El cicerone del rey

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El cicerone del Rey

Maggy Bรกtiz 1


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Queda prohibido romper el sello imperial hasta después de un siglo a partir del veintavo día del quinto mes del año tercero de la coronación de su Majestad Quien transgreda este decreto desatará el conjuro Su castigo arderá… de amor Su Majestad el Rey

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El Cicerone Del Rey Mi mejor cicerone es la luz del amanecer de mis versos fugaces de mis versos sombrĂ­os. El cicerone los golpea con piedras, los alisa, los imprime y los deja de testamento en la escritura de mi sangre porque supe amar a tiempo a la mujer que serĂ­a mi destino

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Los secretos de la Reina Es tiempo de conocer los secretos de la Reina. Soy culpable de revelar sus memorias. Cuando decreté que después de un siglo se revelará su historia fue para comprender los porqués del reinado. Diré tal cual dijo de cómo fue feliz y desdichada a su vez. Su sentido tan íntimo de querer y ser querida. Contaré lo que el Cicerone descubrió en las confesiones de la Reina. Lo que dejó en su diario fueron sus misterios de mujer en el imperio de la vida.

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Existió en su corazón los laureles de la dicha. Cantó versos para el amor y dejó un mensaje a los súbditos. No olvidó a los poetas ni a los desamores perdidos. Cultivó con nobleza la hondura del filósofo y amó como nadie la canción de los días. He aquí la leyenda. Vivir con ella fue descubrir otro cielo. Porque la he querido en el río fugaz de mi sangre entre las sábanas blancas del tiempo. Su Majestad el Rey

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Diario De La Reina

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Memorias de mis días Aquí se canta al corazón del mundo. La obra se abrirá en la estirpe nona. Si es profanado no revelar, hasta cita. Contrariar a la Corona será penado y sin morir ha de morir de amor. Su Majestad la Reina

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Confesión de la Reina ¿Por qué esta ansiedad de conquistar a la tierra entera? Todo lo deseo: la cosecha de las flores y los atardeceres, la espuma de los mares y el retumbo de las olas, el canto de los pájaros y el tañer de las guitarras. Me tranquiliza que de no tener todo tenga una parte suficiente que alegre mi vida. Claro: me gustaría tener siempre la ternura de las noches el sol de las mañanas y la pasión de unas manos juntos a las manos mías.

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A los súbditos No apaguen el fuego que el otoño aún arde en los aromas de la selva Los quiero a todos en la amable sombra de mi ceiba desde la cueva de heno que habito

¡Acompáñenme en los viejos caminos! ¡Canten con alegría, los nuevos himnos conmigo! Pues deben saber que ustedes han sido siempre el amor que me enamora desde que era niña.

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Aparecen los poetas En tiempos tan faltos de tan buena suerte, tan duros, tan fríos: Aparecen los poetas. Cuando surgen generales sin batallas que no han sufrido los golpes de la tierra: Aparecen los poetas. Deseo atar mi vida a los poetas abordar su jet con rumbo al cielo, y desde ahí mirar como liberan sus versos desde otro planeta. Los poetas son videntes de las palabras errantes que caminan por la vida sin que nadie los mire sin que nadie los quiera y están cantando: Siempre cantando.

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Mis deseos Mis deseos son abrir la ventana para que entre el crepitar del sol. Mis deseos son atrapar al viento que canta toda la tarde. Mis deseos son la tempestad del mar que impulsa el recorrer de mi sangre. Lo mismo en el ritmo del aire que en el tambor del coraz贸n terrestre mis deseos surgen ardientes donde el amor se agranda en la noche.

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¿Qué es la ternura? No es una flor ni un ciprés bien sembrado ni el alto cuello de un cisne. La ternura es algo de mi lengua que canta por tu boca.

Algo que se yergue en la piel. Algo de la pasión que ilumina la noche de tu cuerpo a mi cuerpo de tu vida a mi vida.

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No dudes Si amas serás en el suceder del día el aprendiz del instante. Si danzas serás el despertar de la dicha que se mueve.

