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El cicerone del Rey

Maggy Bรกtiz



El cicerone del Rey Maggy Bรกtiz

Idea Original Hernรกn Leรณn Velasco

Versiรณn digital ingenoe@hotmail.com



Acerca del Cicerone y de su autora “El Cicerone del Rey”, texto único en su tipo porque es un árbol donde cada hoja es un pájaro que canta armónicamente en el bosque. De ahí que desde su primera página nos atrapan los secretos. ¿Quién es el cicerone y cuál es su papel en esta historia? La respuesta la encontramos conforme transcurre la obra en donde el Cicerone halla el “Diario” que pertenece a la intimidad de la Reina. Este “Diario” llega a las manos del Rey y es entonces cuando comienza el drama entre la confesión y el grito silencioso de la Reina. En su manuscrito la Poeta refiere: “Mi barca aguanta la marea mundana”. Nos preguntamos, ¿Cuál fue la intención de ésta sentencia? Es claro que hace referencia a su navegar por la vida a pesar de los naufragios, sobre todo aquellos que a veces lo derrumban hasta llegar al llanto. Éste dolor es tan hondo, que revoluciona su sentido de ser para mantenerse de pie frente al destino. Por lo tanto la poeta no rechaza el sufrimiento, porque esa es -la marea mundana- un suceso natural en donde se aprende a superar los días funestos de la vida.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey


Su barca es y está en la poesía de alta mar, que parte de cualquier puerto para llevar la sorpresa al mundo. En este oscilar se mencionan las vías donde prevalecen diversas opciones de vida. Ella dice: “En estas horas de espera/ tendida en el transporte gratis del destino / en el río eterno del mar/ con la bandera del poeta izada / dispuesta a contarle una historia al viento”. Aquí nos deja sentir que la poesía dispara directo al corazón de las emociones para despertar el asombro del lector. La hondura de escrito nos permite vislumbrar que la poeta es testigo permanente de lo que pasa en su senda, que está izada como una hacedora de historias que debe ser contada a la multitud, para que en los siglos venideros sepan que los Reyes tuvieron los mismos sueños y sufrieron los mismos tropiezos que le acontece a todos. Con ésta perspectiva se abren las posibilidades a la aventura y a su vez no deja en blanco las páginas para decir adiós a los desamores perdidos.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey


Estos memorables sucesos significan a vuelo de pájaro “aguantar la marea mundana”. Es una realidad donde la poeta desafía con audacia la adversidad y se levanta con ánimo y prontitud de su periplo. La vitalidad de cuestionar sin medianías surge cuando subraya: ¿Me recuerdas? ¿En ese mundo cuando éramos cómplices de la luna y buscamos la cálida soledad de la arena? ¿Me recuerdas?… ¡Soy yo… tu Reina! Maggy Batiz tiene la magia de la ironía de Quevedo, ese genial escritor que nos aclara y eleva el lenguaje común, haciéndolo más deslizable, porque la ironía, si bien por un lado puede herir con una crítica aguda, por el otro tiene el talento de la reflexión y el buen ánimo que se desborda hacia el esplendor de la alegría.

Si algo diremos del humor que maneja con mucho talento la poetisa, se debe a su experiencia de vivir la vida que le da permiso de arreglar entuertos y de inventar senderos. En ocasiones con sus repentinos giros del su buen humor, nos da la oportunidad de reírnos a rajatabla. Maggy Bátiz, El cicerone del Rey


Ese humor tan sutil es una de las tantas vertientes de su poesía. Es poeta de tiempo completo, que se enfrenta incluso contra sí misma cuando así es necesario como la poeta que es y en favor del Rey amante. De esta forma sigue siendo una dama comprometida tejiendo lo distante con lo cercano a nuestras raíces. Esta es otra de sus facultades. Y la más amable de sus virtudes es la de ser amiga de todos, compartiendo sus sueños a manos llenas, con su particular júbilo y con sus sinceras muestras de afecto que alumbran las sombras del día entero.

Con Maggy Bátiz, estamos a un paso de la revelación constante. Por eso nos entusiasma el nacimiento de este libro, que además tiene la audacia -muy suya- de darle la justa novedad requerida en toda obra poética. Hoy al tenerlo en nuestras manos, comprendemos su estilo de escribir “el cuento novelado de la poesía“ que surge en una pareja, después del hallazgo del Diario de la Reina donde estaban los manuscritos de su intimidad que a su vez guardaba en un cofre. Hernán León Velasco Maggy Bátiz, El cicerone del Rey


El cicerone del Rey Maggy Bรกtiz



Queda prohibido romper el sello imperial hasta después de un siglo a partir del veintavo día del quinto mes del año tercero de la coronación de su Majestad Quien transgreda este decreto desatará el conjuro Su castigo: morirá de amor Su Majestad el Rey

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



El cicerone del Rey Mi mejor cicerone es la luz del amanecer de mis versos fugaces de mis versos sombrĂ­os. El cicerone los golpea con piedras, los alisa, los imprime y los deja de testamento en la escritura de mi sangre porque amĂŠ a tiempo a la mujer de mi destino

Maggy BĂĄtiz, El cicerone del Rey



Los secretos de la Reina Es tiempo de conocer los secretos de la Reina. Soy culpable de revelar sus memorias. Cuando decreté que después de un siglo se revelara su historia fue para comprender los porqués del reinado. Diré tal cual dijo de cómo fue feliz y desdichada a su vez. Su sentido tan íntimo de querer y ser querida. Contaré lo que el Cicerone descubrió en las confesiones de la Reina Lo que dejó en su diario fueron sus misterios de mujer en el imperio de la vida.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey


Existió en su corazón los laureles de la dicha Cantó versos para el amor y dejó un mensaje a los súbditos. No olvidó a los poetas ni a los desamores perdidos. Cultivó con nobleza la hondura del filósofo y amó como nadie la canción de los días. Y la he querido entre las sábanas blancas del río fugaz de mi sangre. He aquí la leyenda Su Majestad el Rey

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey


Diario de La Reina

Maggy Bรกtiz, El cicerone del Rey



Memorias de mis días Aquí se canta al corazón del mundo La obra se abrirá en la estirpe nona Si es profanado no revelar, hasta cita Contrariar a la Corona será penado y ha de morir de amor Su Majestad la Reina

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Confesión de la Reina ¿Por qué esta ansiedad de conquistar a la tierra entera? Todo lo deseo: La cosecha de las flores y los atardeceres, la espuma de los mares y el retumbo de las olas, el canto de los pájaros y el tañer de las guitarras. Me tranquiliza que de no tener todo tenga una parte suficiente que alegre mi vida. Claro: me gustaría tener siempre la ternura de las noches el sol de las mañanas y la pasión de unas manos juntos a las manos mías.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



A los súbditos No apaguen el fuego ni los aromas de la selva que el otoño aún arde. Los quiero a todos en la amable sombra de mi ceiba desde la cueva de heno que habito ¡Acompáñenme en los viejos caminos! ¡Canten con alegría los nuevos himnos [conmigo! Pues deben saber que ustedes han sido [siempre el amor que me enamora desde que era [niña.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Aparecen los poetas En tiempos tan faltos de tan buena suerte, tan duros, tan fríos: Aparecen los poetas Cuando surgen generales sin batallas que no han sufrido los golpes de la tierra: Aparecen los poetas Deseo atar mi vida a los poetas abordar su jet con rumbo al cielo, y desde ahí ver como liberan sus versos desde otro planeta. Los poetas son videntes de las palabras errantes que caminan por la vida sin que nadie los mire sin que nadie los quiera y están cantando: Siempre cantando.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Mis deseos Mis deseos abren la ventana para que entre el crepitar del sol. Mis deseos atrapan al viento para que la tarde cante. Mis deseos son la tempestad del mar que recorren el querer de mi sangre. Lo mismo en el ritmo del aire que en los espacios rupestres mis deseos surgen ardientes donde se agranda la noche.

