Premio del Público - Concurso MEMORABLE 2025

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Presentamos las 27 ilustraciones seleccionadas por el jurado del concurso para la votación por el 3° Lugar

PREMIO DEL PÚBLICO

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PARTICIPANTE

Ana Yancy Minero Hernández

La Cosecha Roja Ilustración digital

27.9 x 43.2 cm

Esta obra está inspirada en la Sublevación Campesina e Indígena de 1932 en El Salvador. El retrato es una alegoría de la mujer indígena salvadoreña y su sufrimiento durante el levantamiento y la posterior masacre. La figura central emerge de un campo de maíz y hojas oscuras, elementos que simbolizan la tierra, la agricultura y la vida que sustentaba el pueblo, contrastando fuertemente con la violencia que sufrió. El rostro, marcado con líneas ceremoniales que evocan la identidad ancestral, lleva una expresión de dolor, desafío y profunda tristeza. La cesta que sostiene no sólo representa la labor campesina, sino que también está cargada con el peso de la sangre y la pérdida. El vestido blanco, manchado de rojo carmesí, y las salpicaduras de sangre en el primer plano, hacen referencia directa a la brutalidad de la matanza, la represión y el silencio forzado que siguió al evento. "La Cosecha Roja" es un homenaje a las víctimas y una memoria visual de la dignidad mancillada de un pueblo.

Ana Yancy Minero Hernández

PARTICIPANTE

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Mónica Michel Montalvo Perez

Fragmentos bajo la fachada. Montaje de fotografías con ilustración digital limpia. 1410 px x 2250 px

Mi ilustración es parte de un recuerdo urbano que desapareció: las baldosas originales del centro histórico de San Salvador, removidas en nombre de la modernización.

Piezas pequeñas pero cargadas de memoria que funcionan como símbolos de lo fragmentado y lo incompleto, como huellas que resisten al olvido.

Con fotografías propias, realicé un montaje digital en el que estas baldosas aparecen superpuestas con una ilustración limpia y minimalista, como una superficie que aspira a ser perfecta. Sin embargo, esta claridad visual se ve opacada y desbordada por la imagen de la renovada y parcialmente destruida fachada del Palacio Nacional.

Este contraste entre lo estético-digital y lo arquitectónico-erosionado busca cuestionar cómo las narrativas de progreso pueden invisibilizar o borrar los vestigios de nuestra memoria colectiva.

El Palacio, en su deterioro y transformación, representa la disputa de la memoria: lo que se mantiene, lo que se pierde y lo que se reinventa bajo nuevas miradas políticas y sociales.

La obra no pretende narrar un hecho histórico lineal sino invitarnos a reflexionar sobre la tensión entre recordar y olvidar. Es un homenaje a los fragmentos que persisten y, al mismo tiempo, una crítica a las decisiones que moldean nuestra ciudad, recordándonos que la memoria no siempre es visible, pero siempre está presente.

Mónica Michel Montalvo Perez

PARTICIPANTE

Laura Alejandra Salazar Menjivar

Creo que todos hemos escuchado el clásico "Yo me acuerdo cuando...", "En mis tiempos..." o "Tu abuelita me contaba que antes...". Todos como personas, estamos llenos de recuerdos; no sólo los nuestros, sino también los de aquellos que vinieron antes de nosotros.

“Recuerdos de una Memoria” presenta a tres miembros de una familia hojeando un álbum de fotos lleno de historias de nuestra hermosa ciudad de San Salvador. Desde momentos históricos a lugares que ya no están y tradiciones que lentamente se desvanecen, la historia de nuestro país está llena de constante cambio y evolución, y esta ilustración busca capturar exactamente eso. La experiencia de hablar con familiares sobre el pasado y nuestro presente es algo universal con lo que todos podemos identificarnos de una forma u otra, incluso si las historias que compartimos son diferentes. Los eventos a los que mi ilustración hace referencia son cosas sobre las que yo misma he tenido la oportunidad de conversar aunque yo no los haya vivido todos personalmente y al igual que en la ilustración, espero que esta obra pueda iniciar una conversación con el público para que estos fragmentos de memoria sobrevivan al olvido.