Si te enamoras gozarás tu verdad en la tierra. Si te has olvidado de vivir toca el corazón del día que el amor te ha de abrir su puerta.

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Siembra a los pájaros El amor hace caminos y sobrevive en toda la ciudad. Hay días que resplandece y avanza desde las sombras. Sabe de la libertad

Y cada mañana siembra a todos los pájaros porque desde el principio de las cosas el amor nunca ha estado a solas.

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Un instante Las mil y una aventuras en que nos atrapa la vida son mirtos que perfuman a nuestros caminos La existencia es un instante un hallazgo intacto en cada cosa un arder a fuego lento un crepitar la eternidad.

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Por mis calles solitarias Para ofrendarte mi vida soy la cercanĂ­a de la luz el deseo latiente de la hoguera. Soy la hondura de un lago la llama creciendo en la llanura. que salta con delirio al precipicio cuando pasas por mis calles solitarias.

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Entre las sábanas Alguien dijo: hágase el amor y entre las sábanas eras como el pan en la mesa, la llama en mi piel. que me atrapó de golpe. Después fue inesperado decir adiós. Entonces alguien dijo: Hágase la noche para que el amor crezca en las manos del recuerdo.

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Me entrego Cuando tĂş estĂĄs no me derrumba el dolor del llanto no me hunde la inmensidad del mar. Con tus caricias florece la noche. TĂş recorres el ansia de mi sangre y te amo en el fragor de las batallas y me entrego a la ternura de tu cuerpo.

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Abro tu corazรณn Entre tu cuerpo y mi cuerpo acicalo tus bosques, abro tu corazรณn al mundo. Mientras tanto la noche ensaya su canciรณn fecunda y el amor se vuelve mรกs sombra.

Es cierto las golondrinas de tanto volar d e s a p a r e c e n.

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Eras en los caminos ¿No sé qué será más travieso si tus ojos felinos de la noche o tus labios primicias de palabras? ¿Si tus manos de caricias fugitivas o tus pies viajeros sin descanso? Solamente sé que eras en los caminos, el hombre que descubre el amor sobre la tierra. ¿Y tú lo sabes?

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El ritmo de los pájaros El amor llegó para tocar la piel del amanecer, en el porqué del hombre. La mujer despertó la noche hizo del tiempo sus jardines para que la vida florezca bajo el ritmo de los pájaros.

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Tocarnos Se extendió la noche sobre el cielo para que nazca a la mitad del aire. Desde aquel entonces los sueños habitaron al hombre. Él llegó para tocarnos para pintar de color la sangre y vestir el día que entre los muslos –arde.

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¿Cuál será? ¿Qué beso será el mejor? ¿Cuál el más tierno? ¿El más deseado, el más amado? ¿Cuál beso de paso y de prisa? ¿El que te da el amor soñado? ¿O el de la chispeante mirada que te besa en la madrugada? ¿Qué beso será el mejor? ¿Será el que cruza en la campiña y te besa con aroma de la montaña? ¿Cuál el más aventurero? ¿El beso de la cabaña que te imprime el olor a leña? ¿O aquel beso tan ansiado de quien siempre te desdeña?

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Por todo esto Amo a las miradas que las pasiones provocan y las manos inquietas que ofrecen caricias. Amo a los deseos testigos del alma.

Amo los abrazos que esperan el momento. Por todo esto Yo vivo

yo canto

yo vivo

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sueĂąo.

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La sonrisa Desde hace días quiero verte sonreír. Sonreír no es tan difícil cuando se dice te amo. Basta un sin sentido un pretexto que nos impulse al estruendo de una carcajada. La sonrisa es un encanto la carcajada es la libertad. Dicen que sonreír es el espejo del alma: la carcajada es un espejo en mil pedazos.

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Sólo faltabas tú El tiempo se fue por las veredas. y en ese tren de la nostalgia para olvidar la pesadumbre: sólo faltabas tú… Noches del callejón de la alegría de las manos que se buscan incitantes donde surgen los deseos en las sombras en tales horas: sólo faltabas tú… Poseo cántaro de sueños ansiedad de labios que te quieren sin ninguna duda, sin ninguna tregua: sólo faltabas tú…

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No te puedo querer Me ofrendas la luz de un clavel ¿Cuánto puede durar una flor? ¿Un día, una semana, un año? No lo sé, La ofrenda eres tú. Y no te puedo querer a pesar de hacerme sentir la Reina más dichosa de la tierra. Como cedro orgulloso me llevabas feliz a tu lado. Las campanas están tristes porque yo quisiera quererte y hoy no tiemblo con tus caricias. ¡No te puedo querer! Pero te quiero, te quiero lucero del amanecer.

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A veces sí, a veces no Sin ti no me gustaría aprender a vivir ¿O piensas que el olvido se puede equivocar? A veces sí, a veces no… No soy el ser que le faltó valor para enamorarte porque sin esa razón no se podría ya vivir, a veces sí, a veces no… Quien vive atado con el deber, tiene el amor marchito. Y tú serías capaz de ser indiferente al fuego de la pasión junto a la desnuda luna, a veces sí, a veces, a veces no…

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Fue una caricia Es verdad cuando te digo que te quiero desde hace siglos. Quererte fue una caricia de los tiempos. Eras como la suerte que sin esperarlo lleg贸 de pronto. Ahora te pienso como quien no sabe por donde el amor se fue herido.

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Cómplices del viento Quisiera peregrinar por tus veredas cómplices del viento y esperar con serenidad los motivos del día. Seguir el basto desfile de la noche sobre la arena de la palmera solitaria y con el ritmo ligero de las olas escuchar el murmullo de los astros. Y dejar la soledad en la penumbra para correr tras los recuerdos que son cántaros repletos de alegría. ¡Ah! Como quisiera estar en esas playas por tus veredas cómplices del viento.

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Su agenda A través del tiempo tuve la certeza que me recordarías. Te marchaste y extraño el sol de tus manos. la suave fragancia de tu cuerpo.

Hoy al encontrarte miré la serena ternura de tu rostro. Dices que me recuerdas en la luz y en la sombra te creo, pero el amor extravío -su agenda.

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El tango aquel En los Campos Elíseos en el eterno aire de Paris te acercaste a mí y de nuevo admiré tu rostro. Tus manos como dos caricias tomaron mis hombros diciéndome ¡Que linda estás! Pensé... hace 28 años el péndulo de la campana hubiese redoblado su repicar de oro. Hoy, es demasiado tarde, el romance de mi pareja no le gustaría que aceptara ni el timbre de tu voz ni la cercanía de tu cuerpo. Por tanto el tango aquel… murió en los Campos Elíseos en el eterno aire de París.

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El ave lira Hace días el ave lira cantaba cerca de mí. Hoy se lo llevaron al rincón del olvido. Nuestra historia de amor se fue a otro palacio. El verano regresó a tus labios. Conmigo permanece el silencio. Me sostiene el deseo de seguir el canto del ave lira que despierta la llama del día.

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Los gitanos Fue en la noche en que bailaron con firme taconeo del tablao, los gitanos cercados de los brazos bajo la sombra ardiente de la luna. Era la noche de los cantos del ritmo pasional de las guitarras en que sudaron gitano con gitana bajo el amparo solitario de la luna. Así en el compás del amor gitano creció la noche a fuego lento a paso doble me apretó su cuerpo me estrechó las manos me entrego su boca bajo la misma luna bajo la misma noche.

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No absuelvo Llegaste a mi vida como la sorpresa del día. Y te amé en silencio. Un día el viento llevó tus pasos donde el tiempo derrumba todo.