Maggy Bรกtiz, El cicerone del Rey



¿Qué es la ternura? No es una flor ni un ciprés bien sembrado ni el alto cuello de un cisne. La ternura es algo de mi lengua que canta por tu boca. Algo que yergue la piel. Algo que ilumina la noche de tu cuerpo a mi cuerpo de tu vida a mi vida.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



No dudes Si amas serás el suceder de este día el aprendiz de este mundo. Si danzas serás la dicha donde se mueve el todo. Si esperas conocerás el secreto del cantar de la tierra. Y también conocerás el por qué si crece la noche el corazón se ilumina.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Siembra a los pájaros El amor se desviste en silencio en los caminos del hombre Hay días que resplandece y avanza desde las sombras. Sabe de la libertad Y esta mañana que siembra a los pájaros uno puede ver creciendo el camino.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Un instante Las mil y una aventuras en que nos atrapa la vida son mirtos que perfuman nuestros caminos La existencia es un instante un hallazgo intacto en cada cosa un arder a fuego lento un saltar a la eternidad.

Maggy Bรกtiz, El cicerone del Rey



Por mis calles solitarias Para ofrendarte mi vida soy la cercanĂ­a de la luz el deseo latiente de la hoguera. Soy la hondura de un lago la llama creciendo en la llanura que busca con delirio el intersticio cuando pasas por mis calles solitarias.

Maggy BĂĄtiz, El cicerone del Rey



Eras como el pan Alguien dijo: Hágase el amor y entre las sábanas eras como el pan en la mesa, la llama en mi piel. Después inesperado fue el adiós. Entonces, alguien grito: Hágase la noche para que el amor en las sombras crezca.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Me entrego Cuando tú estás: No me derrumba el dolor del llanto no me hunde la inmensidad del mar. Tú floreces el corazón de la noche si recorres el ansia de mi sangre si te amo en el fragor de las batallas y me entrego a la ternura de tu cuerpo.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Abro tu corazรณn Entre tu cuerpo y mi cuerpo acicalo tus bosques, abro tu corazรณn al mundo. Despierto a la noche amo a tu misma sombra y suelto el amor del bosque con todo y sus pรกjaros.

Maggy Bรกtiz, El cicerone del Rey



Eras en los caminos ¿No sé qué será más travieso si tus ojos felinos de la noche o tus labios primicias de palabras? ¿Si tus manos de caricias fugitivas o tus pies de viajero sin descanso?

Solamente sé que eras en los caminos, el hombre que descubre el amor sobre la tierra. ¿Y tú, lo sabes?

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Llegó para tocar El amor llegó para tocar la piel del amanecer, en el por qué del hombre. La mujer despertó la noche hizo del tiempo sus jardines para florecer la vida bajo el ritmo de los pájaros.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



El amor del día La noche se extendió en el cielo para nacer a la mitad del aire. Desde aquel entonces los sueños habitaron al hombre.

Él llegó a estos caminos para sentir el amor del día que entre los muslos –arde.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



¿Cuál será? ¿Qué beso será el mejor? ¿Cuál el más tierno? ¿El más deseado, el más amado? ¿Cuál beso de paso y de prisa? ¿El que te da el amor soñado? ¿O el de chispeante mirada que besa en la madrugada? ¿Qué beso será el mejor? ¿El que cruza la campiña y te besa con aroma de montaña? ¿Cuál el más aventurero? ¿El beso de la cabaña que te imprime el olor a leña? ¿O aquel beso tan ansiado de quien siempre te desdeña?

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Por todo esto Amo las miradas que las pasiones provocan y las manos inquietas que ofrecen caricias. Amo los deseos testigos del alma. Amo los abrazos que el momento esperan. Por todo esto Y o v i v o y o c a n t o y o s u e Ăą o.

Maggy BĂĄtiz, El cicerone del Rey



La sonrisa Desde hace días quiero verte sonreír Sonreír no es tan difícil cuando se dice te amo. Basta un sin sentido un pretexto que nos impulse al estruendo de una carcajada La sonrisa es un encanto la carcajada es la libertad. Dicen que sonreír es el espejo del alma: La carcajada es un espejo en mil pedazos.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Sólo faltabas tú El tiempo se fue por las veredas. y en ese tren de la nostalgia para olvidar la pesadumbre: sólo faltabas tú… Noches del callejón de la alegría de las manos que se buscan incitantes donde surgen los deseos en las sombras en tales horas: sólo faltabas tú… Poseo cántaro de sueños ansiedad de labios que te quieren sin ninguna duda, sin ninguna tregua: sólo faltabas tú…

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



No te puedo querer Me ofrendas la luz de un clavel ¿Cuánto puede durar una flor? ¿Un día, una semana, un año? No lo sé. La ofrenda eres tú.

Y no te puedo querer a pesar de hacerme sentir la Reina más dichosa de la tierra. Algunos años atrás como cedro orgulloso me llevabas feliz a tu lado Las campanas están tristes porque yo quisiera quererte pero no tiemblo ya con tus caricias. ¡No te puedo querer! Pero te quiero, te quiero lucero del amanecer.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



A veces sí, a veces no Sin ti no me gustaría aprender a vivir ¿O piensas que el olvido se puede equivocar? A veces sí, a veces no… No soy el ser que le faltó valor para enamorarte porque sin esa razón no podría vivir, A veces sí, a veces no… Quien vive atado al deber, tiene el amor marchito. Y tú serías capaz de ser indiferente al fuego de la pasión junto a la desnuda luna. A veces sí, a veces no…

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Fue una caricia Es verdad cuando te digo que te quiero desde hace tiempo. Quererte fue una caricia de los siglos. Eras como la suerte que sin esperarlo llegรณ de pronto. Ahora te pienso como quien no sabe por donde el amor se fue herido.

Maggy Bรกtiz, El cicerone del Rey



Cómplices del viento Quisiera peregrinar por tus veredas cómplices del viento y esperar con serenidad los motivos del día. Seguir el basto desfile de la noche sobre la arena de la palmera solitaria y con el ritmo ligero de las olas escuchar el murmullo de los astros. Y dejar la soledad en la penumbra para correr tras los recuerdos que son cántaros de alegría.

¡Ah! Como quisiera estar en esas playas por tus veredas cómplices del viento.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Su agenda A través del tiempo tuve la certeza que me recordarías. Desde ayer extraño el sol de tus manos la suave fragancia de tu cuerpo. Hoy al hallarte observo la serenidad de tu rostro. Dices que me recuerdas en la luz y en la sombra te creo, pero mi amor extravío -su agenda.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



El tango aquel En los Campos Elíseos en el eterno aire de Paris te acercaste a mí y de nuevo admiré tu rostro. Tus manos como dos caricias tomaron mis hombros diciéndome ¡Que linda estás! Pensé... hace 28 años el péndulo de la campana hubiese redoblado su repicar de oro. Hoy es demasiado tarde, el romance de mi pareja no le gustaría que aceptara ni el timbre de tu voz ni la cercanía de tu cuerpo. Por tanto el tango aquel… murió en el eterno aire de París.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



El ave lira Hace días el ave lira cantaba cerca de mí. Hoy se lo llevaron al rincón del olvido. Nuestra historia de amor se fue a otro palacio. El verano regresó a tus labios conmigo permanece el silencio. Me sostiene el deseo de seguir el canto del ave lira que despierta la llama del día.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Los gitanos Fue la noche en que bailaron con firme taconeo del tablao, los gitanos tomados de los brazos bajo la sombra de la luna. Era la noche de los cantos del ritmo pasional de las guitarras en que sudaron gitano con gitana bajo el amparo de la luna. Así al compás del amor gitano creció la noche a fuego lento a paso doble me acercó su cuerpo me estrechó las manos me entrego su boca bajo la misma luna bajo la misma noche.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



