontrarse a sí mismo y este autoanálisis le ha servido para entenderse mucho mejor como músico y mostrar a su público un lado mucho más frágil y honesto que hasta ahora no se había atrevido a mostrar. “Hay canciones como ‘Que si quiero o que si tengo’ que estaba triste, tío, y creo que es guay también porque a lo mejor nunca me había mostrado así. Quiero evitar a toda costa el rollito ‘Mister Wonderful’. No todo es una fiesta, lo pasé apretado la verdad y estaba triste. No sabía lo que quería hacer y me costó mucho arrancar, por eso me tuve que rodear también de tantos colegas. Así que bueno, sí, canciones como ‘Que si quiero o que si tengo’ son más no sé, más románticas o

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