Hoy te miré y lucías con garbo ¡Qué garbo! ¡Qué hombre! ¡Qué simpático me saliste! Venías partiendo plaza y querías provocarme una sonrisa que perdonara tu larga ausencia mientras andabas con otras. ¡Qué bonito! ¿Verdad? ¡Qué cómodo! ¿No? Y te observé, sin mirar tus pesares y te dije: no soy juez de tus actos ni clérigo que escuche tus culpas, no castigo, ni absuelvo no obstante me dices que sin mi estarías perdido. ¡Ah! otra vez: ¡Qué simpático me saliste! Maggy Bátiz, El cicerone del Rey

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Y yo aquí de necia, de burra, esperándote… ¡Qué simpático! ¿Verdad? ¿Y tú nieve de limón?

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Los espejos ¿Me creerán que se perdieron los espejos dorados de la tarde? ¿Que el anochecer se hizo gris? ¿Qué el vuelo de los pájaros despertó a la ciudad de su irremediable silencio?

¿Qué se fugaron las sonrisas por las ventanas de los días? Todo se perdió por estas calles sólo resplandece en tus ojos la verdad del mundo.

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Para descubrirlo todo He caminado sola en la arena del mar. Cada paso que di fue un comenzar distinto. Con pinceles de fuego dibujé señales en la memoria del viento. No esperé que los caminos me contarán los tropiezos. Vine para descubrirlo todo. Para tocar la vida para sentirla para gozar tu hallazgo.

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Mis tres tiempos El pasado me dejó el rumor del mar. Se fue con el tren de la tarde. El presente está gritando su alegría de que amo y soy amada. El futuro abre la incertidumbre del horizonte. Por ello sólo espero el paso fugitivo de los días para arder con la vida mis últimos sueños.

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Antes que el invierno Antes que el invierno te abrase y desvista la piel de tu alma y tu mirada se vuelva distante. Antes que se aquiete tu sangre y la humedad de tu boca se acabe, y tus labios no quieran un beso.

Antes que el dolor te haga olvidar los deseos y antes que heredes la corona 隆T贸mame por un instante! Enciende mis labios has latir mi coraz贸n que la ansiedad de ser tuya, persista en toda mi vida.

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Cosas del Rey A veces pienso que no me quieres. Te digo: aunque la tarde parezca gris tiene fulgores dorados. Me dicen que tú como buen Rey alguna vez me quisiste, y yo tan terca, tan terca que solamente quiero un beso, como dijo el músico poeta profundo y travieso. Sé que piensas que no lo dijo así que fue friolento y dulzón ¡Pero yo! ¿Para qué lo quiero friolento?

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El suave aroma Señor mío, hay razones en la guerra que no debemos olvidar. Tu vida entre batallas palacios y andares la mía entre nubes de amores perdidos. Es cierto sufrimos el vaivén de los senderos y con llanto regamos estos desiertos. A pesar de ello gozamos del suave aroma de las praderas del follaje fresco de los caminos.

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Se fueron los años Algo se nos queda en la nostalgia quizá el porte de un gitano con su taconeo en el tablao. O el lenguaje voraz del turco de ardiente figura que sin darte cuenta te cautiva la audacia que de su cuerpo brota. Más cuando alguien te ofrece un Partenón con la calidez de sus brazos para bailar una danza y descubres la sonrisa de un jovial griego ¡Desfalleces! Y recapacitas… como campo devorado por langostas, así se fueron los años y la edad se perdió en la tarde sin concedernos la plenitud del aire.

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Sola La vida es asombro‌ pero hoy hace calor y siento mucho frío. Seres amados habitan mi casa yo, me siento sola y triste como un påjaro en la intemperie

Con esa soledad donde el silencio llora. Me siento campana sin badajo entre las ruinas del mundo como viuda desterrada, sola, muy sola.

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Cantares Siendo una mujer sincera cantares llevo en el alma dos noches de amor yo tengo dos noches de amor no olvido Que de tanto andar los caminos aprendí a cantar en la espesura por eso canto más fuerte por eso siento más hondo. Así en el viaje del destino mi cantar se lo lleva el viento para que mi voz siempre te toque desde el fondo donde vive mi alma. Que tú me quisiste, lo sé ¿que si te quise? ¿Lo sabes?

