Pez oriental

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Pez Oriental

otro hombre en el balcón, he visto la silueta apoyada en la barandilla según cruzaba la calle. En un principio parecía ser ella, pero la postura masculina ha delatado pronto el sexo de la silueta. Podría haberme dado la vuelta y admitir mi condición de perro perdedor, pero sigo por inercia, no se me ocurre otro sitio donde ir más que a ese bar, en esa mesa donde la vi por primera vez, enfrente del piano. Quizás pida dos gin-tonics seguidos por puro sentimentalismo, sí, que sean dos. +++ -¿Y qué me podéis ofrecer a mi? -¿Que pasa, no te gusta el espectáculo? -Bueno, tiene su puntillo sí, pero no he entendido muy bien lo de la ambientación esa, como del oeste. -Si, tienes razón, eso no tenía mucho sentido, pero lo importante son las nubes, la línea de nubes, ¿te fijaste? -Sí, sí, era como una masa licuada, estuvo bien. ¿Y ahora que hacéis para divertiros? -Acábate la cocacola y sígueme. Me conduce por un pasillo enmoquetado, de paredes enmoquetadas también, bastante suaves. Como me apetece hacer un poco el tonto voy haciendo zig-zag mientras camino, dejándome caer hacia uno y otro lado como si una pelota de pinball me poseyese. A medida que nos acercamos al final del pasillo el ambiente se empieza a recargar y el vaho corporal mezclado con el humo empieza a condensarse formando neblina un tanto molesta pero contagiosa, que te invita a formar parte de la muchedumbre. Hay una muchedumbre al final del pasillo, sí, formada por gente joven, de mi edad más o menos, y unos cuantos puretas de más de treinta con barbas, gafas, boinas y pinta de saber pero en el fondo no 43


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