No absuelvo Llegaste a mi vida como la sorpresa del día. Y te amé en silencio. Un día el viento llevó tus pasos donde el tiempo derrumba todo. Hoy te miré y lucías con garbo ¡Qué garbo! ¡Qué hombre! ¡Qué simpático me saliste! Venías partiendo plaza y querías provocarme una sonrisa que perdonara tu larga ausencia mientras andabas con otras. ¡Qué bonito! ¿Verdad? ¡Qué cómodo! ¿No? Y te observé, sin mirar tus pesares y te dije: no soy juez de tus actos ni clérigo que escuche tus culpas, no castigo, ni absuelvo no obstante me dices que sin mi estarías perdido. ¡Ah! otra vez: ¡Qué simpático me saliste! Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Y yo aquí de necia, de burra, esperándote… ¡Qué simpático! ¿Verdad? ¿Y tú nieve de limón?

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Los espejos ¿Me creerán que se perdieron los espejos dorados de la tarde? ¿Que el anochecer se hizo gris? ¿Qué el vuelo de los pájaros despertó a la ciudad de su irremediable silencio? ¿Qué se fugaron las sonrisas por las ventanas de los días? Todo se perdió por estas calles sólo resplandece en tus ojos la verdad del mundo.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Para descubrirlo todo He caminado sola en la arena del mar. Cada paso que di fue un comenzar distinto. Con pinceles de fuego dibujĂŠ seĂąales en la memoria del viento. Vine para descubrirlo todo. Para tocar la vida para sentirla para gozar tu hallazgo.

Maggy BĂĄtiz, El cicerone del Rey



Mis tres tiempos El pasado me dejó el rumor del mar. Se fue con el tren de la tarde. El presente está gritando que amo y soy amada. El futuro abre la incertidumbre. Por ello sólo espero el paso furtivo de los días para arder en la vida mis últimos sueños.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Antes que el invierno Antes que el invierno te abrase y desvista la piel de tu alma y tu mirada se vuelva distante. Antes que se aquiete tu sangre y la humedad de tu boca se acabe, y tus labios no quieran un beso. Antes que el dolor te haga olvidar los deseos y antes que heredes la corona ¡Tómame por un instante! Enciende mis labios has latir mi corazón que la ansiedad de ser tuya, persista en mí, toda la vida.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Cosas del Rey A veces pienso que no me quieres. Te digo: Aunque la tarde parezca gris tiene fulgores dorados.

Me dicen que tú como buen Rey alguna vez me quisiste, y yo tan terca, tan terca que solamente quería un beso, como dijo el músico poeta profundo y travieso. Sé que piensas que no lo dijo así que fue friolento y dulzón ¡Pero yo! ¿Para qué lo quiero friolento?

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



El suave aroma Señor mío, hay razones de los días que no debemos olvidar. Tu vida entre batallas palacios y andares la mía entre nubes de amores perdidos. Es cierto sufrimos el vaivén de los senderos y con llanto regamos estos desiertos.

A pesar de ello gozamos del suave aroma de las praderas del follaje fresco de los caminos.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Se fueron los años Algo se nos queda en la nostalgia quizá el porte de un gitano con su taconeo en el tablao. O el lenguaje voraz del turco de ardiente figura que sin darte cuenta te cautiva la audacia que de su cuerpo brota. Más cuando alguien te ofrece un Partenón con la calidez de sus brazos para bailar una danza y descubres la sonrisa de un jovial griego ¡Desfalleces! Y recapacitas… como campo devorado por langostas, así se fueron los años sin concedernos la plenitud del aire.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Sola La vida es asombro‌ Hoy hace calor y siento mucho frío. Seres amados habitan mi casa pero, me siento sola y triste como un påjaro en la intemperie Con esa soledad donde el silencio llora. Me siento campana sin badajo entre las ruinas del mundo como viuda desterrada, sola, muy sola.