Laura Alejandra Salazar Menjivar

PARTICIPANTE

Infancia de El Salvador Ilustración digital

24.71 x 38.17 cm.

Andrea Reneé Romero Díaz

Ya que hablamos de una memoria, quería que la ilustración representase una especie de "sueño onírico", como una memoria lejana de nuestro país. Primero vemos al Quetzalcóalt, dios maya mítico representando las raíces indígenas de El Salvador junto con un pequeño Maquilishuat al fondo. Dicho dios rodea una pequeña planta de café, lo cuál, a mi ver, es lo más simbólico de nuestro país. A su vez quise agregar una imitación al arte de Fernando Llort, en los cuáles represento a La Virgen María y al ave Nacional, El Torogoz. Por último, quise también que el dibujo se asemejase al Colón salvadoreño, siendo ya lo último que es el recuerdo más "cercano" a la actualidad de nuestro bello país. El título "Infancia" viene a que en la ilustración se ponen recuerdos del pasado, recuerdos que pueden generar cierta nostalgia así como cuando nosotros mismos recordamos nuestra niñez. Recuerdos que nos muestran una vida más simple y tranquila.

PARTICIPANTE

Y con su sangre escribió "Libertad"

Ilustración digital

30 x 40 cm

Adriana Maria Pérez Ventura

A través del concepto de memoria histórica, busco representar la lucha del pueblo por la libertad e independencia con la frase con la que termina el himno nacional pero que dio el inicio a una búsqueda escrita con la sangre de voces que la historia intentó borrar.

La figura central con la pose de "La Justicia", vendada por la patria, símbolo de una ceguera impuesta ante las heridas nacionales históricas. La granada, manchada de sangre, alude a la vida arrebatada a quienes nunca alcanzaron la libertad prometida. En el marco, que mezcla azulejos (traídos durante la conquista) con la flor de izote y el loroco, representando la permanencia del pueblo, uno que se aferra a su tierra y tradiciones.

Las palabras “Dios, Unión y Libertad " , ejemplos que son puestos a prueba muchas veces, mientras las cadenas que representan el peso de la historia y el esfuerzo colectivo por romper la opresión.

PARTICIPANTE

30x40 cm

Diego Alejandro Hernández Méndez
Grandes
Ilustración digital

Inspirado en la estética visual de los años setenta, realicé una ilustración que busca evocar ritmo y profundidad a través de la composición, utilizando como punto focal los monumentos más representativos de San Salvador, la capital. La obra incorpora además pequeños recuadros que aluden a símbolos de identidad nacional.

La técnica de color empleada prioriza la representación de la forma sobre la precisión, con el propósito de generar un efecto que remita al trazo y la textura de la pintura tradicional.

PARTICIPANTE

Ashly Raquel Recinos Montes

Los Historiadores

Ilustración digital

27.9 x 43.2 cm

Los historiadores: Aquellos que se encargan de recabar vivencias que muchas veces quedan en el olvido, de llevar los fragmentos de memorias de madres, familias, hijos, cuyas experiencias existen y aguardan por ser descubiertas, quienes a veces, en su afán por investigar, suelen dar más de lo que tienen, poniendo de sus recursos, invirtiendo su tiempo, para poder armar aquella línea irregular de lo que llamamos historia.

Ashly Raquel Recinos Montes

PARTICIPANTE

El eco del sacrificio Dibujo digital

27.9 x 43 cm

Ariel Abigail Escobar Acosta

Cuando pienso en San Salvador, muchas cosas vienen a mí: la gente trabajadora que, desde las cinco de la mañana, ya está fuera de sus casas para abrir sus negocios; los buses que comienzan a llenarse; y los cielos que, poco a poco, entintan a nuestro querido Picachito.

Noto la historia entre nosotros, y también las heridas que ha dejado, porque al final de cuentas, ¿Quiénes somos sin heridas y sin historia?

El sincretismo cultural ha sido parte esencial de nuestro relato. En él, el venado siempre ha representado el punto perfecto del sacrificio, el blanco de fusiles y pistolas. Nuestra historia nos lo ha contado desde tiempos antiguos: quienes realmente éramos, fueron exterminados entre sangre y lágrimas. El grito de libertad fue silenciado por el retumbar del suelo y la conquista de éste.

En la búsqueda de reclamarnos lo que nos pertenece, ahí es donde surge nuestra resiliencia: el impulso por existir y ser vistos. Sobrevive en los bailes, donde solo queda expresar nuestra fuerza y la sombra de la ira que corre por nuestros antepasados. Porque la naturaleza no olvida, y las raíces no deben olvidarse. Por ello, se ha construido una composición que muestra, a las faldas del volcán, el Picacho, el esqueleto y la montaña, junto a nuestros dos protagonistas, quienes inician su rito y encienden las llamas para reclamar lo que alguna vez les perteneció, con la lejania de nuestra modernidad y la libertad cayendo sobre ellos.

Ariel Abigail Escobar Acosta

PARTICIPANT

Una vista al pasado y al presente

Acrílico sobre lienzo.

30.5x40.5 cm

Katherine Valeria Pineda García

Mi obra representa la conexión entre las memorias del pasado y las del presente. Utilicé la técnica de acrílico sobre lienzo con colores bastante neutros para contrastar los sentimientos que quería transmitir al igual que algunos elementos de degradación y manchas bastante abstractas. El edificio moderno simboliza el presente de san salvador creando un sentimiento bastante nostálgico comparándolo a como fue una vez la ciudad, la persona central de la pintura se muestra dentro de un avión observando desde la distancia.

Este personaje representa el sentimiento de alguien que recuerda los fragmentos de su pasado, el dolor del terremoto el cual está representado en las colinas y el muro destruyéndose. A través de las líneas que emergen de su cabeza estas representan el cómo la memoria histórica no es lineal, evocan como los recuerdos se deforman con el tiempo, fluyen y se entrelazan. Al igual que pueden fragmentarse en cuadros como los que se observan en la parte derecha.

3 por $1 Grafito sobre papel

27.5 x 21.5 cm (sin marco)

40 x 32.5 cm (con marco)

María Fernanda Pacheco Acosta

En la composición se observan dos figuras humanas de espaldas, inclinadas hacia una superficie donde reposan objetos o alimentos cubiertos por telas. El entorno sugiere un espacio urbano sencillo, con muros y estructuras que evocan el paso del tiempo.

La pieza aborda el concepto de memoria desde una dimensión simbólica ya que la memoria se manifiesta aquí como una construcción silenciosa, tejida a partir de los gestos cotidianos y de los espacios urbanos que resguardan las huellas del tiempo. El uso del grafito y sus diferentes tonalidades refuerza la idea de evocación, como si la escena emergiera de un recuerdo colectivo.

La obra invita a reflexionar sobre la permanencia de la vida en la ciudad y sobre cómo los actos más simples se convierten en portadores de identidad y memoria social.

PARTICIPANTE

Nathalie Sophia Amaya Torres
"El legado que resiste"
Grafito sobre papel
27.9 x 42.3 cm

“El Legado que resiste” representa la fuerza viva de Cuscatlán, el espíritu del pueblo Pipil que, a pesar del olvido y la conquista, permanece enraizado en nuestra identidad.

Su mirada firme, su corona de café y catorce hojas de laurel simbolizan la resistencia, el orgullo y la dignidad de un legado que no se apaga. El torogoz, posado como guardián, nos dice que la memoria aún canta sobre esta tierra, recordándonos que la herencia de nuestros pueblos originarios sigue latiendo bajo cada raíz de San Salvador.

Nathalie Sophia Amaya Torres

PARTICIPANTE

Andrea Lourdes Murcia García

Desde el cielo visualizo a mi hermoso pulgarcito, desde el cielo contemplo los cerros, los lagos y los cultivos, a lo lejos escucho las risas y los llantos; pero siento que, más allá de todo eso, hay algo que aun está oculto, hay algo que se está olvidando. Mi corazón late con tanta fuerza; mi torogoz se refugia en mí, pero siento un calor en el pecho que me lastima y duele. Mis ojos arden, necesito romper en llanto, pero le prometí a mi pueblo mantenerme fuerte y no permitiría caer ante los que me están apuñalando.

Nuestro país ha vivido épocas que han perturbado la paz; hemos vivido tiempos en donde se han burlado, silenciado y violentado. Considero que El Salvador representa la resiliencia, somos un pueblo que ha sido capaz de enfrentar las adversidades, de reconstruirse y levantarse de las caídas a lo largo de la historia. La balanza que sostiene simboliza la búsqueda constante de justicia y equilibrio. Los platillos se inclinan, recordándonos que en la historia de nuestro país han coexistido el dolor y la esperanza, la injusticia y la dignidad, pero que en ese vaivén siempre persiste la capacidad de reconstruirse.

Ella está rodeada de unas vasijas, del paisaje y el ave nacional que evocan nuestras raíces y la conexión con los pueblos indígenas, guardianes de una memoria que resiste el olvido. Cada símbolo se entrelaza para recordarnos que la identidad salvadoreña surge de un vínculo profundo con la historia y su gente.

PARTICIPANTE

Hijos del añil

Acrílico sobre Lienzo

30 cm x 40 cm

Bessy Daniela Alvarado Flamenco

Con el concepto de ‘Disputa de la memoria’, esta obra es un análisis psicosocial de la Memoria, Trauma y Sanación en El Salvador.

La niña vestida de añil, figura de la nueva generación, utiliza un móvil para confrontar la historia, simbolizando el eje transgeneracional digital. Se asienta sobre escombros y testimonios silentes (pertenencias y archivos), la Flor de Izote brotando de la tierra herida, como emblema de la resiliencia del alma salvadoreña.

La balanza representa la lucha interna entre lo humano, el Corazón (familia, fe, identidad) y la Mente (trauma, fusiles, edificios destruidos). El Torogoz posado en el caos, junto al amanecer, proyecta la esperanza. La obra afirma que la reparación requiere integrar ambas esferas.

Al equilibrar la memoria con la esperanza, el arte y la tecnología, se cumple el mandato de que "LAS CENIZAS NUTREN LAS FLORES", construyendo un legado de paz para nosotros los Hijos del Añil.

Bessy Daniela Alvarado Flamenco

PARTICIPANTE

Bajo la sombra Óleo sobre lienzo

30 x 40 cm

Madeline Andrea Recinos Gutiérrez

La sombra del árbol es refugio, pausa y encuentro. Tanto para el ganado como para el campesino, esa sombra es un oasis en medio de los pastizales, donde todo se detiene por un instante. Muchos anhelamos la tranquilidad de la vida en el campo; sin embargo, esa vida conlleva esfuerzo, constancia y trabajo, incluso más que en la ciudad. Entonces, quizás lo que realmente envidiamos no es la cantidad de trabajo, sino la calidad de la pausa y el descanso.

Anhelamos la cercanía de la naturaleza, la frescura del viento, la amplitud del horizonte, el recorrido a pie entre caminos de polvo. En el fondo, lo que deseamos es esa otra manera de habitar: más consciente y más humana.

En el San Salvador de hace quinientos años, esa era la norma, el día a día. El árbol era parte del paisaje y del hogar; daba sombra y frescura. Hoy, en la ciudad actual, los árboles que permanecen en pie son testigos y también resistencia. Resistencia a la idea de progreso que se olvida de sus raíces y las necesidades naturales humanas.

El verdadero reto de San Salvador es mirar hacia atrás, reconocer de dónde viene para entender hacia dónde va. Tal vez las respuestas no estén en lo nuevo, sino en la memoria de nuestros abuelos; que se sentaron a descansar bajo la sombra de un árbol.

PARTICIPANTE

39 x 52 cm

Mía Naomi Herrera Alvarado

La ilustración representa el momento simbólico del encuentro entre el pueblo pipil y los conquistadores españoles durante el período del Señorío de Cuzcatlán.

En el centro, la serpiente emplumada (Quetzalcóatl) emerge como puente espiritual entre ambos pueblos, símbolo de transformación, sabiduría y renacimiento. Los templos, los volcanes y los motivos de cacao y jade evocan la herencia ancestral del territorio salvadoreño, mientras los tonos dorados y azules representan esperanza, fuerza y la unión de pasado y presente.

Concepto de la obra: “El Encuentro del Cuzcatlán”

Esta obra explora el choque, la resistencia y la transformación cultural que marcaron los orígenes de la identidad salvadoreña hace quinientos años.

PARTICIPANTE

El recorrido de nuestra histori. Ilustración digital

27.9 × 43.2 cm

Nathalie Giselle García Valencia

Esta obra representa el viaje de nuestros antepasados como un punto decisivo que marcaría un antes y un después en nuestra historia y nuestro desarrollo como país, siendo los asentamientos de estos mismos los que dieron pie a la fundación de San Salvador como la capital que ahora conocemos.

La obra muestra un recorrido que inicia con un español y culmina con un vendedor de sorbetes, que nos transporta a una linea del tiempo, visitando nuestras raíces, recordando eventos históricos que terminaron por definir lo que somos hoy en día.

Nathalie Giselle García Valencia

PARTICIPANTE

Popurrí Histórico

Ilustración Digital

43.18 x 27.94 cm

Gabriel Alejandro Mejía Choriego

La obra es un conjunto de personajes, edificios y elementos históricos que están enlazados con todo lo que ha pasado en San Salvador a través de los años.

Gabriel Alejandro Mejía Choriego

PARTICIPANTE

30 x 40 cm

Fabricio Emilio Huezo Hernandez
Recuerdo del pasado
Acuarela sobre papel

En esta obra quise retratar las historias tradicionales contadas por los abuelos, particularmente aquellas relacionadas con el Día de la Cruz. Según estas creencias populares, si no se colocaba una cruz ese día, los diablos comenzaban a bailar frente a las casas.

La escena representada muestra a un niño que, por descuido, olvidó colocar la cruz en la entrada de su hogar. Al darse cuenta de que los pequeños diablos ya habían comenzado a danzar afuera, su abuela lo envía rápidamente a colocarla.

Curiosamente, el temor del niño no era tanto por los diablitos, sino a su abuela, cuya autoridad imponía más respeto que cualquier figura sobrenatural.

Fabricio Emilio Huezo Hernandez

22.9 x 30.5 cm

Edith Esmeralda Hernández Erazo
"Corona de sol"
Mixta sobre papel

El arte del mestizaje se entrelaza con el Catolicismo y las tradiciones prehispánicas pipiles.

En el centro de esta obra, la Virgen María se presenta con rasgos que evocan a una mujer indígena pipil, sobre su cabeza se eleva una corona y la rodea Quetzalcóatl simbolizando la rica fusión cultural.

Su manto está adornado con colores blancos que son característicos de la paz. A sus pies, entre elementos cristianos nacionales como el traje típico, se encuentra un gran jaguar, animal sagrado de la época prehispánica que representa el poder terrenal y espiritual de nuestros ancestros.

La composición establece un diálogo visual entre la fe española y la cosmovisión autóctona, celebrando así la identidad y el sincretismo de El Salvador.

PARTICIPANTE

Cielos de Púrpura y de Oro

Ilustración digital

27.9 x 43.2 cm

Gabriela Lisbeth Recinos Leiva

Cielos de Púrpura y de Oro, es una obra que ensalza la vastedad cultural que no responde a ideologías políticas o religiones, sino, a las numerosas vivencias de sus habitantes, cuyo legado trasciende los libros de historia, y vive latente en nuestra carne.

En honor a los 500 años de San Salvador, se realiza un recorrido visual de los capítulos más importantes de su historia, como memento de una fiereza vencedora que sigue en pie a pesar de la adversidad.

