3 minute read

Misionero en tiempos de pandemia

Next Article
Página del lector

Página del lector

El P. Eduardo Castellanos H., MG, y el voluntario Adrián Sánchez (al centro), con una comunidad peruana.

Lic. Adrián Alberto Sánchez Ortiz

Advertisement

Estimados Padrinos y Madrinas de Misioneros de Guadalupe, mi nombre es Adrián Sánchez y soy originario de Parras, Coah. Hace unas semanas terminé mi experiencia como voluntario en Cusco, en la Misión de Perú, y me gustaría compartir con ustedes, brevemente, unas líneas respecto a mi experiencia como misionero en tiempos de pandemia. Vocación laical misionera so para participar como Misionero Laico Asociado.

Desde hace más de 25 años mi mamá es Madrina de mg, como ustedes, y recibe la revista Almas, que es distribuida por nuestra vecina Tere. Siempre llamaron mi atención las historias y las fotografías de los misioneros en otras partes del mundo, pero fue hasta el año 2018 que inicié mi proceEl primer paso fue conocer lo que realizan los Misioneros de Guadalupe alrededor del mundo y discernir mi vocación. Posteriormente participé en un proceso de formación que concluyó con uno de los momentos más emocionantes de mi vida: el

envío a la Misión ad gentes a Cusco, Perú. Labores de mg en Cusco

Los Misioneros de Guadalupe que trabajan en Cusco atienden la Parroquia Sagrada Familia y la Viceparroquia Santísima Cruz. Ambas se encuentran al poniente de la ciudad y comprenden una extensa zona que abarca las faldas de los cerros de Killke y Picchu, lo que hace que la zona sea muy accidentada. Durante mi voluntariado tuve oportunidad de conocer a los diferentes grupos y equipos que dan vida tanto a la parroquia como a la viceparroquia. Todos dan lo mejor de sí: la alegría de los acólitos es contagiosa; los grupos juveniles, que a la vez son los coros en las celebraciones, trabajan en su madurez espiritual con dedicación; y las integrantes de la Legión de María acompañan con su oración. El centro de la vida pastoral son la catequesis, los cursos de iniciación cristiana, la preparación para los sacramentos y la celebración de las festividades, las cuales se caracterizan por su sincretismo. Pude ser testigo del acompañamiento que los Misioneros de Guadalupe brindan al pueblo cusqueño más allá de los templos y salones parroquiales, porque es común salir para atender a los enfermos, el visiteo a familias y celebrar en sus comités (barrios) los diferentes acontecimientos que son importantes para la comunidad.

Mi experiencia en la Misión Durante mi estancia en Cusco colaboré con el P. Eduardo Castellanos Hernández, mg, y desde mi profesión, como abogado, acompañé algunos asuntos legales, impartí talleres de desarrollo humano a jóvenes y serví como acompañante a personas que lo solicitaron. Los primeros días fueron de adaptación, pero después fueron jornadas de mucho trabajo, hasta que fuimos sorprendidos por la pandemia y la declaración de estado de emergencia en todo el país. Sinceramente, no alcanzaba a visualizar el alcance que tendría esta situación, sólo veía cómo se cancelaban vuelos, se restringía el transporte terrestre y se suspendían las activi-

dades públicas, entre ellas las celebraciones religiosas. Ante las nuevas circunstancias se presentaba el reto de seguir compartiendo la Buena Nueva y permanecer cercanos a los feligreses de la parroquia y la viceparroquia, por lo que las redes sociales se convirtieron en una importante herramienta para difundir información y transmitir en vivo la Santa Misa.

Uno de los aprendizajes más significativos de esta experiencia ha sido comprender que salir a Misión no es sólo dejar tu hogar, tu trabajo y tus rutinas, sino involucrarte en procesos comunitarios distintos al tuyo, en los que puedes contribuir y anunciar a un Dios vivo y presente que nos ama, pero sin querer implantar estructuras, juicios o formas de organización. Porque sin duda la evangelización se realiza con la gracia de Dios y la colaboración humana, en la que es imprescindible el conocimiento del contexto y de la cultura del lugar al que has sido enviado. a través de un vuelo humanitario. Con todo esto, creo que el Señor me regaló la experiencia más completa que habría podido imaginar y me permitió comprender que ser misionero en tiempos de pandemia es cumplir estrictamente con las medidas sanitarias, pero abandonado plenamente al corazón de Jesús y a la maternal protección de Santa María de Guadalupe. Agradezco a Dios la invitación que me hizo para servirle en tierra de Misión y a Misioneros de Guadalupe por enseñarme a vivir mi vocación. También les doy las gracias a todos ustedes, Padrinos y Madrinas, pues con su generosidad en oración y aportaciones económicas contribuyen al anuncio del Evangelio.

Cuando llegó mi tiempo de regresar a México, ante el cierre de las fronteras, buscamos diversas opciones y pude volver

This article is from: