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Fui una niña de la iam
Aída Viridiana Lucero Miranda, mla, con niños en la Misión de Guatemala.
Aída Viridiana Lucero Miranda, mla
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Queridos Padrinos y Madrinas, es una enorme alegría saludarlos. Formo parte de la comunidad de Misioneros Laicos Asociados a Misioneros de Guadalupe en Guatemala. Entre nuestras actividades pastorales se encuentra el acompañamiento y la formación de los agentes de pastoral que dedican su tiempo a la Infancia y Adolescencia Misioneras (iam) en la diócesis donde servimos. Y es de esta actividad de la cual quiero platicarles un poco, ya que le tengo un cariño particular debido a que yo fui una niña de la iam. ¿Qué es la iam? otras personas, tanto a nivel material como a nivel espiriLa Infancia y Adolescencia Mi- tual, y se les impulsa para que sioneras es una obra pontificia sean solidarios, generosos, enque trata de llevar el Evangelio tregados y comprometidos, a a los niños a través de otros imitación de Jesús. niños en todo el mundo. A los pequeños que participan en la Como les comenté, tengo un iam se les fomenta hacer con- especial cariño por esta obra, ciencia de las necesidades de ya que formé parte de la infan-
cia misionera desde los cuatro años de edad. Tuve mi insignia, mi pañoleta, mi camiseta, mi rosario misionero y, por supuesto, mi cruz. Ahora me toca estar del otro lado, en la formación de los animadores de la iam, y llevo siempre en el corazón el nombre de mi animadora: Margarita, a quien recuerdo con cariño.
Acercarme a Jesús a temprana edad y responsabilizarme de mi cruz me hizo tener muchas herramientas para la vida. En la iam se nos enseña a desenvolvernos como verdaderos cristianos e, implícitamente, a ser responsables en casa, en la escuela, con toda la sociedad. La iam en Guatemala
Aquí nos ha tocado llegar a aldeas lejanas, en la montaña, donde es difícil el acceso, donde no hay luz, ni servicios médicos; generalmente, aunque sea modesta, la capilla está bien cuidada. Las reuniones son temprano, para aprovechar la luz natural. Los cantos y actividades se realizan aprovechando al máximo los recursos con los que se cuenta, pues ninguna falta material impide, ni al animador ni a los niños, hacer, con gran devoción, las oraciones por los niños más pobres del mundo entero; los participantes incluso hacen pequeñas aportaciones económicas, pues tienen en cuenta que hay niños aún más necesitados que ellos. Todos los años celebramos con gran alegría la Jornada de la Infancia y Adolescencia Misioneras, como lo indica el Papa. Cada país, dependiendo de su realidad, celebra ese día en la fecha más conveniente, y aquí en Guatemala se lleva a cabo el tercer domingo de julio. Cuatro semanas antes, los animadores preparan a los niños en sus pequeños grupos, con una serie de pláticas especiales en torno al lema propuesto, que este año es: “Heme aquí, envíame a mí (Is 6, 8)”. Uno de los objetivos de esta jornada es la recaudación de donativos económicos para apoyar a otros niños, y la colecta de todo el mundo se destina a los de un país necesitado en específico; el año pasado se apoyó a Paquistán, por ejemplo. El día del festejo en Guatemala hay una gran convivencia masiva donde se reúnen niños de diversos lugares, quienes comparten la Santa Misa, pláticas,
cantos, actividades, dinámicas, juegos, risas y, sobre todo, la fe. Pero este año, debido a la pandemia, todo ha sido distinto. No obstante, los ánimos no decayeron y los animadores trataron de mantener vivo el entusiasmo de sus grupos, aprovechando todos los recursos tecnológicos. Gracias a ello, fue celebrada la Jornada de la iam. El entusiasmo fue tal que, pensando en quienes no tienen acceso a internet, teléfono o radio, se diseñaron materiales impresos para entregar a esos niños y que pudieran hacer las actividades en casa; las tradicionales alcancías misioneras fueron ahora llenadas por papelitos que llevaban escritas oraciones y buenas acciones. Tenemos la esperanza de que poco a poco nos acostumbraremos a nuestra nueva normalidad. Y qué mejor que saber que contribuimos al cambio en estas nuevas generaciones con más niños que quieran seguir a Jesús, dador de vida. Estos días de confinamiento tenemos que estar más firmes en la fe, para mostrarle al mundo que la alegría del Evangelio no se detiene y se puede seguir compartiendo la Buena Nueva desde casa, sacando provecho de cada recurso con el que se cuente. Estimados Padrinos y Madrinas, seguimos unidos en oración y pidiendo a Nuestra Señora de Guadalupe que interceda por el mundo entero, ilumine nuestra fe, aliente nuestra esperanza e inflame nuestro amor.