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Vestido de fiesta Pensé obsequiar mi vestido de fiesta que hace meses estrené bailando contigo. Al tocarlo me di cuenta que conserva el calor de tu abrazo, la fragancia de tu piel la cálida sensación de tu cuerpo. Que todo está ahí junto a tu atuendo gris Oxford. Ambos quedaron guardados en su bolsa de raso, ansiosos, de tenernos juntos. Ambos… siguen esperando.

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Visitaciones del tiempo Ayer me visitó la noche y recordé como eras en la lejanía. Ayer estuve despierta. Hora tras hora recibí las visitaciones del tiempo.

Hubo lámparas que iluminaron caminos. He leído tus memorias donde cuentas lo que habías perdido. Ayer: me visitaron las sombras…

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Al llegar la noche No pensé nunca en mi destino ni recordé que al estar cerca de ti el sol traería flores a mis calles. Por eso cuando llega la noche extraño la suavidad de tus manos la firmeza de tu pecho donde el amor estalla. Hoy te recuerdo en las horas que son el mañana del tiempo.

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Tus sombras De pronto el mar es un animal que retumba dentro de mí. Las olas me devuelven del pasado las cosas que se me habían perdido. Este día crece en lo inesperado y para seguir tus sombras ensancha su amanecer entero. Todo es así en el corazón del tiempo. Donde el amor avanza por donde se hunde y se levanta el mar.

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Te lloré ¡Cómo no llegar a quererte! Si lloro mi desdicha de no verte más. ¿Piensas que no sentí la herida que partió a tú corazón? Claro que la sentí si temprano se fue la aurora y enmudeció la misma noche. Lo confieso: te lloré pero llegaste tarde a mi noche de ronda. Hoy tu recuerdo es llamarada.

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Brindis Brindo por el grato placer de las horas que paso contigo. Brindo y al sorber el vino de estas copas no pregunto si otros labios ya besaron a tu boca.

Brindo con el vino del tiempo por el recuerdo de celebrar la vida ĂŠsta que aprendĂ­ a vivir contigo.

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Cultivo pasionarias En la libertad de las horas desiertas y sin rumbo, en el anochecer del invierno. Tejo madejas de dolor y ensueño cultivo pasionarias y girasoles. ¿Saben por qué? Porque estoy en una soledad sin fondo, en un pozo oscuro y húmedo con mi corona de espinas.

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Nadie arropó mi cuerpo ¡Qué soledad no sentir la calidez de tus brazos al salir de palacio! Nadie arropó a mi cuerpo, con la capa de una Reina ni me dio la espada para defender el cetro. No cuidaste mis pasos ni mi corona, ni mis caminos Hoy no estarás en mis cantos ni en la gloria de mis versos.

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Mi barca aguanta En estas horas de espera tendida en el transporte gratis del destino, en el río eterno del mar con la bandera izada del poeta dispuesta a contarle una historia al viento, sentí que los caminos me llevaron a la orilla del océano diciéndome discretas palabras al oído, con un suave esmero sin querer nada de mí ni de mi pluma que emigra como un pájaro errante que mira asombrado los placeres de estas épocas. Porque así como se encuentra el alma sin una forma, soy libre por completo de navegar siempre, por eso mi barca aguanta la marea mundana.

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Y desde la lejanía del mar llegaste a mi tiempo, en el día, en el abismo en el despertar de mi fantasía. Surgiste en la terrenal atmosfera de la costa solitaria donde cabía en tu mirada la libertad entera y se podía ver el paso fugaz de las estrellas. ¿Me recuerdas? ¿En ese mundo cuando éramos cómplices de |la luna y buscamos la cálida soledad de la arena? ¿Me recuerdas?… ¡Soy yo… la Reina!

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Mi verdadera edad Como no soy una mujer joven (es decir jovencísima). Bebo vino como si tuviera veinte. Bailo tango como si tuviera cuarenta. Me río de todos como si tuviera sesenta. Además hago una fiesta todos los días, por si alguno me pregunta mi verdadera edad: surja entonces el espantoso ruido de |la música que nunca me dejará escuchar.