Encontramos como protagonista a la gran San Salvador, la mujer volcán, quien es una personificación de nuestras tierras: fértil, fuerte y resiliente. A través de su figura volcánica, se busca representar al espíritu aguerrido que caracterizó al Señorío de Cuzcatlán, quienes a fuerza de fuego lograron detener a los conquistadores por dos años; y cuyo feroz carácter sigue corriendo por nuestras arterias, herencia de nuestros abuelos. El jaguar, manso sobre los hombros de la gran San Salvador, es un símbolo de conexión con nuestra fauna tropical, y la ferocidad de nuestros corazones. Encontramos a nuestros pueblos precolombinos representados por un templo maya a la derecha de nuestra protagonista; la conquista, por una espada de plata a sus espaldas; la colonia, por la Catedral de San Salvador. Nuestra independencia se simboliza con la bandera nacional, ondeando como un orgulloso estandarte; y la oligarquía cafetalera, con un canasto de café. Finalmente, el militarismo y la Guerra Civil se representan mediante un radio en su cintura, a modo de resistencia; el cual, a su vez, es símbolo de la comunicación que, con el tiempo, hizo posibles los Acuerdos de Paz.

PARTICIPANTE

27.9 x 43.2 cm

Paola María Domínguez Pérez

La libertad no es un privilegio, es un derecho, en 1821 logramos la independencia, pero hoy, aunque la situación no sea extrema, el riesgo de retroceso es real. Vivimos en un entorno conservador donde buscar y luchar por una nueva forma de independencia es necesario para prosperar. Dentro de la ilustración podemos ver elementos como: el monumento a los próceres, el cual, no solo es un homenaje, sino en un faro que proyecta luz hacia el presente. Un caballero, representando una figura colectiva, el pueblo, listo para movilizar y luchar por él. Los rayos y estrellas, no como ornamentos, sino, símbolos de esperanza que buscan guiar el camino y en el fondo rostros simplificados que observan el futuro por el cual muchos lucharon. Como resumen, dejemos de esperar y empecemos a actuar. La independencia no se celebra una vez al año, se construye todos los días.

PARTICIPANTE

Ilustración digital

30 x 40 cm

Fatima Lucila Tobar Garcia
Señorío Kuskatan

La Ilustración representa el antiguo reinado de Kuskatan, evocando su grandeza y el espíritu ancestral de sus tierras. En el centro emerge la figura de un indígena, firme, con arco y flecha en mano, símbolo de resistencia y dignidad, usando un maxtlatl, prenda prehispánica común y un collar con el sello del territorio kuskatan. Su cuerpo surge entre hojas de maíz, rodeado de mazorcas doradas que encarnan la raíz de la vida y su abundancia en Mesoamérica. A su alrededor florece el cacao y el jiquilite plantas importantes que narran la riqueza natural y el arte del añil, herencia de un pueblo creador.

A un costado, el jaguar, animal sagrado símbolo de valor guerrero; detrás, una majestuosa serpiente emplumada: Quetzalcóatl, se muestra en el horizonte, como un puente entre el mundo humano y la divinidad. A lo lejos se aprecia un atardecer visto desde el volcán de San Salvador: el sol es sustituido por el jaguar de piedra, símbolo del ocaso de un imperio que se despide entre montañas de fuego, el epilogo de una civilización ancestral.

Fuera del marco dorado que encierra toda la escena, dos lanzas españolas cruzadas, manchadas con la sangre de los aborígenes, anuncian la sustitución de un poderío, marcado por la conquista y muertes, dejando el fin de un linaje de sol, deidades y maíz.

Andrea Maria Ayala Padilla

Un barco navegando por un mar tormentoso representa uno de los acontecimientos más trascendentales y disruptivos de la historia del territorio salvadoreño. Las olas, convertidas en serpientes, evocan el poder del dios Tláloc, simbolizando la resistencia indígena ante la imposición y dominio cultural ocurrido durante este choque cultural.