Maggy BĂĄtiz, El cicerone del Rey



Cantares Siendo una mujer sincera cantares llevo en el alma dos noches de amor yo tengo dos noches de amor no olvido Y de tanto andar los caminos aprendí a cantar en la espesura por eso canto más fuerte por eso siento más hondo. Así en busca del destino mi cantar se lo lleva el viento para que mi voz te hable desde el fondo de mi alma. Que tú me quisiste, lo sé ¿que si te quise? ¿Lo sabes?

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Vestido de fiesta Pensé obsequiar mi vestido de fiesta que hace meses estrené bailando contigo. Al tocarlo me di cuenta que conserva el calor de tu abrazo, la fragancia de tu piel la cálida sensación de tu cuerpo. Que todo está ahí junto a tu atuendo gris Oxford. Ambos quedaron guardados en su bolsa de raso, ansiosos, de tenernos juntos. Ambos…Siguen esperando.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Visitaciones del tiempo Ayer me visitó la noche y recordé como eras en la lejanía Ayer estuve despierta. Hora tras hora recibí las visitaciones del tiempo Hubo lámparas que iluminaron caminos. He leído tus memorias donde cuentas lo que habías perdido.

Ayer: Me visitaron las sombras…

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Al llegar la noche Nunca pensé en mi destino ni recordé que al estar cerca de ti el sol traería flores a todas mis calles. Por eso cuando llega la noche extraño la suavidad de tus manos la firmeza de tu pecho que de amor estalla. Hoy te recuerdo en las horas que sorprendieron mi tiempo.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Tus sombras De pronto el mar es un animal que retumba dentro de mí. Las olas me devuelven las cosas que había perdido. Este día crece para seguir tus sombras. Todo es así en el corazón del tiempo. Y donde se levanta el mar el amor avanza su amanecer entero.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Te lloré ¡Cómo no llegar a quererte! Si lloro la desdicha de no verte más. ¿Piensas que no sentí la herida que partió a tú corazón?

Claro que la sentí si se fue la aurora y enmudeció el destino. Lo confieso: te lloré pero llegaste tarde a mi noche de ronda. Hoy tu recuerdo es llamarada.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Brindis Brindo por el grato placer de las horas que paso contigo. Brindo y al sorber el vino de estas copas no pregunto si otros labios ya besaron a tu boca. Brindo con el vino del tiempo por el recuerdo de celebrar la vida que aprendĂ­ a descubrir contigo.

Maggy BĂĄtiz, El cicerone del Rey



Cultivo pasionarias En la libertad de las horas desiertas y sin rumbo, en el anochecer del invierno. Tejo madejas de dolor y ensueño cultivo pasionarias y girasoles.

¿Saben por qué? Porque estoy en una soledad sin fondo, en un pozo oscuro y húmedo con mi corona de espinas.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Nadie arropó mi cuerpo ¡Qué soledad no sentir la calidez de tus brazos al salir de palacio! Nadie arropó a mi cuerpo, con la capa de una Reina ni me dio la espada para defender el cetro. No cuidaste mis pasos ni mi corona, ni mis caminos Hoy no estarás en mis cantos ni en la gloria de mis versos.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Mi barca aguanta En estas horas de espera tendida en el transporte gratis del destino, en el río eterno del mar con la bandera izada del poeta dispuesta a contarle una historia al viento, sentí que los caminos me llevaron a la orilla del océano diciéndome discretas palabras al oído, con un suave esmero sin querer nada de mí ni de mi pluma que emigra como un pájaro errante. Porque así como se encuentra el alma sin una forma, soy libre por completo de navegar por siempre, por eso mi barca aguanta la marea mundana.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Y desde la lejanía del mar llegaste a mi tiempo, en el día, en el abismo en el despertar de mi fantasía. Surgiste en la terrenal atmosfera de la costa solitaria donde cabía en tu mirada la libertad entera y se podía ver el paso fugaz de la vida. ¿Me recuerdas? ¿Cuando éramos cómplices de la luna y buscábamos la cálida soledad de la arena? ¿Me recuerdas?… ¡Soy yo… tu Reina!