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A punto de partir Mil ochenta días de vacío en la casa veintiocho mil horas sin un te quiero La noche del tiempo sabe que los años no han de volver. Hubo días en que mi barca navegó sin ningún destino. Y a veces fui abandonada en contra de la desnudez del viento no tuve miedo a las tormentas porque voy a nado limpio sé cuándo viene la lluvia y cuándo se está a punto de partir.

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La ruleta Al final de los tiempos mi corazón fue una ruleta. Tal parece que la vida se inventó en el aire. Busque tu sonrisa tu silueta del Rey Midas tu poderío de un César. Hallé en tus ojos la noche encendida y de veras te amé hasta despertar el delirio de la luna.

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La Reina y el Rey De los mares, las perlas del sol, la historia de amor de la Reina y del Rey. El Rey no oculta su corazón la Reina no oculta su alma. Son devotos del templo de Venus ardientes prenden sus llamas sin saber cuántos besos les faltan a sus bocas cuántos abrazos a sus ansias cuántos te quiero a sus sueños Se rinden a la magia de su locura al fuego pasional de sus manos y se han vuelto más tiernos y más niños. La Reina y el Rey en su delirio enamoran al crepúsculo y tiene roja la sangre de la noche y las suaves brasas de sus labios son rojas.

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La piel de uno es trópico en el otro, el vientre de la Reina es danza vigorosa que el rey contempla y adora por toda la | vida. Como el tiempo que se desvanece diciendo hoy será mañana, son sabios en el país de los amores y se desvisten con todo y su reinado. No son ahora el Rey o la Reina no tienen corona, ni el oro que ciñe la cintura ni el blasón donde se ofrendan los tributos ni el cetro de mando ni un ejército que defienda el castillo ni palomas mensajeras que lleven los secretos ni testigos que resguarden la memoria. Ahora, solamente son: un hombre y una mujer que desnudos de la noche se descubren a las sombras del amor. Desarmados uno del otro no han sido vencidos de nada y de nadie ni se preocupan por andar en los caminos. Maggy Bátiz, El cicerone del Rey

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Son una mujer y un hombre entregados en cuerpo y en alma al reinado que jamรกs ha de morir donde ellos serรกn los reyes que surgieron del corazรณn del mundo.

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Confesi贸n de su Majestad El Rey

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Hoy, el cicerone se va Desde el principio del tiempo en el corazón de toda mujer existe una Reina. Ahí, en la hondura oceánica en el canto de los vientos su barca navega la marea mundana. Recuerdo su rostro de venus en la desnuda arena del mar. Por eso confieso que ordené al Cicerone buscar el cofre de los textos de la vida íntima de la Reina que al hallarlo leyó con asombro. Hasta que un ruido cercano lo alejó del sitio secreto. Cuando volvió por el Diario no estaba el cofre, que guardaba las memorias.

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En ellos la Reina relató los deseos de su vida. Su amor fue el esplendor que me salvó de la tierra. ¿No sé si me perdonará si algún día sabe que descubrí sus secretos? Pero anda nerviosa… no habla, no me mira ¿Sospechará algo? Hoy despediré al Cicerone para que no sea testigo de mi delito de amor. ¡Hoy, ni un minuto más! Ni un minuto ni uno ¡Hoy, hoy… el Cicerone, se va! Su Majestad el Rey

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En ellos la Reina relató los deseos de su vida. Su amor fue el esplendor que me salvó de la tierra. ¿No sé si me perdonará si algún día sabe que descubrí sus secretos? Pero anda nerviosa… no habla, no me mira ¿Sospechará algo? Hoy despediré al Cicerone para que no sea testigo de mi delito de amor. ¡Hoy, ni un minuto más! Ni un minuto ni uno ¡Hoy, hoy… el Cicerone, se va! Su Majestad el Rey