Dichos elementos se encuentran contenidos dentro de una bolsa plástica, ícono cotidiano representativo de la forma tradicional salvadoreña para disfrutar una bebida desde la infancia hasta la adultez, convirtiéndose así en un símbolo de la experiencia colectiva y la identidad compartida.

En el fondo, un paisaje montañoso enmarca la composición, recordando los relieves geográficos del país y anclando la escena en el territorio del país.

Brebaje Cultural invita a reflexionar sobre el sincretismo histórico y simbólico de El Salvador: una mezcla de memorias, experiencias y costumbres que, como un brebaje, se funden para dar sabor a la identidad nacional recordando que somos lo que creamos, y consumimos lo que somos.

PARTICIPANTE

Esta ilustración explora la censura cultural como construcción de memoria histórica en San Salvador a través de tres elementos simbólicos interconectados. La cúpula de la Catedral Metropolitana, representada en su estado actual monocromático tras haber sido pintada completamente de blanco, funciona como metáfora del borrado institucional de la diversidad cultural y el olvido deliberado impuesto sobre las raíces policromáticas de la ciudad. El personaje central constituye una reinterpretación del Torogoz transformado en figura antropomorfa indígena, un acto de reapropiación simbólica donde el ave nacional se reconfigura para visibilizar identidades ancestrales sistemáticamente silenciadas en los relatos hegemónicos, evidenciando el sincretismo entre símbolos oficiales republicanos y herencias precolombinas. Sobre el sombrero tradicional del personaje se sitúa una jaula de la cual escapa un pájaro en vuelo, simbolizando tanto la posibilidad de liberación de las memorias contenidas como la aspiración de que las expresiones culturales indígenas trasciendan las estructuras de contención impuestas sobre ellas. El alambre de púas que rodea el cuello del personaje materializa la violencia ejercida sobre las expresiones culturales indígenas, representando la opresión que contiene y limita el derecho a recordar y existir culturalmente en el espacio urbano. La obra cuestiona qué memorias se preservan y cuáles se suprimen, proponiendo que recordar nuestras raíces diversas es un acto de resistencia creativa frente a los silencios arquitectónicos y culturales que caracterizan la disputa por la memoria en San Salvador.

PARTICIPANTE

Alfredo Emmanuel Barahona Méndez

La obra presentada hace referencia a todas aquellas infancias que fueron arrebatadas durante la guerra civil salvadoreña, la forma en la que dicha violencia afectó el desarrollo y crecimiento de toda una generación, y ese gozo a la temprana edad que no les será regresado.

Alfredo Emmanuel Barahona Méndez

PARTICIPANTE

40 x 50 cm

Francisco Javier Molina Ortiz
La Llegada: Comienzo de la Pasión
Acrílico sobre madera

La Llegada: comienzo de la pasión, recoge un fragmento esencial de nuestra historia a través de una narrativa sincrética. Representa el momento de la llegada de los españoles al territorio salvadoreño, proponiendo un paralelismo entre la pasión de Cristo y el proceso de imposición religiosa y cultural que marcaría el destino de los pueblos originarios. Esta relación simbólica busca reflexionar sobre la manera en que el dolor de Cristo fue utilizado como instrumento de dominación, al tiempo que dialoga con los padecimientos de una población indígena sometida y un territorio saqueado.

Francisco Javier Molina Ortiz

PARTICIPANTE

43.18 x 27.94 cm

Cecilio Ernesto Rivera García
Recuerdos del mañana
Ilustración digital

La memoria histórica de San Salvador no solo se encuentra en el patrimonio, no solo en los objetos sino también en la herencia, en el recuerdo, en la palabra, en la misma sangre que trae la abuela, la madre y la hija. Todo partiendo de una misma raíz que hace 500 años se generó en este país de barro, en este país de maíz, a pesar que en los tejidos de la historia se han perdido algunos detalles, hechos que a pesar del tiempo hoy y mañana resuenan en la sangre, en un acto de resistencia y un proceso que ha modelado a las personas, todo esto parte de los hechos que ayer se vivieron, en el hoy, que se convertirá en los recuerdos del mañana.

Cecilio Ernesto Rivera García

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