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Mi verdadera edad Como no soy una mujer joven (Es decir jovencísima). Bebo vino como si tuviera veinte. Bailo tango como si tuviera cuarenta. Me río de todos como si tuviera sesenta Además hago una fiesta todos los días, por si alguno me pregunta mi verdadera edad: surja entonces el espantoso ruido de [la música que nunca me dejará escuchar.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



A punto de partir Mil ochenta días de vacío en la casa veintiocho mil horas sin un te quiero La noche sabe que los años no han de volver. Hubo días en que mi barca navegó sin destino. Y a veces fui en contra de la salvaje desnudez del viento no tuve miedo a las tormentas porque sé cuándo viene la lluvia y cuándo se está a punto de partir.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



La ruleta Al final mi corazón fue una ruleta Tal parece que la vida se inventó en el aire. Busque tu sonrisa tu silueta del Rey Midas tu poderío de un César. Hallé en tus ojos la noche encendida y de veras te amé hasta el crepitar de las llamas.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



La Reina y el Rey De los mares, las perlas del sol, la historia de amor de la Reina y del Rey El Rey no oculta su corazón la Reina no oculta su alma

Son devotos del templo de Venus ardientes prenden sus llamas sin saber cuántos besos les faltan a sus bocas cuántos abrazos a sus ansias cuántos te quiero a sus sueños Se rinden a la magia de su locura al fuego pasional de sus manos y se han vuelto más tiernos y más niños La Reina y el Rey en su delirio enamoran al crepúsculo y tiene roja la sangre de la noche y las suaves brasas de sus labios son rojas.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey


La piel de uno es trópico en el otro, el vientre de la Reina es danza vigorosa que el rey contempla y adora por toda la [vida. Como el tiempo que se desvanece diciendo hoy será mañana, son sabios en el país de los amores y se desvisten con todo y su reinado. No son ahora el Rey o la Reina no tienen corona, ni el oro que ciñe la cintura ni el blasón donde se ofrendan los tributos ni el cetro de mando ni un ejército que defienda el castillo ni palomas mensajeras que lleven los secretos ni testigos que resguarden la memoria Ahora, solamente son: un hombre y una mujer que desnudos de la noche se descubren a las sombras del amor Desarmados uno del otro no han sido vencidos de nada y de nadie ni se preocupan por andar en los caminos. Maggy Bátiz, El cicerone del Rey


Son una mujer y un hombre entregados en cuerpo y en alma al reinado que jamรกs ha de morir donde ellos serรกn los reyes que surgieron del corazรณn del [mundo.

Maggy Bรกtiz, El cicerone del Rey



Confesiรณn de su Majestad El Rey

Maggy Bรกtiz, El cicerone del Rey



Hoy, el cicerone se va Desde el principio del tiempo en el corazón de toda mujer existe una Reina. Ahí, en la hondura oceánica en el canto de los vientos su barca navega la marea mundana. Recuerdo su rostro de venus en la desnuda arena del mar Por eso confieso que ordené al Cicerone buscar el cofre de los textos de la vida íntima de la Reina que al hallarlo leyó con asombro. Hasta que un ruido cercano lo alejó del sitio secreto. Cuando volvió por el Diario no estaba el cofre, que guardaba las memorias.

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



En ellos la Reina relató los deseos de su vida. Su amor fue el esplendor que me salvó en la tierra. ¿No sé si me perdonará si algún día sabe que descubrí sus secretos? Pero anda nerviosa… No habla, no me mira ¿Sospechará algo?