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Acerca del Cicerone y de su autora “El Cicerone del Rey”, texto que desde su primera página nos señala un secreto. ¿Quién es este personaje y cuál es su papel en esta historia? La respuesta inicia conforme transcurre la obra en donde el Cicerone encuentra el “Diario” que pertenece a la intimidad de la Reina. Este “Diario” llega a las manos del Rey y es entonces cuando comienza el drama entre la confesión y el grito silencioso de la Reina. En su manuscrito la Poeta refiere: “Mi barca aguanta la marea mundana”. Nos preguntamos, ¿Cuál fue la intención de ésta sentencia? Es claro que hace referencia a su navegar por la vida a pesar de los naufragios, sobre todo aquellos que a veces lo derrumban hasta llegar al llanto. Éste dolor es tan hondo, que revoluciona su sentido de ser para mantenerse de pie frente al destino. Por lo tanto la poeta no rechaza el sufrimiento, porque esa es -la marea mundana- un suceso natural en donde se aprende a superar los días funestos de la vida. Su barca es y está en la poesía de alta mar, que parte de cualquier puerto para llevar la sorpresa al mundo. Maggy Bátiz, El cicerone del Rey

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En este oscilar se mencionan las vías donde prevalecen diversas opciones de vida. Ella dice: “En estas horas de espera/ tendida en el transporte gratis del destino / en el río eterno del mar/ con la bandera del poeta izada / dispuesta a contarle una historia al viento”. Aquí nos deja sentir que la poesía dispara directo al corazón de las emociones para despertar el asombro del lector. La hondura de escrito nos permite vislumbrar que la poeta es testigo permanente de lo que pasa en su senda, que está izada como una hacedora de historias que debe ser contada a la multitud, para que en los siglos venideros sepan que los Reyes tuvieron los mismos sueños y sufrieron los mismos tropiezos que le acontece a todos. Con ésta perspectiva se abren las posibilidades a la aventura y a su vez no deja en blanco las páginas para decir adiós a los desamores perdidos. Estos memorables sucesos significan a vuelo de pájaro “aguantar la marea mundana”. Es una realidad donde la poeta desafía con audacia la adversidad y se levanta con ánimo y prontitud de su periplo.

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La vitalidad de cuestionar sin medianías surge cuando subraya: ¿Me recuerdas? / ¿Ahí en el mundo de las monedas de oro romanas? /¡Soy yo, tu Reina! Maggy Bátiz tiene la magia de la ironía de Quevedo, ese genial escritor que nos aclara y eleva el lenguaje común, haciéndolo más deslizable, porque la ironía, si bien por un lado puede herir con una crítica aguda, por el otro tiene el talento de la reflexión y el buen ánimo que se desborda hacia el esplendor de la alegría. Si algo diremos del humor que maneja con mucho talento la poetisa, se debe a su experiencia de vivir la vida que le da permiso de arreglar entuertos y de inventar senderos. En ocasiones con sus repentinos giros del su buen humor, nos da la oportunidad de reírnos a rajatabla. Ese humor tan sutil es una de las tantas vertientes de su poesía. Es poeta de tiempo completo, que se enfrenta incluso contra sí misma cuando así se requiere como la poeta que es y en favor del Rey que ama. De esta forma sigue una dama comprometida que

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entreteje lo distante con lo más cercano a nuestras raíces. Esta es otra de sus facultades. Y la más amable de sus virtudes es la de ser amiga de todos, compartiendo sus sueños a manos llenas, con su particular júbilo y con sus sinceras muestras de afecto que alumbran las sombras del día entero. Con Maggy Bátiz, estamos a un paso de la revelación constante. Por eso nos entusiasma el nacimiento de este libro, que además tienen la audacia -muy suya- de darle la justa novedad que requiere toda obra poética. Hoy al tenerlo en nuestras manos, comprendemos que escribe “el cuento novelado de la poesía” que surgió en una pareja, después del hallazgo del Diario de la Reina donde estaban los manuscritos de su intimidad que a su vez guardaba en un cofre. Hernán León Velasco

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El cicerone del Rey Maggy B谩tiz Versi贸n digital ingenoe@hotmail.com Idea Original Hern谩n Le贸n Velasco

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