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Museo MG: La mujer maasai
la primera abadía benedictina de Bohemia, pero debido a las malas relaciones con los paganos decidió volver a Roma. Hizo una escala en el principado de Hungría, que en ese tiempo comenzaba a cristianizarse, por lo que evangelizó entre aquella gente y bautizó al gran príncipe Geza y a su hijo, que más adelante sería conocido como san Esteban de Hungría. Posteriormente evangelizó a los polacos y quiso continuar hacia Prusia, por lo cual con el apoyo del duque Boleslao I, futuro rey de Polonia, llegó hasta Danzig. Sin embargo, los paganos prusianos fueron renuentes a la conversión y el 23 de abril del año 997 lo decapitaron. Se dice que Boleslao I compró el cuerpo del mártir, pagando su peso en oro, y lo hizo llevar a Gniezno, donde fue enterrado. Después de su canonización su tumba se convirtió en un lugar de peregrinaje.
Oración de san Adalberto
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¡Oh, Dios!, que comediste la corona del martirio a san Adalberto, obispo, encendido en el celo por la salvación de las almas, concédenos, por su intercesión, que nunca falte a los pastores la obediencia de su grey ni esta carezca de la asistencia de los pastores. Por nuestro Señor, Jesucristo. Amén.
La mujer maasai Juan José Ramírez Escarza
La tribu maasai es una de las más antiguas e importantes de África, ubicada en el norte de Tanzania y el sur de Kenia. Su organización social es jerárquica y va de acuerdo a grupos de edad y sexo. Cuando los jóvenes varones cumplen 16 años, mediante una ceremonia que incluye la circuncisión, pasan a la edad adulta y se convierten en guerreros. A las mujeres se les practica la ablación al llegar a la pubertad, bajo la creencia de hacerlas válidas para el casamiento y la procreación. El matrimonio maasai suele apalabrarse por los padres cuando las niñas aún son lactantes, y responde a motivos materiales y económicos. La dote es importante y está compuesta de diverso ganado que la mujer atenderá tras recibir instrucción.
El día de la boda, la mujer luce su pelo rapado y viste telas de colores y abalorios blancos. Durante el rito, el padre le escupe leche sobre el cuello a modo de bendición y luego ella parte hacia la casa de su futuro marido. En el camino las mujeres del poblado le regalan terneros y cabras, y cuando llega a casa del hombre, este le da de beber leche agria en una calabaza. Consumada la boda, la mujer pasa a formar parte del patrimonio del hombre. Las mujeres se encargan de todo lo relacionado con la vida cotidiana: el mantenimiento de la casa, la crianza de los hijos, el cuidado del ganado, además de preparar la comida y confeccionar ornamentos y artesanías. La poligamia es habitual y es símbolo de poder, por lo que cada hombre podrá tener las esposas que desee, siempre y cuando garantice la dote y pueda mantenerlas.