Hoy despediré al Cicerone para que no sea testigo de mi delito de amor. ¡Hoy, ni un minuto más! Ni un minuto ni uno ¡Hoy, hoy… el Cicerone, se va! Su Majestad el Rey

Maggy Bátiz, El cicerone del Rey



Maggy la reina y sus amigos







Contenido Queda prohibido El Cicerone Del Rey Los secretos de la Reina Diario De La Reina Memorias de mis días Confesión de la Reina A los súbdito Aparecen los poetas Mis deseos ¿Qué es la ternura? No dudes Siembra a los pájaros Un instante Por mis calles solitarias Eras como el pan Me entrego Abro tu corazón Eras en los caminos Llegó para tocar El amor del día ¿Cuál será? Por todo esto La sonrisa Sólo faltabas tú No te puedo querer A veces sí, a veces no Fue una caricia Cómplices del viento Su agenda El tango aquel

El ave lira Los gitanos No absuelvo Los espejos Para descubrirlo todo Mis tres tiempos Antes que el invierno Cosas del Rey El suave aroma Se fueron los años Sola Cantares Vestido de fiesta Visitaciones del tiempo Al llegar la noche Tus sombras Te lloré Brindis Cultivo pasionarias Nadie arropó mi cuerpo Mi barca aguanta Mi verdadera edad A punto de partir La ruleta La Reina y el Rey Confesión de su Majestad El Rey Hoy, el cicerone se va Acerca del Cicerone y de su autora


Imágenes por orden de aparición 1 – Wikimedia Commons 10 - Wikimedia Commons 12 - Audrey Hepburn 14 - Wikimedia Commons 18 – Petra, Jordania 20 - Castle Acre Priory 22 - Castillo de Bodiam 24 - Wikimedia Commons 26 - Wikimedia Commons 28 – J.R.R. Tolkien and wife 30 - Wikimedia Commons 32- Wikimedia Commons 34 – Archipielago Laquedivas, océano Índico, 36 - Poggio Mirteto, Italia 38- Foto Joanna Kustra 40 - Wikimedia Commons 42 - Porträt von Elsa | Frank Dicksee 44 - Wikimedia Commons 46 – Hellesylt, Noruega 48 - El beso, Francesco Hayez 50 – Obra de Vladimir Volegov 52 - Obra de Vladimir Volegov 54 - The Nat Geo Collection, Kilgarvan, Irlanda 56 - Wikimedia Commons 58 - Wikimedia Commons 60 - Wikimedia Commons

62 - Wikimedia Commons

64 - Wikimedia Commons 66- The Nat Geo Collection 68 - Andre Kohn 70 - Wikimedia Commons 72 – Wikimedia Commons 74 - Petra, Jordania 76 - Audrey Hepburn 78 - Wikimedia Commons 80 - Castillo de Bodiam 82 – Foto de Lisa Mai 84- El beso, Gustav Klimt, 1909 86 - Wikimedia Commons 88 – Castillo de Neuschwanstein 90 - Anna Razumovskaya – Flamenco solea 92 – Saoirse Ronan 94 - Wikimedia Commons 96 - Wikimedia Commons 98 - Skopje, Macedonia 100 – Trakai, Lithuania 102 - Wikimedia Commons 104 - La despeinada (La scapigliata), Leonardo da Vinci 106 - Wikimedia Commons 108 - Wikimedia Commons 110 - Sarah Jaffe 112 - Yushkevich Victor 114 - Wikimedia Commons 116 - Wikimedia Commons 118 - Wikimedia Commons 120 - Wikimedia Commons 122 - Wikimedia Commons 130 - Musin Yohan

El presente libro se realiza de acuerdo al Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas (Acta de París del 24 julio de 1971 y enmendado el 28 de septiembre de 1979), en consecuencia no tiene fin de lucro y su divulgación es plenamente educativa y cultural.


El cicerone del Rey Maggy Bรกtiz

Productor Hernรกn Leรณn Velasco Versiรณn digital ingenoe@hotmail.com


El cicerone del Rey

Maggy Bรกtiz


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